Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Vivimos
en un universo de informaciones; actuamos en respuesta a ella. Percibimos el
mundo que nos rodea y la damos forma en función de esas informaciones que
generan nuestras expectativas y producen nuestros filtros de credibilidad. Si a
esto le sumamos el deseo de que sean confirmadas nuestras visiones del mundo,
tenemos una mezcla explosiva: somos cada vez más manipulables.
La
tendencia a ser manipulado forma parte de nuestra naturaleza. Nuestros
pensamientos y deseos pueden ser guiados mediantes distintas prácticas. La más
antigua de estas técnicas es a la que le dieron el nombre de Retórica, el arte
de actuar sobre el otro a través de la palabra esencialmente, del lenguaje
nuestra herramienta comunicativa y constructiva del mundo. El lenguaje nos
permite relacionarnos simbólicamente con el mundo y en esa relación las
palabras lo configuran en nuestra mente, pero a la vez le dan forma como un
etiquetado. Llamamos, decimos, a las cosas por su nombre, pero ese nombre lo
hemos puesto nosotros y refleja nuestro mundo y su forma de pensar. Con las
palabras podemos construir tentadores caminos que nos lleven a donde aquel que
sabe manejarlo con habilidad quiere llevarnos.
Amplificar
el poder del lenguaje, aumentar su alcance, es hacer crecer el riesgo de la
manipulación. Esa fuerza nació con los medios de comunicación que permitían que
un discurso pudiera ser escuchado por millones de personas simultáneamente. El
poder de la palabra se multiplicaba.
Nuestro
universo actual está lleno de estas manipulaciones en la medida en que vivimos
en una etapa de transición entre el mundo de los viejos medios y los nuevos en
un amplio conflicto. El poder de los medios es grande, pero los viejos medios
están bajo una doble vigilancia que los nuevos medios no tienen. En primer
lugar está la profesionalización. Desde hace cien años, el Periodismo se
estudia en escuelas y facultades universitarias; se analiza la responsabilidad
de medios y profesionales y se aprende que existen unos valores deontológicos
básicos que hacen que se trate de respetar ciertos principios que son, al menos
enseñados. Tenemos por lo menos una conciencia de los límites, de lo que está
bien y de lo inaceptable, por más que hay ejemplos.
El
segundo límite son las leyes. Durante décadas se han producido leyes, tanto en
defensa de la libertad de expresión como de la protección de los públicos ante
la mentira y el engaño.
Profesionalismo
y leyes, la institucionalización de los medios al servicio de unos fines
generales, el equilibrio con las visiones del mundo, con los intereses de las
empresas informativas, constituyen un equilibrio, precario pero equilibrio, y
el dibujo de líneas que permitían saber en qué lado se encuentra cada uno. Los
medios y los profesionales pueden ser respetados o, por el contrario, quedar
descalificados por sus propias acciones e incluso condenados legalmente por sus
prácticas informativas.
Frente
a este mundo aparece el de los nuevos medios en el que no existe el primer
caso, ya que la profesionalidad está muy diluida. No me refiero a que no haya
gente que no viva de ello, sino a que no existe un perfil claro en cuanto a la
realidad social en la que se desarrollan las actividades. Las mismas
denominaciones nos lo muestran: "influencers", "YouYubers",
etc. No hay una institucionalización de las funciones sociales de la
información, sino un intento de definición evanescente sobre la marcha.
En
cuanto al aspecto legal, son más los vacíos que las normas. Se duda cómo tratar
unas actividades que se enmascaran la mitad de las veces o que pueden ser
repetidas de forma anónimo incluso automática. Ya no hay "medio",
pueden ser flujos de información en las diferentes "plataformas".
Ante
esto, los principios básicos desparecen y solo se busca el rendimiento ante
unos fines propios, el efecto que se quiere lograr. El hecho de que no haya
definición legal o profesional, si quiera institucional condiciona la
naturaleza de la información: nadie parece ser responsable de ella. Cuando se indaga
su origen, este se pierde en un laberinto de oscuridad.
Euronews
nos trae una información sobre el peligro que todo esto tiene para las
elecciones europeas. Como cualquier proceso democrático, están reguladas las
informaciones por leyes y Juntas Electorales que deciden qué es "juego
limpio" y qué no lo es.
Las noticias falsas que han circulado por las
páginas de Facebook de "chalecos amarillos" han recibido más de 105
millones de visitas, según la organización Avaaz, que advierte que este
fenómeno es un riesgo para las elecciones europeas de mayo.
La ONG ha publicado un estudio en el que da
ejemplos concretos de noticias falsas publicadas entre el 1 de noviembre del
año pasado y el 6 de marzo de 2019 que se han revelado como falsas, gracias a
distintos medios dedicados a verificar bulos.
"Este número tan grande demuestra que el
movimiento de los 'chalecos amarillos' ha sido infectado por la
desinformación", señaló en un comunicado Christoph Schott, director de
campañas de Avaaz.
Para Schott, esa constatación debe hacer
saltar las alarmas de cara a los comicios europeos de mayo, que a su juicio
"van a ser la prueba definitiva para los sistemas inmunitarios de nuestras
democracias".
Un equipo de expertos examinó las 100
noticias falsas más compartidas en páginas y grupos de Facebook de ese
movimiento de oposición al presidente francés, Emmanuel Macron, surgido a
mediados de noviembre.
Uno de los ejemplos, que tuvo más de 3,5
millones de visitas, fue la difusión de imágenes de supuestos participantes en
manifestaciones de los "chalecos amarillos" ensangrentados cuando en
realidad la foto principal se había tomado en Madrid en 2012. Quienes
compartieron la imagen se limitaron a cortar el marco para que no se viera que
se trataba de la Policía Nacional española y no de los antidisturbios
franceses.*
La
metáfora del cuerpo infectado y la debilidad del sistema inmunitario nos da
cuenta de la importancia del fenómeno: es nuestra salud democrática la que está
en juego. Poco podían imaginar los que defendían la pureza del mundo paralelo
de las redes y hablaban de la democracia digital, la ciberdemocracia, etc. que
estas serían el mayor foco de desinformación generado hasta el momento por el
ser humano. La capacidad de difusión de noticias salidas muchas veces de la
nada pone en riesgo con cada elección el sistema democrático.
El
Brexit es un ejemplo palpable de ello. Un referéndum construido desde la desinformación
y con los engaños que se utilizaron para convencer a las personas de algo que
después han ido descubriendo que era falso. Lo mismo ha ocurrido en Italia con
las informaciones falsas sobre inmigración o en los Estados Unidos de Trump.
Pero hoy, en un mundo global, no ha espacio que no esté libre de la
manipulación, de las noticias falsas o tendenciosas.
Lo que
se busca con ello lo podemos agrupar en dos tendencias fuertes: la
desestabilización de los sistemas y la obtención de un rendimiento político, ya
sea por debilitamiento del contrario (país o partido, empresa o institución) o
porque los objetivos se logren.
A veces
los dos coinciden. La desestabilización puede coincidir con los objetivos
específicos. El caso de los chalecos amarillos, tal como lo presenta Euronews,
es claro:
Avaaz también examinó el papel que ha tenido
el canal de televisión RT, "respaldado por el Gobierno ruso", por
haber aprovechado con una gran cobertura las protestas de los "chalecos
amarillos" para "incrementar su audiencia".
RT fue el medio más visto en Youtube sobre
este movimiento contestatario, hasta el punto de que acumuló el doble de
visitas que Le Monde, L'Obs, Le Huffington Post, Le Figaro y France 24 juntos.
Rusia
juega a la guerra fría, pero también a la guerra de la agitación. Las pruebas
de su intervención en todos aquellos procesos que impliquen desestabilización se
acumulan de forma clara en cada proceso. No son los únicos, pero sí los más
interesados en devolver las sanciones en forma de inestabilidad.
Rusia vela
por sus intereses en un mundo global y usa las armas disponibles para cubrir
sus objetivos. Otros, en cambio, usan de la desestabilización como su principal
meta. Es el "efecto Mabuse", se trata de crear el caos antes de
reclamar el nuevo orden que salga de la insatisfacción y el hartazgo. La
protesta es un estado deseable en la
medida en que desgasta y crea miedo al desorden y hartazgo político.
El
crecimiento de los populismos se debe en gran medida a esa energía surgida del
desencanto y la indignación que se recoge y amplifica en las redes. El dato
dado por Avaaz sobre que RT es la fuente de información con el doble de visitas
que los cinco medios internacionales citados juntos hace pensar en la forma en
que se construye esa realidad de la que hablábamos al inicio.
Vamos
hacia sociedades de enorme complejidad y precario equilibrio. No se perciben
las formas de defender el sistema inmunológico de las democracias, que son y
deben ser enormemente abiertas a la libertad de expresión e información. Los
países autoritarios tienen menos problemas porque es consustancial a su
funcionamiento las restricciones de información, la censura, la propaganda,
etc. Pero las democracias necesitan de la información.
Siempre
se había pensado que las democracias podían funcionar con la verdad por delante
y como objetivo. La realidad es que la agitación está creando formas autodestructivas
de la propia democracia, como son los acosos, las noticias falsas, la
demagogia, etc. Todo ello estaba inventado, pero lo que no lo estaban eran los
medios para amplificar sus efectos. Como todo, es cuestión de equilibrio.
Los
ejemplos recientes de quiénes se benefician de la desestabilización y de las
crisis son bastante iluminadores de lo que se busca.,.. y se consigue. Son los populismos, poco o nada democráticos, lo que más provecho le sacan. Son discursos xenófobos, sexistas, homófobos, etc., como en Brasil o estados Unidos, los que se acaban aprovechando de estos mecanismos. En Europa tienen también su beneficiarios. El nivel de crispación que generan es malo, pero es peor cuando los partidos políticos o los políticos mismos se dejan arrastrar por estos mismo derroteros intentando recuperar lo que pierden en votos.
En realidad es la democracia, es decir, todos, la que pierde.
*
"El movimiento de los chalecos amarillos, influenciado por las 'fake news'
y el Kremlin" Euronews 13/03/2019
https://es.euronews.com/2019/03/13/el-movimiento-de-los-chalecos-amarillos-influenciado-por-las-fake-news-y-el-kremlin
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