Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Algunas
cadenas de televisión (la CNN, por ejemplo) y algunos medios internacionales están
empezando a trazar líneas uniendo puntos. Hoy mismo la cadena norteamericana
preguntaba a un politólogo sobre los distintos focos internacionales simultáneos
de protestas violentas callejeras en puntos muy dispares y con aparentes
orígenes diferentes. Pese a las diferencias de cuestiones y a la diversidad de
los puntos del planeta afectados, que van de Hong Kong a Cataluña y de Líbano a
Ecuador, pasando por los anteriores en Francia o los más pacíficos con motivos
del Brexit en Reino Unido, lo cierto es que parece haber demasiados puntos en
común. Las hipótesis que se pueden establecer son de diverso tipo y están
puestas encima de la mesa, desde la conexión de algún tipo entre algunas de
ellas hasta la contraria, la de la desconexión absoluta. Entre ambos extremos,
nada y todo, hay muchas posibilidades.
"Rusia
agita la inestabilidad en Iberoamérica" (25/10/2019) titula el diario ABC
hoy y La Vanguardia lo hace "La ola de protestas en Líbano no tiene un
‘enemigo’ al que tumbar" (25/10/2019). En la primera se apuesta por el
mecanismo coordinado, mientras que en la segunda se nos muestra a un país
frustrado porque carece de un poder visible al que atacar. El
interesante artículo de La Vanguardia* establece que los movimientos de
protestas se dan en un país ya fraccionado, dividido por las fuerzas religiosas
que son incapaces de resolver su problema de corrupción y debilidad, que es lo
que sugieren las protestas.
El
artículo de La Vanguardia establece una conexión pertinente con lo que fueron
las protestas del mundo árabe en 2011, la llamada Primavera, que hizo caer los
gobiernos dictatoriales pero que trajo finalmente el caos ocupado por nuevas
formas de dictadura o situaciones bélicas que todavía persisten, como Siria o
Yemen.
Pero las similitudes llegan después de un periodo de aprendizaje del modelo y de su propia línea:
Como en las primaveras árabes, se repiten
los mismos lemas pidiendo la caída del régimen, el final de la injusticia
social, de la corrupción... Se exige la dignidad de los pueblos, como en Túnez,
El Cairo o Trípoli. Y es también a través de redes sociales que se difunden
mensajes, informaciones, vídeos de esta revolución que llaman, en un juego de
palabras y números, revolución 2.0 . Pero son muchos sus jefes o zaim , y no existe por ahora una
dirección central que encauce sus aspiraciones. Su objetivo no es, como fue en
los meses del 2011, derribar una dictadura militar como la del tunecino Ben
Ali, el libio Gadafi, el egipcio Mubarak. El sistema libanés es particular
porque el poder no está concentrado en manos de un dirigente, sino en una clase
política representada en el Parlamento y en el Gobierno que administra la cosa
pública a través de pactos, componendas o “soluciones a la libanesa” según sus
respectivos intereses confesionales. Algunas de las reivindicaciones son
similares cuando reclaman la dignidad del pueblo, explotado por sistemas
económicos y políticos fracasados. Desde hace años la sociedad civil libanesa
ha demostrado su fuerza pero también su debilidad y cuando presentaron sus
listas electorales fracasaron rotundamente ante el poder establecido. ¿Cuánto
tiempo soplará este amable aire otoñal de revolución en Beirut, festivo y casi
sin violencia?*
La pregunta final tiene algo de temor en su formulación. Todavía, nos viene a decir, no se ha producido el mismo fenómeno que en otros estallidos. Quizá el hecho de que Líbano haya vivido en sus carnes la crueldad de una guerra entre grupos haya relativizado el deseo de violencia en las protestas. Sus imágenes nos dan un tono más "festivo" que violento. Pero, como se preguntan en el texto, ¿cuánto durará? La pregunta es dramática porque si estalla en Líbano, será una simple protesta. hay mucha sangre en el pasado.
La
hipótesis dura, las de la coordinación global, puede tener muchas
posibilidades. Pero creo que existe el factor imitativo y sobre todo el uso de
los grupos que se han "profesionalizado" en la violencia callejera
desbordando ya las protestas cívicas y convirtiendo en enquistamientos violentos.
Cuando
se informa de que existen "grupos organizados" se refieren a que por
un lado hay gente que sale a protestar con una pancarta y otra gente que lleva
el "equipo completo del activista violento". Sus objetivos son muy
distintos y su forma de atención, diametralmente opuesta.
Parece
que es el sino de las protestas hacerse con el descontento, que puede ser justo
muchas veces, aumentarlo y aprovecharlo para la creación del caos y del
descontento. Tiene un periodo de violencia y luego se va disolviendo en función
del rechazo que los propios manipulados sienten.
Si
recordamos cómo acabó el movimiento de los "indignados" (una buena
etiqueta es fundamental, como la de los "chalecos amarillos" o de
cualquier otro color) en España fue precisamente con la huida de las personas
pacíficas y la reducción a movimientos más violentos a cargo de personas que no
tenían nada que ver con las concentraciones iniciales y que reclamaban el
espacio.
¿Existen
profesionales de la protesta? ¿Existe una "internacional de la
protesta", como decíamos el otro día? Creo que sí. De la primera pregunta
creo que no hay duda. Tienen entrenamiento, capacidad de financiación y de
movimiento entre países. Por mucho que se alojen unos a otros, la coordinación
existe entre muchos focos gracias a las formas de contacto que la Sociedad de
la Información les proporciona. Ya hablamos de los efectos de sincronización en
2011 y de cómo las dictaduras trataban entonces de desconectarlos (como ocurrió
en Egipto) con el corte de las comunicaciones. Hoy no es tan sencillo como lo
fue entonces ya que todos aprenden rápido. Los cortes de comunicación no están
al alcance de los países democráticos, aunque sí lo practican las dictaduras,
como ocurrió en el Egipto de Hosni Mubarak.
La
violencia callejera tiene varias funciones más allá de las estrictas demandas:
1) radicalizar a las personas y grupos (se busca un aumento de la violencia);
2) el aumento de la violencia hace durar más el conflicto, por lo que se crea
una espiral que impide que se resuelva; 3) muchas veces no busca resolver un
conflicto, sino que el conflicto busca una erosión general del poder, que caerá
en cualquier otra ocasión precisamente por el aumento continuado de los
conflictos; 4) el factor imitativo, la violencia copia la violencia, que
empieza a veces por los aspectos externos visibles.
La
Primavera Árabe reabrió un modelo de protestas contra unas dictaduras que
pronto fue desbordado y exportado hacia otros espacios que son democráticos y
que no requieren este tipo de acciones. Se desarrolló el concepto de "anti
sistema", una bonita fórmula que se emplea como patente de corso, tanto
para "okupar una casa" como para quemar contendores o asaltar
comercios. Su mera enunciación se convierte en auto justificación de las acciones: no creo en la propiedad y robo;
no creo en el estado y no obedezco
las leyes; no creo en el orden y
quemo, etc. etc.
La
sociedades siempre han tenido su bolsas de descontentos, justificados o no. La diferencia
ahora es la capacidad de organización y de contestación coordinada, interna y
externamente. Cada vez son mayores las muestras de sincronía, lo que nos lleva
a nuestras hipótesis iniciales. La cuestión está en saber si esa organización es
ascendente —los grupos se auto organizan formando estructuras superiores— o si
esta organización es descendentes, es decir, si "alguien" los va
organizando, dando forma. La primera respuesta tiene problemas específicos, pero
la segunda afecta directamente a las relaciones internacionales.
El
titular de ABC resalta la hipótesis descendente:
El secretario general de la OEA, Luis
Almagro, relaciona las protestas contra gobiernos elegidos democráticamente con
las llamadas «brisas bolivarianas». «Las corrientes de desestabilización de los
sistemas políticos del continente tienen su origen en la estrategia de las
dictaduras bolivariana y cubana, que buscan nuevamente reposicionarse, no a
través de un proceso de reinstitucionalización y redemocratización, sino a
través de su vieja metodología de exportar polarización y malas prácticas»,
según Almagro.
La campaña de injerencias rusas en América
Latina en contra de gobiernos reformistas se centra también en Chile. Un vídeo
satírico de RT, dentro de la serie «Ahí les va», de la presentadora Ina
Afinogenova, acumula más de tres millones de visualizaciones en YouTube y
Facebook con afirmaciones como que Chile es «el alumno aventajado del
neoliberalismo» y «único país que todavía se rige por una Constitución creada y
aplicada durante años por una dictadura». «Durante treinta años, el modelo
chileno se ha citado como ejemplar para Latinoamérica, pero lo que se ocultaba
detrás, acaba de estallarle en las manos a la clase dirigente del país
sudamericano», dice.**
Las
sospechas sobre la posición de Rusia tras las protestas en distintos lugares son
amplias. Se reforzaría con la idea de que efectivamente son los que no siguen
las líneas de amistades y relaciones con la Rusia de Putin los que acaban con
protestas violentas.
La sorprendente
aparición de banderas catalanas en manos de los que protestan en Hong Kong ha
sido ampliamente comentada por personas que se han sorprendido de esta
"conexión" tan distante en causa, espacio y fundamento. Las protestas
violentas del secesionismo catalán no ha tenido el eco de apoyo que se
esperaba, por lo que ha reaparecido por arte de birlibirloque en la lejana Hong
Kong junto a otras insólitas de los Estados Unidos y, todavía más insólitas, de
su ex potencia colonial, algo que representa una forma simbólica de poner
barreras en la resolución del problema inicial, que ya ha quedado desbordado.
¿Se
está copiando el modelo ruso de extensión de la violencia donde hay otros conflictos
radicalizándose? ¿Es casual que en plena "guerra comercial" de los
Estados Unidos contra China se cree un conflicto del calibre de lo que ocurre
en Hong Kong? ¿Qué "diferencias" hay entre los conflictos anteriores
y estos últimos?
Quizá
haya que empezar a desarrollar una nueva disciplina transversal sobre la
"protestas". Se habla mucho de la psicología o los elementos
sociológicos. Pero hay muchos otros componentes que pueden dar cuenta de la
enorme cantidad de factores, visibles e invisibles, que configuran el fenómeno.
Lo que
parece evidente es que el origen de cada protesta significa un fracaso de la
convivencia. No entramos en si este fracaso es buscado desde fuera o del propio
sistema, porque habrá de todo. Lo que es importante es distinguir un conflicto
de su manipulación e instrumentación para otros fines. Lo hemos podido
comprobar también en cada vez más ocasiones. A veces los que sacan más
beneficio de una protesta no son los que se la juegan sino los que están en la
sombra viendo las noticias.
Es
importante diferenciar la propuesta en sí de los beneficiados al moverla, que
muchas veces no tienen interés alguno en resolverla, sino en convertirla en un
caso enquistado y los más publicitado posible. No siempre coinciden los
intereses.
*
"Rusia agita la inestabilidad en Iberoamérica" ABC 25/10/2019
https://www.abc.es/internacional/abci-rusia-agita-inestabilidad-iberoamerica-201910242154_noticia.html
*
"La ola de protestas en Líbano no tiene un ‘enemigo’ al que tumbar"
La Vanguardia 25/10/2019
https://www.lavanguardia.com/internacional/20191025/471176320635/primavera-en-beirut.html
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