viernes, 19 de abril de 2019

Los criterios periodísticos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En su momento, se decía con cierto sarcasmo que Televisión Española era la mejor televisión de España. Lo cierto es que no había otra. Siempre atacada por su oficialismo, por la elección de sus directores generales, etc., se veía bajo sospecha de su falta de independencia. Después fueron las luchas internas entre los de toda la vida y los recién llegados. Con la llegada de las televisiones autonómicas, primero, y la de las privadas después, los españoles ya teníamos elementos de comparación y ellos de competencia. Se decía, por ejemplo, que la gente veía en la capital los noticiarios de Telemadrid, los del inicio de la cadena —que fue una apuesta por la juventud y la imaginación que muchos todavía recuerdan— y que aquello sentaba muy mal en la Gran Casa, con todo su poder mediático y administrativo.
La rivalidad entre los medios es de diverso tipo, hasta llegar al tema que hoy está en la prensa provocado por la aceptación de los debates electorales. La cuestión, en realidad, no es mediática, sino de estratégica política. A unos les interesa que Vox esté presente para meter a todos en su mismo saco; a otros, en cambio les interesa lo contrario. No hay realmente un problema informativo, solo político. Pero los medios se han visto afectado, traicionados, etc.
El diario El País manifiesta el descontento de los profesionales de la casa por haberse dejado escapar el debate electoral, que consideran suyo, por la decisión de los políticos de celebrar un "debate a cinco en Antena 3". Se siente menospreciados —y con ello a todos los españoles, ya que se supone que la RTVE es de todos— por los intereses políticos, ya que se favorece a la cadena privada. En el asunto ha tenido que terciar hasta la Comisión Electoral por el problema de representatividad  y acceso a los medios planteado, ya que se excluye a otros partidos existentes frente a naciente Vox.

Tras la decisión de Mateo de cambiar la fecha del debate electoral al día 23 , la misma fecha en la que Atresmedia había fijado el suyo, se generó una avalancha de críticas en el seno de la radio y la televisión estatal. Los Consejos de Informativos TVE, RNE y la web expresaron en comunicado muy duro su disconformidad con este movimiento y expusieron que debían primar criterios periodísticos. “RTVE debe apostar por la imparcialidad y no ajustar su programación a la propuesta de un único partido político, sea el que sea, sino favorecer que el debate a cuatro se celebre en la radiotelevisión pública como estaba previsto”, manifestaron en un comunicado.*



Después de decir casi todos que lo mejor con el partido ultraderechista es el silencio, parece que algún analista ha explicado que no hay mejor reclamo para el voto que el miedo a que lleguen los bárbaros y que lo mejor es que VOX muestre las garras en público. De esta forma mucho votante saldrá espantado y es más sencillo trazar el mapa y las fronteras. Unos hablarán de "la Plaza de Colón" y otros de ser la alternativa a la "nueva vieja derecha". El guión no es muy imaginativo, pero la política es hoy espectáculo, y este no tiene porqué tenerla.
Mi queja no viene por ese lado. Viene por el fondo del asunto, la reducción del universo informativo de los españoles a través del establecimiento de una "agenda" mediática narcisista para los políticos, máquinas de absorber la atención.
Una de las cadenas privadas, Cuatro, —ya lo tratamos aquí— ha renunciado a la existencia de informativo en su programación. No quieren saber nada de la información  y no quieren gastar en periodistas. "Mediaset fulmina Noticias cuatro", decía el titular del diario El Mundo. Se corta y se acabó. En el fondo estaban constatando un problema que arrastran nuestras cadenas. Cuando digo "nuestras" me refiero a las españolas.


El siguiente paso en el proceso de acceso a la información ha sido la globalización de la información, lo que no ha permitido, además de las nacionales, autonómicas y privadas, acceder a cadenas de todo el mundo desde nuestra sala de estar en casa o desde cualquier otro tipo de dispositivo.
El acceso a estos modelos nos permite ver el empobrecimiento de nuestro modelo televisivo (no solo él), forzado por la dependencia política y el tipo de "sociedad turística" que hemos creado y en la que vivimos.
No es de ahora. Hemos perdido las referencias de la información. En vez de informar más y mejor, hemos establecido una agenda pobre y basada en los intereses de los políticos, antes que los de los ciudadanos. Cuando compruebo cómo funcionan otros modelos, percibo inmediatamente que la función del periodista es otra y que la relación con los terceros es diferente, incluso la relación con el poder es distinta.

Los medios se han dejado arrastrar a un espectáculo político —por eso tenemos "políticos-espectáculo"— que no favorece a los ciudadanos ni a los sistemas político e informativo. La pobreza de los discursos está en proporción directa a la atención que se les presta. Vemos repetir eslóganes de patio de colegio, por decirlo así, una carencia enorme de ideas, de planteamientos rigurosos en cuanto a lo que es la política en sí o la vida más allá de ella, que, sí, existe.
Me gustaría poder decir que es lo que los "ciudadanos" demandan, pero me falta convencimiento para hacerlo. Hemos conseguido una sociedad gritona, más que dialogante, incapaz de interesarse por los problemas reales si no es a golpe de escándalo. Se trata de llamar la atención, ya sea en las calles o en los platós. En esto nos movemos en las mismas líneas que otras sociedades, lo que no es consuelo. 
No sé quién es el responsable, pero es un hecho el empobrecimiento de la información. Unos dirán que la culpa la tienen los poderes políticos, otros que los recortes de presupuestos. Al final nos salen con aquello de que la información de calidad es "cara". Lo barato es recoger vídeos de YouTube y dedicar tiempo al deporte, que es rentable. Son baratas, eso sí, las imágenes de accidentes de tráfico o desplazar un equipo a donde se haya caído un niño que todos saben que está muerto, pero nadie quiere acabar con un espectáculo de semanas. Es barata la información del tiempo, porque promovemos el turismo local, los llamados "desplazamientos" en los fines de semana, puentes y vacaciones. Todo el mundo quiere saber si lloverá o qué ropa ha de ponerse. ¿Y a quién no le preocupa por qué no quería entrenar ayer Diego Costa?


Los efectos de todo esto se pagan en la educación formando un círculo vicioso. La función de los medios, como de la educación, es dar una imagen de nuestro mundo, hacerlo accesible y comprensible. Por el contrario, lo que tenemos es un mundo de personajes previsibles, de actos rutinarios y palabras aburridas. 
Por esto me ha chocado que el único momento en el que los profesionales han invocado "criterios periodísticos" haya sido ante la pérdida de un debate electoral. Por un lado, es perfectamente coherente con la situación de sobrevaloración de lo político. Por otro lado, lamentamos que estos mismos criterios no sean más amplios y permitan tener una realidad más abierta. 
Lo necesitamos urgentemente.



* "Los trabajadores de RTVE planearon la vuelta a los “viernes negros” por el cambio de la fecha del debate" El País 19/04/2019 https://elpais.com/politica/2019/04/19/actualidad/1555668854_123457.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.