Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
nueva pérdida de apoyo parlamentario de Theresa May lanza a la política
británica a otro callejón paralelo sin salida. Hoy de nuevo votarán sobre si
deben salir sin acuerdo de una Unión Europea de la que han formado parte
durante décadas. Lo que
deben votar esta tarde, según la BBC, es lo siguiente: "This House
declines to approve leaving the European Union without a withdrawal agreement
and a framework on the future relationship on March 29."* Si esta propuesta
no sale aprobada: "If no-deal is rejected, MPs will vote on Thursday on
delaying Brexit by extending Article 50 - the legal mechanism that takes the UK
out of the EU."*
A alguien le tocará en algún momento explicar la extraña
historia del Brexit. Los británicos siempre han tenido sentido de la Historia y
grandes historiadores, pero esto no va a
ser sencillo de explicar. Supongo que, como suele ocurrir ante lo inexplicable,
se fabrique una gran mentira complaciente, un mito, con el que se produzca una
racionalización nacional de las causas para tratar de gestionar los efectos,
para tratar de contentar a los que pregunten "por qué" en el futuro.
Pondrá un nombre al periodo de pertenencia a la Unión y lo llamarán "oscuro"
o con cualquier otro adjetivo. Así funciona la Historia como discurso, como
racionalización explicativa de lo que nos suele tener sentido claro.
Cuando veo imágenes televisivas que nos muestran las calles
de las ciudades, me sorprende la guerra de los carteles. Veo ciudadanos
británicos llevando pancartas, carteles, banderas, etc. en la que intentan dan
forma a sus deseos, a su indignación en cualquier sentido. Me sorprenden los
"Brexit is Brexit", sobre todo. Creo que es la única tesis que ha
prosperado, la única que sigue siendo un muro explicativo circular del que no
es posible salir o mirar si quiera lo que hay al otro lado de él. Es la
tautología que exime del diálogo y es, especialmente, un ejemplo del
funcionamiento de algo a lo que estamos expuestos todos, la demagogia, el
engaño y el empecinamiento.
No he oído una sola
teoría o explicación sobre el sentido del Brexit. Los medios británicos se
dedicaron a desmontar las falacias con las que se había convencido a la gente.
Lo hicieron inexplicablemente tarde; ellos sabrán por qué. Las falacias de los
números salieron cuando no había más remedio que hacer cuentas reales de lo que
iba a costar la salida. Los británicos estaban convencidos de que el balance
iba a ser positivo, que iban a volver a ser ricos, pues como tantos otros,
habían achacado su declive a las políticas europeas y no a las malas políticas
nacionales.
BBC |
El Brexit, en el fondo, es el resultado de esconder la
basura nacional debajo de la alfombra comunitaria. Es la consecuencia de
responsabilizar a Europa de la incompetencia propia, de los efectos de las
decisiones de los políticos locales en el deterioro.
Europa tiene mucho que avanzar, pero no puede hacerlo sin el
concurso y acuerdo de todos. Ha sido más fácil usar los márgenes propios para
hacer electoralismo, demagogia, clientelismo, etc. que para ahondar en la senda
del europeísmo. A lo largo de estos años, mucho antes del Brexit, señalábamos
en piel propia la tendencia de los gobiernos europeos a presentar sus errores
como males europeos y acoger como propios los aciertos de Europa. El mal europeo
ha sido carecer de la fuerza o voluntad necesarias para ir europeizando la
política nacional. Esto se hace imposible si, como está ocurriendo, se
radicaliza la política local hasta convertirla en verdadero enfrentamiento.
Europa no se construyó para eso, sino para el acuerdo de voluntades, la suma y
no la división.
Lo que ocurre, sin embargo, es lo contrario. Es el signo de
los tiempos la división, el enfrentamiento constante, la acritud, la división
social. Europa padece todo esto como un virus que impide poder construir más
Europa.
Estas semanas próximas viviremos en España la "campaña
de todas las campañas". Y el panorama que se avecina no es bueno para
nada. No hay eso que se llamaba la "fiesta de la democracia", con la
que se trataba de recoger la voluntad política que nos unía a todos, sino un
agrio frentismo, una lucha que estigmatiza a unos y otros, que jura el
silencio, el aislamiento, que pacta solo para deshacerse de unos y otros. Es
una política sin grandeza, llena de odios, de apocalipsis.
Los efectos son claros y estaban avisados: en vez de ir
hacia una moderación que permita avanzar hacia soluciones que resuelvan
problemas elementales de la ciudadanía, se elige el camino contrario. Se crean
problemas para tapar otros problemas y, sobre todo, se producen gritos para
esconder la falta de ideas. En nuestra política no existen ya sabios que
señalen la luna; solo dedos egocéntricos que se señalan el ombligo como centro
del universo.
El Brexit es una profunda lección de irresponsabilidad
política. Pero la amenaza no es solo para los británicos. Es para toda Europa y
no por la amenaza que otros salgan, sino por lo que representa de falta de
diálogo y triunfo de lo negativo en política, de la incapacidad de construir
desde el acuerdo. Las sociedades avanzan cuando logran hacer converger sus
propósitos e ideales, cuando son capaces de equilibrar sus coincidencias y sus
divergencias. No es deseable una sociedad uniformada, pero tampoco una jauría
en la que todos se muerden unos a otros hasta devorarse.
Para buscar ese equilibrio hacen falta voces y mentes, no
gritos ni demagogos, que es lo que producimos. Padecemos el efecto del
alejamiento de la política de aquellas personas valiosas que se asustan cuando
ven aquello en lo que la política se ha convertido. Y hoy hacen falta personas sensatas, de principios y valores comunes, generosas y dialogantes. No es eso precisamente lo que vemos. Los medios están llenos de finales tristes de políticos que sonrieron mucho, gritaron más y se hartaron de señalar con el dedo a los demás. Hay un enorme cementerio de papel en donde reposan sus tristes y poco ejemplares historias.
El Brexit debería ser un ejemplo para todos los políticos de Europa. Vemos claramente cómo lo intereses partidistas pueden crear un problema histórico y dividir a un país por la mitad, en formas irreconciliables. Es una llamada a la responsabilidad de la política, al sentido de su trascendencia, de su valor. Y también de lo que ocurre cuando se pierden ese sentido. Aprendamos, aquí y allí.
*
"Brexit: MPs to vote on no-deal after rejecting May's plans" BBC
13/03/2019 https://www.bbc.com/news/uk-politics-47548498
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