Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Debo
confesar que el reportaje de la BBC, firmado por Saila Huusko, con el título "Puolanka:
Finland's ‘best worst’ dying town", me ha servido de catarsis y me ha
hecho llorar de risa en estos tiempos de llantos generalizados. Puestos a
llorar, prefiero hacerlo de risa. Si te quedan lágrimas, puedes probar.
El reportaje de Huusko nos habla de Puolanka, una pequeña ciudad
en Finlandia, el país con mejores índice de felicidad (según los estudios
internacionales). Puolanka, como ocurre en España, tiene pequeñas ciudades que
se van muriendo, que van envejeciendo y quedándose vacías. Un poco lo de
"Teruel existe", pero en más frío y en finés.
Nos la
presentan así en la entradilla: «Puolanka was in the news for all the wrong
reasons, so locals decided to embrace being the worst. Now it’s the most
pessimistic town in Finland – and everyone knows its name.»
Ser el
"peor mejor" implica ir en la dirección contraria a la que tomarían
probablemente el resto de los humanos que tratarían de salir de esa percepción,
pero Puolanka ha tomado la dirección contraria. En Puolanka decirle
"¡ánimo!" a alguien es una estrategia equivocada. Si los demás te ven
como lo más representativo de lo que no debería ser, ¿por qué no buscar la
perfección por ese lado? ¿Por qué todas las ciudades del país más feliz del
mundo deben mostrar a su gente sonriendo?
La
estrategia de Puolanka es reconocerse como "pesimistas" (los demás
tienen razón) y disfrutar con ello:
As you approach Puolanka, a small town in the
middle of Finland, large yellow signs appear on the side of the road. On a grey
afternoon, they look cheerful – until you see what’s written on them. “Are you
lost? Next up: Puolanka,” warns one. “Soon, Puolanka. You’ve still got
time to turn around,” cautions another.
“There are people who, on a daily basis,
fantasise about knocking over those signs,” says Tommi Rajala, the 41-year-old
deadpan executive director of the Puolanka Pessimist Association, the group
behind the signage. Yet Puolanka has turned pessimism into a brand, hosting a
pessimism festival, a musical, and even an online shop – all served with a
wickedly humorous twist. Videos depicting Puolanka in all its pessimistic glory
have hundreds of thousands of views online.*
Por explicarlo en términos nacionales, es como si se hicieran
campañas como "¡Estás llegando a Teruel!, ¿seguro que no te has
equivocado?". El optimismo hispánico de poner a Teruel en el mapa se
pierde en el convencimiento de que Puolanka dejará de estar en el mapa y solo
podrá estar en uno fantasmal.
Hartos del optimismo del mundo de las campañas de imagen
positivas, Puolanka se ha hecho viral por lo contrario. La existencia de una
asociación pesimista es la prueba, sin complejos, de que aquella afirmación del
escritor Gustave Flaubert "¡hay que ser idiota para ser feliz!" se
cumple en Finlandia. El caso es más grave si hay que fingir que eres feliz, es
decir, idiota. Ya es triste serlo, pero el velo de la estulticia te libra, algo
que no ocurre con el que se tiene que fingir idiota. Si Finlandia es donde
viven los más felices, en Puolanka puede tener su buenos momentos, pero una
conciencia pesimista de que acabarán desapareciendo porque los números son los
números y los de ellos son los peores. De hecho, todo esto comenzó así, cuando
los habitantes se dieron cuenta que solo salían en los medios como ejemplo de
lo peor. Cuando los números nacionales eran malos, los de Puolanka eran los
peores; cuando los del resto mejoraban, los suyos seguían igual de malos:
Hardest hit are municipalities like Puolanka, a
place Rajala describes as “the most remote municipality in Finland’s most
remote province”. The town has some 2,600 residents, more than 37% of whom are
over the age of 64. Its population has fallen by half since the 1980s, and
bigger urban centres continue to lure young people away.
Timo Aro, an expert on demographics in Finland,
says population change is creating winners and losers – and Puolanka is one of
the losers. “If you look at the numbers in Puolanka, they are pretty grim in
all possible ways, no matter how positively you interpret them,” he says.
Rajala recalls a period in the early 2000s
when, if Puolanka ever appeared in the media, it was always in a negative
light. He says the pessimism movement emerged as a response to being constantly
cited as the worst example of everything demographic-related. “Alright, we’re
the worst, but we’ll be the best worst in Finland,” the thinking went.*
Puede que la idea de ser los "mejores peores" no
sea fácilmente aceptada por todos, pero da igual porque ellos lo hicieron.
Decidieron ser la ciudad más pesimista y presentarse así al mundo. El cartel de
recepción a la llegada al pueblo no deja lugar a dudas, "todavía puedes
darte la vuelta".
No nos engañemos: Puolanka no es un más pueblo; es más bien
una víctima del cambio demográfico, de la concentración en las ciudades, de la
emigración... de la vida urbana moderna. Cuando la gente se va, cada vez se te
ve más lejos, aunque no te hayas alejado un metro. La distancia es una
percepción psicológica, además de la física. Cada vez te interesa menos ir a
determinados sitios porque el esfuerzo mental requerido para ponerte en marcha
se percibe como titánico y después insalvable. Por eso no se trata de
infraestructuras, sino de actitudes. Las segundas mejoran las primeras.
La Asociación de Pesimistas entró finalmente en crisis en
2016, ya ni el pesimismo era suficiente. Pero fue la llegada de un hijo
emigrado, Tommi Rajala, la que le dio nuevos aires con el uso de las redes
sociales y la producción de actividades, como el Festival anual del pesimismo,
en diciembre, un musical pesimista y otras actividades. Rajala decidió
trasmitir la imagen pesimista ante la situación y convertirlo en la seña de identidad.
Su misión pasó a ser, de forma muy eficiente, convertir el pesimismo en signos
claros, traducir un estado de ánimo ante el futuro, en un presente comunicado.
In the first video he made as part of his job,
Rajala sarcastically takes the viewer on a tour of Puolanka. The video, full of
dark humour, got 200,000 views when it was posted on social media, and a second
video hit half a million. “Usually, advertising is all about making things seem
better than they are,” says Rajala. “The absolute best thing about pessimism is
that I don’t have to lie.”*
La observación es bastante cierta porque en un mundo en
donde todo se convierte en esperanza y
optimismo aunque caminemos hacia el
desastre (es cierto que podemos elegir entre varios tipos), la realidad es la
primera víctima. Rajala, efectivamente, no tiene que mentir nada, no hay nada
que maquillar, solo mostrar lo que hay.
En siglo XIX, el pesimismo era una actitud respetable. En
nuestro siglo XXI es reprobable y anti cívica aunque el edificio esté ardiendo
por los cuatro costados. Es precisamente la marginación de los
"pesimistas" de la vida pública y de la intelectual lo que actúa como
vacuna para evitar muchos desastres. Son los locos y los mentirosos, los que
ignoran la realidad o los que la deforman el verdadero peligro de la humanidad.
Escuchando a los pesimistas, efectivamente, se pueden corregir cosas. Con los
que todo lo ven perfecto (especialmente si están ellos al mando), no se suele
llegar a muchos sitios.
El humor siempre ha sido un aliado del pesimismo. De hecho
nadie suele ser más pesimista sobre la especie humana que el humorista,
bástenos citar a un Mark Twain. Pero hoy llamamos a menudo "humor" al escapismo que nos hace olvidar los problemas y no al que nos lleva
al centro de los mismos, algo que los verdaderos humoristas han hecho.
Cuando Rajala nos va mostrando en sus vídeos las bellezas de
la ciudad, nos muestra los parques sin niños o los espacios para el deporte
cubiertos de nieve y hielo. No necesita recurrir a imágenes falsificadas o
fingidas. No es una mala ciudad; es solo una ciudad sin futuro, abandonada.
Algo que por aquí hemos empezado a llamar la "España vacía".
One theme is the relatively small number of
women; in general more women than men are leaving small municipalities and in
Puolanka men make up about two-thirds of the 20-29 age group. Anti-hero and
“master of cruising” Niko, played by 22-year-old Antti Ryynänen, stars in a
series of videos where he scours the town for women. In one, he signs up for
Tinder – only to ‘match’ with his mother. “It’s not very profound humour,” says
Rajala, “but it began with this thought that the only woman to meet in Puolanka
is your own mother.”*
El pesimismo no es negar lo que existe, sino mostrar el
futuro de lo que hay. ¿Puede el pesimismo cambiarlo? Los lugares vacíos no
dejan mucho margen, pero el pesimismo es realista, si las cosas cambian a mejor
nadie se va a oponer. Pero no van a camuflar lo que les va quedando por el
cambio de los tiempos.
Tampoco son "infelices". El pesimista suele ser
quien disfruta más las cosas, pues sabe que van a durar poco. Por ello, el
pesimismo no es una ciudad llorando. Como se dice en el reportaje, ellos no
combaten molinos de viento.
Uno de sus vídeos más divertidos consiste en la llegada por sorpresa de una "optimista", un niño que se baja de un coche en la plaza vacía del pueblo. Los habitantes de Puolanka no saben cómo reaccionar y pronto la Policía le rodea. No saben en qué idioma dirigirse a él, porque no responde a las advertencias policiales. Creen que puede hablar en sueco. Finalmente manda a una negociadora embutida en una enorme caja de muñeca Barbie, como si fuera a desactivar un artefacto. El humor no oculta la triste realidad de la falta de niños en el pueblo. La forma surreal de enfrentarse a la realidad es el humor.
Era la ciudad que siempre se citaba como ejemplo negativo en todas las estadísticas,
lo que iba a desaparecer. Han hecho de ello su marca. Son la mejor peor ciudad de Finlandia, el país
más feliz del mundo. Mientras dure.
Nos dicen que no hay nada más horrible que desaparecer sin que nadie se entere. Los habitantes de Puolanka quieren evitar el silencio.
* Saila Huusko
"Puolanka: Finland's ‘best worst’ dying town" 14/11/2019
https://www.bbc.com/worklife/article/20191113-puolanka-finland-worlds-most-pessimistic-town
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