Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La CNN
le ha contado hasta doce falsedades* a Donald Trump en su encuentro con los
periodistas con motivo de la recepción al presidente italiano, de visita
oficial. Son muchas falsedades, por no decir "mentiras" directamente,
para tan poco tiempo. La aceleración en la producción de mentiras (suponemos
que es así, ya que ellos llevan la cuenta), solo puede tener sentido como parte
final del acorralamiento que Trump padece desde que se destapó el caso
ucraniano que, finalmente, se ha vuelto contra él.
A diferencia
de los casos anteriores, en los que se producía una cierta renovación de un
escándalo por otro gracias a la capacidad de producirlos jugando con blancas,
ahora Trump los recibe del exterior sin poder controlar el juego. Como
resultado, los casos no se tapan unos a otros, sino que se acumulan produciendo
una montaña de basura que le hace mucho más expuesto.
Los dos
casos que le han desbordado son, sin duda, el caso de Ucrania, en el que
pretendía encontrar causas para debilitar a Joe Biden, en ese momento el
principal rival de cara a la reelección; y, en segundo lugar, el caso
sirio-kurdo-turco (se podría prolongar con "ruso" y "estadounidense").
Estos dos casos no son controlados por Trump y, lo que es peor, involucran a
las personas que deberían defender al presidente, como es el caso del abogado
Rudy Giuliani, en el centro del ojo del huracán. En pleno embrollo, se corre el
riesgo de que los arrastrados por la corriente de la cloaca decidan defenderse
por su cuenta, lo que significaría un tercer problema genérico con lo que
tuvieran que decir para defenderse o negociar.
Irónicamente,
los demócratas le van a presionar por el primer caso (los intentos de destruir
a sus candidatos difamándolos por la recolección de informaciones) mientras que
los republicanos le estás criticando unos y atacando otros por lo que ha hecho
sin contar con nadie en Turquía, dejándose engañar de mala manera por Recep
Tayyip Erdogan y dejando tirados a los aliados kurdos, que habían luchado junto
a los Estados Unidos.
Este
último caso, no solo ha irritado por la deslealtad que supone hacia alguien más
que un aliado (alguien que ha realizado los combates en el suelo, no desde el
aire), los kurdos. Los expertos en defensa se han llevado las manos a la cabeza
ante el giro inesperado que da la entrada de Turquía en Siria contra los
kurdos.
Entre
las mentiras de Trump en la rueda de prensa con el presidente italiano, Trump
sigue dando respuestas que van directamente en contra de lo que dice y hace
Erdogan en Siria. Sigue vendiendo que ha hecho un trato maravilloso, cuando es
evidente que el presidente turco le ha engañado. ¿Pero cómo va a aceptar él, el
rey del trato", que le han timado? Mientras Erdogan niega expresamente que
haya un "alto el fuego", Trump sigue insistiendo en ello. Los
bombardeos turcos incluso contradicen la consideración de "pausa" de
cinco días que Erdogan, un mentiroso calculador, dice haber pactado.
Cuando
el presentador de la CNN, Cooper Anderson, le lee al Teniente Coronel retirado
Ralph Peters el tuit de Trump con el ya célebre "in my great and unmatched
wisdom" y amenazando con "destruir la economía turca" (cosa que
dice ya haber hecho anteriormente), la CNN no puede sino titular "Ralph
Peters can't contain his laughter at Trump's tweet"**. Una vez medio
controlada la risa, Peters dice algo importante, señalado muchas veces, pero
que continúa siendo una constante de su mandato: "Trump ha atacado
permanentemente a nuestros aliados... y al mismo tiempo repetida y entusiásticamente
ha abrazado a los déspotas"*. No le falta razón, desde luego. Las
respuestas a esta cuestión son diversas y es el pueblo americano quien se las
debe plantear con seriedad, más allá de las especulaciones y las fantasías.
Trump
es una mala respuesta a la crisis del liderazgo que padecen muchos países, por
no decir todos.
No hay
todavía una repuesta teórica a este problema, una interpretación profunda de
este fenómeno que nos hace oscilar entre la demagogia y el autoritarismo, entre
la adulación al "pueblo" y las "internacionales de la
protesta". El futuro de las libertades tal como las entendemos, como un
equilibrio entre lo individual y lo común que permita el desarrollo de personas
y comunidades de forma armoniosa, pacífica y justa, está en juego frente a lo
que vemos crecer imparable ante nosotros. La ruptura de un orden internacional,
de consensos largamente trabajados sobre problemas comunes, etc. es lo que nos
viene encima envuelto en un griterío de irresponsabilidad festiva.
La
conjunción de dos personalidades como la de Trump y Erdogan, dos figuras
claramente autoritarias, pero con un distinto tipo de experiencias en
deshacerse de sus enemigos, tenía que acabar con el turco llevándose el gato al
agua. Erdogan no olvida y si tiene que fingir lo hace. El resultado lo tenemos
ahora delante como una nueva crisis en que la soberbia indocumentada y
narcisista de Trump arrastra a parte del mundo, como veíamos el otro día.
Las
doce falsedades que la CNN recoge de Trump definen un estilo y una
personalidad. Hay mentiras, afirmaciones exageradas, hechos indemostrables e
insinuaciones sin respaldo, como que "cree" que Obama pudo estar
metido en casos de corrupción ("There was a lot of corruption. Maybe it goes right up to President
Obama. I happen to think it does," Trump said).*
La prensa ha dado desde el principio sus batallas contra las
mentiras. Ruedas de prensa que han acabado en batallas dialécticas, han sido
constantes. Hoy los medios ya no tienen el reparo inicial que The New York
Times mostraba al inicio sobre cómo tratar a aquel personaje que llegaba a la
Casa Blanca sin faltar al respeto a la presidencia de los Estados Unidos.
Pronto se pudo comprobar que quien pisoteo a la institución ha sido el propio
Trump. Pero a cada uno lo suyo. Hay una parte importante del pueblo de los
Estados Unidos, de las instituciones políticas, que siguen respaldando a la
presidencia. En eso Trump ha llevado al envilecimiento colectivo a través del
aplauso. Son tres líneas las que ha sostenido para mantener ese apoyo: el
racismo, el aislacionismo y el gusto por humillar a terceros. Son las bases de su
política encubierta, pero manifiesta en cada acción. Es lo que, a través de
insinuaciones o de afirmaciones rotundas, Trump ha reafirmado entre sus
mentiras, exageraciones y distorsiones de la realidad. Han sido 12 las falsedades de la rueda de prensa. Sin pudor ni vergüenza, Trump hace lo que siempre hizo a lo largo de su vida, cuando era un frívolo, descarado y deslenguado. Hace lo mismo, pero esta vez desde la Casa Blanca.
* Daniel
Dale "Trump makes at least 12 false claims with Italian President"
CNN 17/10/2019
https://edition.cnn.com/2019/10/16/politics/fact-check-trump-12-false-claims-italian-president/index.html
**
"Ralph Peters can't contain his laughter at Trump's tweet" CNN
8/10/2019
https://edition.cnn.com/videos/politics/2019/10/08/ralph-peters-responds-to-president-trumps-tweet-cooper-ac360-vpx.cnn
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