lunes, 18 de marzo de 2019

La violencia de las palabras

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si hay algo que no se le puede negar a Donald Trump es su capacidad de insinuación. Trump oscila entre las frases rotundas y las insinuantes. Es un juego que les divierte, dejar caer las palabras y que los demás cierren el significado.
Uno de los aspectos más problemáticos de un presidente problemático han sido sus insinuaciones sobre la violencia, ya sea proclamándola o disculpándola, según tocara. Trump ha realizado insinuaciones sobre la violencia ya desde la campaña electoral. Eran frases ambiguas, pero que todos los presentes en los mítines entendían, como aquella referencia a los "viejos tiempos" (las viejas formas racistas de mantener las distancias) ante un incidente entre el público, o las amenazas a la prensa. Tiene ese "arte". Pero el hecho de que lo haga mediante insinuaciones no le libera de su responsabilidad.
The New York Times ha publicado ayer un artículo, firmado por David Leonhardt, con el título "It Isn’t Complicated: Trump Encourages Violence" en el que le hace responsable del aumento de la violencia racista del supremacismo blanco. En él, escribe:

I’m well aware of the various see-no-evil attempts to excuse this behavior: That’s just how he talks. Don’t take him literally. Other Republicans are keeping him in check. His speeches and tweets don’t really matter.
But they do matter. The president’s continued encouragement of violence — and of white nationalism — is part of the reason that white-nationalist violence is increasing. Funny how that works.
After Trump’s latest threat, I reached out to several experts in democracy and authoritarianism to ask what they made of it. Their answers were consistent: No, the United States does not appear at risk of widespread political violence anytime soon. But Trump’s words are still corroding democracy and public safety.*



La pasividad ante las palabras dichas es un gran problema, pues las palabras importan. Son palabras las que han impulsado al asesino supremacista de Nueva Zelanda. Son palabras las que espera difundir por el mundo ahora que se enfrenta al acto final, del que la muerte solo ha sido anticipo. Lo que busca es precisamente la atención de todos. Hoy nos enteramos de que ha decidido asumir su defensa.
Las palabras importan y Trump las usa para aumentar las respuestas de los que le siguen. Trump ataca frontalmente y genera el odio hacia las personas. El presidente norteamericano tuvo un incidente con Reino Unido al respaldar con un tuit a un grupo supremacista británico.
El 27 de noviembre de 2017, The Washington Post titulaba "Trump retweets inflammatory and unverified anti-Muslim videos" y explicaba lo ocurrido:

President Trump on Wednesday shared three inflammatory anti-Muslim videos on Twitter posted by a far-right British activist, drawing backlash from across Britain, including a sharp rebuke from the British prime minister's office.
The videos — whose authenticity could not be independently verified — were first shared by Jayda Fransen, the deputy leader of Britain First, which bills itself as a political party but has been widely condemned as an extremist group that targets mosques and Muslims.
Britain First has previously posted a number of misleading videos, and the three Trump shared were provocatively titled “Muslim migrant beats up Dutch boy on crutches!,” “Muslim destroys a statue of Virgin Mary!” and “Islamist mob pushes teenage boy off roof and beats him to death!”**


Más allá de lo que dijo Theresa May sobre el asunto, señalando lo poco apropiado que era para un presidente dedicarse a esto, lo importante es que todo ello ha contribuido al aumento de la radicalización y la violencia de corte supremacista, islamófoba y racista. Aumenta en todo el mundo y lo hace, en gran medida, gracias a las palabras y acciones de Donald Trump.
Todavía resuenan en los Estados Unidos las críticas a la actitud del presidente cuando se produjo la muerte por atropello de un manifestante cuando un supremacista lanzó el coche contra la manifestación. Fue duramente criticado por hablar de "ambas partes". Se negó a diferencia entre el que se manifiesta y el que mata al manifestante.
Todos estos casos y cientos más se han generado a través de tuits, de alusiones en los mítines, en las conferencias de prensa, etc.


Se le hizo responsable del recrudecimiento de la represión en Oriente Medio cuando dijo que los Estados Unidos no daban lecciones a nadie sobre cómo debía actuar. Fue entendido como la carta blanca para la represión. El ejemplo claro es el dado por Arabia Saudí con el caso del secuestro y asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi, del que hasta la CIA ha hecho responsable al príncipe heredero Mohamed Bin Salman.
Las palabras de Trump hacen eco a los supremacistas y racistas violentos de todo el mundo. The Washington Post señalaba:

The president has a history of retweeting other controversial supporters, including white supremacists and neo-Nazis, and during his campaign proposed a ban on all Muslims from entering the country.**

La presidencia de Trump pasará a la historia como una infamia de su primer día hasta su salida, que esperamos que sea pronto. Pero cuando abandone su cargo, seguirán resonando las palabras, las insinuaciones de odio que ha ido vertiendo. Desgraciadamente, será una figura para aquellos que viven en el odio y para el odio.
Trump tiene su parte de responsabilidad moral en cada crimen supremacista. No creo eso que le importe. La cuestión es si es simplemente un irresponsable o si hay algo más. Los efectos violentos de sus palabras esparcidas a los cuatro vientos los vemos ya por el mundo. 


* David Leonhardt "It Isn’t Complicated: Trump Encourages Violence" 17/03/2019 https://www.nytimes.com/2019/03/17/opinion/trump-violence.html
** "Trump retweets inflammatory and unverified anti-Muslim videos" The Washington Post 27/11/2017 https://www.washingtonpost.com/news/post-politics/wp/2017/11/29/trump-retweets-inflammatory-and-unverified-anti-muslim-videos/

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