Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Siguen
las señales. Nuevas manifestaciones y actos confirman que las "raras
manifestaciones" y los sus causas han tenido más impacto del que se
pensaban inicialmente. Sobre todo porque se negaron, creando un efecto
contraproducente. Si estás viendo por la ventana de tu casa una manifestación
mientras un fiel presentador de televisión te está diciendo que no existe, algo
se sacude en tu mente.
Las
críticas que hemos vistos estos días —una vez aterrizados los hechos en la
realidad— venían desde el Consejo Nacional de los Derechos Humanos criticando
los abusos en detenciones y registros que violaban el derecho a la privacidad
de las personas junto con el papel de los medios, y por parte del presidente
del Parlamento egipcio, que criticaba abiertamente al gobierno y le separaba de
la postura del presidente al-Sisi para evitar la erosión institucional.
Hoy
tenemos nuevas efectos de lo ocurrido. Esta vez viene a cuento de las críticas realizadas
por el presidente de la Cámara relacionadas con el papel de los medios de
comunicación. Recordemos que en un país que se ha convertido en un monumento a
la propaganda, son pocos los que se atreven a criticar la "verdad
oficial". Son más, en cambio, los oportunistas que ofrecen su babosería al
poder para sacar su provecho. Esta vez se han quedado encerrados dentro de su
juego, pues las recriminaciones al papel de los medios han sido claras.
Quien
ha salido ahora criticando la situación ha sido el Sindicato de Periodistas,
que ha tratado de marcar distancias con la política de los propios medios, que
quedan ligados al poder ejecutivo y sus estrategias. Traducido, quiere decir
que los días del gobierno están contados y que saldrán entre silbidos por la
puerta chica a mayor gloria de la presidencia. Es una salida a la egipcia como hay una despedida a la francesa. Se trata, pues, con claridad, de hacer
recaer todas las culpas sobre el ejecutivo, como ya anticipamos y ahora se
confirma con cada piedra lazada contra ellos.
Los argumentos
del Sindicato, recogido en el diario estatal Ahram Online, son los siguientes:
The Press Syndicate said it was closely following
up on the recent calls for the need to expand the margin of the freedom of the
press.
According to the syndicate's statement on
Saturday, the board appreciated all the calls voiced by society and the state
demanding the full freedom of the press within the framework of professionalism
and legal responsibility at that sensitive time in Egypt's history.
The syndicate emphasised a set of observations
related to the ongoing debate about the press and its freedom. It said that to
correctly talk about the freedom of the press there should be firm commitment
to articles 70, 71 and 72 of the constitution, which meant guaranteeing the
freedom of the press, printing and publishing, the freedom to issue newspapers
without any obstacles, prohibiting the censorship, confiscation or suspension
of mass media, and the state's commitment to the independence of national press
institutions.
It also stressed that the completion of the
talks about the freedom of the press had to go in line with accelerating the
serious dialogue and the constructive efforts between the syndicate and the
concerned state bodies regarding the situation of the imprisoned journalists in
publishing cases to reach legal solutions that result in their release.
The Press Syndicate board said in its statement
that the free, professional and legally responsible press was part of the tools
of progress and was an integral part of the fight against terrorism and
extremism. The press remained part of Egypt's soft power that spread
enlightenment, defended the truth, and exposed corruption, it added.
Society's right to diversity and disagreement
shouldn't be ignored, the syndicate said. It was the role of the press that had
been giving the people the reassurance that there were alternatives and solutions
to their problems. Therefore, it was necessary to provide an opportunity for
the opposing national voices that abide by the country's constitution and its
state institution to express themselves, the statement continued.
The board said it believed that talking about
freedom of the press required everyone to abide by articles 71 and 77 of the
constitution and the Press Syndicate Law, since it was the only body entrusted
with holding its members accountable for their professional practice. The board
reaffirmed its commitment to this role in accordance with the Press Code of
Conduct.*
Como puede apreciarse (es la totalidad del texto publicado),
los argumentos que usa por el Sindicato se fundamentan en los artículos de la
propia Constitución egipcia. Es una forma de recriminación que refuerza la
legalidad vigente (que no debe ser cuestionada) y que recrimina a los que no la
respetan.
La constitución permite la discrepancia pública y la
manifestación pacífica de esa discrepancia, vienen a decir, pero son detenidos
y sancionados por ello. Es el ejecutivo —de quien dependen las fuerzas de
seguridad— quien es responsable de las violaciones de la propia constitución
con sus excesos, los culpables de que los egipcios no puedan vivir con sus
derechos a la discrepancia y a su expresión.
La sociedad es diversa, pero solo una parte se tiene en
cuenta. Este manifiesto del Sindicato coincide con lo expresado por parte del
presidente del Parlamento al señalar que se tendrían en cuenta las ideas de la
oposición en la legislatura que se inicia.
El problema de todo esto es la credibilidad. No cuesta nada
echar a la calle a un ejecutivo al que se defenestra. Se pone otro y se acabó
el problema. Al menos en ese sentido.
No creo que esto haya salido ni del presidente de la cámara,
ni del Sindicato (sin autorización) ni del Consejo Nacional de los Derechos
Humanos. La primera reacción del ejecutivo fue precisamente frente a estos
últimos, a los que acusaba de manejar fuentes poco fidedignas, que es lo que
habitualmente se suele decir aprovechando para responsabilizar a los medios
poco afines.
Por eso tanta sincronía parece responder a elementos menos
visibles que salen ahora a la luz como demandas de mayor liberalidad del
régimen. La razón parece estar en el exceso policial con los miles de detenidos
a los que se les quitó el derecho a la irritación en un marco social de
empobrecimiento y en mitad de manifestaciones del lujo por parte de la cabecera
del régimen.
En Egypt Independent, el conocido politólogo Amr El-Shobaky
ha publicado hace unos días sobre la cuestión de las manifestaciones
"raras", como fueron calificadas, inexistentes para otros, que se
cebaron en los "no-participantes". Su título es "On the issue of
demonstration" y al final del mismo se señala:
People have the right to object to
demonstrations in a country that suffers from many economic problems and needs
to consolidate values of work and production. However, those same people must
have the integrity to reject the demonstrations of supporters and opponents,
and not sanction some and ban others.
We should not panic because of a demonstration.
Nor should we treat every demonstration as part of a conspiracy. The day must
come when we distinguish between the mass of people, which includes supporters
and opponents, that refuses to demonstrate and a minority that may see a
solution in protest.
If we open the door for people to express what
is inside of them, the vast majority of them will not go for extremist options
and inflammatory messages from across borders, because they will find a place
for themselves in the political system–a much different scenario than abounding
calls for sabotage and instigation, which have no place anywhere.**
Como se puede apreciar, son los mismos argumentos una y otra
vez. Lo que nos lleva a algo más que a la casualidad. Una interpretación
posible es que si no se da salida al descontento del empobrecimiento social por
la retirada de los subsidios, la devaluación de la libra egipcia y la represión
social, lo que puede llegar es muy malo para todos, especialmente para el
Ejército, en la sombra, pero sabiendo que será quien tenga que intervenir si
todo se dispara. Así ocurrió en 2011 y en 2013.
Y, como consecuencia, si no se canaliza la ira en el
interior del régimen dejando que la gente se manifieste y se abran cauces para
atender a la oposición, todo acabará capitalizado por los Hermanos Musulmanes,
el mayor peligro y garantía de violencia.
Por eso, los ataques al ejecutivo y a los medios por
arremeter física e informativamente contra una ira muy justificada de los
ciudadanos, buscan ofrecer un espacio parlamentario, mediático y callejero a la
ira bien canalizada.
El-Shobaky comenta cómo en su visita reciente a Marruecos
pudo ver manifestaciones contra el gobierno, incluso contra el rey, y que no
llegaron a más. La gente tiene derecho a estar descontenta, a ser oída. No es
la situación egipcia, ya que el poder es doblemente perfecto, por poder y por
egipcio.
Un último aspecto. La furia de la gente rompiendo las pancartas con la imagen del presidente al-Sisi no se le habrá escapado a nadie. La ira se puede desviar hacia el gobierno, pero el presidente fue el que provocó públicamente cuando contestó que seguiría haciendo palacios de lujo. ¿Se podrá canalizar en otra dirección la ira? No va a ser fácil. Los gritos de "¡Vete, vete!" se escucharon con demasiada claridad.
Manifestantes pisoteando una gran pancarta con el rostro de al-Sisi |
* "Press Syndicate says it follows up on calls to widen the margin of press freedom" Ahram Online 5/10/2019 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/352252/Egypt/Politics-/Press-Syndicate-says-it-follows-up-on-calls-to-wid.aspx
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