Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Si hay
algo que no se le puede negar a Donald Trump es su capacidad de insinuación. Trump oscila entre las frases rotundas y las
insinuantes. Es un juego que les divierte, dejar caer las palabras y que los demás cierren el significado.
Uno de
los aspectos más problemáticos de un presidente problemático han sido sus
insinuaciones sobre la violencia, ya sea proclamándola o disculpándola, según
tocara. Trump ha realizado insinuaciones sobre la violencia ya desde la campaña
electoral. Eran frases ambiguas, pero que todos los presentes en los mítines
entendían, como aquella referencia a los "viejos tiempos" (las viejas formas racistas de mantener las distancias) ante un
incidente entre el público, o las amenazas a la prensa. Tiene ese
"arte". Pero el hecho de que lo haga mediante insinuaciones no le libera de su responsabilidad.
The New
York Times ha publicado ayer un artículo, firmado por David Leonhardt, con el
título "It Isn’t Complicated: Trump Encourages Violence" en el que le
hace responsable del aumento de la violencia racista del supremacismo blanco. En él,
escribe:
I’m well aware of the various see-no-evil
attempts to excuse this behavior: That’s just how he talks. Don’t take him
literally. Other Republicans are keeping him in check. His speeches and tweets
don’t really matter.
But they do matter. The president’s continued
encouragement of violence — and of white nationalism — is part of the reason
that white-nationalist violence is increasing. Funny how that works.
After Trump’s latest threat, I reached out to
several experts in democracy and authoritarianism to ask what they made of it.
Their answers were consistent: No, the United States does not appear at risk of
widespread political violence anytime soon. But Trump’s words are still
corroding democracy and public safety.*
La pasividad ante las palabras dichas es un gran problema,
pues las palabras importan. Son palabras las que han impulsado al asesino
supremacista de Nueva Zelanda. Son palabras las que espera difundir por el
mundo ahora que se enfrenta al acto final, del que la muerte solo ha sido
anticipo. Lo que busca es precisamente la atención de todos. Hoy nos enteramos
de que ha decidido asumir su defensa.
Las palabras importan y Trump las usa para aumentar las
respuestas de los que le siguen. Trump ataca frontalmente y genera el odio
hacia las personas. El presidente norteamericano tuvo un incidente con Reino
Unido al respaldar con un tuit a un grupo supremacista británico.
El 27 de noviembre de 2017, The Washington Post titulaba "Trump
retweets inflammatory and unverified anti-Muslim videos" y explicaba lo
ocurrido:
President Trump on Wednesday shared three
inflammatory anti-Muslim videos on Twitter posted by a far-right British
activist, drawing backlash from across Britain, including a sharp rebuke from
the British prime minister's office.
The videos — whose authenticity could not be
independently verified — were first shared by Jayda Fransen, the deputy leader
of Britain First, which bills itself as a political party but has been widely
condemned as an extremist group that targets mosques and Muslims.
Britain First has previously posted a number of
misleading videos, and the three Trump shared were provocatively titled “Muslim
migrant beats up Dutch boy on crutches!,” “Muslim destroys a statue of Virgin
Mary!” and “Islamist mob pushes teenage boy off roof and beats him to death!”**
Más allá de lo que dijo Theresa May sobre el asunto, señalando
lo poco apropiado que era para un presidente dedicarse a esto, lo importante es
que todo ello ha contribuido al aumento de la radicalización y la violencia de
corte supremacista, islamófoba y racista. Aumenta en todo el mundo y lo hace,
en gran medida, gracias a las palabras y acciones de Donald Trump.
Todavía resuenan en los Estados Unidos las críticas a la
actitud del presidente cuando se produjo la muerte por atropello de un
manifestante cuando un supremacista lanzó el coche contra la manifestación. Fue
duramente criticado por hablar de "ambas partes". Se negó a
diferencia entre el que se manifiesta y el que mata al manifestante.
Todos estos casos y cientos más se han generado a través de
tuits, de alusiones en los mítines, en las conferencias de prensa, etc.
Se le hizo responsable del recrudecimiento de la represión
en Oriente Medio cuando dijo que los Estados Unidos no daban lecciones a nadie
sobre cómo debía actuar. Fue entendido como la carta blanca para la represión.
El ejemplo claro es el dado por Arabia Saudí con el caso del secuestro y
asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi, del que hasta la CIA ha
hecho responsable al príncipe heredero Mohamed Bin Salman.
Las palabras de Trump hacen eco a los supremacistas y
racistas violentos de todo el mundo. The Washington Post señalaba:
The president has a history of retweeting other
controversial supporters, including white supremacists and neo-Nazis, and
during his campaign proposed a ban on all Muslims from entering the country.**
La presidencia de Trump pasará a la historia como una
infamia de su primer día hasta su salida, que esperamos que sea pronto. Pero cuando
abandone su cargo, seguirán resonando las palabras, las insinuaciones de odio
que ha ido vertiendo. Desgraciadamente, será una figura para aquellos que viven
en el odio y para el odio.
Trump tiene su parte de responsabilidad moral en cada crimen
supremacista. No creo eso que le importe. La cuestión es si es simplemente un irresponsable o si hay algo más. Los efectos violentos de sus palabras esparcidas a los cuatro vientos los vemos ya por el mundo.
* David
Leonhardt "It Isn’t Complicated: Trump Encourages Violence" 17/03/2019
https://www.nytimes.com/2019/03/17/opinion/trump-violence.html
**
"Trump retweets inflammatory and unverified anti-Muslim videos" The
Washington Post 27/11/2017 https://www.washingtonpost.com/news/post-politics/wp/2017/11/29/trump-retweets-inflammatory-and-unverified-anti-muslim-videos/
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