Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Los
Ejércitos en los países democráticos suelen ser silenciosos, poco dados a
manifestarse públicamente, pues no es su función el hacerlo. Sus obligaciones
son la defensa, pero también el asesoramiento leal a los dirigentes políticos
sobre la mejor política defensiva y los peligros en cada caso. La obligación de los militares es obedecer a
sus mandos y la de estos estar en contacto con las autoridades civiles, a las que
deben asesorar y advertir sobre las diferentes posibilidades y sus consecuencias.
The Washington Post recoge en un artículo los efectos sobre
la comunidad militar de las decisiones tomadas por el presidente Donald Trump
por la retirada y abandono de Siria. Desde que se produjo la retirada bajo
órdenes presidenciales señalamos aquí que no solo había un factor estratégico,
sino algo más, propio de la psicología militar o de cualquiera que haya
combatido: el abandono de los aliados a su suerte.
El titular
del diario es claro: "‘They are livid’: Trump’s withdrawal from Syria
prompts rare public criticism from current, former military officials". En
el texto se recogen, a condición de anonimato, las reacciones negativas suscitadas
por la retirada y el abandono del frente dejando atrás a los combatientes.
Pero Trump ha ido más allá en una de sus actitudes más
infames de su mandato: se ha permitido despreciar e insultar a los kurdos,
burlarse de ellos. Esto es, de forma sencilla, una infamia que ningún militar que
haya luchado junto a ellos puede admitir en su interior. Expresiones como que
los kurdos y los turcos "tienen mucha arena para jugar" o que
"no son ángeles" o que "no es su problema" han tenido que
sembrar la indignación entre los militares norteamericanos.
Missy Ryan en su artículo habla de "una cascada de críticas"
en la primera frase del texto para seguir con la publicaciones de militares
retirados, que suelen ser los que actúan de portavoces de los militares sin
voz. Pero esta vez, sí se han escuchado muchas voces activas:
The hurried drawdown also triggered an unusual
wave of commentary, mostly anonymous, by current and former Special Operations
troops who predicted that the unceremonious rupture of their partnership with
Kurdish forces would spark a militant resurgence.
Those serving in Syria, according to one senior
official with knowledge of the mission there, view a cease-fire deal trumpeted
by the White House on Thursday as “a total capitulation” to Turkey. “They are
livid,” said the official, who spoke on the condition of anonymity to speak
candidly.
The discontent is straining an axiom that had
long guided military officials’ conduct, including decisions about publicly
weighing in: While elected leaders “have a right to be wrong,” the military’s
role is to execute orders, said Peter Feaver, a scholar on civil-military
relations at Duke University.*
Es precisamente ese "axioma" final con el que las
decisiones de Trump han acabado. Habría que completar ese principio expuesto sobre
que los "militares" se limitan a cumplir las órdenes. Eso es así
porque la autoridad civil "escucha" y toma decisiones teniendo en
cuenta las informaciones ofrecidas. El problema se plantea cuando la autoridad
presidencial se niega a escuchar o actúa en contra de todas las indicaciones.
No es la primera vez que Trump choca con los militares. Podemos recordar que nada más llegar a la Casa Blanca obligó a realizar una chapucera operación de rescate en Yemen que costó la vida a uno de los miembros del comando enviado. El padre del militar fallecido se negó a participar en la teatralidad de los honores. Trump se encargó de introducir el caso durante el discurso del Estado de la Nación para evitar las críticas y forzar el aplauso ante la viuda, a la que hizo asistir después de usar a su hija como enviada a la familia. Pero todos sabían que aquello había sido un intento de espectáculo para ser manipulado en beneficio de Trump, que quería mostrarse como un "rescatador" a sabiendas de la popularidad. Posteriormente lo hizo con el regreso de ciudadanos norteamericanos, a los que recibía en la Casa Blanca para hacerlos aparecer como triunfos personales, como en el caso de Aya Hijazi en Egipto.
No es la primera vez que Trump choca con los militares. Podemos recordar que nada más llegar a la Casa Blanca obligó a realizar una chapucera operación de rescate en Yemen que costó la vida a uno de los miembros del comando enviado. El padre del militar fallecido se negó a participar en la teatralidad de los honores. Trump se encargó de introducir el caso durante el discurso del Estado de la Nación para evitar las críticas y forzar el aplauso ante la viuda, a la que hizo asistir después de usar a su hija como enviada a la familia. Pero todos sabían que aquello había sido un intento de espectáculo para ser manipulado en beneficio de Trump, que quería mostrarse como un "rescatador" a sabiendas de la popularidad. Posteriormente lo hizo con el regreso de ciudadanos norteamericanos, a los que recibía en la Casa Blanca para hacerlos aparecer como triunfos personales, como en el caso de Aya Hijazi en Egipto.
Esta vez Trump ha querido jugar con la idea de que el regreso
de los soldados a casa siempre es una buena noticia. When Johnny Comes Marching Home, Hurrah, Hurrah... Su
desconocimiento de la política internacional y su incapacidad de entender la
psicología militar ha hecho estallar las críticas que nunca salen a la luz, las
de los propios militares indignados. Trump ha vuelto inútiles las pérdidas de
vidas norteamericanas en Siria por el hecho de abandonar lo que se había
ganado.
Recogen en el artículo de The Washington Post:
The concerns have prompted some former military
officials to set aside what some within the ranks see as a code of military
silence, culminating last week in an opinion piece calling for the president’s
replacement that was written by retired Adm. William McRaven, who headed U.S.
Special Operations Command.
The United States is not powerful because of its
military or economic might, McRaven wrote, but because its “ideals of universal
freedom and equality have been backed up by our belief that we were champions
of justice, the protectors of the less fortunate.” The president, he implied,
has betrayed that.*
Desde que se produjo, hemos insistido en que no se trataba "solo"
de una decisión militar. Con su decisión, Trump ha reducido las acciones
norteamericanas a los "intereses propios", eliminando él mismo
cualquier posibilidad de intervención que no sea exclusivamente "egoísta",
algo que destruye los discursos norteamericanos, como se contempla en la cita
anterior.
Hemos insistido igualmente que Trump, que se planteaba su "americanidad"
como un factor exclusivamente interior (lo que justificaba sus acciones centrípetas)
destruía la idea del "liderazgo norteamericano" que es, sin embargo,
el eje central que justifica sus acciones.
Lo que recogíamos ayer de otro militar, en su entrevista en
la CNN, que Trump estaba castigando a sus aliados con persistencia y abrazando
con entusiasmo a los dictadores del mundo es precisamente la subversión del
modelo e ideales que ha sostenido a los Estados Unidos. Por eso hemos hablado
de la pérdida de liderazgo, el abandono de su poder moral frente a su poder
militar y económico, lo que le convierte sencillamente en un país que usa su
fuerza contra todos en función de sus intereses.
Es Trump el que ha acelerado la decadencia del "imperio
americano". Que esto se lo digan sus indignados militares es motivo de reflexión
para muchos. Con el abandono a su suerte de los kurdos, con sus insultos y
desprecios a un compañero de batallas y sangre, Trump ha ido más allá de sus
chantajes a los países europeos de la OTAN. El efecto ha sido la necesidad de
contar con un Ejército europeo, es decir, el contrario del que esperaba.
Encontramos en la CNN lo que quizá sea hasta el momento el mayor golpe psicológico contra Trump. Ya no son los militares retirados los que ponen voz a la vergüenza. Esta vez es la desgarradora carta de una esposa de militar dirigida de forma abierta a los kurdos pidiendo perdón por la traición y ofreciendo su simpatía:
Dear Kurdish soldiers,
You don't know me, but I have known of you for
most of my adult life. When my military husband and I quickly married, knowing
he was deploying to the Middle East to be part of the 2003 invasion of Iraq, I
feared what he and his Special Operations unit would face when they arrived.
How bad would the fighting be? How long would
they be gone? Would he survive?
Months later, he returned and recounted to me
what he could about his experience. I asked how he had made it through. He
replied, "We had help. We had the Kurds."
Ret. general: Syria pullback looks like an open
door to disaster
Ret. general: Syria pullback looks like an open
door to disaster
He told me stories of how the Kurdish people in
Northern Iraq supported the troops, advised them, stood by them, fought
shoulder to shoulder with them in combat, and became allies and friends. And I
became grateful -- immensely, unwaveringly, and forever grateful for you.
Since then, the word "Kurds" in my
home has meant something. It has meant "ally" and
"friendship."
There are pictures of Iraqi Kurds alongside my
husband and fellow soldiers in our home. I have a coffee mug with depictions of
female Syrian Kurdish soldiers on it that I proudly use to remind me of you. My
children play soccer in their Kurdistan jerseys.
The Kurdish people are not nameless, faceless
people across the world. You hold a place of honor and respect in our home.
It's important to me that all of you know that. I owe you so much. My husband
is home safe today after years of fighting and I know you helped make that
happen.
But now, I watch the news in horror. I see
promises broken, progress destroyed, years of hard work and unimaginable
sacrifice gone in a tweet. I see allies betrayed, their faces in my picture
frame. While watching the news, my children turn to me and ask if those are our
friends and I say yes. They have looks of confusion on their faces.
I can't imagine what your families are going
through. I can't imagine their fear. I can't imagine these things because for
the last 17 years you have fought to help us keep an attack off our soil, and I
know that has now compromised your safety. It breaks my heart.
Where I come from, a person's word means
something. Our honor and integrity are everything, as I know yours are to you.
To read in international newspapers that the United States, my country, has
abandoned the Kurds is absolutely heartbreaking.**
La carta continúa recriminando lo hecho por lo administración Trump. La carta es clara y dice en lenguaje sencillo lo que estén pensando la mayoría de los militares y familias respecto al abandono de los Estados Unidos, vergüenza e ira; vergüenza ante la retirada de las tropas e ira por dejar atrás a los amigos. La carta no habla de los kurdos como Trump, "no es nuestro problema", sino como de amigos, personas con las que se han compartido batallas y comida desde la guerra de Irak. Hoy esas personas están en las casas de los militares norteamericanos, en esas fotografías conjuntas a las que alude el texto.
El final del texto mantiene abierto el cariño de las familias militares:
I write you today, on behalf of my family, to
say thank you for everything you have done for us. Thank you for your
friendship, for keeping your word and fighting alongside us, for staying the
course year after year. Thank you for keeping my husband safe so he could come
back home to me and my children. You have my sincerest prayers today that you
too may safely return to yours. Thank you to your families that sacrificed
without you, so you could make this partnership happen.
I pray we return to your side, that we stand by
you, and that this has not all been in vain.
Forever yours,
A Grateful Wife
Nada puede hacer más daño a Trump que esa carta precisamente porque le pisa el terreno que el ha planteado: el regreso a casa. La esperanza de ganar el respaldo de todos por haber retirado al Ejército se desvanece y la ira se vuelve en su contra. La América aislacionista tiene ahora el testimonio de lo que se está perdiendo en ese viaje. Trump ya no puede jugar al patriotismo; no frente al Ejército de los Estados Unidos.
Y luego está el otro aspecto. Los países de la zona saben (de nuevo) dónde se encuentra la fuerza fiable, en Rusia, que se ha mantenido al lado de Al-Asad contra viento y marea.
Ahram Online, el diario estatal egipcio, da cuentas del acercamiento del país a
Rusia. El "trato del siglo" no ha convencido a nadie; otra forma de perder aliados. Nadie se fía ya
de Estados Unidos de este presidente.
Ese es el signo del "reinado" de Donald Trump. Nadie cantará ¡hurra! de regreso a casa. Es un regreso triste y avergonzado.
* Sissy
Ryan "‘They are livid’: Trump’s withdrawal from Syria prompts rare public
criticism from current, former military officials" The Washington Post
20/10/2019
https://www.washingtonpost.com/world/national-security/they-are-livid-trumps-withdrawal-from-syria-prompts-rare-public-criticism-from-current-former-military-officials/2019/10/19/d9455f08-f1ba-11e9-8693-f487e46784aa_story.html
** "A letter to Kurdish soldiers from a US military wife" CNN 18/10/2019 https://edition.cnn.com/2019/10/17/opinions/letter-to-kurdish-soldiers-from-military-wife-opinion/index.html
** "A letter to Kurdish soldiers from a US military wife" CNN 18/10/2019 https://edition.cnn.com/2019/10/17/opinions/letter-to-kurdish-soldiers-from-military-wife-opinion/index.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.