Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
mundo es cada vez más pequeño gracias a nuestras comunicaciones y viajes.
Nuestros espacios, además, son fecundamente diversos y nuestras amistades se
reparten por todo el planeta. Mis clases y seminarios son más cada día espacios
de diversidad enriquecedora. En grados, posgrados y doctorados
Ayer
una compañera, que no había estado muy convencida al principio, me confesaba
que estaba encantada dirigiendo la tesis de una alumna extranjera porque en
vez de pensar en términos de oscuridad lo estaba haciendo en términos de su
propia claridad. Estaba ampliando su conocimiento, por un lado, y ampliando su
propia experiencia personal. Y con ambas estaba encantada. había pasado el ecuador de la extrañeza.
Me alegré mucho porque esa es y ha sido siempre mi
experiencia. Allí donde otros ven "peligros" he visto durante toda mi
vida la posibilidad de aprender y de descubrir cosas que nuestro paletismo,
soberbia y eurocentrismo nos impide ver. Parece que a algunos ya traspasar las líneas
del barrio le suponen algún tipo de angustia vital. Me recuerdan aquellas
salidas del pueblo para hacer la mili. Todavía en los 70 había gente que salía entonces por primera vez de su pueblo. Hoy esto ha cambiado.
Las
oleadas nacionalistas se vuelven de un folclórico acartonado porque se empeñan
en que como la tierra de uno no hay nada, una de las afirmaciones más tontas
que se puede uno echar a la cara. Es la ignorancia orgullosa la que hace decir
estas cosas.
Vivimos
en una sociedad diversa o, si se prefiere, podemos encontrar en nuestra
sociedad una enorme riqueza a nuestro alcance en el trato con las personas que
tienen un equipaje cultural diferente. Podemos viajar igualmente por gran parte del mundo.
Cada vez nos comunicamos más entre
personas de lugares muy diferentes y con costumbres distintas. Es bueno, pero
necesita de ciertos aceites para que no se produzcan malentendidos. Muchas
veces los malentendidos ascienden a conflictos sencillamente porque no
entendemos y nos empeñamos en que sean los demás los que se deben ajustar a las
normas. "When in Rome...", suele decirse, o nuestra versión equivalente
"donde fueres...". Pero hace falta mucho más, por eso está
adquiriendo especial importancia el estudiar no ya solo las costumbres (las
diferencias o similitudes culturales) sino la forma de comunicación.
Ya no
se trata del campo de las relaciones internacionales, que afecta a las
instituciones y los países, que acabaron creando un grupo y un lenguaje, el diplomático, para evitar que un error de contacto
arruinara negocios o desencadenara un conflicto. Tampoco de las lenguas francas o de las versiones estandarizadas de lenguas.
El
estudio de las relaciones interculturales es esencialmente el estudio de la
forma de relacionarse en diferentes estratos. Su centro debe ser la
comunicación en un sentido muy amplio y su objetivo doble, la eliminación de
obstáculos y la detección de malentendidos. Para mejorar la comunicación es esencial conocer la cultura del otro, la maquinaria del sentido, y que el otro conozca la nuestra, que haya simetría. W. Somerset Maugham, que pasó dos años en China recorriendo el Río Yanzí, cuenta en su precioso libro (En un biombo chino) la anécdota del británico que llevaba 30 años allí y presumía de no hablar chino. La actitud lo es todo. Hay muchas personas así por el mundo.
La BBC
nos trae un artículo interesante para comprender las diferencias que implica la
forma de relacionarnos a través de la comunicación. Se refiere a algo
aparentemente tan sencillo como la forma de cerrar los correos electrónicos y
las diferencias entre países y culturas.
Lo que en uno puede ser una forma de
expresar interés o cariño, en otro puede ser considerado excesivo o incluso
ofensivo. Christine Ro, la autora, comienza señalando que ya está acostumbrada a
"ofender" con su inglés a los británicos. Muestra lo que son
aceptables en algunos países mientras que en otros lo son menos porque pueden
parecer muy confianzudos o impertinentes.
Los saludos y despedidas están
cargados de elementos propios de la cultura y no todas las culturas ven lo mismo en ellos. En ocasiones, las
palabras son sustitutas de actos y contactos ("Besos", "un abrazo",
etc.) con lo que se puede tomar de forma diferente por parte
de quien lo envía y de quien lo recibe.
Dice la
autora: «The few words at the end of an email can provide insight not just into
social status, gender, relationship dynamics and workplace culture, but also
the broader culture.» Este
tipo de análisis es de gran interés porque uno es el lenguaje de los
diccionarios y otro del que da forma a las acciones y afectos.
Estamos
en contacto y nos comunicamos, pero dependemos de nuestra buena voluntad, de la
del interlocutor y de nuestra capacidad de observación. No se trata ya de estas cuestiones de
protocolo o si Mariano Rajoy le dio la mano, en un arrebato latino, al divino
emperador de Japón, ahora retirado en beneficio de su hijo, al que probablemente
advirtió sobre los españoles.
Parece
que la idea de que los nuestro es correcto y superior sigue siendo lo que
determina nuestra comunicación. No vamos más allá de la curiosidad, lo raros
que son los otros, en vez de pensar que el mundo es diverso y que eso supone
una enorme riqueza personal para todos.
Estudiar
nuestras comunicaciones es comprender que su sentido depende de muchos
factores. Está la lengua, pero esa lengua vive, más allá del diccionario, en la
vida práctica, que es la del contacto, la de la interacción. Es la cultura la
que da coherencia y se refleja en la lengua. Muchos dicen que quieren aprender
la "lengua", pero que no les interesa la cultura. Difícil tarea ya
que cada palabra, cada expresión está marcada. Solo que lo hemos automatizado y
ya no pensamos en ello.
Interesarse
por los otros es el primer gesto, comprender y ser comprendido. Explicar cómo
somos y comprender cómo son los otros es también un buen ejercicio de auto reflexión,
algo necesario para no quedarse aislado. Hay que empezar a sentirse más ciudadanos
del mundo, lo que no significa perder la identidad, sino abrirla a nuevas
experiencias.
Desgraciadamente,
nuestra educación no nos saca muy lejos de nosotros mismos. Por eso me siento
afortunado por tener cerca cada día personas que vienen de lejos y de las que
aprendo cada día algo nuevo. Muchos vienen a aprender y tienen mucho que
enseñar. Está en nuestra actitud sacar provecho de estos encuentros.
* Christine Ro "The beautiful ways different
cultures sign emails" BBC 10/05/2019
http://www.bbc.com/capital/story/20190508-why-the-way-you-close-your-emails-is-causing-confusion
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