miércoles, 23 de enero de 2019

La mala representación

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Coinciden en la CNN dos reportajes sobre dos problemas de comunicación intercultural y algo más. El primero de ellos, fechado hoy, se titula "Chinese model: Dolce & Gabbana ad campaign 'almost ruined my career'""; el otro es del día 18 de enero y lleva por título "Vogue mixed her up with a different Muslim woman. She's devastated". Los dos son un ejemplo de algo que va más allá de la "comunicación intercultural" y tiene que ver con la "actitud" intercultural que es el condicionamiento previo que se nutre de los prejuicios que crean los estereotipos, verdadero problema en un mundo cada vez más próximo.
Existe una dinámica de interacción entre públicos y medios. Los unos retroalimentan a los otros. Una vez perdido el sentido ilustrado y didáctico de los medios, es decir, haber renunciando en su mayoría a que la información aumente y mejore el conocimiento sobre la realidad y se centren mayoritariamente en la atención y el entretenimiento, es mucho más fácil recurrir a los estereotipos que a intentar cambiarlos, entendiendo que estos son negativos para las relaciones.
En los siglos XVIII y XIX, la comunicación no salía del ámbito local. Todavía en el XX hay dificultades, hasta que con la llegada de la denominada Sociedad de la Información se produce la mundialización informativa. Las noticias recorren el mundo en un instante y, tan importante, cualquiera puede crear sus flujos de información a través de un mundo-red. Tras conseguir este estado comunicativo, se produce un reflujo intentando, precisamente, paliar sus efectos sobre los regímenes cuya subsistencia se basa en el control de la información. Los gobiernos de estos países comienzan a construir barreras reguladoras para evitar los conflictos internos.
Pero lo que nos interesa aquí es el efecto que este movimiento de información tiene en un mundo en el que existe una profunda asimetría informativa y una producción estereotípica, que forman parte de la "tradición supremacista" de la cultura occidental respecto al resto. El siglo XIX, con su expansión colonial sigue marcando la percepción de ambas partes del mundo. Esto abre constantes conflictos, porque es evidente que nuestro mundo no es el del siglo XIX, que el papel actual de Asia es muy diferente al de la época de las Guerras del Opio, que ya no se puede atacar un país y obligarlo a que acepte que se queden con sus puertos comerciales, como se hizo, con Hong-Kong, por ejemplo.


Hay reconsiderar el papel de los medios, su modo de informar sobre otras culturas. Esto no elude la crítica de la política internacional o de situaciones de injusticia. Todas las culturas tienen elementos negativos en sus desarrollos, frenos construidos por los propios sistemas de poder, que se refuerzan precisamente por las críticas que reciben camuflando el poder como rasgos de identidad propia. Es una forma de engaño para seguir manteniéndose en el poder, evidentemente.
Me refiero a otro tipo de acciones, como las señaladas por la CNN provocadas por la falta de rigor mediático o los enfoques de burla hacia cosas que no solo no se entienden sino que son dibujadas como ridículas, de forma estereotipada y que hacen que las personas a las que se les aplica no se reconozcan y se sientan ridiculizadas o maltratadas.
Hace unos días, tras una matanza terrorista en un país africano, se realizaban fuertes críticas a los medios norteamericanos por no haber aplicado a las víctimas los mismos criterios éticos que se plantearon tras el 11 de septiembre. Eso implica evitar las escenas de cadáveres para proteger a las familias. En este caso, como en muchos otros, los principios que se exigen por parte de nuestras sociedades, no parecen tener que aplicarse en otras, que carecen sobre todo de defensas.
Las guerras comerciales con Asia se están convirtiendo en un recrudecimiento de los estereotipos contra las personas. En los años 70 el blanco de esto fue Japón, acusado de "copiar" o "imitar" todo. Hoy Japón, por su esfuerzo, es una potencia mundial en muchos sectores. El papel que le tocó padecer a Japón, le toca hoy a China, la segunda economía mundial, con los mismos repetitivos estereotipos.
La primera de las noticias de la CNN nos habla de la irritación causada en China por un anuncio de Dolce & Gabanna con una modelo china:

The Chinese model who starred in a series of controversial Dolce & Gabbana videos has said the controversy surrounding the campaign almost ruined her career.
Speaking out for the first time since November, when the fashion house was forced to apologize over accusations of racism, model Zuo Ye claimed that she received threats, online attacks and harassment following the outcry.
The controversy began when D&G published three promotional videos showing Zuo struggling to eat Italian food with chopsticks. The 40-second spots, which were posted on D&G's Instagram, Facebook and Twitter, were created to promote "The Great Show," which was billed by the fashion house as a "tribute to China."
Zuo was pictured attempting to pick up pizza, spaghetti and cannoli to the sound of stereotypical Chinese music. A narrator is heard offering seemingly patronizing advice such as "don't attempt to use the chopsticks as knives" and "just use your chopsticks like pliers."
A social media storm followed when a number of offensive private Instagram messages -- allegedly sent by the brand's co-founder Stefano Gabbana in response to criticism of the videos -- went viral.
The Italian designer denied writing the messages, which included derogatory remarks directed toward China and Chinese people, and claimed that his account had been hacked.
In a statement posted to Zuo's Weibo account Monday, the model apologized for her role in the controversy. She also offered her account of the incident, claiming that she knew very little about the videos' content beforehand, other than being told it would be "fun."
"I never and would never bear anything disrespectful to my home country," she said. "I'm deeply in love with my country and proud to be a Chinese to send on international runways."*


El reportaje muestra cómo las tiendas de Dolce & Gabbana en Pekín y Shanghái tienen vigilancia por temor a reacciones más allá del boicot a las compras. Es ahí donde duele y donde surgen los arrepentimientos. Los ejemplos de este tipo se suceden en la historia de los últimos años. Aquí hemos dado cuenta de algunas de ellas, como la que afectó a las muñecas barbies, tras la controversia con Mattel, que llevó al boicot de los compradores chinos a los productos de una marca que les responsabilizaba a ellos de lo que era un error de diseño, como se pudo probar después. La brillante y sofisticada House of Barbie en Shanghái tuvo que cerrar tras dos años en picado en 2011.
Pero es muy fácil echar la culpa a China, es ahí donde funcionan los estereotipos que se mantienen a través de los medios. El anuncio de Dolce & Gabbana incurre en el principal error de este tipo de situaciones, la visión de superioridad, la ridiculización. Está tan asumido en Occidente que pasa desapercibido. ¿Dónde está el problema?, dicen, cuando se les advierte de esta mala práctica.


Hay que desarrollar una sensibilidad específica porque estos mensajes están tan metidos en nuestros medios que solo los detectamos cuando nos los aplican a nosotros. Entonces, sí, nos damos cuenta, pero ¿somos capaces de pensar que esta gigantesca maquinaria mediática puede estar ofendiendo a los demás o practicamos como normalidad la "ley del embudo"? Dolce & Gabbana desarrolló un anuncio para un mundo en el que se escucha a Donald Trump decir que todos los problemas del mundo vienen de China, que China se ha inventado el cambio climático, que los productos chinos son de "mala calidad"... ese discurso mediático sirve a los intereses comerciales y se prolonga para mantener el consumo restringido.
¿Vamos hacia guerras de boicots? Probablemente. Los movimientos populistas, antiglobalización, han centrado su discurso en que son los otros los que han creado la situación de crisis, cuando es más bien los contrario. Los responsables de que sus productos se fabrique en China o en cualquier otro lado son los que buscan ampliar su beneficio deslocalizando sus fábricas. Es más fácil y productivo. Con esto, es fácil hacer un discurso xenófobo, en este caso contra China, Corea y Japón. Europa tampoco se escapa a ello (el Brexit ha vivido de lo mismo).


Desde que China ha ido creando una producción propia de calidad, los ataques se recrudecen y cualquier bulo es dado por bueno, como ocurre con los teléfonos Huawei. Me sentí muy mal hace unos días cuando una de mis alumnas chinas se me echo a llorar al decirme cómo, esperando el autobús, se dedicaron delante de ella a hacer pintadas en un anuncio de Huawei, al que han querido convertir en el Gran Hermano los mismos que se tuvieron que disculpar por espiar el móvil de Angela Merkel y otros dirigentes de países aliados. Las grandes fugas de información vienen de las compañías (Facebook, Google...) que son las que controla el sector y las que nos "espían" cada día. No hace falta dar detalles.


Deberíamos ser conscientes que estas informaciones, cuya base son las guerras comerciales, están creando un muy mal ambiente hacia personas que no cometen más pecado que venir a nuestros países a estudiar. Pero eso también está bajo sospecha, según algunos. Vienen a "robar nuestros secretos" a la aulas, nos dicen. Ridículo. Durante décadas hemos recibido gustosamente en nuestros campus alumnos de todas las procedencias. Es ahora cuando parece que nos sentimos atacados. Está creciendo el populismo racista y eso es un enorme retroceso y muy peligroso. ¿Recordamos los ataques contra los turistas en Barcelona el pasado verano, las demostración de "no nos gustas" por los nacionalistas autoerigidos en voz popular? Son síntomas de lo mismo.
He visto muchos tipos de racismo, pero ninguno como el que se está creando en el país que está haciendo del racismo bandera interna y exterior, los Estados Unidos. Eso es lo que está logrando la administración de Donald Trump. Disfraza los choques comerciales con sus dosis de supremacismo blanco y de desprecio hacia lo exterior, ya sean hispanos, afroamericanos o chinos. Los Estados Unidos de Trump están en lucha contra el mundo y los medios no ayudan mucho, sino que se suman a este racismo estereotípico creciente. Afortunadamente ha hecho despertar a la mitad que no le apoya, que no se siente identificado con sus mensajes. Pero, cuidado, las guerras comerciales son cada vez más sucias.


El otro caso del que nos da cuenta la CNN es de diferente naturaleza, pero refleja también un problema en la percepción de los otros:

Noor Tagouri shrieks in delight as she opens the latest issue of Vogue magazine to find a dazzling portrait of herself in head-to-toe Givenchy.
"So cool," she exclaims. "Oh my god, I'm freaking out!"
But the video, which was posted to the journalist and activist's Instagram account Thursday, then takes an unexpected turn. The camera zooms in on a photo caption misidentifying her as the Pakistani actress Noor Bukhari.
"Are you kidding?" she sighs.
In a caption accompanying the video, Tagouri expressed her dismay at the error.
"I have been misrepresented and misidentified MULTIPLE times in media publications -- to the point of putting my life in danger," she wrote. "I never, EVER expected this from a publication I respect SO much and have read since I was a child."
"Misrepresentation and misidentification is a constant problem if you are Muslim in America," she continued. "And as much as I work to fight this, there are moments like this where I feel defeated."
Tagouri later told CNN she wasn't surprised by the mistake and that it happens "more often than not."**


La cuestión va más allá del error, tanto por su frecuencia como por su sentido. Nos dice que ha sido mal identificada y mal representada, es decir, en ocasiones a la foto correcta (caso de el número de Vogue) se le pone un nombre incorrecto; pero también otro, a la foto de otra persona se le pone el nombre suyo, lo que puede resultar muy peligroso en determinadas circunstancias.
Los errores múltiples en el etiquetado de las personas revelan uno de los efectos del estereotipo: no deja ver las diferencias. Una mujer con velo son todas las mujeres con velos, da igual un nombre que otro, una cara que otra. Todo tiende a verse igual. El propio uso de estereotipos es lo que fomenta, la falta de matiz. Los que no son como nosotros son todos iguales.
La periodista ha expresado el abatimiento que le produce esta situación de confusión una y otra vez a través de un tuit:

noor
I’m SO heartbroken and devastated. Like my heart actually hurts. I’ve been waiting to make this announcement for MONTHS. One of my DREAMS of being featured in American @VogueMagazine came true!! We finally found the issue in JFK airport. I hadn’t seen the photo or the text. Adam wanted to film my reaction to seeing this for the first time. But, as you can see in the video, I was misidentified as a Pakistani actress named Noor Bukhari. My name is Noor Tagouri, I’m a journalist, activist, and speaker. I have been misrepresented and misidentified MULTIPLE times in media publications - to the point of putting my life in danger. I never, EVER expected this from a publication I respect SO much and have read since I was a child. **



El problema del etiquetado de las personas es que no percibimos diferencias. Las caras nos parece iguales y los nombres nos suenan igual. Solo un contacto más próximo y, sobre todo, una actitud de menos prejuicios nos permiten identificar a la persona por su nombre correcto. Si todo nos parece lo mismo, es difícil que podamos entender diferencias, matices, contrastes..., es decir, lo que tenemos realmente delante.
El prejuicio y el estereotipo no nos dejan percibir la realidad que tenemos delante. Esta es reconducida hacia nuestra visión previa, de la que no podemos salir. Es como una venda perceptiva, un filtro deformante.
El problema actual es que la información no está sirviendo para establecer matices, sino —por el contrario— para reforzar los estereotipos e incluso crear otros nuevos. Hablaba hace unos días con otra alumna de nacionalidad extranjera. Es periodista. Lleva media vida en España, cuya legua habla mejor que muchos nativos. Su desesperación es que no ven en ella más que una extranjera y se debe ocupar de lo que ellos entienden que se debe ocupar una "extranjera". Por mucho que haga y demuestre (lo hace porque es una buena profesional) siempre será la "extranjera" y no debe entrar en lo que los nacionales entran. Es profundamente injusto y, lo que es peor, no cambiará. Nadie ve en ella lo que es, sino lo que quieren (y les interesa) ver.
Todo esto se está reforzando por los mensajes múltiples desde los nacionalismos populistas, una de cuyas piezas argumentales es la xenofobia. La CNN ha dado la noticia del error, pero lo ha hecho en la sección "Style", con lo que queda reducida a un problema de una revista de moda que se equivocó y no al problema central que la propia periodista señala: es una periodista musulmana norteamericana. Y eso no cuadra en la mente de sus estereotipados colegas, a los que les da igual un nombre que otro, un país musulmán que otro.


Desde hace décadas tengo muchos alumnos extranjeros, de las procedencias más diferentes. A todos ellos, de Méjico a Egipto y de China al Sahara, les agradezco la oportunidad que me ofrecieron de salir de mí mismo, de los condicionamientos culturales tan enormes en los que vivimos sin apenas ser conscientes de ellos. Hoy trabajamos en nuestros seminarios doctorales, en muchas de nuestras tesis, en la comunicación intercultural, lo que implica entrar muchas veces dolorosamente en las condiciones de racismo, de xenofobia, de construcción de estereotipos, en nuestros propios prejuicios. Es algo que nunca reconocemos porque nos parecen naturales, pero cuando te fijas un poco ves cómo va aumentando el nivel de peligro de la convivencia. No trabajamos suficientemente en este problema, que va a más.
Los medios deberían ser conscientes del papel que juegan en la reproducción de los estereotipos y tratar de aprender a informar de otra manera, no fomentando los conflictos interculturales, sino aprendiendo a ver las diferencias existentes entre las culturas, los países, los gobiernos y las personas. No es justo que lo que hacen los gobiernos o empresas lo pague un turista o un estudiante o un trabajador o un inmigrante. Si cuando vamos fuera nos hicieran pagar los errores de nuestros gobernantes y de nuestros antepasados, mejor no salir fuera.
El problema es que hoy la xenofobia y el racismo venden. Lo hacen política y económicamente. Son muchos los interesados en crear conflictos ya sea atacando a las empresas que quieres hundir de otros países. La xenofobia se vende a través de los titulares de los medios, de las noticias que inciden en lo estereotípico. No es información, sino redundancia, vuelta a lo mismo con diferentes caras o la misma, pues tampoco las distinguimos en nuestra cerrada actitud.
La práctica no es exclusivamente occidental. También esta guerra se practica en otras culturas hacia occidente. Pero si sigue esta escalada, los problemas seguirán creándose y aumentando. La violencia se manifestará en unos casos, en otro el boicot. Habrá personas a las que se trate mal, como el caso de los hispanos en Estados Unidos. Gracias al presidente, todos pueden ser etiquetados como delincuentes y una amenaza a la "seguridad nacional" de los estados Unidos. Se seguirá deteniendo a la gente por "perfiles", un eufemismo técnico para camuflar el racismo y sus estereotipos.


Lo que podamos hacer todos, cada uno en su parcela, por corregir los errores debemos hacerlo. No se puede juzgar a las personas por los estereotipos ni por los titulares simples y alarmistas de los medios. Los dos ejemplos vistos nos muestran caras del problema. Las hay de muy distinta factura, pero reflejan el fondo de los problemas. Una campaña publicitaria que se usa para ofender a un país y a una cultura, revela dos cosas, la ignorancia de la riqueza esa cultura
La mejor experiencia de mi vida me la proporcionan las personas de diferentes culturas con las que convivo y trabajo, codo con codo, cada día. Aprendemos unos de otros, sin la prepotencia que caracteriza a algunos desde su supremacismo. El mundo puede ser mejor de lo que es o, al menos, no empeorar.
Me pongo triste cuando mis alumnos me cuentas sus experiencias discriminadoras o racistas. Me siento profundamente frustrado porque no conseguimos desde las aulas cambiar lo que debería ser nuestro objetivo, abrir las mentes a la convivencia y al entendimiento. Hoy parece que se utilizan para lo contrario. Es más fácil ganar simpatía sumándose a los vicios que intentando hacer prevalecer las virtudes. 
Una advertencia: primero te parece malo el que está lejos; luego te vas acercando hasta llegar a tu vecino. Es un problema de actitud, más que de objeto. Una vez que te conviertes en el centro del mundo, todos los demás son bárbaros.


* "Chinese model: Dolce & Gabbana ad campaign 'almost ruined my career'"" CNN 23/01/2019 https://edition.cnn.com/style/article/dolce-and-gabbana-model-zuo-ye/index.html 
** "Vogue mixed her up with a different Muslim woman. She's devastated" CNN 18/01/2019 https://edition.cnn.com/style/article/vogue-noor-tagouri/index.html

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