jueves, 10 de enero de 2019

Plato de lentejas combinado o quien a hierro mata

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La política española sigue con su tendencia al enrarecimiento. El pacto alcanzado en Andalucía no es el más satisfactorio para el conjunto. La política no es solo acción ni día a día; es también reflexión y visión de futuro. De esto ha habido, la verdad, muy poco. Pero son las consecuencias del viejo dicho: quien a hierro mata, a hierro muere.
El Partido Socialista cae en Andalucía a manos de un acuerdo poco saludable en recuerdo de las alianzas contra natura con las que accedió al gobierno con una minoría paupérrima. Natura fue, en ese caso, Mariano Rajoy, el señor de Santa Pola, por el que se vendieron entonces otros por un plato de lentejas, como la Biblia nos cuenta.
Como le acabo de escuchar al futuro presidente de la Comunidad andaluza, "cada uno puede interpretar los pactos como quiera, pero lo importante es lo que está firmado", es decir, lo que tenía él en su mano y sostenía sin que le temblara el pulso. Ya le temblará.


Esa afirmación sanchopancesca venía a cuento de las preguntas que los periodistas le hacían sobre lo que acababa de poner en su web el partido extremo sobre las expulsiones de inmigrantes. Que pongan lo que quieran, vino a decir, que yo tengo aquí bien amarraditos los papeles firmados.
Pero en política decir lo que se quiera tiene sus consecuencias. El hecho de que el partido recién llegado pueda seguir montando sus espectáculos propagandísticos sobre cuestiones de género, inmigración o las leyes "ideológicas" sobre "memoria" o sobre cualquier otra circunstancia le supone un incremento de su desarrollo y una debilidad doble ante sus oponentes. Los efectos es que seguirá perdiendo votos, ahora por dos lados (el paso hacia la ultraderecha y la evasión a un centro moderado). Es decir, el PP se va a pasar la próxima legislatura justificando el acceso al poder en Andalucía respondiendo por cada una de las salidas de tono de su "socio innombrable".
Tendremos por delante las grandes explosiones propagandísticas del los que cantan que en Andalucía se ha producido un "milagro" político, como el Partido Socialista cantó que se había producido un "milagro" en la Moncloa.
El gran beneficiado es el que no se desgasta y tiene las manos libres. Se limita a decir lo que quiera a sabiendas de que no pueden prescindir de su apoyo para mantener la presidencia. Y los apoyados tendrán que disculparle dando la cara por él. Esto sin contar los problemas que les van a crear a ambos en una Unión Europea que está intentando frenar el desarrollo de los populismos retrógrados y anti inmigratorios. Allí están deseando recibir a los recién llegados con los brazos abiertos.
En clave interna se sigue repitiendo lo que del que a hierro mata. Ya son muchas las voces discrepantes con lo que supone los "pactos blandos" con el recién llegado. Los que tienen sus feudos tranquilos ya empiezan a desmarcarse del coste político que tienen los pactos, esencialmente en la parte más impresentable: la del anti feminismo y la revocación de las leyes de violencia de género.

En realidad, este punto es clave y va mucho más allá. La prueba de ellos es que —como ocurrió con Trump tras su llegada a la Casa Blanca—, son las mujeres las que han salido a la calle a protestar. Y con razón. No se trata, una vez más, de lo firmado, sino de lo pregonado, algo que parecen seguir sin entender. Si es cierto, como señalamos al principio por boca del futuro presidente de la Junta, candidato del PP, que cada uno puede interpretar los acuerdos como quiera, es lo que su falso amigo está haciendo ya desde antes que se seque la tinta. No se ha aprendido que el puesto más cómodo es el que sabe que le necesitan pero que no cuentan con él (es decir, no tiene desgaste).
El señor Casado se verá comprometido (ya lo está en los titulares periodísticos, cada uno es libre, recuerden) como quien ha dirigido al PP hacia la extrema derecha para no perder votos. Los va a perder, téngalo por seguro. ¿Dónde irán? Eso es más complicado.
En la medida en que Ciudadanos se vea más complicado en la política al querer adquirir protagonismo, le ocurrirá el mismo efecto. Será considerado "tibio" por unos y aproximado a la extrema derecha por otros. Eso tendrá un efecto notable sobre el espectro electoral que llega hasta el PSOE, pudiendo producirse un "no voto" de castigo. Los que castigaban al PP votando a Ciudadanos, no van a tener muy claro cómo castigarle. Si los dos se unen, el beneficiado, en la proporción correspondiente, es decir, recogida de descontento, será la abstención y el partido recién llegado.

Lo que está ocurriendo con la cuestión de género (en la violencia, como en los derechos y en la identidad) es una clara demostración de que no nos ha llegado el futuro sino el pasado. La historia demuestra que se puede vivir en una especie de pasado, como un deja vu. Solo que hoy se nos hace más horizontal, más de zonas retrógradas en las que las mujeres son propiedades. La mayor infamia vista en estos días es ese vídeo propagandístico en el que una jóvenes salen diciendo "no en mi nombre" para referirse al feminismo. Eso no es más que una macabra caricatura de personas que no están al tanto ni de la Historia ni del presente. Y esas son las armas del partido recién llegado, un mundo a la contra con atajos cabreados al pasado.
La estrategia no es la del terremoto, sino la de las termitas. Lo malo de los fundamentalismos del cualquier signo es que están rebosantes de providencialismo, si no es en esta vida, será en la otra. Hasta el momento, le han sacado muchísimo rendimiento en protagonismo y atención. Además van dejando competidores atrás y abriendo franquicias. Andalucía les ha salido bien.


Los efectos de la erosión del sistema por el conflicto permanente a cara de perro, hace que lo que debería estar establecido en la centralidad, dejando los márgenes para los extremos, se está convirtiendo en un importante condicionante. Cuando te has aliado con los extremos, en un cao y otro, no es fácil después distanciarte de ellos. Y acabas pagando caro el plato de lentejas.
No ha habido milagros ni en ganar en Andalucía, ni en no gobernar en Cataluña, ni en desahucio de La Moncloa. No hay momentos históricos en ello, nada. Solo la tristeza de un panorama político.  Lo ocurrido en Andalucía es la erosión y el hartazgo.  Si ha habido algún milagro es como el de los jueves, el que nos contó el gran Berlanga.



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