Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Lo que
define a una mente inquieta es el hacerse preguntas. Las respuestas, en cambio,
es la resistencia que el mundo ofrece en su complejidad. Pero sin preguntas
nada cambia, nada evoluciona, nada prospera. En realidad, son las preguntas las
que nos dividen primero; luego lo harán las respuestas. Podemos compartir
preguntas y diferir en las respuestas; eso implicad diálogo, debate para
unificar las respuestas. Más grave es diferir en las preguntas, en cuyo caso el
acuerdo puede ser nulo y oscilarse entre ignorarse o imponerse, ya que no hay
nada sobre lo que debatir o dialogar.
El diario
ABC nos trae una entrevista con el profesor Romain Wacziarg, que tiene sus
propias preguntas y nos deja sus respuestas:
Intentar explicar las razones de la
existencia de países ricos y pobres no es una tarea sencilla, no hay una razón
única y hay que analizar muy bien la historia para llegar a alguna conclusión.
Romain Wacziarg, profesor de Economía de la Universidad de California en Los
Ángeles (UCLA), lleva tiempo realizando investigaciones en busca de una
respuesta, «calculando el efecto de los valores culturales en el desarrollo de
los países», explica el docente. Y ha sido observando el comportamiento de los
países en momentos determinantes cuando se ha dado cuenta de la importancia que
ha tenido en su desarrollo «la proximidad cultural» que conlleva factores
geográficos, lingüísticos y genéticos. Cuanto más próximos estén los países
desde el punto de vista cultural, mayor va a ser la influencia del más
desarrollado en el de menos. Si pensamos en un invento tecnológico, como el
ordenador personal, «no aparecen de forma instantánea cerca de donde se
crearon, influyó más la proximidad cultural, como podemos ver con Australia y
Nueva Zelanda, en donde se habla inglés». Si nos remontamos a la Revolución
Industrial, por ejemplo, «vemos cómo se desarrolla de Inglaterra a otras partes
de Europa y no las que están más próximas en la distancia sino en la cultura».
África, más alejada culturalmente, «se queda atrás, hoy es más pobre». Wacziarg
y su equipo han estudiado también la llamada tercera ola de la democratización:
«Una vez más siguen estas líneas. Se produce más rápido en los países más
próximos a Europa, como es el caso de Chile».*
Lo
expuesto por Wacziarg no tiene tanto que ver con el conocimiento de la Historia
(que a veces es un impedimento importante para conocernos mejor cuando nos
condicionan demasiado sus interpretaciones), como de la proximidad cultural que
es lo que facilita el intercambio. Tal como se explica en el párrafo anterior,
no es la proximidad geográfica lo que posibilita ese flujo del que más tiene
hacia el que menos tiene, sino la "proximidad cultural", es decir,
geografía vs cultura, espacio frente a información. Si pensamos en lo que
ocurre en el norte de América se puede entender. Las relaciones y beneficios de
los vecinos de Estados Unidos son muy diferentes. Las relaciones con Canadá no
son las mismas que con México. Hay una mayor proximidad cultural, con la lengua
como elemento mediador que permite los flujos y el entendimiento. Incluso el
bilingüismo canadiense hace que las áreas se encuentren en lazo más intensos
con Francia uno y con Reino Unido otros por encima de los factores geográficos
de proximidad.
España,
por ejemplo, se ha mantenido en cierta distancia del sur africano
culturalmente, pero también distanciado de Francia durante siglos, pues ha sido
nuestro "norte distante", es decir, el espació en donde había
comenzado la transformación política de Europa en 1789, la madre de las
revoluciones, mientras que en España se resistía con nuestros "¡vivan las
cadenas!" de turno. Ese distanciamiento se tradujo incluso en un bloqueo
internacional hasta los años cincuenta, del que nadie se acuerda ya, por
cierto. Éramos los apestados de Europa hasta que finalmente, los flujos
culturales nos fueron sacando de la mentalidad propia y nos adentramos en la
disolución de la frontera cultural por encima de la geográfica: nuestra entrada
en la Unión Europea, el signo de la nueva pertenencia y la unificación del
espacio geográfico con el cultural. Los valores de la democracia se interiorizan
y se hacen propios, por lo que el diálogo y los flujos son posibles y
beneficiosos para todos. Los grandes cambios se produce cuando las culturas,
las ideas, se comparten y el flujo, efectivamente, hace que el desarrollo se
acelere.
La
riqueza y la pobreza, según el profesor Wacziarg, se pueden explicar desde el
aislamiento o desde su ruptura. Creo efectivamente, que el desarrollo tiene
mucho que ver con la idea de la cultura. Eso no es una novedad y las hipótesis
sobre los orígenes del capitalismo, de Werner Sombart a Max Weber, entre otros,
inciden en factores culturales. En la medida en que se crean espacios comunes,
hay flujos de intercambio, posibilidades de colaboración y beneficio mutuo.
Por eso
los intentos nacionalistas de crear nuevas barreras, de basarse en las
diferencias (nacionalismo) más que en las similitudes (europeísmo) es negativa
pues acaba creando un cultivo de lo diferente que acaba con el diálogo por el
propio distanciamiento aunque los países sean colindantes.
En la
publicación de la Universidad de Navarra, que es quien le ha traído a Madrid,
la versión difiere en algunos aspectos, incluso se oponen a lo expuesto por ABC
en su interpretación del papel del conocimiento de la Historia:
“Ni con toda la historia desde el primer año
de la era moderna se puede explicar por qué hay países ricos y países pobres”,
expuso. Hay distintos factores que unen o separan a los países y crean lo que
Wacziarg llama la “distancia cultural” -principalmente factores geográficos,
lingüísticos y genéticos-.
Argumentó que compartir cultura impregna de
valores positivos a países que históricamente han estado relacionados, ayudando
a que se desarrollen de manera similar. Sin embargo, la cercanía cultural
también tiene un efecto negativo ya que las guerras y la violencia se
recrudecen entre los miembros de una misma comunidad y cultura. “Las personas
se pelean más entre ellas que con gente de culturas lejanas”, declaró Wacziarg.
A pesar de todo, enfatizó que esas “barreras
históricas” no son definitivas y pueden superarse. Para superarlas, a pesar de
su dificultad, el investigador propuso aplicar las políticas correctas
aprendiendo de las experiencias de otras naciones y adaptando lo que sea
necesario para llevar a cabo las innovaciones necesarias para avanzar. El reto
también pasa por ver el vaso medio vacío o, como Wacziarg lo ve, medio lleno.
Por último, el ponente explicó que la
historia tiene, como mucho, un efecto del 50% en la determinación del
desarrollo de las naciones. “El otro 50% lo deciden las sociedades con su
capacidad para evolucionar y dejar el pasado atrás”, concluyó.**
Como
puede observarse, Romain Wacziarg dice que las cosas son unas veces de una
manera y otras de otra, lo que ya suele ser bastante en el campo de las
ciencias complejas como son la Economía, la Historia o cualquier otra que quiera
describir el comportamiento humano.
Lo
común favorece el intercambio, pero también las disputas; lo distinto puede
crear conflictos, pero también que se ignoren. Lo señalado por Wacziarg, en el
fondo, es tratar de introducir variables en el comportamiento y en tratar de
explicar lo que no se puede explicar desde un solo campo. Cada vez es más
necesario poder reunir lo que nuestras investigaciones, líneas de las disciplinas,
etc. separan. Los análisis parciales de fenómenos complejos siempre son
insatisfactorios porque no suele haber un solo factor.
Wacziarg
intenta explicar que hace que unos países sean ricos y otros sean pobres. Llega
a la conclusión que hay cosas que ayudan al desarrollo frente a otras que lo
frenan. No siempre las mismas funcionan de la misma manera.
El ABC,
en cambio, sacaba una peligrosa (y repetida) afirmación en su titular «Un país
llega a la democracia cuando es suficientemente rico». Si a los pobres además
de a la pobreza se les condena a la dictadura, no cabe duda que tienen un
panorama oscuro, muy oscuro por delante. Recuerdo una afirmaciones similares
con inmediatamente después de la Primavera Árabe: primero la economía, después
la democracia. Siguiendo esa receta, siguen más o menos igual de pobres, pero
más controlados. La razón es sencilla, la riqueza sin democracia se suele
convertir en corrupción, que es lo más frecuente, por lo que, como ocurre en
los países árabes, unas son dictaduras con pobres y otras dictadura de ricos.
La idea del poder, además, se comparte en los llamados clubes de dictadores
(como el de Gadafi, Ali, Mubarak, etc.), es decir, en una cierta
"cultura" política que da por hecho que se deben apoyar entre ellos
para no perjudicarse. Hoy, la situación es peor que antes y todos apoyan y son
apoyados a ese maravillosamente "democrático" país que se llama Arabia
Saudí, petróleo y latigazos. La excepción es Túnez, que pese a sus crisis sigue
apostando por una democracia, lo que le vale para ser excluido de los paraísos
dictatoriales de reyes y mariscales.
La idea
de que la Historia es "como mucho" el 50% y la voluntad social otro
50% no deja de ser una frase. Lo digo porque la Historia es siempre vista desde
el presente, un discurso explicativo desde hoy. Los que reivindican, por
ejemplo, a Don Pelayo a estas alturas no están bajo el "efecto" o
"impulso" de la "Historia" sino que están disfrazando su
voluntad de elementos externos y determinantes de quiénes somos y hacia dónde
vamos.
Al
final se trata de hacia dónde creemos que debemos ir, lo disfracemos de razones
"objetivas", "leyes" históricas o económicas, etc. o no.
Durante milenios hemos recibido todo tipo de explicaciones de por qué no
debemos creernos libres y ser marionetas de dioses, destinos, leyes genéticas,
económicas o históricas. ¿El miedo a la libertad, del que hablaba Fromm? Quién
sabe. Nadie como el hombre para crearse sus propias parálisis.
Por eso
tiene razón Wacziarg cuando dice que lo más sensato no limitarse y tratar de
ver lo que funciona y lo que podemos avanzar no cerrándonos en nosotros mismos.
Ese nosotros mismos se da en un entorno cultural, que es el que nos hace ver el
mundo de una determinada manera antes que otra. Por eso la educación es
esencial y el diálogo con otros también, en la medida en que relativiza nuestro
punto de vista y nos permite cambiar. Y con el cambio, mejorar.
La idea de que la democracia es solo para ricos me parece algo más que un error, es una trampa. La insistencia en ella no solo nos permite seguir siendo ricos sino que achaca las dictaduras y el autoritarismo como una forma de tratar con la pobreza. Eso es justificar las dictaduras, que no suelen traer mucha riqueza más que a algunos bolsillos. Se empieza con las dictaduras de pobres y se acaba justificando las dictaduras de ricos, que también las hay. Precisamente contra ello va la idea de superar la propia historia y aprender de los demás o tener modelos hacia los que dirigirse. Hay que tener cuidado porque dentro de la defensa de la cultura se protegen muchas formas de dominación, desde el género hasta la política o la economía. Por eso, nada es sencillo y requiere de amplitud mental más que dogmatismo.
La economía no es algo diferente de la cultura, que la incluye. Por ello, es evidente que existen relaciones entre las culturas y la economía. Pero también es cierto que en el mundo actual, las diferencias culturales tienden a diferenciarse por los propios mercados que tienden lazos, como siempre ocurrió, del mundo antiguo al actual. Puede haber dentro de una cultura un elemento que determine la forma económica (por ejemplo, las leyes contra la usura o las prohibiciones en la economía "islámica" de invertir en ciertos productos...).
La democracia siempre se ha producido venciendo las resistencias del autoritarismo. El mundo debería caminar hacia unas mayores libertades. Por eso es peligroso anteponer la economía (que es competitiva) a lo que debería ser la solidaridad de la democracia.
La publicación de índices que relacionan la pérdida de fe en la democracia cuando falla la economía son engañosos y peligrosos. Sobre todo porque siempre se pide el sacrificio a los mismos cuando la economía flojea. La democracia es otra cosa que los mercados y su salud no está en la bolsa sino en el ánimo y voluntad de las personas, ya que implica compromiso y participación, limpieza de corrupciones, entre otras muchas cosas. Puede haber dictaduras ricas, pero no virtuosas.
*
"«Un país llega a la democracia cuando es suficientemente rico»" ABC
7/05/2019
https://www.abc.es/economia/abci-pais-llega-democracia-cuando-suficientemente-rico-201905070136_noticia.html
**
"La historia y la cultura determinan el desarrollo económico, afirma un
experto de UCLA en el 8th NCID Research Workshop" Vida Universitaria
5/04/2019
https://www.unav.edu/web/vida-universitaria/detallenoticiapestania/2019/04/05/la-historia-y-la-cultura-determinan-el-desarrollo-economico-afirma-un-experto-de-ucla-en-el-8th-ncid-research-workshop?articleId=21457376
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