jueves, 3 de enero de 2019

Una sola mano eterna o las enmiendas egipcias a la constitución

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Mal debe ver el futuro el régimen egipcio para lanzarse a la aventura precipitada que se pretende poner en marcha, muy mal debe verlo. En estos días se precipitan las señales y las iniciativas para mantener controlado al país hasta límites no vistos anteriormente.
El régimen tiene tres problemas obsesivos: 1) la Hermandad Musulmana y la conspiración mundial que, en su opinión, encabeza contra ellos; 2) cómo hacer que el presidente al-Sisi, es decir, el estamento militar siga gobernando al país sin que lo parezca o, mejor, que parezca que el pueblo es el que lo pide; y 3) cómo frenar la visión negativa que se tiene de él en el exterior, es decir, cómo controlar la imagen de Egipto ante inversionistas, socios y turistas, todos ellos necesarios para sostener un régimen en el aspecto económico, que es el que piensa que le bastará para tener controlado al país.
Los tres planteamientos no son nuevos, pero la realidad es tozuda.
Es evidente que algo se está moviendo en Egipto, que las tensiones afloran por distintos lugares ante la falta de criterio mostrada. ¿No se dio un golpe, el "no-coup" (rebautizado posteriormente como "revolución" popular para quitar protagonismo a los militares) para librarse de los islamistas y tener un régimen no sectario? ¿Por qué entonces estos excesos puritanos y religiosos que llevan a los tribunales al que saca un poco los pies del plato?
Ahram Online reproduce un largo artículo publicado previamente en Ahram Weekly por Gamal Essam El-Din, con el título "Constitutional amendments ahead in Egypt?". El centro es la necesidad de reformar la constitución para ajustarla al régimen. Obsérvese que no es el régimen el que se ajusta a la constitución, sino la constitución al régimen. Lo peor es el marco inicial de "necesidad" que se le crea a los deseos de perpetuación.


Recordemos, la constitución actual egipcia es de 2014, ya una reforma sobre la que los islamistas había hecho sin contar con las fuerzas políticas del país (como prometieron), pese a su victoria que les dejó un 70% de los asientos del parlamento. Entre Hermanos y salafistas, coparon el parlamento y se sintieron con fuerza para desmontar el estado. Tremendo error de cálculo.

2011
Cuando se produjo el golpe de estado, con amplio respaldo popular y político, lo primero que se hizo fue realizar una revisión de la constitución para "desislamizarla". Así se hizo y resultó a gusto de la gran mayoría, que la sintió como suya y democrática. Una de las piezas esenciales de esa democratización era la garantía del límite en los dos mandatos presidenciales. Se salía de una época considerada negativa, la de Hosni Mubarak, con treinta años en el poder, gobernando de forma autoritaria, con un partido gubernamental que solo servía para crear corrupción y aprovechar los negocios en todo el país, asegurando el control de la sociedad y el reparto justo de la pobreza. En la tierra de Mubarak y sus hijos, todo pasaba por caja.
Las demandas del pueblo egipcio, eso es lo que firmaron en la carta del movimiento Tamarod, era la renuncia de Mohamed Morsi y la convocatoria de elecciones anticipadas (además de alguna cosas, como la ruptura de la tutela norteamericana, a los que se consideraba responsables del triunfo del islamismo). Para nada se pedía un golpe de estado. Fue la negativa de Morsi a hacer lo que se le pedía lo que sirvió de excusa a sus ministros de Defensa (Abdel Fattah al-Sisi, el actual presidente) y del Interior para detenerle y anunciar, rodeado de líderes políticos, sociales y religiosos, un periodo transitorio para enmendar la constitución y organizar unas elecciones. Ese era el plan.
Pero todo se torció. Las masacres de islamistas a manos del ejército y la policía sirvieron para hacer firmar una especie de "pacto de sangre", en donde el militar encargado del mando, consideraba tener un mandato para imponer el orden a cualquier precio.


El precio fueron casi mil muertos, miles de desaparecidos, encarcelados, etc. A eso es a lo que el régimen llama la "revolución de junio", que inicialmente se consideraba como una "rectificación" de lo ocurrido tras 2011. No pasó mucho tiempo para que esa primera gloriosa revolución de 2011 se convirtiera en una conspiración extranjera hecha para traer a los Hermanos al país y que estos destruyeran Egipto.
El minucioso plan comenzó con la operación de la "sisimanía". Se trataba de convertir al militar golpista, ex jefe de los servicios secretos con Mubarak, en un héroe nacional, un personaje portador de todas las virtudes de los presidentes anteriores, un presidente envidiado por el mundo entero, un enviado por Dios, tal como le anunció Sadat en sueños.
Pero todo se trata de una farsa. El derrocamiento de Morsi contó con los apoyos de las fuerzas políticas democráticas (hay pecados que se pagarán siempre) porque se hizo con la promesa de que los militares no tenían pretensiones de estar en el gobierno. Al-Sisi especificó que no tenía ningún interés en el gobierno; era solo un militar. Pronto se vio que no era así. La sisimanía hizo que todos se lanzaran a la calle a implorar que el hombre que les había salvado de los islamistas, el nuevo héroe, se hiciera con el poder.


La agenda implicaba que primero se renovaría la constitución, después se harían elecciones generales y finalmente se producirían las presidenciales. Eso implicaba que el parlamento resultante controlaría las elecciones presidenciales. Y eso no gustaba al ejército, en cuyos planes ya estaba el control del poder.
Los políticos egipcios habían reaccionado a las matanzas de forma diferente. Para unos fue un horror y dimitieron señalando que no se construye una democracia con sangre, que solo querían nuevas elecciones y aquello, en cambio, abría una brecha insalvable. Otros en cambio, se apuntaron a la reedición de otro régimen de fuerza sostenido por los militares, que fuera reivindicando poco a poco al régimen de Hosni Mubarak.
Desde el gobierno presidido por al-Sisi se realizó una ley electoral creada para hacer que la fuerza estuviera en el presidente y no en los partidos, que quedaron diluidos y desprestigiados. En cambio, todo el estado se movilizó como lo había hecho en la época de Mubarak. La estructura del estado profundo se puso en marcha para respaldar a al-Sisi.
En todo este entramado de farsas ligadas unas con otras para intentar mantener un cierto aire de respetabilidad en lo que fue un golpe de estado represivo, que ha ido acabando con cualquier asomo de libertades, la constitución se mostraba como un problema. No era islamista, sino que se había hecho con el acuerdo de todos y mantenía unas garantías democráticas que el régimen no puede vulnerar sin consecuencias ni desenmascaramientos.

Para esto, tras la enorme abstención de las últimas elecciones presidenciales, las segundas, la lectura que se ha hecho es la inversa a la de un país democrático. Se anuncia una doble maniobra: 1) el paso de cuatro a seis años de cada mandato y 2) la posibilidad de múltiples mandatos de un mismo presidente. Es la perpetuación en el poder del presidente, la consagración de autoritarismo faraónico, el mandato de por vida. La única forma de acabar con el mandato sería otra revolución, un golpe de estado o un golpe de estado que pareciera una revolución. La revolución es dudoso que pueda darse sin permiso porque el Ejército domina el país; un golpe de estado sería un derrocamiento militar por otro grupo de militares; y finalmente, como ocurrió con Mubarak, se hace creer que la caída del poder se ha producido por el pueblo, pero son los militares los que le sacan por la puerta de atrás. Esto último es lo que ocurrió con Mubarak en 2011. Los militares lo sacaron antes de que la violencia obligara a una lucha directa con el pueblo. Prefirieron ser héroes a villanos, y los egipcios se lo creyeron. El derrocamiento de Morsi, en cambio, ha sido una variante menos discreta: los militares se llevaron por delante al gobierno para no perder el poder real y han tratado de que pareciera una revolución, algo que no fue. Pero en estos ambientes, la palabra "revolución" tiene un sonido romántico mientras que la de "golpe militar" rechina un poco y resulta molesta. Los revolucionarios egipcios, los verdaderos, están en las cárceles del régimen que dice ser revolucionario, pero solo es el poder de siempre que ha vuelto sin haberse ido.
La primera parte del artículo de El-Din habla de "fuertes señales" de que 2019 será un año de enmiendas. Hay que ser ciego para no verlo, pero también ser conscientes que el propio al-Sisi está tirando mucho de la cuerda.
Introduce las dos enmiendas señaladas en cuanto a la duración por boca de distintos expertos, pero hay otras enmiendas en el tintero que van más allá:

Heikal, a former information minister and head of the Egyptian Media Production City, said other constitutional amendments are also needed. For example, he said the defunct Shura Council should be recreated to pave the way for the return of the bicameral system. “It was a big mistake that under leftist pressure the Constituent Assembly which drafted the 2014 constitution decided to revoke the old Shura Council,” Heikal said, adding that “a single parliament with an unprecedented number of 596 MPs like the current one has proved to be ineffective and rather toothless”.
On a similar note, Yasser Rizk, editor of the daily Al-Akhbar, said in an article, “The long-awaited year of political reform” published on 29 December, that the current 2014 constitution was drafted to serve just a transitional period. “Now that this period is over, Egypt is badly in need of an overhaul of the current constitution,” Rizk said, adding that out of a total of 247 articles, at least 15 per cent of the current 2014 constitution needs to be amended.


Es realmente sorprendente la expresión "leftist pressure" para la desaparición del Consejo de la Shura. El Consejo es una cámara de "notables", que en el momento actual egipcio es de adictos al régimen. La jugada es clara: si mañana se producen unas elecciones en la cámara popular, el Consejo de la Shura tiene una serie de capacidades, aunque sean limitadas, en las que se pueden apoyar. Resucitar el Consejo de la Shura tiene un objetivo estratégico y de reparto de un poder del que se da por descontado solo quiere perpetuarse y no democratizar la sociedad. Ese fue el movimiento de quitar el Consejo, un acto de recorte de una cámara de privilegios y privilegiados, que hoy se quiere volver a instaurar como respaldo de la presidencia y refugio de notables.
La idea sugerida por Rizk de que la constitución era "provisional" suena a sarcasmo, dado que las enmiendas actuales que se quiere hacer proceden de algo tan "circunstancial" como es que se le agota el mandato al presidente.


Las enmiendas a la constitución abrirán una brecha mayor en la política egipcia, ya que la constitución del 14 se hizo con el acuerdo de todos menos los islamistas. Las enmiendas de 2019 solo contarán con el respaldo de un parlamento ficticio, producido por una mala ley electoral para mayor gloria del presidente. Por mucho que le fabriquen una oposición (como se está haciendo), no por ello va a mejorar.
No hay dudas de que el régimen desea perpetuarse y, además, hacerlo de forma cada vez más radical en sus principios, Véase esta propuesta:

Rizk suggested that if constitutional amendments aiming to increase the presidential term to six years to allow Al-Sisi to stay in power beyond 2022 face resistance, a new article be drafted to state that at the end of 2022, an entity he called the Council for the Protection of the State and the (anti-Muslim Brotherhood) 30 June Revolution be created to take over for a transitional period of five years. This proposed council would be headed by Al-Sisi in his capacity as the founder of the 30 June political system, and includes as members the pre and post-Sisi presidents, speaker of parliament, prime minister, head of the Constitutional Court, minister of defence, chief of intelligence, and heads of the councils for women, media and human rights affairs, Rizk said.
This council will make sure that elected presidents after 2022 observe the principles of the 30 June 2013 Revolution and the 3 July statement which Al-Sisi delivered on the eve Mohamed Morsi was removed from office, Rizk stressed.*

La idea de ese "Consejo de Protección del Estado y de la revolución del 30 de junio" es la garantía legal de que habrá un golpe militar cada vez que alguien se desvíe un poco de una doctrina inexistente. Lo más claro de todo es que tras el régimen no existe más ideología que el poder, que es lo que mantiene un orden, es decir, que todo discurra según lo previsto.
Hay que decirlo con claridad: no existió una "revolución del 30 de junio". No había ideología solo el intento de desprenderse de un visitante político que se excedió en sus deseos de cambio. La calificación de "anti-Muslim Brotherhood" dada a la revolución es precisamente la que mejor muestra la falta de principios, por lo que el único camino posible era el regreso, la involución hacia el estado de Mubarak. Como eso no es fácil y Mubarak no heredó el brutal corte que produjo el golpe ni se encontraba con una crisis como la actual de Oriente Medios, el Estado Islámico, ni existían las redes sociales, ni la prensa digital, etc. el régimen necesita de una constante brutalidad, denunciada desde todos los ámbitos, y un recorte constante de libertades hasta llegar al absurdo.


El artículo es largo y merece una detallada lectura. Pero saltemos a su final, en donde vuelven a aparecer los medios de comunicación, la tercera de las obsesiones del régimen:

Rizk said the constitution’s articles regulating the performance of the media should also be reconsidered. “These articles which stipulate that three institutions be tasked with supervising the media and press in Egypt were equally detrimental,” Rizk said, believing they made the media and the press in Egypt too weak, so must be amended in favour of creating a single supervisory institution.
Bakri and Heikal agreed there was a need for the post of minister of information, revoked in 2013, be reinstated. The last four years showed that the post is necessary to respond to hostile foreign media attacks and coordinate with local press organisations on how to energise Egypt’s media, Bakri said.*

Si la estrategia hasta el momento era crear tres fuentes de control, eso se muestra demasiado problemático y se pide una sola mano que controle todo. Es necesario, dice, controlar la campaña de los medios contra Egipto. La expresión "foreign media attacks" es ridícula, una vez más. Pero es más peligrosa todavía esa necesidad de "coordinar" una "respuesta" contra ellos. Los primeros en padecerlo, por supuesto, serán los profesionales (ya han protestado ampliamente por las prohibiciones y sanciones que han aprobado), que no tendrán más opción que irse o en convertirse en títeres de la propaganda estatal. Los segundos, por supuesto, el propio pueblo egipcio cuya densidad de la burbuja en la que vive se volverá más oscura y letal.
Un oscuro 2019 por delante para Egipto. Y eso sin contar los muchos otros factores en el sistema que pueden agravar la situación, de por sí compleja.


* Gamal Essam El-Din "Constitutional amendments ahead in Egypt?" Ahram Online 02/01/2019 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/321085/Egypt/Politics-/Constitutional-amendments-ahead-in-Egypt.aspx

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