Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hemos
visto ya aquí las reacciones internacionales ante las enmiendas constitucionales
que comenzaron a votarse ayer en Egipto y terminarán mañana lunes. La rapidez
en convocar el referéndum —se aprobaron en el parlamento a mitad de semana— no
puede ser otra que evitar la crítica que pudiera erosionar el único aspecto
importante para el régimen de cara a su imagen, la participación.
Recordemos
que en las últimas elecciones presidenciales, se prolongó un día más en un
intento de que se fuera a votar. Se profirieron amenazas de sanción económica
si no se iba a votar, en el plano individual, y se prometieron inversiones en
las poblaciones que tuvieran un porcentaje alto de voto, en el colectivo. Una
vez más, peculiaridades del sistema. Cuando los periodistas dijeron que se
estaban realizando estas prácticas, algunos fueron detenidos por decir que el
gobierno "promovía" el voto, todo ello con un candidato alternativo
que habían buscado pocas horas antes de cerrarse el plazo. Los que se habían
presentado estaban arrestados (los militares), amenazados de ser llevados a
juicio o detenidos.
Esta
vez es distinto. No hay unas elecciones, pero el gobierno se lo toma todo como
un plebiscito de su propia condición. El régimen egipcio necesita del lavado de
cara permanente, justificándose con unas urnas que siempre ha controlado. Por
eso, es la abstención lo que más le preocupa. Es la respuesta al histórico
déficit democrático con el que se ha desarrollado Egipto. Egipto necesita
volver a los tiempos de Mubarak, pero con la innovación de la preocupación por
la imagen exterior. Ya no vale trucar las fotos de Mubarak (uno de los
ejercicios de promoción más tontos de la historia) para hacer creer que se
trata de un líder mundial que guía al mundo por el buen camino. Ahora se busca
algo más, los foros internacionales. Y es ahí donde el régimen se encuentra con
la reprobación general, como vivo hay un par de días. Solo le aplaude Trump y
es un aplauso envenenado.
Ahram
Online publica hoy, en pleno proceso, un artículo intentando explicar la
recuperación de la figura del vicepresidente en la nueva constitución reenmendada. Recordemos que se recupera
una especie de senado, el consejo de la Shura (con poder electivo del
presidente) y también esta figura. Se nos explica la tradición del puesto así:
After Egypt became a republic in January 1953
and Gamal Abdel-Nasser was elected president in 1956, the post of vice
president came into being. But it has also become a problem for most presidents
since then. Nasser used to change vice presidents every now and then, but in
December 1969, or almost one year before he died, he decided to select one vice
president, Anwar El-Sadat.
Unlike Nasser, Sadat chose Hussein El-Shafie, a
member of 1952 revolution's command council, when he came to office in October
1970. In April 1975, however, Sadat decided to choose Hosni Mubarak, the former
commander of the army's air force, as vice president.
Unlike his two predecessors, Mubarak declined
to appoint a vice president throughout his rule.
"Maybe because Mubarak himself was a vice
president and so he knew that the duties of a vice president are so
insignificant, he decided not to name a vice president," said Samir
Ghattas, an independent MP and a political analyst, adding that "the only
significance in this post is that in the past a vice president could be a
president if the latter died, and we all know that this was the case with Sadat
and Mubarak."
But it was the uprising in January 2011 that at
last forced Mubarak to name a vice president – Omar Suleiman, the chief of
Egypt's general intelligence service.*
Quizá Hosni Mubarak no eligió un vicepresidente no porque se
hubiera aburrido en el puesto, sino porque sabía lo que le podía ocurrir a la
vista de los ejemplos anteriores. Por muy decorativo que sea un vicepresidente
tiene poder como alternativa. Los militares no son un bloque férreo, como se
vio en la propia sucesión de Sadat respecto a Nasser. Mubarak pensó en su hijo,
tal como hoy al-Sisi confía en su hijo para otros menesteres dentro del
ejército. No hay nada como la familia para poder descansar algo más tranquilo.
La política en Egipto se ha hecho siempre desde la
presidencia porque quien ha mandado lo ha hecho a su medida, militares que
consideraban lo político como un incordio frente a la claridad del mando. La
verdadera política ha sido subterránea y como lucha entre grupos militares
cuando discrepaban en el rumbo o no se satisfacían sus aspiraciones. Sadat
persiguió con saña a los nasseristas según llegó al poder. Lo demás, en la vida
política egipcia, es casi anecdótico.
La
clave de la cuestión —es mi opinión— está en lo siguiente: si ocurre algo al
presidente, sería el primer ministro quien asumiría el cargo; con el nuevo
modelo, el sustituto, en cambio, sería alguien designado por el presidente, En
términos de seguridad, permite mantener el mando y la continuidad ideológica,
por decirlo así. No hay sorpresas y, si las hay, está previsto el mecanismo
para evitar que lleguen a consolidarse, el vicepresidente.
Si
Sadat y Mubarak, ambos vicepresidentes, llegaron a la presidencia por la muerte
de sus predecesores —Nasser de un ataque al corazón; Sadat, asesinado—; al-Sisi llegó dando un golpe de estado desde el ministerio
de Defensa, en combinación con el ministerio del Interior, con su compañero de gabinete Ibrahim. Morsi controlaba lo
que no era importante, como se demostró. El verdadero poder estaba en otro
sitio, donde siempre había estado; Policía y Ejército.
En
el artículo se deja caer otra cuestión interesante:
By contrast, however, El-Sherif argues that the
restoration of the post of vice president could be important in the future.
"Because at some point we could have a political figure who can gain
experience in exercising presidential duties and so he can run and become a
future president, this will sure serve the objective of reinforcing internal
and political stability," argued El-Sherif.
Agreeing with Al-Sherif, Abdel-Moneim
El-Oleimi, a veteran member of parliament's Constitutional and Legislative
Affairs Committee, told Ahram Online "see what happened with Hosni
Mubarak."
"When president Sadat chose him as vice
president in 1975, Mubarak was just a purely military figure. "
"He was able in his early years [as
president] to regain stability after a long period of troubles under Sadat, and
it was only because he refused to appoint a vice president throughout his rule
and opt to prepare his son in his last years in power to inherit from him that
the people decided to revolt against him," said El-Oleimi.
The report indicates that an appointed vice
president will be required to take the presidential oath in accordance with
Articles 144, and as for the conditions of his selection he will be governed by
Articles 144, 145 and 148, and 173 of the constitution. "He will be sworn
in before the president, and as for his salary and financial rewards, he will
be governed by the same rules regulating the post of the president in this
respect and in accordance with Article 145," said the report.*
Gamal Mubarak |
Si al-Sisi se asegura la presidencia por ese periodo, estaría
acercándose a la fechas de Mubarak, que controló la vida militar y civil con
sus hijos como vigilantes y Gamal como aspirante.
La afirmación diciendo que la gente en 2011 se levantó
contra Mubarak porque este iba a designar a su hijo como sucesor es dudosa, pero
interesante. Es cierto que mucha gente estaba irritada con el hecho de que
Gamal Mubarak pudiera "suceder" a su padre, (como Gadafi tenía a los
suyos y Al-Assad padre ya había colocado al actual) pero creo no fue ese el
motivo. Se entiende fácilmente si pensamos que la Primavera Árabe no comenzó en
Egipto sino en Túnez y tuvo un efecto contagio. Puede que la gente estuviera
enfadada, pero era una realidad por la que se hubiera urdido una conspiración,
pero no un levantamiento popular.
Sin embargo, que se cite el caso de Mubarak y su familia
mientras se presenta la reintroducción de la figura del vicepresidente no deja
de ser significativo. Cualquier analista poco avezado de la realidad egipcia
pensará que el plazo de 2030, 2032 y 2034, la cifras que se han barajado de
al-Sisi en la presidencia (dando por hecho que ganará todas las reelecciones,
lo que ya es mucha fe en la democracia)
ya sabe que al-Sisi no saldrá por la buenas del poder. La cuestión está en el
tira y afloja con el poder militar que le colocó. Al-Sisi es un producto del
sistema militar, de su cúpula y de los intereses que representa dentro del
conjunto, una línea militar que no es ni eterna ni inamovible, puede entrar en discrepancia
con la presidencia.
Por eso se explican los castigos aplicados a los dos
militares que decidieron salir a disputarle la presidencia a al-Sisi, un joven
coronel, al que se arrestó inmediatamente, y el jubilado Amín, un peso pesado
dentro de la cúpula militar en la reserva. Este detalle pasa a ser más importante
cuando representan la generación militar anterior y posterior a la del al-Sisi.
El hecho de que sea el presidente quien designe al
vicepresidente y que se haya visto que cuando hay vicepresidente, este acaba
gobernando, ya nos da una cierta idea de lo que el puesto implica. Lo expresado
en el artículo sobre la función decorativa del vicepresidente queda anulado
cuando se dice que puede ser una persona "en formación", alguien que
asegure la "continuidad" en el poder. Eso implica que debe seguir siendo militar,
como ha sido anteriormente, pues ningún civil entrará en la familia militar.
Los egipcios saben por qué están discutiendo sobre la
vicepresidencia. Lo ven como un sucesor. Por eso Mubarak no quiso tener ningún
vicepresidente; tenía a su hijo. La cuestión ahora es la siguiente: ¿de dónde
ha salido la idea? ¿Alguien le quiere colocar un marcador a al-Sisi o, por el contrario, es él quien quiere asegurarse nombrar a su
sucesor para que cuando llegue el momento del relevo no haya que plantearse el
problema actual? Con un sucesor fiel, un vicepresidente leal, el problema de
tener que ampliar los mandatos presidenciales se vuelve innecesario. El relevo
está preparado para el momento; se le puede ir introduciendo ante los egipcios,
a los que se ha llevado a una fijación pauloviana con su presidente. Eso
suavizaría también las cosas hacia el exterior, al parecer todo más "constitucional". De esta forma, se habrían introducido elementos pensando en el largo plazo. Quién pueda ser, seguro que ya es motivo de especulación, aunque el nombre ya esté fijado. Entonces se podrá saber hacia dónde se camina.
A algunos les puede parecer que es demasiado adelantar que ya se esté pensando en qué
ocurrirá más allá de 2030, 32 o 34. Y pueden ocurrir muchas cosas efectivamente en este tiempo; pero más bien se trata
de que la asfixiante "normalidad" egipcia exige intentar acercarse a
los límites para ver qué hay al otro lado del muro. O, al menos, imaginarlo.
En Egipto es otro el ritmo, otra la medida del tiempo.
*
"Egypt's constitutional changes: A look at the post of vice
president" Ahram Online 21/04/2019
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/330352/Egypt/Politics-/Egypts-constitutional-changes-A-look-at-the-post-o.aspx
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