Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario El País reserva su lugar predominante en su edición digital al siguiente
titular, "Exteriores encarga a 200 diplomáticos mejorar la reputación de
España". Ya en el interior del artículo se nos advierte desde el
encabezamiento: "El plan, que coordina España Global, busca desactivar
posibles ataques desde el exterior". En los tiempos que corren, no sé 200
diplomáticos serán suficientes para atender la cuestión. En estos últimos años,
la cuestión de la imagen de los países se ha vuelto peliaguda, con infinitud de
elementos y facetas.
La
imagen que cada país pueda tener de nosotros no es unitaria, sino que difieren
unas de otras en función del grado de proximidad, sin que esto signifique algo
positivo. A veces es más fácil mejorar ante quien no te conoce que ante
aquellos con los que tienes relaciones antiguas.
Una
cosa son las relaciones y otra la imagen. Los diplomáticos se ocupaban de las
relaciones. Hoy la "imagen" es otra cosa y hasta han surgido campos
de actuación como el "Brand Nation", que parte de la aplicación del
concepto de "marca" a los países. Aquí hemos tenido la "Marca
España", pero lo que ocurre hoy es algo más complejo que el entrechocar de
copas de champán de los líderes de dos países. Hoy la imagen es un arma y un
objetivo de destrucción.
En
principio la idea de "imagen" debería forjarse a través de las
acciones realizadas por los países. El problema es doble. En primer lugar, los
países —como las personas— no controlan todo lo que hacen. En segundo lugar, la
imagen no es algo que creamos; es
algo que se forma en la mente de los otros, es decir, surge de la
interpretación de lo que hacemos, de lo que no hacemos o de lo que hicimos o
dejamos de hacer.
En un
mundo de economía global, de políticas globales, la subversión de la imagen del
otro es casi una disciplina independiente. Si es complicado fabricar una
imagen, en cambio, es bastante sencillo destruirla o subvertirla. Lo vemos
todos los días.
Por eso
me parece de cierta ingenuidad lo que piensa el gobierno y nos transmite El
País:
El Gobierno quiere pasar página a los
sobresaltos vividos en los últimos años a cuenta de la reputación de España.
Dos cartas de muy distinta índole —la de 41 senadores franceses inquietos por
la supuesta “represión” contra el secesionismo o la que mandó el presidente de
México al Rey para exigirle disculpas por la conquista— constituyen los signos
más recientes del deterioro que ha sufrido la imagen institucional en el
exterior. Para tratar de anticiparse a los acontecimientos, la Secretaría de
Estado de la España Global, dependiente de Exteriores, ha designado una red de
funcionarios desplegados en las embajadas que velará por cultivar la percepción
del país.
España ha descuidado durante años las labores
de diplomacia pública. La crisis catalana ha evidenciado que el relato
independentista ha penetrado más de lo esperado en algunos ámbitos,
especialmente en el entorno europeo. Las capciosas preguntas a las que tuvo que
enfrentarse a finales de marzo el ministro de Exteriores, Josep Borrell, en la
cadena pública alemana Deutsche Welle revelan que las dudas sobre la solidez
democrática de España han prendido en lugares insospechados. España Global, el
proyecto que sustituye a la antigua Marca España y que dirige Irene Lozano,
intenta desde finales del año pasado sentar las bases para corregir algunas de
estas tendencias.*
La
ingenuidad me la produce el "querer pasar página", porque esto no se
acaba nunca. Hay cosas que son más labores de "información" que de
"imagen". Las "capciosas preguntas" a las que se enfrentó
el ministro Borrell en Alemania seguirán dándose si no se rastrean en el
momento las acciones de los que agitan estas situaciones. Los secesionistas han
estado haciendo sus campañas de imagen en contra de España y la seguirán
haciendo. El secesionismo ha trabajado su imagen de víctima, de ser la
democracia frente al autoritarismo —la palabra "franquismo" es para
ellos mágica— y para ello ha usado todos sus resortes.
España,
como otros países europeos, está sometida a todo tipo de crecientes tensiones,
tanto exteriores como interiores, tratando de fomentar el deterioro
institucional, aumentar los conflictos de convivencia y debilitar sus puntos
débiles. Además de los casos citados por El País —la petición de disculpas por
parte de López Obrador, las cartas de los 41 senadores franceses y las
preguntas a Borrell— hay otros muchos casos que damos por "casuales".
Los ataques al turismo extranjero en la zona de Cataluña y Levante no fueron
casuales. Forman parte de un claro intento de deterioro de la imagen española y
de ataque al principal sector económico, el turismo.
Los
atentados en Túnez o Egipto contra el turismo son formas de deteriorar la
imagen exterior porque serán intensamente tratados por los países afectados,
los que acumulen víctimas. Eso lo saben sus enemigos, que golpean en los centros turísticos y religiosos para atraer la atención.
Van a
tener mucho trabajo en sus embajadas esos 200 diplomáticos, aunque no será
demasiado lo que puedan hacer. En mundo en el que estamos ha sustituido la
Guerra Fría por la Guerra Mediática Caliente. La conversión del planeta en un
gigantesco escenario mediático hace que las acciones se conviertan en mensajes
que ejercen su labor de información o desinformación cada día. El mundo se
regula a golpe de tuit, con fakes news, campañas de desprestigio orquestadas,
fabricación de líderes, hundimiento mediático de candidatos, filtraciones de
teléfonos (fotos, conversaciones, mensajes, correos). ¿No recordamos que han
podido hundir la imagen de Hillary Clinton?
La
guerra mediática puede tener como objetivo destruir la imagen de países o de personas,
deteriorar determinados sectores económicos, etc. La campaña contra Huawei
lanzada desde los Estados Unidos es un ejemplo claro de cómo se compite hoy en
día, con qué armas. La política restrictiva de los Estados Unidos tiene como apoyo
el deterioro de la imagen de productos o sectores (¿recordamos las campañas
contra el aceite español?). No son los únicos.
Las
conexiones de determinados países con grupos políticos financiándolos son otra
forma de intervencionismo. Que los candidatos que han tenido el apoyo del
Kremlin en las elecciones tengan entre sus primeras propuestas la reducción de
sanciones a Rusia, como ocurrió con Salvini en Italia, no tiene nada de
particular; es una consecuencia lógica del proceso. Hoy la mayor parte de los
países europeos tratan de defenderse de los ataques informativos desde Rusia, algo que nadie discute ya. Es un medio
barato y ya no se trata solo de las grandes potencias. Cualquiera puede tener
un conflicto de cualquier orden y comenzar a planificar su estrategia de
deterioro de imagen del país en su conjunto o de sectores específicos.
La
función de esos doscientos diplomáticos españoles es distinta a la que
habitualmente realizan, aunque los análisis de prensa extranjera siempre ha
sido un tema de las embajadas. Hoy eso es más complicado que lo era antes. No
basta con analizar la prensa, sino detectar quiénes están interesados en
deteriorar la imagen de España en sus sectores.
Pero no
todo acaba con el "Brand Nation". Este tipo de prácticas también
tienen lugar en el interior. Desde el uso de redes y medios, se detectan líneas
de actuación para deteriorar las instituciones, de las universidades públicas a
la judicatura. Es ya una forma corriente
de trabajar en las que quienes hacen estas cosas no tienen límites para sus
acciones.
Estamos
en un mundo de redes y grupos, de escenarios e informaciones sobre los que se
actúa. Es el mundo que hemos creado. Algunos lo aprovechan, otros no se han
dado cuenta del poder que circula, de los flujos de información y de los
efectos que producen.
Es como
el proceso de la erosión del agua sobre las piedras. La información incide
sobre la opinión pública, nacional e internacional. Los objetivos se
diversifican a través de los distintos medios a disposición de los que están
dispuestos a usarlos.
España
es un objetivo claro de varias corrientes. Unas son las que llegan desde el
exterior como apoyo al secesionismo. Transmiten esa imagen negativa y la
expanden simplemente por la producción de titulares. Pero otras llegan desde
Latinoamérica, como ha ocurrido con el caso de México donde López Obrador ha
querido beneficiarse de ello creando unidad a costa de España.
España,
parece ser, tiene dos momentos que siempre saldrán a la luz, "1492" y
el "franquismo" como fondo de explicación de casi cualquier cosa. Son
los dos momentos que es fácil rememorar para atacar nuestra imagen. Pasarán
siglos y seguirá igual. Hacia el exterior, da igual que pase el tiempo. Lo primero que hicieron los secesionistas en Cataluña fue usar la palabra "franquismo" para conseguir titulares. Ellos eran los demócratas y los demás los herederos de Franco. El mundo es sencillo y no quiere explicaciones complicadas.
El
problema no está tanto fuera, como dentro. Esas voces que nos llegan de fuera
vienen reclamadas desde dentro y son jaleadas cuando llegan y se escuchan. Sirven
a los intereses de aquellos que quieren deteriorar nuestra imagen y, algo peor,
nuestra convivencia.
El
ministerio ha creado, con Irene Lozano al frente, esa unidad encargada de la
vigilancia del estado de la imagen. Está muy bien, pero se debe tener en cuenta
cuál es su naturaleza y, sobre todo, la capacidad de respuesta. Se nos dice en El
País:
Ese instrumento de puntos de enlace exterior
se completa con una célula de acción reputacional que se reúne dos veces a la
semana en Madrid con el fin de anticiparse a posibles amenazas y desactivarlas
cuando sea posible. La integran miembros de España Global, de la Oficina de
Información Diplomática, de la Secretaría de Estado de Comunicación y de la
Dirección General de Naciones Unidas. La unidad, que arrancó a finales de 2018,
se reunió por última vez el pasado 30 de abril, con un incidente sobre la mesa
que el Gobierno aún no ha acabado de digerir. Se trata de la carta firmada por
41 senadores franceses, procedentes de todo el espectro político, que
denunciaba un incumplimiento de los derechos humanos en España por la situación
catalana. Aunque España está satisfecha de la respuesta posterior —el Gobierno
francés respaldó inmediatamente a las instituciones españolas—, las fuentes
consultadas también reconocen que no haber sido capaces de detectarlo, cuando
llevaba tiempo fraguándose, constituye un error que no se debe repetir.*
Efectivamente.
Una cosa es no poderlo remediar y otra no enterarse de lo que se fragua. Hay
muchas cosas que no se podrán desactivar, pero sí establecer algún tipo de
respuesta en los puntos estratégicos adecuados. Estamos muy centrados en el terrorismo,
como es lógico, pero este tipo de ataques también requieren atención e
"inteligencia".
La
unidad creada tiene mucho trabajo por delante. Esto está empezando. Es posible
fabricar cualquier tipo de noticia o evento y lanzarlo a los cuatro vientos. De
hecho, es su destino, es una representación destinada a ser difundida. Los 41
senadores podrían haber sido muchos menos, pero el resultado habría sido el
mismo, su amplificación a través de medios y redes. Da igual que el gobierno
francés haya respaldado a España. El mal está hecho y quien quiere creerlo lo
cree.
Muchos
países, con regímenes poco o nada democráticos, están creando barreras a la
difusión de la información ante la imposibilidad de controlarla. Los países
democráticos tienen en contra lo que es una de sus mayores virtudes, la libertad
de información, cuyo día se celebró ayer. Esto implica que las formas de actuar son otras, pero que se debe buscar la máxima eficacia con la mayor diversidad de medios. Los interesados en el deterioro son muchos, dentro y fuera, y deberán ser identificados para frenar los efectos y paliar el daño que hagan en reputación, política o económica.
Este tipo de conflicto no es nuevo, pero nunca existieron medios tan poderosos
para saltar todas las barreras. La tarea no es nada fácil, pero eso no significa que no se haga nada. La complejidad es grande y el que da primero da dos veces. El ingenuo se lleva más.
*
"Exteriores encarga a 200 diplomáticos mejorar la reputación de
España" El País 4/05/2019
https://elpais.com/politica/2019/05/03/actualidad/1556911008_424818.html
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