Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Lo que
está haciendo Donald Trump desde la presidencia de los estados Unidos es una
nueva dimensión del significado de "presidencia" en un país
democrático. Igualmente, supone una reasignación de valor al sentido de la función del poder y
sus límites. No se ha visto algo así en un gobernante de un país democrático.
Trump, por decirlo de alguna manera, se está comportando más como un Benjamín
Netanyahu tratando a los palestinos que caen en su territorio. Trump ha creado
una nueva categoría de norteamericanos, los que deben padecer por oponerse a
sus ideas, planes o acciones. Es el castigo desde el poder, es una forma de
asumir de forma absolutista y cruel su ejercicio.
Trump
puede establecer una "emergencia nacional" para financiar sus planes
del muro o como quiera hacer ahora trasladar los inmigrantes hasta aquellas
ciudades santuario que considera como centro de resistencia de los demócratas.
El descaro de Trump, su soberbia congénita, su narcisismo, le impide hacerlo de
forma encubierta. Todos tienen que comprender que es él quien "manda"
y tienen que sufrir el castigo de no ser obedientes. Eso afecta a los propios
norteamericanos y ahora a los países centroamericanos de los que sale la
emigración hacia el norte. Les va a reducir las ayudas existentes, que maneja
como un premio o un castigo desde la misma mentalidad.
La
última acción de la soberbia del poder ha sembrado el desconcierto ante la
degeneración que supone a la función del poder en un sistema democrático. La
CNN titula, dando entrada al artículo firmado por Bill Carter. En el artículo
se recoge esta estupefacción producida:
The story broke in the Washington Post after 8
p.m. Thursday: The Trump administration, in its latest spasm of anti-immigrant
animus, had twice in recent months considered a plan to transport detainees to
sanctuary cities and essentially dump them there as a form of retaliation
against Democratic political adversaries, like House Speaker Nancy Pelosi. By
Friday afternoon, President Donald Trump confirmed that he was considering this
revenge plan.
The reaction across a broad swath of the most
influential news outlets in America was something close to stupefaction.
Jeffrey Toobin, chief legal analyst for CNN,
appearing on Anderson Cooper's show "360," called the proposed policy
"really grotesque" after describing the plan as akin to "using
human beings to spread a form of pestilence around the country."
Maggie Haberman, the Pulitzer-winning New York
Times correspondent (and Donald Trump savant), tweeted that she had read the
Post story twice, leading to a simple reaction: "It is insane."
On Brian Williams's "11th Hour" show
on MSNBC, one guest, David Jolly, the one-time Republican congressman, who has
renounced fealty to that party in the age of Trump, repeatedly used the word
"sociopathy" to describe the policy, and said those who had come up
with it were displaying "unmitigated depravity."*
No creo que existan precedentes de este tipo de acciones en
un país democrático, lo que muestra la forma arbitraria y beligerante de
concebir el poder de Donald Trump. Es frecuente entre los dictadores premiar o
penalizar los lugares que no actúan como quieren o les interesa.
Las reacciones son acordes con el despropósito del plan. Lo
peor del caso es, una vez más, la erosión de la democracia que Trump está
provocando en todos los órdenes, tanto en el interior del país, como en el
exterior por el apoyo a países dictatoriales, provocando la explosión de lo que
la amenaza de de sanciones anteriormente frenaba. Así se entendió en Oriente
Medio la visita en la que dio carta blanca para los excesos. El caso más claro
es el del respaldo a Arabia Saudí tras el secuestro, tortura y asesinato del
periodista Jamal Khashoggi. Pese a los informes de la propia CIA, Trump siguió
apoyando a los responsables.
La pretensión de enviar a los inmigrantes que entren en los
Estados Unidos hasta las ciudades santuario es una forma de acción política
realmente perversa, continuación de lo hecho hasta el momento: muros,
separaciones de familias, largas detenciones, etc.
La presidencia de Trump será recordada por estos detalles.
Lo peor es que sigue ahondando la grieta en la sociedad americana, sacando lo
peor, que son los que les jalean.
Como hemos señalado en diversas ocasiones, es previsible que
el efecto Trump dure décadas. Puede que la sociedad norteamericana reaccione,
pero el odio que se está generando contra la inmigración, la vuelta del racismo
más abyecto, la falta de moralidad disfrazada de la peor hipocresía, la
penetración de las reaccionarias iglesias en la política, etc. tendrá consecuencias
durante décadas. Lo peor, con todo está fuera: es el ascenso a la sombra de
Trump de la más rancia política populista, que ven en él un modelo de éxito. Lo
estamos viendo en Europa y lo estamos viendo en América. Es la subversión de la
democracia en favor de un autoritarismo cínico y cruel que se aprovecha de las
nuevas condiciones para sacar a la luz lo que estaba enterrado.
Lo vemos en Europa y lo vemos en España. El discurso anti inmigratorio
va calando como forma de racismo, que es su base. Cada vez más aparecen grupos
(no por arte de magia, sino bien financiados dentro y fuera) que alientan el discursos racistas de la
demagogia. Van contra lo que se puede llamar progresismo político, que representa una cultura abierta frente a
los nacionalismos sentimentales y excluyentes, la responsabilidad global frente
al aislacionismo egoísta de los que no quieren compartir su riqueza, la
igualdad de género contra las formas sexistas del tradicionalismo patriarcal,
el respeto universal de los derechos humanos frente a la indiferencia
interesada ante las dictaduras y regímenes autoritarios, el laicismo y la
convivencia frente al integrismo religioso.
Nunca debemos creer que Trump haya llegado a su tope. No lo
tiene. Para él las leyes no representan ninguna forma de justicia que deba
respetar, sino las correas que le impiden realizar su voluntad.
Difícilmente se podría llegar a pensar que Estados Unidos
pudiera ser llevado a este extremo de negación de sus propios principios
constitutivos. La imagen propia se ha destruido ante sus propios ojos y ante
los del mundo, en un sentido u otro. Una vez más, la idea de "líder
mundial" carece de sentido, especialmente en los aspectos morales y de
libertades cuando se están pisoteando y haciendo alarde de ello.
Por otro lado, una gran parte del pueblo norteamericano está
dando ejemplo de resistencia ante una presidencia que les repugna en muchos
aspectos. Periodistas, jueces, políticos, educadores, actores, grupos de
mujeres, etc. han mostrado que se puede resistir ante lo que consideran una
debacle moral. El partido republicano se ha hundido en sus propios fangos, lo
peor de su ideología con el peor de sus líderes, elegido dentro de unas primarias
en las que humilló a sus candidatos. Hoy es un partido irreconocible.
Mucha terapia van a necesitar todos. Bill Carter, después de
comentar la locura de considerar la inmigración como una forma de
"infección" que se soltará en las ciudades santuario, da un consejo:
Forget Watergate. That was a giant squid of a
story, lots of tentacles coming off a central monster. It was a threat, but a
recognizable one, a comprehensible one.
What's happening now feels more dystopian, a
scattered, non-linear narrative impossible to get a consistent fix on, or to
approach with traditional, rational reporting and analysis. It's more like
covering an invasion, story after story after story, like the Walking Dead or
the White Walkers; brainless but deadly.
And they keep coming.*
Esa presencia de Trump es la verdadera
"infección", la que está enfermando a la sociedad norteamericana. Trump
es la infección, la enfermedad moral que pervierte los principios ante la
mirada estupefacta de la parte despierta de la sociedad. La metáfora de The
Walking Dead es esa pesadilla que están viviendo muchos, sintiéndose en un
mundo irreconocible e irrespirable. Los Caballeros
Blancos a los que se alude vuelven a cabalgar con la antorcha, a encender
cruces en la noche, queriendo colgar nuevos y extraños frutos en los árboles
del Sur. Solo que el nuevo sur abarca la totalidad de los Estados Unidos.
Lo que ya algunos califican como el mayor abuso de poder
cometido, es un ejemplo más de cómo funciona el sistema en la actualidad. Están
los hechos, las posibilidades que se barajan; pero están también los
principios, las ideas tras ellos. Eso es lo que muchos no han acabado de
comprender por su monstruosidad, como señalaba Bill Carter. No hace mucho, Donald Trump captó la atención reclamando el derecho a perdonarse a sí mismo en el caso de que fuera condenado por alguna circunstancia. No creo que con la Historia tenga tanta suerte.
Es el peor ejercicio de poder en las peores manos. Eso es lo que será recordado.
* Bill
Carter "The vicious White House sanctuary city revenge plan is too awful
to gloss over" CNN 12/04/2019 https://edition.cnn.com/2019/04/12/opinions/trump-sanctuary-cities-immigration-revenge-plan-carter/index.html
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