miércoles, 10 de abril de 2019

La momia no sabía nada

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los intentos del gobierno egipcio de atraer turismo son cada vez más extravagantes. Desde la llegada de al-Sisi al poder, la información crítica sobre el autoritarismo de régimen se intenta compensar con una intensificación del hallazgo de descubrimientos arqueológicos. Prácticamente no ha y semana, día, que no salgan a la luz los restos de alguien, que no se sospeche que la próxima tumba contenga los restos más buscados, el hallazgo del siglo, etc.
El descubrimiento arqueológico, en cierta forma, es la manera más barata de promocionar la imagen de Egipto hacia el exterior. Esto tiene bastante que ver con la disociación categorial entre el Egipto antiguo, el faraónico, y el moderno, es decir, el régimen de al-Sisi. De alguna manera, ambos aparecen separados en la mente, de la misma forma que en los medios de comunicación. Lo que ocurre hoy (casi nunca algo bueno) va a la sección de "Política", "Internacional", mientras que las tumbas y momias van a la sección de "Cultura" o "Historia", etc. Eso hace que el visitante vaya a ver el Egipto antiguo y le pase desapercibido el Egipto moderno, que queda como algo subyacente y recaudatorio. ¿Quién se fija en quien nos vende la entrada?
No era suficiente con realizar este tipo de juegos ilusionistas —una momia en una mano y una porra en la otra—, que va perdiendo fuelle periodístico con la repetición. Había que ir un paso más allá coincidiendo con la gran campaña que ha inundado el país con la petición del "sí" para las enmiendas constitucionales que consagrarán a al-Sisi como nuevo faraón egipcio dispuesto a batir los récords de permanencia en el poder. Allí donde a Mubarak le valía con una Ley de Emergencias para pasarse treinta años en el Palacio presidencial, al-Sisi necesita cambiar la constitución para hacerlo. El motivo no es otro que la preocupación porque no se repita otro 2011. Acorde con los tiempos, tiene que convencer a la gente de que es la única solución.
Los periódicos del mundo se han llenado de imágenes del último show turístico, el montado con el Discovery Channel y el hombre espectáculo de la egiptología, el ex ministro de Antigüedades Zawi Hawass. Nos contaba Jacinto Antón en El País de ayer:

Signo de los tiempos: se tardó meses hasta que el público pudo ver imágenes de los tesoros de la tumba de Tutankamón y fueron necesarios años de paciencia para observar su momia; ahora se retransmite en directo cómo se abre un sarcófago en una tumba para revelar dentro el cuerpo embalsamado de su ocupante, en un plis plas. DMAX, la cadena de Discovery, emite hoy (22.30) el documental La tumba de Egipto (un título no muy original ciertamente) que recoge el hallazgo de la momia de un alto sacerdote faraónico de la dinastía 26 (saíta, hace 2.500 años) producido ante las cámaras de televisión el lunes por la mañana. El programa se emitió a varios países mientras se desarrollaba el descubrimiento —calificado hiperbólicamente como “el hallazgo arqueológico del siglo”—, pero aquí, por cuestiones de doblaje, nos llega pelín más tarde y ya sabiendo lo que hay dentro del sarcófago (perdonarán el spoiler).



Dice un comentarista de la noticia en la prensa egipcia que le molestaba el protagonismo del presentador norteamericano ante Hawass, el especialista. Es muy difícil robarle el plano al mediático Zawi Hawass, que no se quita el sombrero por si le da una insolación en el interior de una tumba o por temor a que algún fan coleccionista se haga con él aprovechando euforia descubridora y distracción. Esta vez ha tenido que rivalizar con el sombrero del presentador
La ocurrencia del descubrimiento "en directo" es, efectivamente, el signo de los tiempos. Es como llegar a Marte y que te estén esperando con el micro al pie de la escalerilla para preguntarte qué se siente. Es como si te dijeran que la toma no ha sido buena, que vuelvas a la cápsula y vuelvas a bajar.
Hasta el momento, el dicharachero Hawass se había limitado a acompañar a las visitas de postín para enseñarles las pirámides mientras se fotografiaban los tres, el invitado o invitada, Hawass y las pirámides.  Es cierto que ha habido algún incidente, como el de los insultos a Messi por prestarle más atención a las pirámides que a él. "Messi es un mentecato" no es un buen titular para promocionar Egipto en el barcelonismo o en la Argentina. Pero Egipto ha sobrevivido a titulares peores.


Lo malo es que esta vez el show ha sido excesivo. La noticia ha cambiado de sección, ni política ni cultura, sino ese agujero negro que se titula "televisión". Acostumbrados a todo tipo de espectáculos, las críticas se han centrado en esta dimensión mediática, la que va de la calidad de los presentadores —Josh Gates y Zahi Hawass— a la del guión.
La información de El País se cierra así:

La momia, muy bien conservada, ha aparecido en un “laberinto de tumbas” en Al-Ghorifa, en el Egipto Medio, a 265 kilómetros al sur de El Cairo. La peripecia, que incluye otros descubrimientos, se presenta como si los investigadores no supieran lo que iban a encontrar, aunque es difícil de creer que se hubiera montado todo este número para dar con un sarcófago vacío.
Más allá del indudable interés de meternos en la expedición, el programa sirve para ver de qué manera se puede apropiar el show business de la práctica arqueológica. Y también de hasta dónde está dispuesto Egipto para promover el turismo (en el documental interviene el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mustafá Waziri, que subraya: “Estamos enviando un mensaje de que Egipto está a salvo e invitamos a los turistas a venir”). Horus nos valga.*

Tengo mis dudas de si realmente es un show específico o si finalmente todo Egipto tiene ya el mismo guionista. La distancia entre la realidad y lo que se quiere transmitir es grande y las momias no iban a ser una excepción. El régimen de al-Sisi, con su intento de reescribir la historia a su gusto, de que no haya nada que se salga del guión, ha entrado en la tele realidad política. Lo que se ha hecho, por decirlo así, es movilizar políticamente a las momias y pedruscos para ponerlos al servicio del régimen en la forma señalada anteriormente, llevándolas a los medios. 
En las páginas de política se critica al régimen, pero en las noticias culturales se no muestran los hallazgos arqueológicos sin interferencias del presente. Una vez más, el viejo Egipto entierra al nuevo.
Hay un mensaje subyacente que sí están logrando colar y que se repite: responsabilizar a la Primavera Árabe, a la Revolución del 25 de enero de 2011 del caos que alejó al turismo. Una y otra vez, la coletilla del 25 de enero como destrucción del orden y no de una dictadura por la que la gente salió a la calle.
En Egyptian Streets al informar del show de Hawass, se dice:

In an additional interview with FOX News, the show presenter also highlighted the show’s contribution to reviving tourism in the country stating “Egypt’s tourism is not in a great place. After the Arab Spring, tourism really dried up in Egypt in a lot of places. A lot of European tourism has returned, Asian tourism has returned, but U.S. tourism really hasn’t bounced back as much.”
World renown-Egyptologist Hawass has also continuously reiterated the importance of Egypt’s tourism, highlighting that the arrival of tourists and proliferation of archeological visits provide funding to restoring and managing the country’s antiquities.
Egypt’s tourism was hit post-2011 revolution and ousting of former president Hosni Mubarak. In the last years, the government has aggressively and consistently targeted the improvement of the tourism sector which has begun to flourish once more although not hitting its former statistic of b4.7 million tourists in 2010.**


Decir en los Estados Unidos que todo el turismo ha regresado menos el "norteamericano" es una sutil forma promoción. Pero lo importante es el intento de hacer caer la responsabilidad sobre la Revolución de 2011 y, por ello, sobre los revolucionarios.
Como quien escribe la historia es el que gana, el régimen egipcio sigue insistiendo en que el "no-coup" (el golpe de estado militar) fue una "rectificación" a petición del pueblo y con el visto bueno de la divinidad.
El régimen no asume que gran parte de la pérdida del turismo no se debe a la "Revolución" sino a sus propias acciones represivas, al encierro de activistas, a las condenas masivas a muerte, a sus denuncias contra actores, cantantes, novelistas, periodistas, cineastas, homosexuales, ateos, etc. No asume que todo eso genera un clima negativo que también afecta. Los encarcelamientos, denuncias, cierres de medios, leyes represivas no son buena publicidad por magníficas que sean las pirámides y las momias estén dispuestas a colaborar.


Pese a los empeños del régimen, hay que resistirse a llamar "normalidad" a la situación actual de Egipto. No es aceptable que se considere que la "hoja de ruta democrática" haya llegado a su fin, como el presidente aseguró. Muchos no lo aceptan y hacen bien. Aspiran a un Egipto más libre del que tienen en la actualidad. No, la culpa no es de los que desearon librarse de un régimen autoritario en 2011. Lo que tienen hoy es, según muchas voces, peor. La diferencia es que a Mubarak le era indiferente lo que pensaran, mientras que a al-Sisi le preocupa un mundo de opinión pública mundial interconectada y de activistas muy comunicativos, de denuncias internacionales en todos los foros institucionales.
Hacen falta muchas momias para ocultar la propia esclerosis del régimen.


* "Zahi Hawass descubre una momia en directo para Discovery" El País 9/04/2019 https://elpais.com/cultura/2019/04/08/television/1554752080_068295.html
** "Discovery Channel to Open Ancient Egyptian Sarcophagus LIVE on TV" Egyptian Streets 7/04/2019 https://egyptianstreets.com/2019/04/07/discovery-channel-to-open-ancient-egyptian-sarcophagus-live-on-tv/"

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