lunes, 27 de mayo de 2019

Europa al día siguiente

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las elecciones europeas nos traen más complejidad pero pocas novedades respecto a lo esperado. La mayor y más agradable sorpresa es el aumento de la participación en diez puntos, un 50%, en Europa y en particular la participación española, con el 64'31%. Esto ya es una buena noticia por sí misma. La parte negativa es que ya tenemos en Europa la misma tensión destructiva del miedo que se está apoderando de los diferentes países.
Hemos pasado de la "fiesta de la democracia" al "drama de la democracia" como resultado de las fuerzas centrífugas de la política, una tendencia generalizada. Esta fuerza centrífuga tiende, como el mercado, a fraccionarse radicalizando las posturas, algo que hace aumentar la tensión social y los conflictos.
¿Estamos condenados a vivir la democracia como un conflicto permanente? Esta pregunta se la hace mucha gente. Algunos políticos de los que han salido en pantalla tras conocerse los detalles han dicho algo que parece una obviedad: la campaña se ha terminado.
Es quizá una confirmación de algo que se dijo tras las  elecciones generales, que no se podían mantener la "crispación" permanente en la vida política en un país moderno. Aunque no sea fácil mantenerlo en la vida real, hay al menos que plantearlo como meta o fin de la vida política y ciudadana.
El parlamento europeo, si no se remedia, se ve abocado a una política bronca por su mayor fraccionamiento. En cualquier caso, hay un margen muy elevado para poder tranquilizar la eurocámara, aunque no a muchos de sus miembros, cuya función futura será el escándalo y la agitación. No han ido a la cámara europea; han ido a ganar una posición en el plató europeo, donde realizarán sus shows. No tienen nada que perder.


Europa tiene mayoría tranquila suficiente para poder ser gobernada. Aunque se hayan perdido votos de los dos grandes partidos por el mayor fraccionamiento, los que han aumentado claramente sus votos son los Liberales y los Verdes, ambos comprometidos con la construcción de Europa frente a los euroescépticos.
Es un momento importante porque los tres partidos europeístas pueden dar un ejemplo de negociación y de avance en las políticas comunes. Quizá Europa debe acostumbrarse a otra forma de hacer política, pero también debe comprometerse con su propio futuro. No se debe dejar comer el terreno ni los principios. Son estos últimos los que se deben resaltar. Hay que resolver la tensión entre lo local y el conjunto europeo reforzando las ideas y aclarándolas. Hay que romper la incompatibilidad que se está vendiendo sobre Europa, los tópicos interesados, para evitar que la demagogia arrastre a todos, como ha ocurrido con Reino Unido.


Y hay que tener liderazgo europeo. Necesitamos caras y pensamientos claramente comprometidos con Europa y su unión. No basta con apoyar; hay que liderar, algo que significa tener ideas, sembrar ilusiones y construir realidades beneficiosas para todos. Europa no debe seguir siendo un tema secundario en las agendas políticas ni mediáticas. Hay que pasar de estar en Europa a ser Europa, a ser cada día más Europa.
El diario El País de ayer, día de las elecciones, publicó un artículo de Yuval Noah Harari, titulado "Vayan a votar; es bueno para el corazón". Tras realizar unas reflexiones sobre el sentido del globalismo en el mundo de hoy, lleno de problemas globales, Harari cierra su artículo señalando:

La Unión Europea, hasta ahora, ha sido el experimento más logrado de la historia en la búsqueda del equilibrio adecuado entre los intereses nacionales, regionales y mundiales. Ha creado una cooperación real entre cientos de millones de personas, sin imponer un gobierno único, una lengua única ni una nacionalidad única a todos. Ha creado armonía sin imponer la uniformidad. Si Europa puede enseñar al resto del mundo a fomentar la armonía sin uniformidad, la humanidad tendrá muchas posibilidades de prosperar en este próximo siglo. Si el experimento europeo fracasa, ¿cómo podemos esperar que triunfe el resto del mundo?*



La pregunta parte del reconocimiento positivo de Europa, algo que el euroescepticismo niega. Europa es un buen ejemplo, no un experimento destructivo, como sus enemigos plantean. Basta con tener un poco de sentido de la Historia y del propio pasado para comprender su necesidad en un mundo como el actual, que requiere soluciones globales para muchos retos.
La misma convivencia ya es un ejemplo. En un mundo crispado, situado en el conflicto, la construcción europea, su consolidación, es una enorme aventura histórica en la que merece la pena avanzar.


* Yuval Noah Harari "Vayan a votar; es bueno para el corazón" El país 26/05/2019 https://elpais.com/elpais/2019/05/24/opinion/1558718520_776352.html

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