Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hemos
pasado de unas teorías comunicativas del lenguaje a otras en las que el énfasis
se pone en la forma en que el lenguaje da forma al mundo etiquetándolo y, a la
vez, da forma a nuestra mente, que interpreta el mundo a través de esas
etiquetas. Aprender una lengua es, por tanto, aprender un sistema de valores y
relaciones, de jerarquías y conexiones. Todo ello implica aprender una lengua y
es aprehender con ella una cultura.
La BBC
nos trae una información sobre un hecho clave en la vida de Japón, derivado de
un hecho insólito en su historia, la abdicación del actual emperador en favor
de su hijo. Dentro de la cultura japonesa, existe una palabra para etiquetar un
tiempo nuevo, ya que este está vinculado con la vida del emperador. Hasta el
momento, las épocas recibían el nombre del emperador que ascendía al trono por
el fallecimiento de su antecesor. Hoy se produce el extraño caso del cambio de
"época" con el emperador vivo:
Japan has announced that the name of its new
imperial era, set to begin on 1 May, will be "Reiwa" - signifying
order and harmony.
The country's current era, Heisei, will end in
a month with Emperor Akihito's historic abdication.
Chief Cabinet Secretary Yoshihide Suga
announced the highly-anticipated name by holding up a board with the characters
handwritten on it.
Prime Minister Shinzo Abe has addressed the
nation to explain its meaning.
The new name is made up of the two characters
for "order" or "command", and "peace" or
"harmony".
Each Japanese emperor's reign, or
"gengo", is given a name which is used alongside the Western calendar
to mark time.
The era's name aims to set the tone for the
upcoming decades, and remains significant to most Japanese in their daily life.
It appears on coins, newspapers, driving
licences and official paperwork.
Japan's government confirmed in December 2017
that the current emperor, 85-year old Akihito, would abdicate in April 2019 due
to old age and hand the throne to his son, Crown Prince Naruhito.
He will be the first Japanese emperor to do so
in more than two centuries.
The unveiling of the era name follows weeks of
fevered speculation and top-secret cabinet discussions.
Japan's cabinet chose the word from a selection
drawn up by a panel of scholars and experts.
"A short while ago, the government decided
at a cabinet meeting on the new era name and how to pronounce it," Cabinet
Secretary Yoshihide Suga told a press conference, holding up the new name
painted in traditional calligraphy on white paper.*
Podemos poner nombre a un barco, a un edificio, a una
mascota..., pero esto es algo más que eso. Ponerle nombre al tiempo futuro no
es solo una cuestión nominal; el nombre determina su orientación. Tiempo y
orientación se vinculan directamente al nuevo emperador. "Orden y
armonía" son algo más que nombres, son directrices que anticipan el tiempo
por llegar para orientarlo en esa dirección. El nombre da forma al futuro, de
ahí la solemnidad del anuncio. No es meramente una cuestión de fechas, sino de
impulso y determinación. Por eso el nombre es una instrucción que debe ser
seguida para que el nombre refleje la era que comienza.
También la BBC no trae un precioso reportaje que muestra
otra forma de definición del tiempo, de etiquetado del mundo. Se trata de uno
de los mapas más antiguos conservados, conservado en la catedral de Hereford
(Inglaterra), creado hacia el 1300, con un tamaño de 1,59 x 1,34 m, y con 500
dibujos a tinta que "offering a fascinating glimpse into the mindset of
the ancient Christian world"**, nos dice el texto de la BBC.
The map is listed on Unesco’s Memory of the
World Register and described as ‘the only complete example of a large medieval
world map intended for public display’. In many ways, it serves as a sort of
visual encyclopaedia of the period, with drawings inspired by Biblical times
through the Middle Ages. In addition to illustrating events marking the history
of humankind and 420 cities and geographical features, the map shows plants,
animals, birds and strange or unknown creatures, and people – all of which
helps to shed light on what Christians both did and didn’t understand about
humanity at the dawn of the Renaissance.**
El mapa es otra manera de dar forma a nuestro tiempo y
espacio. Nos acostumbramos a interpretar un mapa conforme a ciertas
convenciones representativas. La información que contiene es la que conocemos, nos
interesa y hemos trasladado al papel o al pergamino. El mapa no es el territorio, como señalaba Bateson, sino el mundo representado
desde nuestra propia visión cultural, un entramado complejo, que está además dando
forma a nuestra percepción. Son mente y mundo interactuando a través de los
signos, configurando nuestras representaciones socio-culturales.
De ahí que los mapas de una cultura planteen dificultades de
interpretable desde otros supuestos. No es simplemente una cuestión de
"fidelidad" de la representación del mapa de Hereford respecto a la
realidad (nuestra realidad). Las distancias perceptivas hacen que se convierta
en un enigma en muchos momentos:
In medieval times, there were hundreds of
illustrated Mappa Mundi, but the one displayed at Hereford is the largest to
have survived intact. At first glance, the world depicted in the Mappa Mundi is
unfamiliar. That’s because, despite its traceable pilgrim and trade routes,
scholars widely agree that it wasn’t intended as a geographic map. The shapes
of the seas and continents are different than other maps and mislabelled.
Instead, the map was meant to serve as a compendium of the world’s knowledge
from a spiritual and earthly perspective.
In keeping with how most 13th-Century European
Christians viewed the universe, the Mappa Mundi places Jerusalem at its centre.
Only three continents – Europe, Asia and parts of North Africa – represent the
inhabited part of the known world. Europe and Asia’s labels are reversed. The
Red Sea is depicted in red ink, oceans are green and rivers are blue. Asia and
the East, where the sun rises and where medieval Christians looked for the
second coming of Christ, is placed at the top. Paris and Rome are among the
largest cities depicted on the map, while Hereford is a tiny, indistinct dot
that has nearly rubbed off the calf-skin sheet.**
La percepción medieval integra los elementos que nuestra época,
más racionalista, separa de la representación. Donde nosotros buscamos
fidelidad en la representación, precisión, el mapa de Hereford da prioridad a
otros aspectos ideológicos que inserta en un espacio que se deforma por la
información que añade. Por eso, el texto de la BBC habla del carácter
enciclopédico del mapa, que cumplía mejor así la función de ilustrar sobre un
mundo que con casi toda probabilidad muy pocos se lanzarían a comprobar. El
mundo imaginado era representado. Aquello que se imaginaba debía ser situado en
algún lugar. Así, monstruos, seres fantásticos, son situados en los lugares que
deben ocupar, creando su propia
geografía superpuesta.
Japón ha puesto nombre a su nueva era. Es un acto
importante, de alto valor simbólico, pues no solo es poner el nombre sino
marcar un rumbo. Han intervenido eruditos, políticos y consejeros. El mapa
medieval de Hereford también era el resultado de la visión propia, pero incluía
elementos del pasado, del presente e incluso del futuro, pues todo estaba ya en
la mente de Dios. Jerusalén era el centro del mundo porque era el centro del
pensamiento.
Los dos ejemplos —con sus grandes diferencias culturales—
son dos maneras de marcar el mundo, de darle forma, gráfica y nominalmente. No
son actos meramente descriptivos. Con ellos, el mundo toma forma y sale de la
materialidad sin sentido a la humanidad con sentido. Tiempo y espacio se hacen
humanos pues contienen esperanzas, deseos y temores. La base de la cultura es
pasar de lo innominado a lo que ha sido dotado de significación. En el mundo
medieval todo tenía significado. Nos cuesta vivir en el sinsentido. La
autoridad, Dios o el nuevo emperador, son principios de orden que evitan caer el
caos o ser devorados por lo innombrable o lo sin límites.
Otras culturas tienen sus propios órdenes y desórdenes y sus formas de representarlos. En un mundo globalizado se busca compatibilizar las visiones del mundo, como nos cuentan con los calendarios en Japón. En un mundo en el que se comparte todo, es difícil aislarse. Lo imaginario del mapa medieval se sustituye por la precisión que nos dan los satélites. Tenemos nuestras propias mitologías, sean religiosas o tecnológicas, entremezcladas con lo que llamamos realidad.
*
"Japan reveals name of new imperial era will be 'Reiwa'" BBC
1/04/2019 https://www.bbc.com/news/world-asia-47769566
* Chris
Griffiths & Thomas Buttery "The world’s oldest medieval map"
25/03/2019 http://www.bbc.com/travel/gallery/20190324-the-worlds-oldest-medieval-map
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