domingo, 7 de abril de 2019

El arte de la infidelidad

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Algunos países árabes (por no decir casi todos) se encuentran con un problema: tras ser abrazados y felicitados por Donald Trump, se encuentran que les ha dejado clavado un puñal en la espalda. Los primeros movimientos en la política exterior fueron hacia los países árabes, con las famosas fotos de la Danza de la Espada y de las manos juntas con el Rey Salman y el presidente egipcio Abdel Fatah al-Sisi.
En su momento, cuando se mostraban los egipcios tan orgullosos de que su presidente fuera abrazado y alabado sin límite por Donald Trump, se sintieron felices por ver que tan importante personaje (me refiero a Trump) tuviera tanta admiración por el militar. Incluso lanzaron a los cuatros vientos la idea de que habían sido los primeros en felicitarle por la grandiosa hazaña de llegar a la Casa Blanca con más de dos millones de votos menos que su rival, Hillary Clinton. Pero, como acaba de expresar, puede que Dios quiera que Trump esté en la Casa Blanca. Son las ventajas del monoteísmo, ya que una suerte similar se le atribuye a al-Sisi.
Pero Donald Trump, por si la política no fuera bastante sucia, ha incluido en ella todas sus malas artes aprendidas durante años "negociando" por todo el mundo con sus negocios inmobiliarios y situando sus "torres" en los sitios más variopintos, incluida una futura torre en Moscú, que va por buen camino.


La amistas con Trump le está saliendo un tanto cara a al-Sisi, enfrentado ahora al referéndum para sacar adelante las enmiendas constitucionales y asegurarse otro largo reinado a lo Mubarak, por más de treinta años a ser posible. Lo que parecía una prueba de lo importante que era su presidente que hasta el de los estados Unidos le echaba flores, se ha convertido en una situación delicada al tomar una dirección nítidamente hacia la política expansionista de Israel y, especialmente, la vulneración de todos los acuerdos internacionales sobre los conflictos. Pero esa la especialidad de Donald Trump, cuantos más principios vulnere, más convencido está de ir por el buen caminos. Pero no opinan así en el mundo árabe.
Ahram Online dedica a esta cuestión un artículo de opinión servido desde el think tank del Al-Ahram Weekly. El artículo, titulado "Confronting Trump diplomacy", lo firma Hussein Haridi, antiguo asesor del Ministerio de Exteriores egipcio. Tras hacer un balance de los aspectos importantes de la línea seguida por las partes tratando de mantenerse dentro de los acuerdos internacionales, Haridi comienza a plantear los problemas con la llegada de Trump a la presidencia:

More importantly, nine American administrations (four Democrats and five Republicans) since 1967 before the Trump administration have guided American diplomacy in the context of UN resolutions concerning the Arab-Israeli conflict. Needless to say, peace-making between the Arabs, the Palestinians and the Israelis has not been smooth sailing, but still, American diplomacy from 1967 till the election victory of President Donald Trump in 2016 succeeded in working out peace deals that served the long-term peace cause in the Middle East.
Arab countries and the Palestine Liberation Organisation and later on the Palestinian Authority, established by the Oslo Accords, considered the US role in the pursuit of peace in the region to be crucial and some of them believed that the United States is an “honest broker” between the Arabs, the Palestinians and the Israelis.
Some Arab leaders had gone as far as claiming, erroneously, that 99 per cent of what they had liked to describe as the “deal cards” were in the hands of the United States.
But this was an over exaggeration and a major strategic miscalculation. The decisions by the Trump administration recognising Jerusalem as the capital of Israel, on 6 December 2017, and recognition of Israeli sovereignty over the Syrian Golan Heights, on 25 March 2019, should debunk this belief.
These two decisions, that run against UN resolutions pertaining to the Arab-Israeli conflict and legitimise the annexation of foreign territories by the use of force, mark a very serious development in American diplomacy in the Middle East and accordingly pose a grave challenge to the Arab world.
From June 1967 onwards, the Arabs negotiated with the Israelis through American mediation on the assumption that the United States would respect the spirit, if not the letter, of applicable resolutions in brokering peace deals and arrangements between Arab countries, the Palestinians and the Israelis.*


Como puede apreciarse, con mucha educación, pero con firmeza, se le está diciendo algo que ya es un coro, que los Estados Unidos de Trump no son un socio fiable ni un negociador neutral. Han perdido el crédito que les convertía (y permitía) sentarse en una mesa a negociar. Estados Unidos ahora es más el mánager del púgil, el que le grita consignas desde la esquina del ring, por usar una metáfora clara.

Los Estados Unidos de Trump ya no son un socio fiable para nadie. Incluso, podríamos decir, que ni para él mismo, puesto que lo que está destruyendo es su propia credibilidad.
En la época de Obama, los países árabes miraban a la presidencia con recelo. Obama, pensaban, les había intentado colar la democracia a ellos, a los veteranos dictadores del mundo árabe, a través de la Primavera Árabe. Nadie había tocado un pelo de Arabia saudí, pero todos se habían visto arrastrados por mareas populares, primero, y por oleadas de islamismo que llegaron después de que les hubieran sacudido el árbol. Comenzaron a decir que eran los Estados Unidos los que estaban detrás del estado islámico (y lo siguen diciendo), pero esto forma parte de sus propias estrategias internas, vendiendo al pueblo las conspiraciones que quieren destruirles. Y el pueblo las cree unas más que otras. Pero el caso de Israel es distinto.
La presunta neutralidad de los Estados Unidos era necesaria para poder aspirar a mediar entre ambas partes, pero siempre dentro del marco de los acuerdos internacionales. Ahora, la cuestión es muy distinta, con los Estados Unidos negando el valor de todo lo suscrito en cualquier foro anteriormente.
El traslado de la capital a Jerusalén y el anuncio hace unos días de reconocer como israelís zonas ocupadas, los Altos del Golán concretamente, dejan en una situación bastante complicada la zona y hacen que los socios se resientan y tengan que dar la cara. Lo malo es que, envalentonado, Netanyahu ha incluido en su programa electoral tragarse unas cuentas tierras más para la ampliación de Israel. El descaro es enorme.


En la zona, es dinamitar a los que están bajo la "amistad" de los estados Unidos. Les coloca en una situación difícilmente tolerable. El más afectado es Al-Sisi, que es el que más ha explotado la amistad con Trump, para después ser pisoteado. Las amenazas de cortar las inversiones oficiales en el Ejército o en otro tipo de ayudas dejan ver claramente que Trump se cobra su amistad con creces. Lo malo es que al-Sisi no puede nadar y guardar la ropa, especialmente en un momento en el que tiene necesidad de manejar el prestigio guardado para lucirlo de cara al referéndum constitucional que le asegurará la presidencia por décadas.
El control de los medios es necesario para evitar males posteriores, pero la cuestión palestina es especialmente fácil de manipular por la oposición, a la que le es muy útil recoger el anti americanismo sembrado desde hace mucho tiempo. Lo deja claro el final del artículo de Ahram Online:

The era of the Americans holding 99 per cent of the “cards” is history. The year 2019 is not 1979. The final declaration of the Arab Summit in Tunisia incarnated an Arab consensus rejecting any peace deal that is not based on United Nations resolutions pertaining to the Arab-Israeli conflict and to the Palestinian question.*

La conjunción negativa de Trump y Benjamín Netanyahu puede ser demasiado para la situación actual. La declaración citada representa el consenso de los países árabes. Trump puede despreciarla, pero no ignorarla. El riesgo que se corre es que lo que se cree que ha terminado, vuelva a empezar de nuevo con nuevos focos. La comunidad internacional se ha ido manifestando en favor de los acuerdos de Naciones Unidas, pero es otra institución "fallida", según la perspectiva de Trump y su administración.


Son muchos los riesgos sistémicos que cualquier incidente puede provocar y, sobre todo, obligará a algunos países árabes tener que elegir entre su conexión americana y sus pueblos si se produce algún incidente grave.
Netanyahu y Trump haciendo electoralismo es más de lo que la zona puede resistir. Ya muchos añoran a Barack Obama, que al menos fue claro medianamente claro. En el baile de la política no es sencillo cambiar de parejas, pero el desparpajo con el que Trump pasa de abrazar a saudís y egipcios para después engañarles con Israel demuestra algo más que el arte de la negociación. Es más bien el arte de la infidelidad, algo de lo que Trump sabe mucho o, quizá, sea su estado natural. 
Creo que Mike Pompeo se equivoca.




* Hussein Haridi "Confronting Trump diplomacy" Ahram Online 4/04/2019 http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/329459/Opinion/Confronting-Trump-diplomacy.aspx

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