Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
A veces
son los "amigos" los que nos ponen en situaciones comprometidas. En
el plano de las relaciones internacionales, las "amistades" pueden
convertirse en trampas de las que es complicado librarse. Todo lo que hagan
repercute directamente contra quien asume el compromiso de la amistad.
Eso es
lo que ocurre con el Reino, con Arabia Saudí, un país cuya amistad crea muchos
disgustos. Pero no es fácil mantener relaciones con países musulmanes que te
comprometen ante tus propios ciudadanos que no acaban de comprender el sentido
de la relación. No es fácil justificar alianzas o camuflar las existentes
tratando de silenciarlas.
La
noticia la servía The Washington Post con un titular bastante expresivo —"Saudi
Arabia listed feminism, atheism, and homosexuality as forms of extremism. Then
they (sort of) took it back"— que volvía a poner al Reino en situación
comprometida.
La última vez con un asunto de gravedad fue el secuestro,
tortura, asesinato y descuartizamiento del periodista saudí Jamal Khashoggi en
el consulado saudí en Turquía, en donde entró a resolver unos papeleos para su boda y
del que nunca más se supo. Un enorme escándalo internacional ya que todos los
indicios señalaban al príncipe heredero, Mohamed Bin Salman, como cerebro de la
operación, como la persona que dio la orden de que le quitaran al molesto
periodista asentado en Estados Unidos y colaborador precisamente de The
Washington Post.
El periódico recoge ahora una nueva muestra de la extraña
forma de comportarse del Reino y sus anuncios de modernización:
Over the weekend, Saudi Arabia’s State Security
released a video on Twitter listing feminism, homosexuality, atheism and more
than three dozen other categories as forms of extremism.
“Don’t forget that excess of anything at the
expense of the homeland is considered extremism,” the video warned according to
Reuters, which first reported the story. Such “extremist behavior” is grounds
for imprisonment and flogging, the government-aligned newspaper Al Watan
reminded readers in a follow up report on Monday.
The classification came in stark contrast to
the American ally’s aims to rebrand itself as reforming some of its policies
and welcoming western tourism and business.
By Tuesday, the oil-rich kingdom was distancing
itself from the move.
First, the General Department for Counter
Terrorism, which produced the animated video, deleted the tweet. Then Al Watan
took down its Monday article. Finally, the head of Saudi’s State Security told
Saudi-owned Al Ekhbariya TV that the news was “baseless” and that the video had
“many mistakes . . . defining extremism." The video, he said, was
published by an unauthorized “individual."*
Sin embargo, todo el mundo sabe que nada se mueve en el
Reino sin que sus autoridades, en este caso, el príncipe coronado, Mohamed Bin
Salman, lo sepa o autorice. Hay veces en que esta expresión tiene un fondo
retórico. No es el caso ahora en un país realmente bajo control y que trata de
realizar una gigantesca maniobra de relaciones públicas para ocultar sus
vergüenzas autoritarias.
La definición del "feminismo", la
"homosexualidad" y el "ateísmo" como tres formas de "extremismo"
no es una novedad, sino más bien una realidad demostrada día a día. El error
solo puede ser de cálculo por el momento escogido o sobre la repercusión que
podría tener.
La tesis que se sostiene por el medio es que se trata de un
"aviso", una advertencia para aquellos que tratan de sacar los pies
del plato. Las reformas, se señala, son las que el gobierno saudí acepta y todo
lo demás es subversión o, como se explicita, "extremismo" y pueden
acarrear incluso pena de muerte.
El empleo que ciertos gobiernos árabes hacen del término
"terrorismo" no es más que una forma de cobertura internacional para
justificar la represión contra la disidencia, que no necesariamente es político
partidista, sino social. Fueron los Estados Unidos de Bush los que empezaron a
dar lecciones del uso del término "terrorismo" junto a la retórica de
la "guerra al terror". De esta forma se eliminaba a los disidentes de
los tres campos en los que más temen que se les hunda el sistema.
El miedo político islámico tiene como centro el campo de las
costumbres o las formas de vida más que la política en sí. La explicación de
esto es simple: es una forma integrista en la que la costumbre elimina
cualquier forma de cuestionamiento de la autoridad, que es de orden religiosa
(negación del ateísmo) y familiar (subversión de la autoridad patriarcal
mediante el feminismo como igualdad) y supresión de los lazos familiares como tejido social
(la homosexualidad).
Desde su perspectiva, feminismo y homosexualidad son formas
de subvertir el orden político-familiar. Son además importaciones
conspiratorias occidentales, ya que, dada la perfección del sistema —de la que
no es posible dudar—, no podrían darse en el seno islámico, donde no existen
contradicciones. De esta forma, lo propio es lo bueno; lo malo es lo ajeno, lo que llega de fuera, de
lo que hay que defenderse.
El vídeo emitido y luego retirado no es una anomalía, sino la reiteración de un
pensamiento integrista que no va a dejar escapar del control monárquico
familiar del país. Los empeños del Reino por enmascarar su realidad son parte de una
campaña gigantesca en previsión de que el único poder real que tienen, el
petróleo bajo sus pies, se agote o deje de ser necesario en el futuro por la existencia
de otras fuentes de energía. Agotado el petróleo, se acabaron las sonrisas y complacencias con el Reino.
Entonces las cosas serán llamadas por su nombre.
*
"Saudi Arabia listed feminism, atheism, and homosexuality as forms of
extremism. Then they (sort of) took it back" The Washington Post
12/11/2019
https://www.washingtonpost.com/world/2019/11/12/feminism-homosexuality-atheism-are-forms-extremism-according-saudi-arabia/
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