martes, 22 de octubre de 2019

Espías como ellos o la opinión del experto

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Puede que estemos teatralizando la vida política. No me refiero solo a lo que hacen los líderes protagonistas. Las calles se han llenado también de coros a la griega cabreados por circunstancias que van del secesionismo al precio del billete del metro en cualquier parte del mundo. Los actores, sí, nos invaden. La vida es un montaje que se ejecuta ante las cámaras; un selfie sin prescripción facultativa.
De los profesionales como Ronald Reagan o Arnold Schwarzenegger hemos pasado a los amateurs que no han pasado de monologuistas o presentadores de concursos, como Trump, género en el cual alcanzó su máxima gloria para seguir después la decadencia. Los guionistas de la política son cada vez peores porque los buenos están ya en la series de televisión y los superhéroes se los llevan Marvel y DC, dejando sin opción a tanto cantamañanas con tesis doctorales de atrezzo.


Lo importante de las narraciones es el género. Algunos se lo plantean todo desde la comedia otros desde la tragicomedia pocos de la tragedia, que les suele llegar sobrevenida y, como en Grecia, un castigo por sus malas acciones, incluyendo las ineptitudes. Pero se trata de innovar en los géneros abriendo la política a nuevas posibilidades interpretativas, en ambos sentido de la palabra, para los actores que eligen y para los críticos que interpretan lo que se les ofrece en prime time.
Por eso no me ha llamado mucho la atención la pregunta —un giro— que le hacen en El País al maestro del género de espías John LeCarré:

P. ¿Cree que Donald Trump, incluso Boris Johnson, pueden ser agentes rusos?

R. No veo por qué Johnson iba a serlo, salvo el hecho de que siempre ha vivido de forma muy desatada, que es un indiscreto y que tiene una personalidad muy desagradable. Trump es un asunto completamente diferente. Tiene enormes intereses económicos en Rusia, existen indicaciones de que su gente trató de especular en el mercado inmobiliario en Moscú y la vida de Trump es muy desordenada. Si Vladímir Putin tuviese pruebas de irregularidades financieras y estuviese dispuesto a difundirlas, tal vez, podría tumbarle. Pero ¿por qué lo haría? Es mucho mejor dominar al personaje. Siempre que aparece la cuestión rusa en el horizonte, Trump se ha comportado con una cercanía irracional hacia Putin. Fantaseo a veces con que ocurriría si la inteligencia británica, que tiene fuentes muy buenas en Rusia, consiguiese pruebas irrefutables de que Trump está controlado por Putin. ¿Quién le escucharía? ¿Cómo lo manejarían?*



La pregunta le podía haber sido formulada también a un autor de Ciencia-Ficción tomando la siguiente forma: «P. ¿Cree que Donald Trump, incluso Boris Johnson, pueden ser agentes extraterrestres?» La respuesta podrían no haber variado mucho y el público lector hubiera aceptado con toda naturalidad la propuesta.

La descripción que LeCarré hace de Johnson es muy "británica", llena de precisión en el detalle de lo que un atento escritor sobre la guerra fría y sus fríos y burocráticos guerreros considera material desechable. No, definitivamente no. Lo más ruso que tiene Johnson es el "Boris" que por demasiado evidente deja de ser sutil. Johnson es demasiado extravagante para ser un topo, en cierto sentido, es demasiado británico para ser un "topo". Tal como LeCarré lo describe, es más bien el resultado perfecto de cierto sector de la sociedad británica venida a menos pero con ganas de seguir siendo más.
Pero la cosa cambia cuando se trata de Donald Trump. Aquí la mete de LeCarré se dispara. Le sale la novela esquemáticamente, de un tirón.
Recordemos a nuestros lectores que en este ejercicio de memoria que es este blog recogimos en su momento la historia sacada a la luz de un "expediente escandaloso" sobre la estancia de Trump en Moscú, en las habitaciones que Obama —la obsesión que da fondo al personaje—. Siguiendo la pista en los medios nos encontramos con que el origen se situaba en un ex agente británico que había elaborado el documento y, un hecho absolutamente británico, había dejado a su vecino, antes de desaparecer, el cuidado de su gato.


Aquel detalle nos ofrecía unos detalles de verismo británico, que ya considerábamos digno de LeCarré, por lo que está plenamente justificado que el material llegue a sus manos donde tomaría forma como "true-story" dudosa o insinuante —nombre falso, claro— pero que todo el mundo entendería.
Hemos de tener claro que el hecho de que un periódico serio (que incluso se considera serio él mismo, sin que se lo pregunten) pregunte si Johnson y Trump son agentes rusos es un fenómeno insólito en nuestra historia, el fruto de una transformación "fake" de alcance incalculable para un futuro que se medirá en "temporadas" como antes se dividía en "dinastías".


Arnold volvió al cine después de ser un aceptable "gobernator". Si sigue adelante el "impeachment", ¿tendrá organizado Trump su plan de fuga a Moscú? ¿Saludará junto a Putin desde la terraza del Kremlin en el próximo desfile? ¿O volverá a presentar concursos de mises y jugará al golf en ese campo que no tiene claro si está en Reino Unido o en Irlanda, total, da igual?
No se pierdan nuestro próximo episodio.


* Guillermo Altares "John Le Carré: “El Brexit es la mayor idiotez perpetrada por el Reino Unido”" El país 21/10/2019 https://elpais.com/cultura/2019/10/18/actualidad/1571420944_924923.html




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