miércoles, 20 de noviembre de 2019

El error de Ábalos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La respuesta dada oficialmente por el PSOE ante la sentencia de los ERE no es seria. Los demás pueden decir tonterías, pero el PSOE no. La política española sigue su propia senda repetitiva. 
Hoy las televisiones le sacan a Sánchez la receta que le aplicó a Mariano Rajoy desde la tribuna del Congreso. Y sacan a Rajoy —que no sé si sigue en Santa Pola— advirtiéndole  sobre cuando salga la sentencia de los ERE. Pues ya ha salido y en un momento muy delicado. Pero parece que ya todos los momentos son delicados en la política española. Todo cae sobre el mismo pie.
Por absurdo que parezca, los políticos españoles convierten el momento de vergüenza en el del regocijo, sin entender que no hay nada que celebrar por parte de nadie, que con estas vergüenzas las padecemos todos los ciudadanos sin importar cómo se piense.
Las estrategia del "cuando llegue tu hora" —algo entre tango arrabalero y narco ranchera— no es más que una pequeña compensación psicológica en un mundo político que sigue sin entender que han sido estas actitudes las que han dado al traste con el clima de nuestra democracia, trayendo un sentido de hastío e impotencia del que es necesario librarse para poder seguir adelante con ejemplaridad.


Las palabras del Secretario del PSOE,  a toda página en ABC, resuenan como un pistoletazo en un concierto, que diría el novelista Stendhal: "Ábalos: «No es un caso del PSOE, sino de antiguos responsables públicos de la Junta»". El Mundo lo da junto a otros titulares, también sustanciosos, con una mínima variación "Ferraz. Ábalos: "No es un caso del PSOE sino de ex responsables públicos de la Junta"". El País es un poco más piadoso, pero la procesión va por dentro, es decir, han quedado críticas y lamentos protegidos por el acceso de registro.
La sentencia de los ERE es un terremoto del que algunos ya están vendiendo escombros. ¿Estamos condenados los ciudadanos a seguir viviendo la corrupción, por un lado, y las secuelas dialécticas que conllevan por otro? Parece que sí, desgraciadamente.



Rizando el rizo, Pablo Iglesias, empeñado en promocionarse fuera, ha echado la culpa al "bipartidismo". ¡Él sí que sabe de política! El sistema que tanto le gusta a Pablo Iglesias es el que ha dado más fuerza a los partidos minoritarios, especialmente a él que, pese a su descenso electoral, consigue salvar los platos con su entrada en el gobierno... si es que hay gobierno nuevo y no hay que volver a las urnas. Algo espera recoger del desastre.
Lo que se hace en política y funciona se acaba convirtiendo en pauta hasta que se agota. La salida forzada de Mariano Rajoy ha sido el último gran pacto de la política española. Tus hechos te persiguen o a hierro muere, quien a hierro mata, como dice el viejo refrán. Una vez visto que la unión de los pequeños sirve para derribar, queda por ver si sirve para construir.
La respuesta de Ávalos deja pocas esperanzas. Es de un cinismo estremecedor. La maldición de la hemeroteca es demasiado fuerte.


La Justicia ya ha mandado cada uno a su sitio; ha funcionado. Pero echar tierra al asunto o distraer la atención no es bueno para nadie. Se vuelve contra quien lo dice y además elimina lo más importante, el compromiso expreso de que esto no se repita. El "somos otros" no funciona. 
En el PSOE, como en otros partidos, hay mucha gente honesta. Pero si no se reconoce que los responsables defraudan en primer lugar a sus propias bases y votantes, entonces nada tiene sentido. Es solo un insulto a la inteligencia que se acaba pagando... con más fragmentación política.
Esta fragmentación, pesa a lo que digan algunos, no es el reflejo de la diversidad política, sino de la imposibilidad de identificación con los modelos propuestos, con los partidos y sus trayectorias. Es lo que está en la base de la ingobernabilidad, la incapacidad de regenerar los partidos tras las debacles de los escándalos de corrupción. Los que llegan nuevos lo aprovechan pero no hay beneficio para la ciudadanía. Más enfrentamientos, menos eficacia. 
Lo dicho por Ábalos es un enorme error y, sobre todo, una gran mentira que a nadie engaña. Es una mala señal. No hablo de las responsabilidades políticas, que piden los primeros que las incumplen. Me refiero a la contrición necesaria que asegure que estos casos no se vuelven a repetir, que los partidos toman nota y se fortalecen sus mecanismos de defensa. No lo hacen.



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