Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hace
unos días hablamos aquí de la rectificación en las declaraciones ante el comité
de las cámaras de los Estados Unidos del embajador ante la Unión Europea,
Gordon Sondland. Y terminábamos señalando que a veces se puede elegir cómo
entrar en la Historia, resaltando una frase del propio Sondland en un vídeo de
presentación, "la familia es lo más importante para mí".
Sondland
se ha convertido en el centro de las acusaciones contra Trump desvelando
aquello que, nos dice, todos sabían, los deseos del presidente y el papel de
Rudy Giuliani, su abogado personal, en las operaciones de Ucrania para
conseguir hundir a su posible rival para la presidencia, Joe Biden, intentando que
las autoridades de ese país se hicieran cargo del desprestigio de la familia.
El asunto era sencillo: bastaba con que las autoridades ucranianas pusieran en
marcha investigaciones bajo la sospecha de "corrupción" para que
después eso fuera aprovechado por los medios afectos a Trump. Al presidente le
bastaría con decir que a los Biden les están investigando por corruptos, que no
es cosa suya, sino de un gobierno extranjero. Lo malo es que esto estaba
condicionando las ayudas militares a Ucrania y una recepción en la Casa Blanca
al novato presidente. Esto, en un país que está en un conflicto territorial
armado con Rusia, es algo más que una cuestión electoral. Lo que asustó a
muchos de los que ahora declaran era ver cómo se comprometía la seguridad
mundial jugando con las ayudas militares para una cuestión electoralista de la
presidencia a la busca de su reelección.
Podría
parecer una trama de una novela de no ser porque la especialidad de Trump con
sus rivales electorales primero y políticos después ha sido siempre la
maledicencia y el desprestigio a través de las insinuaciones y de las
repeticiones de "cosas que otros dicen", como el caso de Ted Cruz y
su vinculación con el asesinato de J.F. Kennedy o sobre la nacionalidad
norteamericana del ex presidente Obama.
Trump
es un mentiroso, sí, pero también un experto en la manipulación con las
mentiras. Ya sea vocacional o patológico, Trump vive de ellas y las utiliza con
descaro como algo cotidiano. Es su "estilo", el que ha practicado
probablemente durante años en el mundo de los negocios hundiendo reputaciones.
Pero no
todo el mundo tiene la misma relación con la mentira.
Gordon
Sondland no es un político profesional. Es un empresario de la hostelería, un
donante para la campaña de Trump con un millón de dólares, que no es poco. En
vez de buscar influencia con ese dinero, como otros han hecho, Sondland se
consiguió un trabajo, el de embajador de Estados Unidos ante la Unión Europea.
El por qué de esta vocación hacia la política tendrá su explicación personal,
pero es seguro que por muy imaginativo que Sondland haya sido con su puesto,
nunca se imaginó que tendría que hacer lo que le pidieron hacer y ver lo que
tuvo que ver.
El
testimonio de Sondland ante el comité para el Impeachment ha sido calificado
por casi todos los medios como demoledor. En la CNN, Stephen Collinson
explica:
Gordon Sondland wrote his name in history and
triggered a turning point in the House impeachment inquiry with stunning
testimony implicating the President in an abuse of power.
In effect, one of President Donald Trump's
political appointees confirmed the core allegation of the entire scandal: that
he conditioned aid and recognition for Ukraine on personal favors that could
help him in his 2020 reelection campaign.
This was no "Never Trumper"
bureaucrat perpetrating what some of the President's conservative backers have
called a coup. He was a glad-handing businessman who paid $1 million to Trump's
inaugural committee and ended up with a plum job.
Sondland destroyed once and for all the
earliest presidential talking point that there was no quid pro quo with
Ukraine. He explicitly said the prospect of a White House visit for Ukrainian
President Volodymyr Zelensky was conditional on Ukraine announcing an
investigation against Trump's possible 2020 rival Joe Biden.*
Han sido muchos los que se han visto arrastrados por Trump,
por Rudy Giuliani en su nombre, la mayoría de ellos profesionales de la
política o de la administración, incluso militares. No han sabido o no han
podido evitar hacerlo ante la figura, el nombre o la insinuación de que el
presidente estaba en ello. No se trata de que Trump haya dicho a todos
"personalmente" lo que tenían que hacer. Cuando el abogado personal
del presidente te dice algo, sabes que es el presidente el que está detrás,
dicen algunos. No parece que esto le vaya a funcionar; son demasiadas
evidencias de que el plan era suyo, con su respaldo y, sobre todo, como
principal beneficiado. La reelección era el objetivo y sus rivales los
obstáculos.
En este contexto de pillos, Sondland contrasta por su
decisión. La política, tal como la entienden Trump y los demás no es lo que
pensaba. Siempre se puede pensar que la política tiene un porcentaje variable
de suciedad, pero no todo el mundo los coloca en los mismos lugares. La idea de
revolver las aguas para confundir, cuando los objetivos estaban claros no
parece que haya sido la que finalmente tomó Gordon Sondland.
Cuando envió al Comité su rectificación señalando puntos que
había dejado fuera, tomó una decisión importante, probablemente no solo. En las
imágenes de sus declaraciones de ayer se le ve relajado y controlando la
situación, sin cortinas de humos ni dudas:
"I know that members of this committee
frequently frame these complicated issues in the form of a simple question: was
there a quid pro quo?" Sondland said.
"As I testified previously ... the answer
is yes."
And Sondland broadened the scope of the
conspiracy -- testifying that Secretary of State Mike Pompeo, Energy Secretary
Rick Perry, Vice President Mike Pence and acting White House Chief of Staff
Mick Mulvaney all knew what was going on.
"Everyone was in the loop," said
Sondland.
Difícilmente se puede ser más claro. Si Sondland entró
rápidamente en la política, está es también una salida veloz. Pero esto tiene
un coste. Ha declarado —no ha sido el único— la recepción de amenazas en su familia
y los ataques a sus negocios hoteleros. Es la moneda que va a recibir como pago
por su claridad. El presidente se dedica a torpedear a los declarantes ante el
comité con sus tuits desde la Casa Blanca. Es un subtitulo en directo mientras
declara. Con ellos tratan de frenar los efectos sobre la opinión pública en
otro acto inédito en la comunicación política, cuyas fronteras han sido
ampliadas por Trump.
Los acontecimientos en la era Trump son vertiginosos. Un escándalo
tapa a otro. Es como un juego que va llegando hacia su final hasta llegar a la
apoteosis. Cuando comenzó la cuestión ucraniana dijimos que sería una enorme
ironía que Trump cayera por efecto de las conversaciones con un presidente
recién llegado a la política, un actor cómico llegado al poder en un país complicado.
A esto se le añade ahora que sea Gordon Sondland, un empresario metido a
político, un donante millonario de los republicanos al que se le compensó su esfuerzo con una embajada ante la Unión
Europea.
Pero las ironías requieren cierta distancia para
percibirlas. No sé si Trump acabará su mandato o sobrevivirá a todo esto o
incluso llegará a la reelección. Tengo mis dudas, pero con Trump las dudas
tienen unas probabilidades diferentes que en los demás. Nadie puede negarle que
se ha sobrevivido a sí mismo desde el
primer día. No podemos decir lo mismo de las instituciones, cuya erosión es
terrible, ni del deterioro de la imagen exterior de los Estados Unidos, a quien
pocos estiman ya como socio o aliado.
Hay una expresión española, "tirar de la manta" que expresa claramente lo que Sondland ha hecho. No solo ha implicado directamente al presidente, sino que ha señalado a todos los que estaban al tanto del plan de presión a Ucrania. Si finalmente se lleva a Trump por delante, irán detrás todos los personajes que ha ido acumulando en estos años para llevar esa vida política y diplomática paralela.
De nuevo, los republicanos deberán empezar a pensar en qué es mejor, si soltar lastre o hundirse si siguen saliendo testimonios en el mismo sentido.
Quizá, en un futuro, alguien piense que Gordon Sondland es honesto y creíble y hasta le ofrezcan ser candidato porque no quede nadie en pie. La ironías forman cadenas.
* Stephen
Collinson "Stunning testimony links
Trump to abuse of power" CNN 21/2019
https://edition.cnn.com/2019/11/21/politics/donald-trump-impeachment-gordon-sondland-today/index.html
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