Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Empezó
como una ligera sospecha, pero se fue confirmando cuando vi que existía cierto
patrón repetitivo, confirmado en vista posteriores: los presentadores de la BBC
se reían cuando daban noticias sobre el Brexit. A unos les hacen gracia las
preguntas y a otros les hacen gracia las respuestas. Sea por lo que sea, los
británicos (al menos la BBC) han entrado en ese peligroso estado que nosotros
expresamos como "reír por no llorar".
La
señora May ha llevado al Reino Unido a esa extraña situación. El país, modelo
de democracia, se ha convertido en un motivo de risas, sarcasmos y sincera pena
por parte de muchos. Puede que el Brexit sea malo para todos, pero
lo cierto es que está hundiendo el prestigio político de siglos del Reino Unido. Las sátiras han aparecido con el Brexit y los políticos. Ellos son el objeto de lo único que le queda al público. Escribían en agosto pasado en la BBC
"There's a natural chaos at the heart of
Brexit so it makes for great comedy," says Forde, who hosts the political
comedy show Unspun With Matt Forde on Dave and is surely one of the few people
who can claim to have appeared on both Mock The Week and Question Time in the
same year.*
Y el caos es el centro de la comedia en un escenario, pero el de la tragedia en la realidad.
Las
risas de los periodistas ante las bromas de Tusk y Junker esta semana pasada,
hacían intuir que Theresa May, como el personaje de la película El sexto sentido, está muerta pero
todavía no lo sabe. Recorre el parlamento, cruza el Canal, llega a Bruselas... y
vuelta. No se ha dado cuenta todavía.
Me
encuentro en la página de la CNN un artículo de Nic Robertson, su corresponsal
en Reino Unido, con el siguiente titular: "Give Brits your
sympathy. The British
government, not so much"**. Y creo que es lo que la gente siente. Los
periodistas de la BBC no se ríen de la situación. Lo hacen más bien de los que
les han llevado a ella. Se ríen de lo que comenzó con el señor Cameron, sin
saber muy bien por qué, y terminará —si no la defenestran hoy, como aseguran
muchos diarios— con Theresa May, una mujer cuyo papel en los libros de Historia
dará para mucho. Nadie da mucho por su cabeza, pero ella la tiene en tanta
estima que nos hace dudar.
Robertson comienza su artículo contando una broma que hace
en los aeropuertos, ponerse en la otra cola, la destinada a los que nos son
ciudadanos de la Unión Europea: «"I'm
just practicing for when we Brexit next week," I told the immigration
officer at the head of the non-EU citizens line, as I pushed forward my British
passport.»** Dice que le
sonríen con cierta pena y comprensión en los aeropuertos por donde ha pasado.
Simpatía
hacia los británicos, rechazo a su gobierno y políticos. Esa es la tesis central del artículo. Creo que es cierta. La cuenta abierta por los
británicos para recoger firmas para un segundo referéndum ha tenido millones en
pocas horas. Las últimas noticias hablaban de más de cinco millones de
firmantes. La convocatoria para manifestarse en las calles ha tenido la
atención de los medios de todo el mundo. Puede decirse con certeza que Reino
Unido es el país con mayor fervor europeísta. Ha tomado el relevo de Ucrania. Y
es que por mucho que nos quejemos, la Unión es la Unión.
Escribe
Nick Robertson sobre cómo se van centrando en May las críticas dentro y fuera:
While
May is a focus of anger at home, opinion abroad is also worsening. From a
distance, Britain's long-esteemed political establishment appears to be crumbling,
one of the original architects of modern democracy floundering in archaic and
arcane process. Much as the British empire eroded publicly with nowhere to
hide, the nation's humiliation over Brexit has staggered center stage.
The humiliating stumble toward Brexit
Britain
-- though I emphasize, not the British people -- has become an embarrassing
full stop to many conversations, if not yet a laughingstock, on the
international diplomatic circuit. Discrete shakes of the head became eye rolls,
which in turn became voluble despair.
Initially,
diplomats and other government officials both inside and outside the EU could
not comprehend why the UK wants to leave the EU. Now they are struggling even
more to grasp how and why British politicians are making such a hash of it.
After
May's meetings in Brussels on Thursday, disillusionment was so profound that
even diminutive Luxembourg's Prime Minister Xavier Bettel chimed in: "I'm
sorry. I already said it six months ago. You are in and you wanted a lot of
special regulations for the UK," he said. "Now you want to be out but
with a lot of advantages, like you would be in. It is not possible. Either you
are a member of the family or not."**
Tiene razón Bettel. La salida del Reino Unido no tiene un
motivo claro, fue una forma de presionar, una amenaza que les salió por la
culata. No se puede estar la vida pidiendo un trato especial cuando se es de un
club. Cameron, como miembro del país que inventó los clubes debería saberlo.
Pero Cameron era Cameron, de la misma manera que "Brexit is Brexit",
es decir, incomprensible por circular.
Los británicos que se ríen del Brexit se ríen, como
decíamos, por no llorar. Es una risa triste, desde luego. Confirma que Theresa
May heredó una patata caliente que sigue quemándose sobre las brasas de un
fuego de campamento scout.
Cuando ya nadie entiende nada es cuando solo queda esa
salida. Por eso se ríen los comentaristas de la BBC cuando preguntan qué ha
ocurrido en el parlamento y se ríen cuando tratan de explicarlo. Resulta incomprensible para ellos mismos.
La gloriosa, épica, orgullosa salida del Reino Unido de la
Unión Europea está siendo para los propios británicos motivo de risa y también
de fractura social, algo de lo que tardará mucho en solucionarse si es que
llega a hacerlo.
Me apenan, especialmente, los millones de jóvenes británicos
que votaron claramente por la permanencia porque así veían salida a su futuro.
Se les ha hipotecado el futuro por los que vivirán menos para comprender su
error.
Pero el futuro más oscuro lo tiene el partido conservador
británico, al que apuntan todas las miradas y señalan todos los dedos. Todo se
ha cocido allí, de Cameron a May. Los que dicen que el Brexit debe seguir por
"coherencia y respeto" político se están engañando. Hoy una mayoría
de británico (y medio mundo) sabe que fueron manipulados y engañados, que las
cifras y datos eran falsos, que no había plan alguno y que se les arrastraba al
desastre. Ya lo saben. Eso pasará
factura a los tories por décadas.
* "Why Brexit is getting laughs at the Edinburgh Fringe" BBC 14/08/2018 https://www.bbc.com/news/entertainment-arts-45173361
** Nic
Robertson "Give Brits your sympathy. The British government, not so
much" CNN 24/03/2019
https://edition.cnn.com/2019/03/24/opinions/brexit-analysis-europe-view-robertson-intl/index.html
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