Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Coinciden
en la CNN dos reportajes sobre dos problemas de comunicación intercultural y
algo más. El primero de ellos, fechado hoy, se titula "Chinese model:
Dolce & Gabbana ad campaign 'almost ruined my career'""; el otro
es del día 18 de enero y lleva por título "Vogue mixed her up with a
different Muslim woman. She's devastated". Los dos son un ejemplo de algo
que va más allá de la "comunicación intercultural" y tiene que ver
con la "actitud" intercultural que es el condicionamiento previo que
se nutre de los prejuicios que crean los estereotipos, verdadero problema en un
mundo cada vez más próximo.
Existe
una dinámica de interacción entre públicos y medios. Los unos retroalimentan a
los otros. Una vez perdido el sentido ilustrado y didáctico de los medios, es
decir, haber renunciando en su mayoría a que la información aumente y mejore el
conocimiento sobre la realidad y se centren mayoritariamente en la atención y
el entretenimiento, es mucho más fácil recurrir a los estereotipos que a
intentar cambiarlos, entendiendo que estos son negativos para las relaciones.
En los
siglos XVIII y XIX, la comunicación no salía del ámbito local. Todavía en el XX
hay dificultades, hasta que con la llegada de la denominada Sociedad de la
Información se produce la mundialización informativa. Las noticias recorren el
mundo en un instante y, tan importante, cualquiera puede crear sus flujos de
información a través de un mundo-red. Tras conseguir este estado comunicativo,
se produce un reflujo intentando, precisamente, paliar sus efectos sobre los
regímenes cuya subsistencia se basa en el control de la información. Los
gobiernos de estos países comienzan a construir barreras reguladoras para
evitar los conflictos internos.
Pero lo
que nos interesa aquí es el efecto que este movimiento de información tiene en
un mundo en el que existe
una profunda asimetría informativa y una producción estereotípica, que forman
parte de la "tradición supremacista" de la cultura occidental
respecto al resto. El siglo XIX, con su expansión colonial sigue marcando la
percepción de ambas partes del mundo. Esto abre constantes conflictos, porque es
evidente que nuestro mundo no es el del siglo XIX, que el papel actual de Asia
es muy diferente al de la época de las Guerras del Opio, que ya no se puede atacar un país y obligarlo a que acepte que se queden con sus puertos comerciales, como se hizo, con Hong-Kong, por ejemplo.
Hay
reconsiderar el papel de los medios, su modo de informar sobre otras culturas.
Esto no elude la crítica de la política internacional o de situaciones de
injusticia. Todas las culturas tienen elementos negativos en sus desarrollos, frenos
construidos por los propios sistemas de poder, que se refuerzan precisamente
por las críticas que reciben camuflando el poder como rasgos de identidad
propia. Es una forma de engaño para seguir manteniéndose en el poder,
evidentemente.
Me
refiero a otro tipo de acciones, como las señaladas por la CNN provocadas por
la falta de rigor mediático o los enfoques de burla hacia cosas que no solo no
se entienden sino que son dibujadas como ridículas, de forma estereotipada y
que hacen que las personas a las que se les aplica no se reconozcan y se
sientan ridiculizadas o maltratadas.
Hace
unos días, tras una matanza terrorista en un país africano, se realizaban
fuertes críticas a los medios norteamericanos por no haber aplicado a las
víctimas los mismos criterios éticos que se plantearon tras el 11 de
septiembre. Eso implica evitar las escenas de cadáveres para proteger a las
familias. En este caso, como en muchos otros, los principios que se exigen por
parte de nuestras sociedades, no parecen tener que aplicarse en otras, que
carecen sobre todo de defensas.
Las
guerras comerciales con Asia se están convirtiendo en un recrudecimiento de los
estereotipos contra las personas. En los años 70 el blanco de esto fue Japón,
acusado de "copiar" o "imitar" todo. Hoy Japón, por su
esfuerzo, es una potencia mundial en muchos sectores. El papel que le tocó
padecer a Japón, le toca hoy a China, la segunda economía mundial, con los
mismos repetitivos estereotipos.
La
primera de las noticias de la CNN nos habla de la irritación causada en China
por un anuncio de Dolce & Gabanna con una modelo china:
The Chinese model who starred in a series of
controversial Dolce & Gabbana videos has said the controversy surrounding
the campaign almost ruined her career.
Speaking out for the first time since November,
when the fashion house was forced to apologize over accusations of racism,
model Zuo Ye claimed that she received threats, online attacks and harassment
following the outcry.
The controversy began when D&G published
three promotional videos showing Zuo struggling to eat Italian food with
chopsticks. The 40-second spots, which were posted on D&G's Instagram,
Facebook and Twitter, were created to promote "The Great Show," which
was billed by the fashion house as a "tribute to China."
Zuo was pictured attempting to pick up pizza,
spaghetti and cannoli to the sound of stereotypical Chinese music. A narrator
is heard offering seemingly patronizing advice such as "don't attempt to
use the chopsticks as knives" and "just use your chopsticks like
pliers."
A social media storm followed when a number of
offensive private Instagram messages -- allegedly sent by the brand's
co-founder Stefano Gabbana in response to criticism of the videos -- went
viral.
The Italian designer denied writing the
messages, which included derogatory remarks directed toward China and Chinese
people, and claimed that his account had been hacked.
In a statement posted to Zuo's Weibo account
Monday, the model apologized for her role in the controversy. She also offered
her account of the incident, claiming that she knew very little about the
videos' content beforehand, other than being told it would be "fun."
"I never and would never bear anything
disrespectful to my home country," she said. "I'm deeply in love with
my country and proud to be a Chinese to send on international runways."*
El reportaje muestra cómo las tiendas de Dolce & Gabbana
en Pekín y Shanghái tienen vigilancia por temor a reacciones más allá del
boicot a las compras. Es ahí donde duele y donde surgen los arrepentimientos.
Los ejemplos de este tipo se suceden en la historia de los últimos años. Aquí
hemos dado cuenta de algunas de ellas, como la que afectó a las muñecas barbies, tras la controversia con
Mattel, que llevó al boicot de los compradores chinos a los productos de una
marca que les responsabilizaba a ellos de lo que era un error de diseño, como
se pudo probar después. La brillante y sofisticada House of Barbie en Shanghái
tuvo que cerrar tras dos años en picado en 2011.
Pero es muy fácil echar la culpa a China, es ahí donde
funcionan los estereotipos que se mantienen a través de los medios. El anuncio
de Dolce & Gabbana incurre en el principal error de este tipo de
situaciones, la visión de superioridad, la ridiculización. Está tan asumido en
Occidente que pasa desapercibido. ¿Dónde está el problema?, dicen, cuando se les
advierte de esta mala práctica.
Hay que desarrollar una sensibilidad específica porque estos
mensajes están tan metidos en nuestros medios que solo los detectamos cuando
nos los aplican a nosotros. Entonces, sí, nos damos cuenta, pero ¿somos capaces
de pensar que esta gigantesca maquinaria mediática puede estar ofendiendo a los
demás o practicamos como normalidad la "ley del embudo"? Dolce &
Gabbana desarrolló un anuncio para un mundo en el que se escucha a Donald Trump
decir que todos los problemas del mundo vienen de China, que China se ha
inventado el cambio climático, que los productos chinos son de "mala
calidad"... ese discurso mediático sirve a los intereses comerciales y se
prolonga para mantener el consumo restringido.
¿Vamos hacia guerras de boicots? Probablemente. Los
movimientos populistas, antiglobalización, han centrado su discurso en que son
los otros los que han creado la situación de crisis, cuando es más bien los
contrario. Los responsables de que sus productos se fabrique en China o en
cualquier otro lado son los que buscan ampliar su beneficio deslocalizando sus
fábricas. Es más fácil y productivo. Con esto, es fácil hacer un discurso xenófobo,
en este caso contra China, Corea y Japón. Europa tampoco se escapa a ello (el Brexit
ha vivido de lo mismo).
Desde que China ha ido creando una producción propia de
calidad, los ataques se recrudecen y cualquier bulo es dado por bueno, como
ocurre con los teléfonos Huawei. Me sentí muy mal hace unos días cuando una de
mis alumnas chinas se me echo a llorar al decirme cómo, esperando el autobús,
se dedicaron delante de ella a hacer pintadas en un anuncio de Huawei, al que
han querido convertir en el Gran Hermano los mismos que se tuvieron que
disculpar por espiar el móvil de Angela Merkel y otros dirigentes de países
aliados. Las grandes fugas de información vienen de las compañías (Facebook,
Google...) que son las que controla el sector y las que nos "espían"
cada día. No hace falta dar detalles.
Deberíamos ser conscientes que estas informaciones, cuya
base son las guerras comerciales, están creando un muy mal ambiente hacia
personas que no cometen más pecado que venir a nuestros países a estudiar. Pero
eso también está bajo sospecha, según algunos. Vienen a "robar nuestros
secretos" a la aulas, nos dicen. Ridículo. Durante décadas hemos recibido
gustosamente en nuestros campus alumnos de todas las procedencias. Es ahora
cuando parece que nos sentimos atacados. Está creciendo el populismo racista y
eso es un enorme retroceso y muy peligroso. ¿Recordamos los ataques contra los
turistas en Barcelona el pasado verano, las demostración de "no nos
gustas" por los nacionalistas autoerigidos en voz popular? Son síntomas de
lo mismo.
He visto muchos tipos de racismo, pero ninguno como el que
se está creando en el país que está haciendo del racismo bandera interna y exterior,
los Estados Unidos. Eso es lo que está logrando la administración de Donald
Trump. Disfraza los choques comerciales con sus dosis de supremacismo blanco y
de desprecio hacia lo exterior, ya sean hispanos, afroamericanos o chinos. Los Estados
Unidos de Trump están en lucha contra el mundo y los medios no ayudan mucho,
sino que se suman a este racismo estereotípico creciente. Afortunadamente ha
hecho despertar a la mitad que no le apoya, que no se siente identificado con
sus mensajes. Pero, cuidado, las guerras comerciales son cada vez más sucias.
El otro caso del que nos da cuenta la CNN es de diferente
naturaleza, pero refleja también un problema en la percepción de los otros:
Noor Tagouri shrieks in delight as she opens
the latest issue of Vogue magazine to find a dazzling portrait of herself in
head-to-toe Givenchy.
"So cool," she exclaims. "Oh my
god, I'm freaking out!"
But the video, which was posted to the
journalist and activist's Instagram account Thursday, then takes an unexpected
turn. The camera zooms in on a photo caption misidentifying her as the
Pakistani actress Noor Bukhari.
"Are you kidding?" she sighs.
In a caption accompanying the video, Tagouri
expressed her dismay at the error.
"I have been misrepresented and misidentified
MULTIPLE times in media publications -- to the point of putting my life in
danger," she wrote. "I never, EVER expected this from a publication I
respect SO much and have read since I was a child."
"Misrepresentation and misidentification
is a constant problem if you are Muslim in America," she continued.
"And as much as I work to fight this, there are moments like this where I
feel defeated."
Tagouri later told CNN she wasn't surprised by
the mistake and that it happens "more often than not."**
La cuestión va más allá del error, tanto por su frecuencia
como por su sentido. Nos dice que ha sido mal identificada y mal representada,
es decir, en ocasiones a la foto correcta (caso de el número de Vogue) se le
pone un nombre incorrecto; pero también otro, a la foto de otra persona se le
pone el nombre suyo, lo que puede resultar muy peligroso en determinadas circunstancias.
Los errores múltiples en el etiquetado de las personas revelan uno de los efectos del
estereotipo: no deja ver las diferencias. Una mujer con velo son todas las
mujeres con velos, da igual un nombre que otro, una cara que otra. Todo tiende
a verse igual. El propio uso de estereotipos es lo que fomenta, la falta de
matiz. Los que no son como nosotros son todos iguales.
La periodista ha expresado el abatimiento que le produce
esta situación de confusión una y otra vez a través de un tuit:
noor
I’m SO heartbroken and devastated. Like my
heart actually hurts. I’ve been waiting to make this announcement for MONTHS.
One of my DREAMS of being featured in American @VogueMagazine came true!! We
finally found the issue in JFK airport. I hadn’t seen the photo or the text.
Adam wanted to film my reaction to seeing this for the first time. But, as you
can see in the video, I was misidentified as a Pakistani actress named Noor
Bukhari. My name is Noor Tagouri, I’m a journalist, activist, and speaker. I
have been misrepresented and misidentified MULTIPLE times in media publications
- to the point of putting my life in danger. I never, EVER expected this from a
publication I respect SO much and have read since I was a child. **
El problema del etiquetado de las personas es que no
percibimos diferencias. Las caras nos parece iguales y los nombres nos suenan
igual. Solo un contacto más próximo y, sobre todo, una actitud de menos
prejuicios nos permiten identificar a la persona por su nombre correcto. Si
todo nos parece lo mismo, es difícil que podamos entender diferencias, matices,
contrastes..., es decir, lo que tenemos realmente delante.
El prejuicio y el estereotipo no nos dejan percibir la
realidad que tenemos delante. Esta es reconducida hacia nuestra visión previa,
de la que no podemos salir. Es como una venda perceptiva, un filtro deformante.
El problema actual es que la información no está sirviendo
para establecer matices, sino —por el contrario— para reforzar los estereotipos
e incluso crear otros nuevos. Hablaba hace unos días con otra alumna de
nacionalidad extranjera. Es periodista. Lleva media vida en España, cuya legua
habla mejor que muchos nativos. Su desesperación es que no ven en ella más que
una extranjera y se debe ocupar de lo que ellos entienden que se debe ocupar
una "extranjera". Por mucho que haga y demuestre (lo hace porque es
una buena profesional) siempre será la "extranjera" y no debe entrar
en lo que los nacionales entran. Es profundamente injusto y, lo que es peor, no
cambiará. Nadie ve en ella lo que es, sino lo que quieren (y les interesa) ver.
Todo esto se está reforzando por los mensajes múltiples
desde los nacionalismos populistas, una de cuyas piezas argumentales es la
xenofobia. La CNN ha dado la noticia del error, pero lo ha hecho en la sección
"Style", con lo que queda reducida a un problema de una revista de
moda que se equivocó y no al problema central que la propia periodista señala:
es una periodista musulmana norteamericana. Y eso no cuadra en la mente de sus
estereotipados colegas, a los que les da igual un nombre que otro, un país
musulmán que otro.
Desde hace décadas tengo muchos alumnos extranjeros, de las
procedencias más diferentes. A todos ellos, de Méjico a Egipto y de China al
Sahara, les agradezco la oportunidad que me ofrecieron de salir de mí mismo, de
los condicionamientos culturales tan enormes en los que vivimos sin apenas ser
conscientes de ellos. Hoy trabajamos en nuestros seminarios doctorales, en muchas
de nuestras tesis, en la comunicación intercultural, lo que implica entrar
muchas veces dolorosamente en las condiciones de racismo, de xenofobia, de construcción
de estereotipos, en nuestros propios prejuicios. Es algo que nunca reconocemos porque
nos parecen naturales, pero cuando te fijas un poco ves cómo va aumentando el
nivel de peligro de la convivencia. No trabajamos suficientemente en este problema, que va a más.
Los medios deberían ser conscientes del papel que juegan en la reproducción de los estereotipos y tratar de
aprender a informar de otra manera, no fomentando los conflictos
interculturales, sino aprendiendo a ver las diferencias existentes entre las
culturas, los países, los gobiernos y las personas. No es justo que lo que hacen los gobiernos o empresas lo pague un turista o un estudiante o un trabajador o un inmigrante. Si cuando vamos fuera nos hicieran pagar los errores de nuestros gobernantes y de nuestros antepasados, mejor no salir fuera.
El problema es que hoy la xenofobia y el racismo venden. Lo
hacen política y económicamente. Son muchos los interesados en crear conflictos
ya sea atacando a las empresas que quieres hundir de otros países. La xenofobia
se vende a través de los titulares de los medios, de las noticias que inciden
en lo estereotípico. No es información, sino redundancia, vuelta a lo mismo con
diferentes caras o la misma, pues tampoco las distinguimos en nuestra cerrada
actitud.
La práctica no es exclusivamente occidental. También esta
guerra se practica en otras culturas hacia occidente. Pero si sigue esta
escalada, los problemas seguirán creándose y aumentando. La violencia se
manifestará en unos casos, en otro el boicot. Habrá personas a las que se trate
mal, como el caso de los hispanos en Estados Unidos. Gracias al presidente,
todos pueden ser etiquetados como delincuentes y una amenaza a la
"seguridad nacional" de los estados Unidos. Se seguirá deteniendo a
la gente por "perfiles", un eufemismo técnico para camuflar el
racismo y sus estereotipos.
Lo que podamos hacer todos, cada uno en su parcela, por
corregir los errores debemos hacerlo. No se puede juzgar a las personas por los
estereotipos ni por los titulares simples y alarmistas de los medios. Los dos ejemplos vistos nos muestran caras del problema. Las hay de muy distinta factura, pero reflejan el fondo de los problemas. Una campaña publicitaria que se usa para ofender a un país y a una cultura, revela dos cosas, la ignorancia de la riqueza esa cultura
La mejor experiencia de mi vida me la proporcionan las
personas de diferentes culturas con las que convivo y trabajo, codo con codo,
cada día. Aprendemos unos de otros, sin la prepotencia que caracteriza a
algunos desde su supremacismo. El mundo puede ser mejor de lo que es o, al
menos, no empeorar.
Me pongo triste cuando mis alumnos me cuentas sus
experiencias discriminadoras o racistas. Me siento profundamente frustrado
porque no conseguimos desde las aulas cambiar lo que debería ser nuestro
objetivo, abrir las mentes a la convivencia y al entendimiento. Hoy parece que
se utilizan para lo contrario. Es más fácil ganar simpatía sumándose a los vicios que intentando hacer prevalecer las virtudes.
Una advertencia: primero te parece malo el que está lejos;
luego te vas acercando hasta llegar a tu vecino. Es un problema de actitud, más
que de objeto. Una vez que te conviertes en el centro del mundo, todos los
demás son bárbaros.
* "Chinese model: Dolce & Gabbana ad
campaign 'almost ruined my career'"" CNN 23/01/2019
https://edition.cnn.com/style/article/dolce-and-gabbana-model-zuo-ye/index.html
** "Vogue mixed her up with a different
Muslim woman. She's devastated" CNN 18/01/2019
https://edition.cnn.com/style/article/vogue-noor-tagouri/index.html
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