Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hoy, la mayor parte de los titulares mundiales muestran su preocupación por la negociaciones y los efectos sobre las bolsas e inversiones. El único valor que sigue el alza es el ego de Trump.
Empecemos
por el final. La última
línea del artículo firmado por Eugene Robinson en The Washington Post es esta: «There are many
fitting words to describe the Trump administration. One of the simplest
is “dumb.”» Creo
que va siendo un principio universalmente aceptado. Lejos han quedado las dudas. La más simple, como señala
Robinson, es "tonto". No hay plan oculto, solo la tontería visible.
A esta conclusión se llega después de analizar la forma de
negociar con China o, si se prefiere, de "no negociar", porque lo que
se está haciendo no llega a ese nivel de complejidad. Robinson sostiene que el
presidente Trump sigue una estrategia elemental de vendedor truculento, lleno
de malas prácticas aprendidas a lo largo de su vida. Por eso era importante
sacar a la luz su historial de pérdidas económicas durante décadas y la
reclamación de sus declaraciones fiscales. Allí donde él se presenta como un
héroe invencible en los negocios, solo se encuentra un vendedor tramposo que
acaba mal muchas veces.
Escribe Eugene Robinson en su artículo, cuyo título explícito
es "Trump has no idea what he’s doing":
The thing to keep in mind about President
Trump, as he thrashes around like a weak swimmer in a strong current, is that
he has no idea what he’s doing. None. Not a clue.
I know that he can be clever politically, in a
tactical sense. I know that his lies are often both deliberate and effective. I
know that his utter shamelessness can sometimes come off as some kind of warped
genius. But the only thing that’s profound about Trump is the truly spectacular
depth of his ignorance. As evidence, take a glance — if you dare — at your
401(k).
The president’s decision last week to
unilaterally boost tariffs on $200 billion of Chinese imports produced an
entirely predictable response — retaliatory tariffs from Beijing on $60 billion
worth of U.S. products, a freakout by the financial markets and a screaming
plunge in the Dow and other major indexes.*
Puede que haya más países en el mundo cuya presidencia esté
ocupada por alguien que "no sabe" lo que está haciendo. Pero el
problema es que ese tipo de presidente está ahora al frente de los Estados
Unidos. Hasta el más leve estornudo de una mariposa en la Casa Blanca tiene
consecuencias mundiales.
La constatación de que no sabe lo que está haciendo no significa
que no "sepa" lo que hace, sino que desconoce los efectos de lo que
hace, que es peor. La "espectacular profundidad de su ignorancia"
guía sus acciones que se cree, por el contrario, presididas por la inmensa
sabiduría que su narcisismo le hace creer que tiene. Y esto lo hace mucho más
peligroso para los Estados Unidos y para la paz y estabilidad mundial.
Como todo incompetente, cree que los demás se verán
seducidos y asombrados por sus astutas jugadas. Nada más lejos. La presidencia
de los Estados Unidos debe contribuir a la estabilidad mundial y no a
alterarla. Creo que el ejemplo de un árbitro que se siente molesto por no haber
incidentes será claro. Su afán de protagonismo le lleva a calentar el partido
para que todos aprecien su autoridad. Sería un árbitro que disfrutaría pitando
un par de penaltis por partido y tres o cuatro expulsiones. Todos tienen que
notar que está ahí. Lo fácil
no va con él.
Y eso lo traslada a la política y a las negociaciones.
Analizando lo ocurrido con las negociaciones con China, que tienen en vilo a la
economía mundial, Robinson señala:
The administration’s trade talks with China had
reportedly been going well and were supposed to be nearing an end. Trump
accused the Chinese of trying to renege on concessions at the last minute, but
the president’s history suggests otherwise. Veterans of the high-stakes world
of New York real estate have told me about what they described as Trump’s
standard negotiating practice — pitching some kind of fit at the very last
minute, when the other party thought things were settled, in hopes of bullying
his way to a better deal.
That might work with a subcontractor who
doesn’t have the power to say no, or even with a fellow developer who vows on
the spot never to do business with Trump again. But would any skilled
negotiator think such a stunt would work with China, the world’s
second-greatest economic power? Wouldn’t the Chinese government have to react
in kind, if only as a matter of sovereign pride? And wouldn’t startled
investors conclude that their fear of a serious trade war — the kind with no
winners, only losers — had been realized?*
El afán de protagonismo de Trump actúa como un creador de
problemas. Son los demás los que pagan las consecuencias. En ocasiones hemos
comparado a Trump con un bombero que quiere que le feliciten por apagar los
fuegos que ha encendido previamente. Su obsesión enfermiza por
"arreglar" lo que sus predecesores consiguieron —siempre está mal
todo lo anterior a él— le guía, pues tiene necesidad de aplauso permanente para
satisfacer su ego.
Lo que Robinson llama trucos
de vendedor, lo que le confirman lo que han tratado con él en los negocios
o le han visto hacerlo, es su traslado a la vida política internacional. El
problema es que todo esto puede romperse en algún punto desencadenando algún
desastre de imprevisibles consecuencias. Las "tonterías", por volver
a las conclusiones del artículo de Eugene Robinson, no tienen menos efecto por
diagnosticarlas. Añaden, en cambio, un poso de amargura a los desastres al no
poderse evitar.
* "Trump has no idea what he’s doing" 13/05/2019
https://www.washingtonpost.com/opinions/trump-has-no-idea-what-hes-doing/2019/05/13/a3e6a626-75c0-11e9-bd25-c989555e7766_story.html?utm_term=.f621efe3b74e
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