domingo, 21 de abril de 2019

El vicepresidente o nunca es bastante

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hemos visto ya aquí las reacciones internacionales ante las enmiendas constitucionales que comenzaron a votarse ayer en Egipto y terminarán mañana lunes. La rapidez en convocar el referéndum —se aprobaron en el parlamento a mitad de semana— no puede ser otra que evitar la crítica que pudiera erosionar el único aspecto importante para el régimen de cara a su imagen, la participación.
Recordemos que en las últimas elecciones presidenciales, se prolongó un día más en un intento de que se fuera a votar. Se profirieron amenazas de sanción económica si no se iba a votar, en el plano individual, y se prometieron inversiones en las poblaciones que tuvieran un porcentaje alto de voto, en el colectivo. Una vez más, peculiaridades del sistema. Cuando los periodistas dijeron que se estaban realizando estas prácticas, algunos fueron detenidos por decir que el gobierno "promovía" el voto, todo ello con un candidato alternativo que habían buscado pocas horas antes de cerrarse el plazo. Los que se habían presentado estaban arrestados (los militares), amenazados de ser llevados a juicio o detenidos.
Esta vez es distinto. No hay unas elecciones, pero el gobierno se lo toma todo como un plebiscito de su propia condición. El régimen egipcio necesita del lavado de cara permanente, justificándose con unas urnas que siempre ha controlado. Por eso, es la abstención lo que más le preocupa. Es la respuesta al histórico déficit democrático con el que se ha desarrollado Egipto. Egipto necesita volver a los tiempos de Mubarak, pero con la innovación de la preocupación por la imagen exterior. Ya no vale trucar las fotos de Mubarak (uno de los ejercicios de promoción más tontos de la historia) para hacer creer que se trata de un líder mundial que guía al mundo por el buen camino. Ahora se busca algo más, los foros internacionales. Y es ahí donde el régimen se encuentra con la reprobación general, como vivo hay un par de días. Solo le aplaude Trump y es un aplauso envenenado.


Ahram Online publica hoy, en pleno proceso, un artículo intentando explicar la recuperación de la figura del vicepresidente en la nueva constitución reenmendada. Recordemos que se recupera una especie de senado, el consejo de la Shura (con poder electivo del presidente) y también esta figura. Se nos explica la tradición del puesto así:

After Egypt became a republic in January 1953 and Gamal Abdel-Nasser was elected president in 1956, the post of vice president came into being. But it has also become a problem for most presidents since then. Nasser used to change vice presidents every now and then, but in December 1969, or almost one year before he died, he decided to select one vice president, Anwar El-Sadat.
Unlike Nasser, Sadat chose Hussein El-Shafie, a member of 1952 revolution's command council, when he came to office in October 1970. In April 1975, however, Sadat decided to choose Hosni Mubarak, the former commander of the army's air force, as vice president.
Unlike his two predecessors, Mubarak declined to appoint a vice president throughout his rule.
"Maybe because Mubarak himself was a vice president and so he knew that the duties of a vice president are so insignificant, he decided not to name a vice president," said Samir Ghattas, an independent MP and a political analyst, adding that "the only significance in this post is that in the past a vice president could be a president if the latter died, and we all know that this was the case with Sadat and Mubarak."
But it was the uprising in January 2011 that at last forced Mubarak to name a vice president – Omar Suleiman, the chief of Egypt's general intelligence service.*



Quizá Hosni Mubarak no eligió un vicepresidente no porque se hubiera aburrido en el puesto, sino porque sabía lo que le podía ocurrir a la vista de los ejemplos anteriores. Por muy decorativo que sea un vicepresidente tiene poder como alternativa. Los militares no son un bloque férreo, como se vio en la propia sucesión de Sadat respecto a Nasser. Mubarak pensó en su hijo, tal como hoy al-Sisi confía en su hijo para otros menesteres dentro del ejército. No hay nada como la familia para poder descansar algo más tranquilo.
La política en Egipto se ha hecho siempre desde la presidencia porque quien ha mandado lo ha hecho a su medida, militares que consideraban lo político como un incordio frente a la claridad del mando. La verdadera política ha sido subterránea y como lucha entre grupos militares cuando discrepaban en el rumbo o no se satisfacían sus aspiraciones. Sadat persiguió con saña a los nasseristas según llegó al poder. Lo demás, en la vida política egipcia, es casi anecdótico.
La clave de la cuestión —es mi opinión— está en lo siguiente: si ocurre algo al presidente, sería el primer ministro quien asumiría el cargo; con el nuevo modelo, el sustituto, en cambio, sería alguien designado por el presidente, En términos de seguridad, permite mantener el mando y la continuidad ideológica, por decirlo así. No hay sorpresas y, si las hay, está previsto el mecanismo para evitar que lleguen a consolidarse, el vicepresidente.
Si Sadat y Mubarak, ambos vicepresidentes, llegaron a la presidencia por la muerte de sus predecesores —Nasser de un ataque al corazón; Sadat, asesinado—; al-Sisi llegó dando un golpe de estado desde el ministerio de Defensa, en combinación con el ministerio del Interior, con su compañero de gabinete Ibrahim. Morsi controlaba lo que no era importante, como se demostró. El verdadero poder estaba en otro sitio, donde siempre había estado; Policía y Ejército.
En el artículo se deja caer otra cuestión interesante:

By contrast, however, El-Sherif argues that the restoration of the post of vice president could be important in the future. "Because at some point we could have a political figure who can gain experience in exercising presidential duties and so he can run and become a future president, this will sure serve the objective of reinforcing internal and political stability," argued El-Sherif.
Agreeing with Al-Sherif, Abdel-Moneim El-Oleimi, a veteran member of parliament's Constitutional and Legislative Affairs Committee, told Ahram Online "see what happened with Hosni Mubarak."
"When president Sadat chose him as vice president in 1975, Mubarak was just a purely military figure. "
"He was able in his early years [as president] to regain stability after a long period of troubles under Sadat, and it was only because he refused to appoint a vice president throughout his rule and opt to prepare his son in his last years in power to inherit from him that the people decided to revolt against him," said El-Oleimi.
The report indicates that an appointed vice president will be required to take the presidential oath in accordance with Articles 144, and as for the conditions of his selection he will be governed by Articles 144, 145 and 148, and 173 of the constitution. "He will be sworn in before the president, and as for his salary and financial rewards, he will be governed by the same rules regulating the post of the president in this respect and in accordance with Article 145," said the report.*


Gamal Mubarak
Si al-Sisi se asegura la presidencia por ese periodo, estaría acercándose a la fechas de Mubarak, que controló la vida militar y civil con sus hijos como vigilantes y Gamal como aspirante.
La afirmación diciendo que la gente en 2011 se levantó contra Mubarak porque este iba a designar a su hijo como sucesor es dudosa, pero interesante. Es cierto que mucha gente estaba irritada con el hecho de que Gamal Mubarak pudiera "suceder" a su padre, (como Gadafi tenía a los suyos y Al-Assad padre ya había colocado al actual) pero creo no fue ese el motivo. Se entiende fácilmente si pensamos que la Primavera Árabe no comenzó en Egipto sino en Túnez y tuvo un efecto contagio. Puede que la gente estuviera enfadada, pero era una realidad por la que se hubiera urdido una conspiración, pero no un levantamiento popular.
Sin embargo, que se cite el caso de Mubarak y su familia mientras se presenta la reintroducción de la figura del vicepresidente no deja de ser significativo. Cualquier analista poco avezado de la realidad egipcia pensará que el plazo de 2030, 2032 y 2034, la cifras que se han barajado de al-Sisi en la presidencia (dando por hecho que ganará todas las reelecciones, lo que ya es mucha fe en la democracia) ya sabe que al-Sisi no saldrá por la buenas del poder. La cuestión está en el tira y afloja con el poder militar que le colocó. Al-Sisi es un producto del sistema militar, de su cúpula y de los intereses que representa dentro del conjunto, una línea militar que no es ni eterna ni inamovible, puede entrar en discrepancia con la presidencia.

Por eso se explican los castigos aplicados a los dos militares que decidieron salir a disputarle la presidencia a al-Sisi, un joven coronel, al que se arrestó inmediatamente, y el jubilado Amín, un peso pesado dentro de la cúpula militar en la reserva. Este detalle pasa a ser más importante cuando representan la generación militar anterior y posterior a la del al-Sisi.
El hecho de que sea el presidente quien designe al vicepresidente y que se haya visto que cuando hay vicepresidente, este acaba gobernando, ya nos da una cierta idea de lo que el puesto implica. Lo expresado en el artículo sobre la función decorativa del vicepresidente queda anulado cuando se dice que puede ser una persona "en formación", alguien que asegure la "continuidad" en el poder.  Eso implica que debe seguir siendo militar, como ha sido anteriormente, pues ningún civil entrará en la familia militar.

Los egipcios saben por qué están discutiendo sobre la vicepresidencia. Lo ven como un sucesor. Por eso Mubarak no quiso tener ningún vicepresidente; tenía a su hijo. La cuestión ahora es la siguiente: ¿de dónde ha salido la idea? ¿Alguien le quiere colocar un marcador a al-Sisi o, por el contrario,  es él quien quiere asegurarse nombrar a su sucesor para que cuando llegue el momento del relevo no haya que plantearse el problema actual? Con un sucesor fiel, un vicepresidente leal, el problema de tener que ampliar los mandatos presidenciales se vuelve innecesario. El relevo está preparado para el momento; se le puede ir introduciendo ante los egipcios, a los que se ha llevado a una fijación pauloviana con su presidente. Eso suavizaría también las cosas hacia el exterior, al parecer todo más "constitucional". De esta forma, se habrían introducido elementos pensando en el largo plazo. Quién pueda ser, seguro que ya es motivo de especulación, aunque el nombre ya esté fijado. Entonces se podrá saber hacia dónde se camina.
A algunos les puede parecer que es demasiado adelantar que ya se esté pensando en qué ocurrirá más allá de 2030, 32 o 34. Y pueden ocurrir muchas cosas efectivamente en este tiempo; pero más bien se trata de que la asfixiante "normalidad" egipcia exige intentar acercarse a los límites para ver qué hay al otro lado del muro. O, al menos, imaginarlo.
En Egipto es otro el ritmo, otra la medida del tiempo.


* "Egypt's constitutional changes: A look at the post of vice president" Ahram Online 21/04/2019  http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/330352/Egypt/Politics-/Egypts-constitutional-changes-A-look-at-the-post-o.aspx




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