martes, 7 de mayo de 2019

El vaso medio lleno de la Historia

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Lo que define a una mente inquieta es el hacerse preguntas. Las respuestas, en cambio, es la resistencia que el mundo ofrece en su complejidad. Pero sin preguntas nada cambia, nada evoluciona, nada prospera. En realidad, son las preguntas las que nos dividen primero; luego lo harán las respuestas. Podemos compartir preguntas y diferir en las respuestas; eso implicad diálogo, debate para unificar las respuestas. Más grave es diferir en las preguntas, en cuyo caso el acuerdo puede ser nulo y oscilarse entre ignorarse o imponerse, ya que no hay nada sobre lo que debatir o dialogar.
El diario ABC nos trae una entrevista con el profesor Romain Wacziarg, que tiene sus propias preguntas y nos deja sus respuestas:

Intentar explicar las razones de la existencia de países ricos y pobres no es una tarea sencilla, no hay una razón única y hay que analizar muy bien la historia para llegar a alguna conclusión. Romain Wacziarg, profesor de Economía de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), lleva tiempo realizando investigaciones en busca de una respuesta, «calculando el efecto de los valores culturales en el desarrollo de los países», explica el docente. Y ha sido observando el comportamiento de los países en momentos determinantes cuando se ha dado cuenta de la importancia que ha tenido en su desarrollo «la proximidad cultural» que conlleva factores geográficos, lingüísticos y genéticos. Cuanto más próximos estén los países desde el punto de vista cultural, mayor va a ser la influencia del más desarrollado en el de menos. Si pensamos en un invento tecnológico, como el ordenador personal, «no aparecen de forma instantánea cerca de donde se crearon, influyó más la proximidad cultural, como podemos ver con Australia y Nueva Zelanda, en donde se habla inglés». Si nos remontamos a la Revolución Industrial, por ejemplo, «vemos cómo se desarrolla de Inglaterra a otras partes de Europa y no las que están más próximas en la distancia sino en la cultura». África, más alejada culturalmente, «se queda atrás, hoy es más pobre». Wacziarg y su equipo han estudiado también la llamada tercera ola de la democratización: «Una vez más siguen estas líneas. Se produce más rápido en los países más próximos a Europa, como es el caso de Chile».*



Lo expuesto por Wacziarg no tiene tanto que ver con el conocimiento de la Historia (que a veces es un impedimento importante para conocernos mejor cuando nos condicionan demasiado sus interpretaciones), como de la proximidad cultural que es lo que facilita el intercambio. Tal como se explica en el párrafo anterior, no es la proximidad geográfica lo que posibilita ese flujo del que más tiene hacia el que menos tiene, sino la "proximidad cultural", es decir, geografía vs cultura, espacio frente a información. Si pensamos en lo que ocurre en el norte de América se puede entender. Las relaciones y beneficios de los vecinos de Estados Unidos son muy diferentes. Las relaciones con Canadá no son las mismas que con México. Hay una mayor proximidad cultural, con la lengua como elemento mediador que permite los flujos y el entendimiento. Incluso el bilingüismo canadiense hace que las áreas se encuentren en lazo más intensos con Francia uno y con Reino Unido otros por encima de los factores geográficos de proximidad.

España, por ejemplo, se ha mantenido en cierta distancia del sur africano culturalmente, pero también distanciado de Francia durante siglos, pues ha sido nuestro "norte distante", es decir, el espació en donde había comenzado la transformación política de Europa en 1789, la madre de las revoluciones, mientras que en España se resistía con nuestros "¡vivan las cadenas!" de turno. Ese distanciamiento se tradujo incluso en un bloqueo internacional hasta los años cincuenta, del que nadie se acuerda ya, por cierto. Éramos los apestados de Europa hasta que finalmente, los flujos culturales nos fueron sacando de la mentalidad propia y nos adentramos en la disolución de la frontera cultural por encima de la geográfica: nuestra entrada en la Unión Europea, el signo de la nueva pertenencia y la unificación del espacio geográfico con el cultural. Los valores de la democracia se interiorizan y se hacen propios, por lo que el diálogo y los flujos son posibles y beneficiosos para todos. Los grandes cambios se produce cuando las culturas, las ideas, se comparten y el flujo, efectivamente, hace que el desarrollo se acelere.

La riqueza y la pobreza, según el profesor Wacziarg, se pueden explicar desde el aislamiento o desde su ruptura. Creo efectivamente, que el desarrollo tiene mucho que ver con la idea de la cultura. Eso no es una novedad y las hipótesis sobre los orígenes del capitalismo, de Werner Sombart a Max Weber, entre otros, inciden en factores culturales. En la medida en que se crean espacios comunes, hay flujos de intercambio, posibilidades de colaboración y beneficio mutuo.
Por eso los intentos nacionalistas de crear nuevas barreras, de basarse en las diferencias (nacionalismo) más que en las similitudes (europeísmo) es negativa pues acaba creando un cultivo de lo diferente que acaba con el diálogo por el propio distanciamiento aunque los países sean colindantes.
En la publicación de la Universidad de Navarra, que es quien le ha traído a Madrid, la versión difiere en algunos aspectos, incluso se oponen a lo expuesto por ABC en su interpretación del papel del conocimiento de la Historia:

“Ni con toda la historia desde el primer año de la era moderna se puede explicar por qué hay países ricos y países pobres”, expuso. Hay distintos factores que unen o separan a los países y crean lo que Wacziarg llama la “distancia cultural” -principalmente factores geográficos, lingüísticos y genéticos-.
Argumentó que compartir cultura impregna de valores positivos a países que históricamente han estado relacionados, ayudando a que se desarrollen de manera similar. Sin embargo, la cercanía cultural también tiene un efecto negativo ya que las guerras y la violencia se recrudecen entre los miembros de una misma comunidad y cultura. “Las personas se pelean más entre ellas que con gente de culturas lejanas”, declaró Wacziarg.
A pesar de todo, enfatizó que esas “barreras históricas” no son definitivas y pueden superarse. Para superarlas, a pesar de su dificultad, el investigador propuso aplicar las políticas correctas aprendiendo de las experiencias de otras naciones y adaptando lo que sea necesario para llevar a cabo las innovaciones necesarias para avanzar. El reto también pasa por ver el vaso medio vacío o, como Wacziarg lo ve, medio lleno.
Por último, el ponente explicó que la historia tiene, como mucho, un efecto del 50% en la determinación del desarrollo de las naciones. “El otro 50% lo deciden las sociedades con su capacidad para evolucionar y dejar el pasado atrás”, concluyó.**



Como puede observarse, Romain Wacziarg dice que las cosas son unas veces de una manera y otras de otra, lo que ya suele ser bastante en el campo de las ciencias complejas como son la Economía, la Historia o cualquier otra que quiera describir el comportamiento humano.
Lo común favorece el intercambio, pero también las disputas; lo distinto puede crear conflictos, pero también que se ignoren. Lo señalado por Wacziarg, en el fondo, es tratar de introducir variables en el comportamiento y en tratar de explicar lo que no se puede explicar desde un solo campo. Cada vez es más necesario poder reunir lo que nuestras investigaciones, líneas de las disciplinas, etc. separan. Los análisis parciales de fenómenos complejos siempre son insatisfactorios porque no suele haber un solo factor.
Wacziarg intenta explicar que hace que unos países sean ricos y otros sean pobres. Llega a la conclusión que hay cosas que ayudan al desarrollo frente a otras que lo frenan. No siempre las mismas funcionan de la misma manera.
El ABC, en cambio, sacaba una peligrosa (y repetida) afirmación en su titular «Un país llega a la democracia cuando es suficientemente rico». Si a los pobres además de a la pobreza se les condena a la dictadura, no cabe duda que tienen un panorama oscuro, muy oscuro por delante. Recuerdo una afirmaciones similares con inmediatamente después de la Primavera Árabe: primero la economía, después la democracia. Siguiendo esa receta, siguen más o menos igual de pobres, pero más controlados. La razón es sencilla, la riqueza sin democracia se suele convertir en corrupción, que es lo más frecuente, por lo que, como ocurre en los países árabes, unas son dictaduras con pobres y otras dictadura de ricos. La idea del poder, además, se comparte en los llamados clubes de dictadores (como el de Gadafi, Ali, Mubarak, etc.), es decir, en una cierta "cultura" política que da por hecho que se deben apoyar entre ellos para no perjudicarse. Hoy, la situación es peor que antes y todos apoyan y son apoyados a ese maravillosamente "democrático" país que se llama Arabia Saudí, petróleo y latigazos. La excepción es Túnez, que pese a sus crisis sigue apostando por una democracia, lo que le vale para ser excluido de los paraísos dictatoriales de reyes y mariscales.

La idea de que la Historia es "como mucho" el 50% y la voluntad social otro 50% no deja de ser una frase. Lo digo porque la Historia es siempre vista desde el presente, un discurso explicativo desde hoy. Los que reivindican, por ejemplo, a Don Pelayo a estas alturas no están bajo el "efecto" o "impulso" de la "Historia" sino que están disfrazando su voluntad de elementos externos y determinantes de quiénes somos y hacia dónde vamos.
Al final se trata de hacia dónde creemos que debemos ir, lo disfracemos de razones "objetivas", "leyes" históricas o económicas, etc. o no. Durante milenios hemos recibido todo tipo de explicaciones de por qué no debemos creernos libres y ser marionetas de dioses, destinos, leyes genéticas, económicas o históricas. ¿El miedo a la libertad, del que hablaba Fromm? Quién sabe. Nadie como el hombre para crearse sus propias parálisis.
Por eso tiene razón Wacziarg cuando dice que lo más sensato no limitarse y tratar de ver lo que funciona y lo que podemos avanzar no cerrándonos en nosotros mismos. Ese nosotros mismos se da en un entorno cultural, que es el que nos hace ver el mundo de una determinada manera antes que otra. Por eso la educación es esencial y el diálogo con otros también, en la medida en que relativiza nuestro punto de vista y nos permite cambiar. Y con el cambio, mejorar.
La idea de que la democracia es solo para ricos me parece algo más que un error, es una trampa. La insistencia en ella no solo nos permite seguir siendo ricos sino que achaca las dictaduras y el autoritarismo como una forma de tratar con la pobreza. Eso es justificar las dictaduras, que no suelen traer mucha riqueza más que a algunos bolsillos. Se empieza con las dictaduras de pobres y se acaba justificando las dictaduras de ricos, que también las hay. Precisamente contra ello va la idea de superar la propia historia y aprender de los demás o tener modelos hacia los que dirigirse. Hay que tener cuidado porque dentro de la defensa de la cultura se protegen muchas formas de dominación, desde el género hasta la política o la economía. Por eso, nada es sencillo y requiere de amplitud mental más que dogmatismo.


La economía no es algo diferente de la cultura, que la incluye. Por ello, es evidente que existen relaciones entre las culturas y la economía. Pero también es cierto que en el mundo actual, las diferencias culturales tienden a diferenciarse por los propios mercados que tienden lazos, como siempre ocurrió, del mundo antiguo al actual. Puede haber dentro de una cultura un elemento que determine la forma económica (por ejemplo, las leyes contra la usura o las prohibiciones en la economía "islámica" de invertir en ciertos productos...). 
La democracia siempre se ha producido venciendo las resistencias del autoritarismo. El mundo debería caminar hacia unas mayores libertades. Por eso es peligroso anteponer la economía (que es competitiva) a lo que debería ser la solidaridad de la democracia.
La publicación de índices que relacionan la pérdida de fe en la democracia cuando falla la economía son engañosos y peligrosos. Sobre todo porque siempre se pide el sacrificio a los mismos cuando la economía flojea. La democracia es otra cosa que los mercados y su salud no está en la bolsa sino en el ánimo y voluntad de las personas, ya que implica compromiso y participación, limpieza de corrupciones, entre otras muchas cosas. Puede haber dictaduras ricas, pero no virtuosas. 


* "«Un país llega a la democracia cuando es suficientemente rico»" ABC 7/05/2019 https://www.abc.es/economia/abci-pais-llega-democracia-cuando-suficientemente-rico-201905070136_noticia.html
** "La historia y la cultura determinan el desarrollo económico, afirma un experto de UCLA en el 8th NCID Research Workshop" Vida Universitaria 5/04/2019 https://www.unav.edu/web/vida-universitaria/detallenoticiapestania/2019/04/05/la-historia-y-la-cultura-determinan-el-desarrollo-economico-afirma-un-experto-de-ucla-en-el-8th-ncid-research-workshop?articleId=21457376

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