Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
presidente Abdel Fattah al-Sisi tiene una forma particular de ver el mundo.
Probablemente tiene su derecho, como cualquier otro ciudadano a tenerla. El problema es que su visión se convierte en
"normalidad" y "verdad" en una sociedad a la que ya no le
quedan muchas opciones para ver las cosas de otra manera que no sea la del
presidente.
Con
motivo de unas inauguraciones ayer domingo en Ismailía, una ciudad de la zona
del Canal de Suez, les ha dicho una serie de cosas que los egipcios deben dar
por buenas. Está bien que el presidente se sincere en estos momentos positivos
del inaugurar y despeje las posibles dudas que la gente pueda tener. Ya les
dijo una vez que si querían saber algo no se fiaran de la prensa o de lo que
les dijeran, que le preguntaran a él. La verdad no está en otro sitio.
El diario
Ahram Online titula su reseña del acto "Egypt's Sisi says army's role in
major development projects is only supervisory".* Sorprende este
"solo" con el que el presidente se refiere, quitándole importancia a
la participación del Ejército, considerado como la esencia del Estado y el brazo
del pueblo. Parece como si el Ejército pasara solo por allí de vez en cuando
para ver qué tal van las cosas. De hecho, él mismo es un militar que "solo
supervisa" el desarrollo de la nación, según ese planteamiento.
Nos dice el texto de Ahram Online:
Egyptian President Abdel-Fattah El-Sisi has
said that all companies working on the country's national development projects
are civilian and that the military's role is only supervisory, addressing a
recent topic of debate about the army's involvement in the economy.
"The role of the army in such projects, if
any, is a supervisory and management role," El-Sisi said Sunday in
comments broadcast live on TV.
The military, El-Sisi said, is mainly seeking
to ensure commitment to deadlines set for key projects pursuant to the
country's strategic development plans.
"We wanted to have one supervisory
authority to ensure [projects] are achieved by certain times."
The military’s economic activities appear to
have expanded over the past years, varying from supplying food commodities,
producing various goods and carrying out construction projects.
El-Sisi has raised the topic of the army's
perceived influence over the economy several times before. He said last year
that the military's economic activity makes up only around 2-3 percent of the
country's gross domestic products, dismissing speculation that the armed forces
control as much as half of the economy.*
Los dos últimos párrafos son interesantes porque parecen
reflejar cierto escepticismo, por decirlo así, sobre lo dicho por el presidente
tras ese "parecen" haberse extendido las actividades. El control
militar de las empresas para asegurarse que cumplen los plazos es una forma de
expresar una parte. Pero efectivamente, cada vez que se ha producido un relevo
este ha sido un militar. Las empresas nacionales están en manos de militares
retirados que consiguen así mantenerse dentro de los círculos de influencia del
poder.
Las investigaciones realizadas por distintos medios de
comunicación e instituciones dan un panorama bastante distinto al descrito por
el presidente. La agencia Reuters realizó una investigación de los
"negocios militares" en Egipto con unas conclusiones muy diferentes:
CAIRO – In a four-decade military career, Osama
Abdel Meguid served in the first Gulf War and was an assistant military attaché
in the United States.
These days he issues orders from an office that
overlooks the Nile, as chairman of the Maadi Co. for Engineering Industries,
owned by the Ministry of Military Production.
Maadi was founded in 1954 to manufacture
grenade launchers, pistols and machine guns. In recent years the firm, which
employs 1,400 people, has begun turning out greenhouses, medical devices, power
equipment and gyms. It has plans for four new factories.
“There are so many projects we are working on,”
said Abdel Meguid, a 61-year-old engineer, listing orders including a 495
million Egyptian pound ($28 million) project for the Ministry of Electricity
and an Algerian agricultural waste recycling contract worth $400,000.
Maadi is one of dozens of military-owned
companies that have flourished since Abdel Fattah al-Sisi, a former armed
forces chief, became president in 2014, a year after leading the military in
ousting Islamist President Mohamed Mursi.
The military owns 51 percent of a firm that is
developing a new $45 billion capital city 75 km east of Cairo. Another
military-owned company is building Egypt’s biggest cement plant. Other business
interests range from fish farms to holiday resorts.
In interviews conducted over the course of a
year, the chairmen of nine military-owned firms described how their businesses
are expanding and discussed their plans for future growth. Figures from the
Ministry of Military Production - one of three main bodies that oversee
military firms - show that revenues at its firms are rising sharply. The
ministry’s figures and the chairmen’s accounts give rare insight into the way
the military is growing in economic influence.**
Considerar "civiles" muchas empresas que tienen
participación militar y control no es una buena contabilidad. Sin embargo, es
el mensaje que al-Sisi quiere lanzar al mundo. La explicación es sencilla. Es
difícil atraer inversores extranjeros a un país en donde la competencia está
trucada gracias a las facilidades de acceso de las empresas militares y a las
desgravaciones que poseen respecto a otras. Las empresas militarizadas, por
decirlo así, "no caen". La entradilla del artículo de Reuters señala esto: «In the four
years since former armed forces chief Abdel Fattah al-Sisi became Egypt’s
president, companies owned by the military have gone from strength to strength.
Local businessmen and foreign investors are concerned.»** La preocupación es doble, ni
unos ni otros pueden competir (por varios motivos) con esas empresas bajo el
paraguas militar. Las inversiones llegan finalmente de China, interesada en la
ruta marítima del Canal para su iniciativa Una Franja y un Ruta. La nueva capital
se está realizando con capital chino tras los acuerdos con los dos gobiernos.
El 2 de
mayo, Ahram Online titulaba "Egypt's astute move towards China's
Belt and Road Initiative"*** y resaltaba en el artículo una obviedad, que
la iniciativa marítima china necesitaba del Canal para completar su recorrido
hacia Europa. Veremos la "astucia" en qué queda.
Es entendible que el presidente quiera minimizar lo que todos
ven, el crecimiento de la presencia militar, de una forma u otra, en la
economía del país y en mitad de una enorme crisis que se llevó por delante el
ahorro egipcio al devaluar la moneda.
Pero el presidente se enreda porque necesita transmitir al
pueblo que el Ejército es el madero al que agarrarse en el naufragio, la única
solución a todos los males que aqueja Egipto, que no son pocos.
Pero además de hablar sobre la economía egipcia y la
participación militar, hay dos aspectos relevantes en su discurso, dos ideas
que conviene resaltar. La primera
se refiere a las protestas: «"If protests could build Egypt, I would go
down with Egyptians on the streets days and night," he told the gathering.» * Quedaría
bien en un homenaje a los caídos durante las protestas. En el fondo es una
advertencia sobre la línea dura para reprimir cualquier intento de protesta. La
política de imagen que el presidente pretende implantar es la de la sonrisa
generalizada, el sentimiento de que los militares "solo" supervisan
al país y que entenderlo de otra manera es malinterpretar la Historia y difamar
al país.
En eso se centran los dos últimos párrafos del texto de
Ahram Online, en los que se señala:
Speaking of what he referred to as a false
image of Egypt's human rights record, El-Sisi said that real human rights are
about offering Egyptians a decent life.
"Rights are about allowing people to live,
rights are about finding job opportunities for people and their kids, rights
are about proper healthcare, rights are about quality education," he said.*
Sorprendentemente él mismo mina su propio discurso. Lo
expresado es característico de los regímenes autoritarios. "El trabajo os
hará libres" o en su versión original, "Arbeit Macht Frei", el
lema tomado del escritor nacionalista alemán Lorenz Diefenbach, que se encontraba en
la entrada de los campos de concentración y exterminio nazis. Mientras esas necesidades
estén cubiertas, no hacen falta más libertades. La triste y pobre imagen de los
derechos humanos en Egipto viene de la insuficiencia de ese mensaje que acaba
siendo dirigido contra los discrepantes y los diferentes, como de hecho ocurre
cada día. Las campañas contra las personas que no se ajustan a este modelo o lo
critican son constantes, del ateo al liberal, de la comunidad a LGTB a los
periodistas que tratan de contar otra cara de la realidad oficial.
El régimen quiere convencer al mundo de la corrección de su modelo autoritario. Lo vemos en cada campo en el que se restringen los derechos en beneficio de esa "identidad" diseñada de lo que supone ser "buen egipcio", que no es otra cosa que la aceptación de las órdenes como un destino. Las críticas surgen de todas partes y entonces aparece el desconcierto.
Creo que son esas frases, como dejadas caer, las que
reflejan la verdadera mentalidad del poder en Egipto.
*
"Egypt's Sisi says army's role in major development projects is only
supervisory" Ahram Online 5/05/2019
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/331103/Egypt/Politics-/Egypts-Sisi-says-armys-role-in-major-development-p.aspx
** "From war room to boardroom. Military firms flourish in Sisi’s Egypt" Reuters 18/05/2018 https://www.reuters.com/investigates/special-report/egypt-economy-military/
***
"Egypt's astute move towards China's Belt and Road Initiative" Ahram
Online 2/05/2019
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/44/0/330982/Analysis/Egypts-astute-move-towards-Chinas-Belt-and-Road-In.aspx
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