Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los
efectos del cese de los acuerdos de Google con Huawei, dejándole fuera de
actualizaciones y sin sistema operativo Android es una batalla en una guerra
más amplia, la de la tecnología 5G, es decir, el liderazgo futuro de las
comunicaciones mundiales en el plano económico y el del control de las
comunicaciones, en el plano político estratégico. Son dos dimensiones que no
pueden ser confundidas en el análisis aunque se den unidas en la realidad.
La
prensa norteamericana se encuentra dividida entre el temor a perder el
liderazgo y recuperarlo de cualquier manera y el temor a que el coste sea el
lío en que está metiendo Donald Trump a los Estados Unidos, cuyas consecuencias
económicas (y políticas) pueden ser complejas.
En The New York Times, el tres veces ganador del Pulitzer,
Thomas L. Friedman, plantea una idea asombrosa: Estados Unidos no se merece a
Donald Trump, pero China sí:
A U.S. businessman friend of mine who works in
China remarked to me recently that Donald Trump is not the American president
America deserves, but he sure is the American president China deserves.
Trump’s instinct that America needs to
rebalance its trade relationship with Beijing — before China gets too big to
compromise — is correct. And it took a human wrecking ball like Trump to get
China’s attention. But now that we have it, both countries need to recognize
just how pivotal this moment is.*
La idea —las ideas extraordinarias siempre llegan de un
amigo— no tiene desperdicio porque, de la misma manera que es difícil separar
en este caso lo económico de lo político, es muy difícil separar un Trump de
otro. Lo que haga, lo padeceremos todos. Tampoco el mundo se merece a Trump. Es
un producto USA genuino.
El artículo de Friedman argumenta que China se ha
beneficiado de su estatus anterior de economía protegida por estar en
desarrollo, lo que le ha permitido una posición protectora internamente y
agresiva hacia el exterior, económicamente hablando. La ley del embudo, como se
suele llamar a estas situaciones. Es en el final del segundo párrafo donde ya
se reconoce que lo que está mal puede estar peor, que es lo que realmente debe
preocupar a los políticos. A nadie puede gustarle una situación determinada,
pero si las acciones nos llevan a un estado peor, es mejor tocar lo menos
posible.
El desequilibrio económico es un hecho reconocido hasta por
la propia China, pero el camino son las negociaciones y no lo que hace Trump.
Cuando se ha llegado a una situación determinada es porque te beneficiaba de
alguna manera, ya que esto no ha ocurrido en un día. Tampoco se puede pretender
arreglarlo en un día. Pero la mentalidad de Trump, su idea de que él es el
"gran arreglador" de todos los errores de los que le han precedido no
ayuda nada.
En The
Washington Post, otro renombrado analista, David Ignatius, titula "Trump
loves walls. But he should be careful about a digital barrier with China".
Es difícil apoyar a Trump, especialmente porque es una persona
imprevisible. Lo que tienen en común los analistas es esa recomendación sobre
que pueda ser peor el remedio que la enfermedad.
Mientras que el artículo de Friedman está orientado hacia el
pasado, el análisis de por qué China ha llegado hasta donde ha llegado convirtiéndose
en un desafío/amenaza en el presente, el de Ignatius se centra en el futuro de
las decisiones que se tomen ahora, es decir, en las consecuencias de lo que se
haga.
Escribe David Ignatius:
It’s a measure of Trump’s erratic dealmaking
style that the first question for many observers was whether the president was
serious about banning Huawei, or whether he was simply applying more pressure
to get his stalled trade deal. Trump backed off last year from a similar
squeeze against ZTE, another big Chinese telecom company, after a personal plea
from President Xi Jinping.
Trump-watchers doubt he’s bluffing this time.
He recently told close advisers, “We have to win the 5G fight, period,”
according to former House speaker Newt Gingrich, who attended the session. “I
don’t think we have any choice,” Gingrich told me, because the alternative to
checking Huawei is Chinese dominance of digital infrastructure.
“Huawei is the poster child of China Inc.,”
argued Christopher Johnson, a former top CIA analyst who’s now with the Center
for Strategic and International Studies. “If this campaign is successful, we’ve
demonstrated that Xi’s whole narrative that China has created an alternative to
the West is false.”
The danger, Johnson cautioned in an interview,
is that if Trump forces European allies to choose between the United States and
China, “You may not like their response.”
Working with allies, never Trump’s strong suit,
will be crucial here. Right now, there’s no good alternative to Huawei’s 5G technology.
Somehow, the United States needs to encourage catch-up work by South Korea’s
Samsung, Finland’s Nokia and Sweden’s Ericsson. Bizarrely, the administration
didn’t pre-brief allies on its Huawei plan.**
Allí donde Friedman contempla la Historia pasad, David
Ignatius advierte sobre las consecuencias en el futuro. El "tenemos que
ganar la lucha del 5G, y punto" de Trump plantea las incertidumbres de los
resultados. Como en otras ocasiones, Trump sobreestima los efectos de las
acciones que realiza y, sobre todo, del problema sumatorio. La guerra del 5G no
se puede desmarcar de otras cuestiones que Trump va acumulando sobre el mapa
mundial incrementado tensión y hartazgo. El vaso se sigue llenando hasta rebosar.
La perversa hiperactividad de Trump, ese continuo revolverlo
todo, no es seguida por la mayoría de los países, incluidos (o especialmente)
los aliados, que se ven arrastrados a situaciones de incertidumbre, cuando no
de peligro inminente. Como muestra la tensión creciente por la ruptura en el
caso de Irán, los socios europeos no están dispuestos a complicarse una vida ya
complicada por satisfacer el ego belicista y fanfarrón de Donald Trump al
frente de la Caballería.
Es lo que señala Ignatius cuando habla de las fisuras
europeas. Para Europa es el momento más adecuado para sacudirse este papel
humillantemente subordinado que Trump pretende asignarle. Las decisiones de
Trump se padecen en Europa como efectos secundarios. Son decisiones tomadas sin
consultar, porque eso iría contra la propia imagen interior de Trump, empeñado
en demostrar que los USA reinan.
Las respuestas de Huawei y China se reparte en los terrenos
legales (ante los tribunales norteamericanos y ante los internacionales),
político económicas (respuestas a las medidas) y tecnológicas (desarrollo del propio
sistema operativo como alternativa al Android).
Trump —como veíamos ayer— ha mostrado el aspecto más crudo
de la guerra sucia contra una empresa. Difícilmente se puede justificar el daño
hecho a una empresa desde el plano político. Todo se mezcla, no hay líneas divisorias y todos los aspectos tienen la palabra "guerra" (comercial, política, económica). Las medidas políticas tomadas
definen el escenario y los daños económicos. Eso hará que los demás tengan que
tomar sus propias medidas porque no se puede sostener este tipo de presión
sobre todos los sectores por parte de un país que tiene en jaque a todos con
las imprevisibles decisiones o con el análisis de si son en serio o bravuconadas,
como el propio Ignatius plantea.
Primero se pensó que Trump se moderaría al llegar a la Casa Blanca. Se trató así de restar presión a la amenaza que suponía. Ahora se trata de saber si habla en serio o va de farol, cuando ya muchos dan por supuesto que sí es en serio.
Queda claro que la cuestión es el 5G, lo que implica dos cosas:
1) el reconocimiento de que China ha superado a USA en el terreno tecnológico
—su terreno—, algo sabido desde hace tiempo; y 2) que no está dispuesto a
aceptarlo, presionando a sus socios (o al mundo entero) para que no entren
acuerdos con China. Veremos qué dicen los socios (o el mundo entero),
amenazados todos con sanciones, cortes de información, etc. si le llevan la
contraria al "jefe".
La guerra de los 5G puede tener unos efectos que acaben no
gustando a Trump. Si sale de la presidencia en 2020, habrá dejado como herencia
un mundo revuelto y un difícil compromiso a quien ocupe entonces la Casa
Blanca. Si sigue, el panorama es tan oscuro que difícilmente se plantea por
parte de los analistas. Y es que hay un futuro en el que hasta los analistas
temen pisar.
* Thomas L.
Friedman "China Deserves Donald Trump" 21/05/2019
https://www.nytimes.com/2019/05/21/opinion/china-trump-trade.html
** David Ignatius "Trump loves walls. But he should be
careful about a digital
barrier with China" The Washington Post 21/05/2019
https://www.washingtonpost.com/opinions/global-opinions/trump-loves-walls-but-he-should-be-careful-about-a-digital-barrier-with-china/2019/05/21/7280a146-7c13-11e9-a5b3-34f3edf1351e_story.html?
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