Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Mal
debe ver el futuro el régimen egipcio para lanzarse a la aventura precipitada que
se pretende poner en marcha, muy mal debe verlo. En estos días se precipitan
las señales y las iniciativas para mantener controlado al país hasta límites no
vistos anteriormente.
El
régimen tiene tres problemas obsesivos: 1) la Hermandad Musulmana y la
conspiración mundial que, en su opinión, encabeza contra ellos; 2) cómo hacer
que el presidente al-Sisi, es decir, el estamento militar siga gobernando al
país sin que lo parezca o, mejor, que parezca que el pueblo es el que lo pide;
y 3) cómo frenar la visión negativa que se tiene de él en el exterior, es
decir, cómo controlar la imagen de Egipto ante inversionistas, socios y
turistas, todos ellos necesarios para sostener un régimen en el aspecto
económico, que es el que piensa que le bastará para tener controlado al país.
Los
tres planteamientos no son nuevos, pero la realidad es tozuda.
Es
evidente que algo se está moviendo en Egipto, que las tensiones afloran por
distintos lugares ante la falta de criterio mostrada. ¿No se dio un golpe, el "no-coup"
(rebautizado posteriormente como "revolución" popular para quitar
protagonismo a los militares) para librarse de los islamistas y tener un
régimen no sectario? ¿Por qué entonces estos excesos puritanos y religiosos que
llevan a los tribunales al que saca un poco los pies del plato?
Ahram
Online reproduce un largo artículo publicado previamente en Ahram Weekly por Gamal
Essam El-Din, con el título
"Constitutional amendments ahead in Egypt?". El centro es la
necesidad de reformar la constitución para ajustarla al régimen. Obsérvese que
no es el régimen el que se ajusta a la constitución, sino la constitución al
régimen. Lo peor es el marco inicial de "necesidad" que se le crea a
los deseos de perpetuación.
Recordemos,
la constitución actual egipcia es de 2014, ya una reforma sobre la que los
islamistas había hecho sin contar con las fuerzas políticas del país (como
prometieron), pese a su victoria que les dejó un 70% de los asientos del
parlamento. Entre Hermanos y salafistas, coparon el parlamento y se sintieron
con fuerza para desmontar el estado. Tremendo error de cálculo.
2011 |
Cuando
se produjo el golpe de estado, con amplio respaldo popular y político, lo
primero que se hizo fue realizar una revisión de la constitución para "desislamizarla".
Así se hizo y resultó a gusto de la gran mayoría, que la sintió como suya y
democrática. Una de las piezas esenciales de esa democratización era la
garantía del límite en los dos mandatos presidenciales. Se salía de una época
considerada negativa, la de Hosni Mubarak, con treinta años en el poder,
gobernando de forma autoritaria, con un partido gubernamental que solo servía
para crear corrupción y aprovechar los negocios en todo el país, asegurando el
control de la sociedad y el reparto justo de la pobreza. En la tierra de
Mubarak y sus hijos, todo pasaba por caja.
Las
demandas del pueblo egipcio, eso es lo que firmaron en la carta del movimiento
Tamarod, era la renuncia de Mohamed Morsi y la convocatoria de elecciones anticipadas
(además de alguna cosas, como la ruptura de la tutela norteamericana, a los que
se consideraba responsables del triunfo del islamismo). Para nada se pedía un golpe
de estado. Fue la negativa de Morsi a hacer lo que se le pedía lo que sirvió de
excusa a sus ministros de Defensa (Abdel Fattah al-Sisi, el actual presidente)
y del Interior para detenerle y anunciar, rodeado de líderes políticos,
sociales y religiosos, un periodo transitorio para enmendar la constitución y organizar
unas elecciones. Ese era el plan.
Pero
todo se torció. Las masacres de islamistas a manos del ejército y la policía
sirvieron para hacer firmar una especie de "pacto de sangre", en
donde el militar encargado del mando, consideraba tener un mandato para imponer
el orden a cualquier precio.
El
precio fueron casi mil muertos, miles de desaparecidos, encarcelados, etc. A
eso es a lo que el régimen llama la "revolución de junio", que
inicialmente se consideraba como una "rectificación" de lo ocurrido
tras 2011. No pasó mucho tiempo para que esa primera gloriosa revolución de
2011 se convirtiera en una conspiración extranjera hecha para traer a los
Hermanos al país y que estos destruyeran Egipto.
El minucioso
plan comenzó con la operación de la "sisimanía". Se trataba de
convertir al militar golpista, ex jefe de los servicios secretos con Mubarak,
en un héroe nacional, un personaje portador de todas las virtudes de los
presidentes anteriores, un presidente envidiado por el mundo entero, un enviado
por Dios, tal como le anunció Sadat en sueños.
Pero
todo se trata de una farsa. El derrocamiento de Morsi contó con los apoyos de
las fuerzas políticas democráticas (hay pecados que se pagarán siempre) porque
se hizo con la promesa de que los militares no tenían pretensiones de estar en
el gobierno. Al-Sisi especificó que no tenía ningún interés en el gobierno;
era solo un militar. Pronto se vio que no era así. La sisimanía hizo que todos
se lanzaran a la calle a implorar que el hombre que les había salvado de los
islamistas, el nuevo héroe, se hiciera con el poder.
La
agenda implicaba que primero se renovaría la constitución, después se harían
elecciones generales y finalmente se producirían las presidenciales. Eso
implicaba que el parlamento resultante controlaría las elecciones presidenciales.
Y eso no gustaba al ejército, en cuyos planes ya estaba el control del poder.
Los
políticos egipcios habían reaccionado a las matanzas de forma diferente. Para
unos fue un horror y dimitieron señalando que no se construye una democracia
con sangre, que solo querían nuevas elecciones y aquello, en cambio, abría una
brecha insalvable. Otros en cambio, se apuntaron a la reedición de otro régimen
de fuerza sostenido por los militares, que fuera reivindicando poco a poco al
régimen de Hosni Mubarak.
Desde
el gobierno presidido por al-Sisi se realizó una ley electoral creada para
hacer que la fuerza estuviera en el presidente y no en los partidos, que
quedaron diluidos y desprestigiados. En cambio, todo el estado se movilizó como
lo había hecho en la época de Mubarak. La estructura del estado profundo se
puso en marcha para respaldar a al-Sisi.
En todo
este entramado de farsas ligadas unas con otras para intentar mantener un
cierto aire de respetabilidad en lo que fue un golpe de estado represivo, que
ha ido acabando con cualquier asomo de libertades, la constitución se mostraba
como un problema. No era islamista, sino que se había hecho con el acuerdo de
todos y mantenía unas garantías democráticas que el régimen no puede vulnerar
sin consecuencias ni desenmascaramientos.
Para
esto, tras la enorme abstención de las últimas elecciones presidenciales, las
segundas, la lectura que se ha hecho es la inversa a la de un país democrático.
Se anuncia una doble maniobra: 1) el paso de cuatro a seis años de cada mandato
y 2) la posibilidad de múltiples mandatos de un mismo presidente. Es la
perpetuación en el poder del presidente, la consagración de autoritarismo
faraónico, el mandato de por vida. La única forma de acabar con el mandato
sería otra revolución, un golpe de estado o un golpe de estado que pareciera
una revolución. La revolución es dudoso que pueda darse sin permiso porque el
Ejército domina el país; un golpe de estado sería un derrocamiento militar por
otro grupo de militares; y finalmente, como ocurrió con Mubarak, se hace creer
que la caída del poder se ha producido por el pueblo, pero son los militares
los que le sacan por la puerta de atrás. Esto último es lo que ocurrió con
Mubarak en 2011. Los militares lo sacaron antes de que la violencia obligara a
una lucha directa con el pueblo. Prefirieron ser héroes a villanos, y los
egipcios se lo creyeron. El derrocamiento de Morsi, en cambio, ha sido una
variante menos discreta: los militares se llevaron por delante al gobierno para
no perder el poder real y han tratado de que pareciera una revolución, algo que
no fue. Pero en estos ambientes, la palabra "revolución" tiene un
sonido romántico mientras que la de "golpe militar" rechina un poco y
resulta molesta. Los revolucionarios egipcios, los verdaderos, están en las
cárceles del régimen que dice ser revolucionario, pero solo es el poder de
siempre que ha vuelto sin haberse ido.
La
primera parte del artículo de El-Din habla de "fuertes señales" de
que 2019 será un año de enmiendas. Hay que ser ciego para no verlo, pero
también ser conscientes que el propio al-Sisi está tirando mucho de la cuerda.
Introduce
las dos enmiendas señaladas en cuanto a la duración por boca de distintos
expertos, pero hay otras enmiendas en el tintero que van más allá:
Heikal, a former information minister and head
of the Egyptian Media Production City, said other constitutional amendments are
also needed. For example, he said the defunct Shura Council should be recreated
to pave the way for the return of the bicameral system. “It was a big mistake
that under leftist pressure the Constituent Assembly which drafted the 2014
constitution decided to revoke the old Shura Council,” Heikal said, adding that
“a single parliament with an unprecedented number of 596 MPs like the current
one has proved to be ineffective and rather toothless”.
On a similar note, Yasser Rizk, editor of the
daily Al-Akhbar, said in an article, “The long-awaited year of political
reform” published on 29 December, that the current 2014 constitution was
drafted to serve just a transitional period. “Now that this period is over,
Egypt is badly in need of an overhaul of the current constitution,” Rizk said,
adding that out of a total of 247 articles, at least 15 per cent of the current
2014 constitution needs to be amended.
Es realmente sorprendente la expresión "leftist
pressure" para la desaparición del Consejo de la Shura. El Consejo es una
cámara de "notables", que en el momento actual egipcio es de adictos
al régimen. La jugada es clara: si mañana se producen unas elecciones en la
cámara popular, el Consejo de la Shura tiene una serie de capacidades, aunque
sean limitadas, en las que se pueden apoyar. Resucitar el Consejo de la Shura
tiene un objetivo estratégico y de reparto de un poder del que se da por
descontado solo quiere perpetuarse y no democratizar la sociedad. Ese fue el
movimiento de quitar el Consejo, un acto de recorte de una cámara de
privilegios y privilegiados, que hoy se quiere volver a instaurar como respaldo
de la presidencia y refugio de notables.
La idea sugerida por Rizk de que la constitución era
"provisional" suena a sarcasmo, dado que las enmiendas actuales que
se quiere hacer proceden de algo tan "circunstancial" como es que se
le agota el mandato al presidente.
Las enmiendas a la constitución abrirán una brecha mayor en
la política egipcia, ya que la constitución del 14 se hizo con el acuerdo de
todos menos los islamistas. Las enmiendas de 2019 solo contarán con el respaldo
de un parlamento ficticio, producido por una mala ley electoral para mayor
gloria del presidente. Por mucho que le fabriquen una oposición (como se está
haciendo), no por ello va a mejorar.
No hay dudas de que el régimen desea perpetuarse y, además,
hacerlo de forma cada vez más radical en sus principios, Véase esta propuesta:
Rizk suggested that if constitutional amendments
aiming to increase the presidential term to six years to allow Al-Sisi to stay
in power beyond 2022 face resistance, a new article be drafted to state that at
the end of 2022, an entity he called the Council for the Protection of the
State and the (anti-Muslim Brotherhood) 30 June Revolution be created to take
over for a transitional period of five years. This proposed council would be
headed by Al-Sisi in his capacity as the founder of the 30 June political
system, and includes as members the pre and post-Sisi presidents, speaker of
parliament, prime minister, head of the Constitutional Court, minister of
defence, chief of intelligence, and heads of the councils for women, media and
human rights affairs, Rizk said.
This council will make sure that elected
presidents after 2022 observe the principles of the 30 June 2013 Revolution and
the 3 July statement which Al-Sisi delivered on the eve Mohamed Morsi was
removed from office, Rizk stressed.*
La idea de ese "Consejo de Protección del Estado y de
la revolución del 30 de junio" es la garantía legal de que habrá un golpe
militar cada vez que alguien se desvíe un poco de una doctrina inexistente. Lo
más claro de todo es que tras el régimen no existe más ideología que el poder,
que es lo que mantiene un orden, es decir, que todo discurra según lo previsto.
Hay que decirlo con claridad: no existió una "revolución
del 30 de junio". No había ideología solo el intento de desprenderse de un
visitante político que se excedió en sus deseos de cambio. La calificación de "anti-Muslim
Brotherhood" dada a la revolución es precisamente la que mejor muestra la
falta de principios, por lo que el único camino posible era el regreso, la
involución hacia el estado de Mubarak. Como eso no es fácil y Mubarak no heredó
el brutal corte que produjo el golpe ni se encontraba con una crisis como la
actual de Oriente Medios, el Estado Islámico, ni existían las redes sociales, ni
la prensa digital, etc. el régimen necesita de una constante brutalidad,
denunciada desde todos los ámbitos, y un recorte constante de libertades hasta
llegar al absurdo.
El artículo es largo y merece una detallada lectura. Pero
saltemos a su final, en donde vuelven a aparecer los medios de comunicación, la
tercera de las obsesiones del régimen:
Rizk said the constitution’s articles
regulating the performance of the media should also be reconsidered. “These
articles which stipulate that three institutions be tasked with supervising the
media and press in Egypt were equally detrimental,” Rizk said, believing they
made the media and the press in Egypt too weak, so must be amended in favour of
creating a single supervisory institution.
Bakri and Heikal agreed there was a need for
the post of minister of information, revoked in 2013, be reinstated. The last
four years showed that the post is necessary to respond to hostile foreign
media attacks and coordinate with local press organisations on how to energise
Egypt’s media, Bakri said.*
Si la estrategia hasta el momento era crear tres fuentes de
control, eso se muestra demasiado problemático y se pide una sola mano que
controle todo. Es necesario, dice, controlar la campaña de los medios contra
Egipto. La expresión "foreign media attacks" es ridícula, una vez
más. Pero es más peligrosa todavía esa necesidad de "coordinar" una
"respuesta" contra ellos. Los primeros en padecerlo, por supuesto,
serán los profesionales (ya han protestado ampliamente por las prohibiciones y
sanciones que han aprobado), que no tendrán más opción que irse o en
convertirse en títeres de la propaganda estatal. Los segundos, por supuesto, el
propio pueblo egipcio cuya densidad de la burbuja en la que vive se volverá más
oscura y letal.
Un oscuro 2019 por delante para Egipto. Y eso sin contar los
muchos otros factores en el sistema que pueden agravar la situación, de por sí
compleja.
* Gamal Essam El-Din "Constitutional amendments ahead
in Egypt?" Ahram Online 02/01/2019 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/321085/Egypt/Politics-/Constitutional-amendments-ahead-in-Egypt.aspx
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