Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Casi
sin enterarnos, entre rebajas y cosas de Trump, entre la Liga y probarse los
pantalones después de las fiestas, se ha producido un hecho histórico: la
separación de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania del Patriarcado de Moscú, que era
quien tenía el control divino en la zona.
La
religión es algo con lo que hay tener cuidado porque los cismas siempre tienen
consecuencias importantes. Aquí, más que cisma teológico lo ha sido geográfico,
es decir, no es un cisma como aquellos que se debatían doctrinalmente, sino más
bien una falta de ganas de que Moscú, además de tocarte las narices por lo
terrenal, lo haga por lo espiritual. Aquí no se debate nada teológico ni se
duda del valor de las imágenes o de los santos, sino más bien que los que
empezaron como hermanos han terminado como familia mal avenida. Muy ingenuos son los rusos si pensaban que se iban a enfrentar en un terreno mientras que se
aceptaría la autoridad en el otro.
El
diario El País nos explica con detalle el conflicto y sus orígenes:
El conflicto entre Ucrania y
Rusia se ventila este fin de semana a orillas del Cuerno de Oro, en Estambul.
Allí, en la sede del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, líder
espiritual de unos 260 millones de cristianos ortodoxos en el mundo, se firmó
este sábado el tomos o decreto que otorga a la Iglesia Ortodoxa de Ucrania
carta de libertad, desvinculándola del Patriarcado de Moscú, del que dependía
desde 1686. La rúbrica ha provocado una airada respuesta de las autoridades
eclesiásticas rusas y puede suponer el cisma más grande en el cristianismo en
siglos. Además, aumenta la tensión entre Kiev y Moscú desatada en 2014 por la
anexión rusa de Crimea y el apoyo del Kremlin a los separatistas prorrusos en
la región ucrania del Donbás en una guerra que ha causado ya más de 10.000
muertos.
“Los feligreses ucranios han esperado
este bendito día desde hace siglos. […] Ahora pueden disfrutar del sagrado don
de la emancipación, la independencia y el autogobierno, siendo libres de
cualquier intervención externa”, dijo Bartolomé I en su discurso durante una
solemne ceremonia ante Epifanio, el metropolitano de la nueva iglesia de
Ucrania, y numerosas autoridades políticas de ese país, como el presidente
Petró Poroshenko o el expresidente Víctor Yushchenko.*
Lo del "día bendito", como dice Bartolomé I, veremos
a ver cómo acaba, porque a Putin se le ha visto con cara ausente durante la
celebración de la pascua ortodoxa. No es posible aventurar lo que le pasa a
Putin por la cabeza, pero no suele ser nada bueno en la mayoría de los casos. Y
con un cirio en las manos, se pueden pensar muchas cosas.
En general, el nacionalismo tiende al exceso, pero cuando se
le añade la cuestión divina, se pone francamente peligroso porque la gente
puede llegar a creer que matar es una opción divina. No contentos con tener
línea directa con Dios, el nacionalismo pretende repetir el modelo del pueblo
elegido, convirtiendo a la patria en Abel, el favorito, pero con los malos
modos de Caín.
Como norma general, cualquier intención religiosa que no traiga paz,
es una falsificación, una manipulación de lo divino. Si ya es compleja de por sí la
idea de Dios, convertirla en partidista y en guardiana de fronteras es de tal
simpleza, que a veces sorprende la seriedad y el convencimiento con los que la
gente creen que Dios apoya sus causas y rechaza las ajenas.
No se trata aquí, pues, de cisma en la fe, sino en la confianza.
Sencillamente, no se fían de los rusos... y hacen bien. Porque desde el principio Putin
ha usado y manipulado (o ha hecho manipular) la cuestión religiosa. Los soldados rusos no han ido ni irán a evangelizar. Nada religioso hay aquí, solo el malestar humano y el uso
indebido de lo religioso para el control de las almas.
En cualquier caso, el diario nos deja claro que allí no han
estado discutiendo sobre el sexo de los ángeles, sino sobre cómo liberarse de
tener que ir a Rusia para las cuestiones espirituales:
El simbolismo político del acto
se vio reforzado por el hecho de que fue Poroshenko, y no Epifanio, el que
recibió el tomos de manos del
patriarca ecuménico, al que agradeció el “coraje de tomar esta histórica
decisión”. Ya anteriormente el mandatario ucraniano había comparado este hecho
con el referéndum mediante el que Ucrania se independizó de la URSS en 1991 y
con la “aspiración a ingresar en la Unión Europea y la OTAN”.*
Es una pena que conforme avanza el siglo estemos con estas
cuestiones por todo el mundo. Nadie renuncia a Dios, que debería ser suizo. Por
el contrario, cada vez llegan más visionarios al mundo, como el Bolsonaro brasileño, o aquellos a los que se les aparecen en sueños sus predecesores para animarlos, por si se
encuentran desganados. Hasta Trump dice que la política es algo entre Dios, el
pueblo y él, que ya es restringir el círculo y practicar la ventriloquía.
Las religiones y el nacionalismo han ido siempre de la mano,
pues uno de sus principios es tener a Dios de su lado. Aquí en España lo hemos
visto muy bien. Tanto para el nacional-catolicismo como para el uso de Dios que
han hecho tradicionalmente los independentistas, que siempre han tenido a
abades y capellanes en sus listas de afiliados, cuando no de dirigentes. No
está mal eso de salir con bendiciones cuando se va a hacer alguna barrabasada. Lo
peor es que siempre tienes la razón,
todo lo que dices es verdad y todo lo
que haces es bueno. Es el efecto de
tener al Dios de tu lado. Hasta los del Estado Islámico o los talibanes
(estudiantes de teología) lo saben.
* "La Iglesia ortodoxa de Ucrania se independiza
oficialmente de Rusia" El País 5/01/2019
https://elpais.com/internacional/2019/01/05/actualidad/1546690286_845318.html
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