Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Cada
vez que algún organismo o institución, nacional o internacional, emite algún
tipo de informe sobre los Derechos Humanos, el gobierno egipcio se enfada. Esto
implica enfadarse muchas veces al año porque no creo que exista un solo informe
positivo, del parlamento europeo al departamento de Estado USA, de Naciones
Unidas a Amnistía Internacional. Exceptuamos, claro está, los que el propio
gobierno egipcio trata de establecer como verdades inapelables y ahora
"patrióticas".
Ahram
Online, el diario estatal, publica y nuevo texto indignado del régimen egipcio
en el que, otra vez, se habla del error universal que supone no entender lo que
el estado realiza, esa labor en defensa del orden mundial, puramente altruista.
De nuevo el ministerio de Asuntos Exteriores tiene emitir un comunicado
declarándose inocente, malinterpretado y víctima de conspiración de oscuros
intereses:
The Egyptian foreign ministry has said that the
US State Department’s annual worldwide human rights report for 2018 makes
unsubstantiated claims about the state of human rights in Egypt.
The ministry said in a statement on Thursday
that the report relies on false information provided by non-governmental
organisations that have political motives and that fail to provide evidence for
their allegations.*
Los primeros párrafos del escrito son defensivos, negándolo
todo y apuntando a los enemigos de Egipto, siempre conspirando por hacerles
quedar mal. Egipto es un paraíso en el que caben todos los buenos y solo los
malos se quejan, unos por envidia de tanta felicidad y progreso, otros porque
intentan destruirlos desde el principio de los tiempos. A ellos se suelen
referir como "fuerzas internacionales", "enemigos exteriores",
etc. Como el texto es ya un "clásico", probablemente lo tengan
redactado para ocasiones futuras.
La segunda parte está dirigida hacia el interior. Tiene un
carácter propagandístico, que en este caso trata de buscar la afirmación del
propio pueblo egipcio, que debe quedar convencido que vive en un mundo
paradisiaco, que todo el que discrepa es un terrorista y que allí reinan la ley
y la justicia.
Llegan entonces los párrafos en los que se produce el
rasgado de las vestiduras, el momento en el que él gobierno lamenta que nadie
resalte los "esfuerzos", los enormes "logros" en materia de
derechos humanos:
"The report made no mention of the efforts
by the Egyptian government to strengthen human rights in all their facets and
implement constitutional guarantees in this regard," the statement said.
"The report also failed to mention the
major achievements made in enhancing religious freedoms and providing equal
economic and social rights to all citizens.”
The ministry also said that the report does not
mention the oversight mechanisms mandated by Egyptian law to address any human
rights violations in an independent, transparent and patriotic way.*
Mientras Egipto siga sin dar cuenta de lo ocurrido, por
ejemplo, con Giulio Regeni, secuestrado, torturado, asesinado y arrojado su cadáver a una cuneta,
es mejor que no exagere en independencia,
transparencia o patriotismo. Mientras ese caso, que le ha llevado las
condenas de todas las instituciones europeas y la retirada del embajador
italiano, siga abierto, negándose a dar la información sobre los miembros de
los servicios de seguridad (algo que es una evidencia para todo el mundo) que
intervinieron, cualquier discurso es ridículo.
Al actor Amr Waked —noticia de estos últimos días—, que
reside fuera de Egipto, ha sido sentenciado ocho años de cárcel. Es otro caso
más que el régimen egipcio acumula en la forma particular de interpretar la
democracia, la crítica y los derechos humanos.
Egyptian Streets nos da cuenta del caso:
Prominent Egyptian actor Amr Waked said he has
no intention of returning to Egypt at the moment, after what he called “the
confiscation of his rights”, in response to his political positions as of July
2013.
On Monday, Waked tweeted “I have been informed
that he is a high-ranking absentee from the Egyptian ‘military’ judiciary on
behalf of Cairo with five years of imprisonment and another sentence of three
years imprisonment on charges of publishing false news and insulting state
institutions. They refused to give me a copy of the two charges, because they
have not yet ratified them since May.”
He confirmed to the Mada Masr that lawyers
tried to obtain the details of the sentences issued against him; to be able to
take the necessary legal measures, but they have only received the charges that
he was convicted, noting that lawyers are trying again to get any clarification
on the provisions.
Waked also said on Twitter that the Egyptian
authorities abroad refused to renew his passport which expired in November
2017. He explained to Mada Masr that
he went to the Egyptian Embassy in the Spain, where he has been residing since
October 2017, in the first half of last year requesting a passport renewal
before being informed that he can not and was urged to return to Egypt to renew
it.
The actor is very vocal about his political
views and stance. In an interview with Mada
Masr, Waked revealed that the restrictions against him began in September
2017, “I was summoned in the prosecution on the grounds that I broke someone’s
car. I found out that I was accused by someone I don’t know that I have broken the mirrors of
their car. So they questioned me and left on bail worth five thousand pounds.
The case went to court and I was traveling abroad for a job during the first
session where the Supreme Court’s verdict was three months of imprisonment.”
Waked, one of the artists who participated in
the revolution of January 2011, is known for his political positions opposed to
a number of policies by the current government. He in particular renounced the
rejection of the decree of President Abdul-Fattah al-Sisi in July 2013
pertaining the maritime border between Egypt and Saudi Arabia, the islands of
Tiran and Sanafir. **
No parece un ejemplo de transparencia, aunque pueda que
algunos vean en perseguir a las personas
críticas una forma de patriotismo. De nuevo, cualquier discrepancia en
cualquier tema es considerado un ataque al estado.
El caso de las islas, por el que se comenzó a perseguir a
Waked, ha tenido muchas más víctimas por discrepar o por manifestar que las
islas, un regalo al rey Salman, que deja en evidencia la dependencia que Egipto
tiene a todos los efectos de Arabia Saudí, son egipcias, como enseñaban los
textos en la escuela.
Aquí hemos contado casos, como el despido de la profesora
Mona Prince, por bailar en la terraza de su casa, y otras decenas de
detenciones o persecuciones a discrepantes o activistas que han sido víctimas
de los leguleyos, perros guardianes, que el régimen usa para atacar a las
figuras del activismo, de actores a cantantes o escritores.
La propia Egyptian Streets cierra la información sobre Amr Waked
recogiendo el caso de la cantante Sherine, condenada por decir que no bebería
agua del Nilo a causa de los parásitos y preferir el agua embotellada (caso tan
delirante como suena). La condena fue de seis meses y la cantante ha tenido que
pedir perdón públicamente. Los casos podrían acumularse y traernos un panorama
que no tiene nada de idílico, como el gobierno pretende.
Se trata de convencer a los egipcios —especialmente ante el
próximo referéndum sobre las enmiendas constitucionales— que consagrarán al
presidente Abdel Fattah al-Sisi como líder eternizado en el poder. Toda su
obsesión es aparentar un estado de perfección y servicio, en el que todo lo que
él su gobierno hacen está al servicio de la patria, y quien les critica son
aliados de sus enemigos, reales o imaginarios.
La tercera parte del artículo de Ahram Online desde el
Ministerio de Asuntos Exteriores es también de presencia obligada en este tipo de textos de negación:
The statement also stressed the importance of
respecting the principle of non-interference in the internal affairs of any
country, as well as the necessity of analysing the issue through a
comprehensive lens that takes into account the tangible achievements made to
improve human rights in Egypt.*
La "no interferencia" es la parte que el gobierno
de Egipto sigue sin entender (aunque la entienda perfectamente. El concepto de
"interferencia" no tiene nada que ver con la crítica a sus prácticas
autoritarias y al deterioro constante de los derechos humanos. De nuevo, la
idea de interferencia se usa para manipular haciendo creer que el mundo es enemigo
de Egipto y que trata de interferir en su perfección. La narrativa nacionalista
oficial es tan especial que puede parecer absurda, pero es la que se manifiesta.
Desde hace mucho tiempo, señalamos que el gobierno egipcio
podía controlar las comunicaciones en el interior, callando a los discrepantes
o sacándolos del país y silenciándolos después con diversas estrategias de
presión. De la misma forma, se indicó que el gobierno no podría acallar las
informaciones en el exterior. La forma de intentar mitigar su efecto es lo que
revela este comunicado: 1) las noticias son falsas; 2) las esparcen los enemigos del pueblo; y 3)
tratan de destruir el país milenario, cuya esencia está en la unión de pueblo y
Ejército, y ahora con el añadido religioso, a diferencia de la época de
Mubarak, que le enmendó a Sadat la vena religiosa que tan mal resultado le
había dado.
La cuestión de los derechos humanos no es una campaña; es
una realidad que padece el pueblo egipcio en cuanto se separa un poco del guión
establecido por el régimen, como hemos podido ver en las elecciones
presidenciales, que fueron finalmente una farsa.
La lucha contra el terrorismo es una realidad, pero también
que se mete en el saco terrorista a todo el que discrepe. Discrepar es decir,
por ejemplo, que el régimen no es democrático, algo que obvio.
La campaña del régimen no ha sido solo contra su
"enemigo natural", los islamistas, sino contra todo crítico. Además
se ha intensificado la intransigencia manipulando el sentimiento religioso, que
se ha llevado a primer término, como ejemplo piadoso, alejándose de la libertad
de conciencia, ya que el que no se declara religioso también es perseguido si
lo hace en demasía. El régimen ha controlado los medios de comunicación
mediante leyes, presiones económicas y legales, haciendo cambiar directores o
haciendo imposible la escritura.
Con el titular "Egypt refutes criticism of US 2018
report on human rights conditions: Spokesperson"***, Egypt Independent
repite obediente el mismo comunicado del portavoz del ministerio, pero lo
acompaña con una foto que representan a dos policías pegando a una persona en
mitad de la calle. Uno le golpea en el suelo con las manos mientras que el
otro, uniformado, le pega patadas en cabeza y espalda. Es un ejercicio de
contraste muy ilustrativo sobre las posibilidades de la información. Se repite
la doctrina, pero se contrarresta con lo que no puede ser ni negado ni acusado
de expandir noticias falsas, el arma principal contra todo el que abre la boca.
El ejemplo más claro lo tenemos en el asesinato en plena luz
del día de la poeta y activista Shaimaa al-Sabbagh, la llamada mártir de las
flores, pues ese fue su mayor delito, llevar una corona de flores en recuerdo
de los caídos durante la revolución de 2011. De no existir las pruebas
irrefutables en las que se veía al oficial de Policía dispararle por la
espalda, serían sus propios compañeros —los que denunciaron— los que habrían
sido encarcelados. Afortunadamente aparecieron vídeos y fotos en los que se
veía al asesino uniformado. Fue condenado y salió a la calle un año después
tras revisarse el juicio. Este tipo de procedimientos es lo que el gobierno
egipcio llama de reino de la ley, la transparencia y el patriotismo.
Transparencia y legalidad fue matar a cinco delincuentes para tratar de
endosarles la muerte de Giulio Regeni, haciendo que el pasaporte impoluto
apareciera entre sus pertenencias. Los muertos no se quejaron, pero de los
vivos no se lo creyó nadie. Transparencia, derechos humanos, patriotismo.
No podemos dejar fuera de esta cuestión el artículo
publicado el cuatro de marzo por el politólogo Amr El-Shobaki en Egypt
Independent en donde se analizan los errores de la política de derechos humanos
llevada por el gobierno egipcio desde la perspectiva de los errores de
comunicación y la estrategia argumentativa, lo que le vale las críticas
exteriores. El artículo, dos semanas después sigue siendo actual porque son los
mismos errores los que se cometen una y otra vez.
Plantea El-Shobaki el error de comunicación que suponen las
intervenciones del gobierno rechazando las críticas sobre los derechos humanos.
En sus tres párrafos finales,
El-Shobaki señala:
The President has focused on the priority of
combating terrorism, even at the expense of human rights, a point that has
popular support in Egypt and receives the satisfaction of the radical
nationalist right wing in the West (gaining popularity among the public). He
pointed to the dangers of terrorism, which threatens our region with
destruction and devastation. Western countries have also faced the existence of
extremist terrorist elements with security and an incubator environment that
includes thousands of Muslims feeding terrorism, and they are sometimes subject
to security breaches that have been met with human rights objections. But these
objections have not affected the opinion of the public, who mostly accepted any
restrictions imposed in Europe on intellectually radical Muslims, even if they
did not practice or incite violence and even if these restrictions were at the
expense of human rights principles.
The priority of fighting terrorism in our
country is echoed by a current in Europe that explicitly or implicitly
considers that the Arab region has unique privacy that renders it indomitable
to democracy and respect for human rights. That current echoes that the West is
no longer interested in spreading democracy and human rights in the Arab world
(except for NGOs’ work), because there is a current within it that considers it
a hopeless region, with the only demand being that this region does not export
terrorists and refugees to Europe.
Although the official discourse in Egypt
targets this current, it insists on losing the civil democratic current in full
and most of the think tanks and major newspapers when it does not review the
violations that occur in the field of human rights as an Egyptian issue first
and not a Western one. Also, making a speech that seems to reject human rights
as a principle and a supreme value is very damaging to us. What is needed is to
correct internal mistakes and discuss the subject or the accusation, confront
the politicization of human rights discourse, and not say that there is culture
for us or others that allows them to insult the man whom God has honored.****
Comete de nuevo El-Shobaki el error de comparar los
problemas de derechos humanos. Entendemos que es la parte que debe ofrecer al
régimen para no tener demasiados problemas, pero no se puede equiparar la lucha
contra el terrorismo (en la que Egipto tiene el apoyo mundial) y la excusa para
deshacerse de la oposición, sin distinguir la democrática de la que no lo es.
Incluso aceptando como fuerza de apoyo, por ejemplo, a los salafistas, cuyo
compromiso democrático es más que dudoso.
Las campañas contra el colectivo LGTB, contra los ateos, los
activistas, las ONG, escritores, periodistas, etc. no tienen nada que ver con el "terrorismo" y
sí mucho que ver con la falta de compromiso con las libertades, con la voluntad
de perpetuarse en el poder y el papel central del Ejército al mando del país.
Si Egipto no ha avanzado hacia una democracia desde su revolución, sino a
posturas cada vez más autoritarias, es debido exclusivamente a la facilidad
para el uso de la fuerza y la represión descontrolada, que es lo que se
critica. Es más sencillo hacer desaparecer, exiliar, amenazar, etc. que debatir
el futuro del país.
Por eso los argumentos del régimen son banales y no
convencen a nadie. De eso, además, se aprovechan los verdaderos enemigos, los de la internacional
islamista que se aseguran el victimismo y la entrada por la puerta falsa en la
sociedad. Solo la identificación del régimen con el propio país es lo que más
problemas crea porque las acciones no son hacia las libertades sino hacia la sumisión
al poder, al que hay que celebrar como salvador siempre.
La idea, señalada por El-Shobaki, sobre que Occidente da por
perdida la causa de la democracia en el mundo árabe es un arma de doble filo,
pues justifica la eternidad de las dictaduras, que es lo que causó precisamente
las revoluciones. La democracia, como ha repetido otro ilustre exiliado, el
novelista Alaa Al-Aswani, "es la solución", no el problema, como se
han cansado de repetir desde el poder para justificar el enterramiento de la
revolución democrática de 2011. Ese era el argumento usado por el "club de
los dictadores" y ha sido el argumento para mantener la carnicería de
Al-Assad en Siria. Y esa sigue siendo, además, la velada amenaza: si no se nos
respalda, enviaremos hacia Europa y el mundo a los terroristas. Es el famoso
abrir las cárceles para que aumente el peligro. Es una tentación que los
dictadores tienen. Lo hizo la Cuba de Castro cuando la gente le pidió salir y
se le presionó.
Si se acepta —y tiene razón en esto— que la cultura local es
"incompatible" con la vida democrática, el futuro está perdido. Solo
queda la sumisión paternalista a un régimen que se presenta como proveedor de
lo necesario y a cambio exige la obediencia. Es lo que se deduce del comunicado
del ministerio. Se deben meter en la misma balanza la privación de libertades y
derechos y la seguridad o tranquilidad. Eso es una falacia.
La situación egipcia no es fácil Nadie piensa eso. Lo que no
se puede es volver aceptable la guerra sucia y la falsa guerra, la que se hace
contra el terrorismo y la que se hace contra los demócratas que piden libertad
y la aplicación de los derechos humanos.
Cuando el gobierno ha perpetrado masacres o violencia, viene
a decir que tiene el respaldo del pueblo, un argumento falaz y terrible ya que
extiende la sangre a los demás. Es lo que le permitió al presidente al-Sisi
decir que no fue él quiere ordenó las matanzas de 2013, sino que se limitaron a
seguir la "voluntad popular".
Hace unos días criticábamos el artículo de otro prominente
intelectual egipcio cuando criticaba los errores de la democracia (Trump y
Brexit) y alababa la "sabiduría del pueblo". El "pueblo
sabio", indudablemente, es el que confía en lo que hacen y dicen sus
autoridades, el gobierno y los clérigos, en este caso. Es evidente que por ese
camino, Egipto no va más que a más dolor y violencia.
La democracia es una fuerza que permite defenderse de los
autoritarios. Pero cuando los autoritarios tratan de camuflarse como demócratas,
la percepción se pierde. El gobierno lleva mucho tiempo, incluso por boca de su
presidente —también lo señala El-Shobaki—, criticando la política de Derechos
Humanos, diciendo que no son "adecuados" para el mundo árabe y para
Egipto. Lo que se olvida señalar es que el hecho de que esto ocurra se debe
precisamente a la existencia de un autoritarismo no evolutivo, estancado en el
poder, al que se aferran como Buteflika hasta gobernar con un pie en el otro
mundo.
Se olvida que los egipcios salieron a la calle en 2011, en
gran parte, ante la intolerable pretensión de Mubarak de repetir mandato o,
peor, delegar en su hijo Gamal el poder para que todo siguiera atado y bien
atado. Ese es el problema, algo que la situación argelina nos vuelve a hacer
cristalino. Nadie sale del poder porque los intereses que se han generado desde
él son de tal calibre que abandonar el poder supone la ruina de miles. Es la
corrupción de los hijos de Gadafi, de los hijos de Mubarak y de los de
Al-Assad, que sí dejó a su hijo, Bachar. Su permanencia en el gobierno está
manchada por cientos de miles de muerte.
Esa es una parte de la triste realidad. Ese estado de cosas
ha hecho que a la sombra del poder se entreteja un mundo que desea no perder
sus privilegios, a los que se accede cuando se aplaude al militar o al civil de
turno, según toque.
La cuestión de los Derechos Humanos es importante. Todavía
resuenan las palabras de Al-Sisi diciendo que ya se había completado la
"hoja de ruta". Reflejaban un muy pobre sentido de la palabra
democracia y las que le van asociadas, como lo derechos humanos. Es obligación
de la comunidad internacional, ya sea oficial o la sociedad civil, que no se
olvide. No es interferencia, como dice el ministerio. Es la preocupación
precisamente por aquellos que padecen la represión y la violencia.
Lo que El-Shobaki llama "corrección de errores
internos" es algo más profundo. Es cambiar la mentalidad de lo que
significa el poder y lo que significa una voluntad democrática. No, no hay
patriotismo en la represión. El mejor patriotismo es el que fomenta la paz y las libertades, los derechos de todos. Se puede negar y negar, pero las evidencias del día a día carcomen los discursos gloriosos.
*
"Egypt says US State Department report on human rights situation 'relies
on unsubstantiated claims'" Ahram Online 14/03/2019
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/328227/Egypt/Politics-/Egypt-says-US-State-Department-report-on-human-rig.aspx
**
"Egyptian Actor Amr Waked Sentenced to Eight Years in Jail for “Spreading
False News and Insulting State Institutions”" Egyptian Streets
6/03/2019https://egyptianstreets.com/2019/03/06/46027/
***
""Egypt refutes criticism of US 2018 report on human rights
conditions: Spokesperson" Egypt Independent 15/03/2019
https://ww.egyptindependent.com/egypt-refuses-criticism-in-us-report-2018-on-conditions-of-human-rights-spokesperson/
**** Amr
El-Shobaki "Human rights questions" Egypt Independent 4/03/2019
https://ww.egyptindependent.com/human-rights-questions/
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