martes, 8 de enero de 2019

Separados

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Casi sin enterarnos, entre rebajas y cosas de Trump, entre la Liga y probarse los pantalones después de las fiestas, se ha producido un hecho histórico: la separación de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania del Patriarcado de Moscú, que era quien tenía el control divino en la zona.
La religión es algo con lo que hay tener cuidado porque los cismas siempre tienen consecuencias importantes. Aquí, más que cisma teológico lo ha sido geográfico, es decir, no es un cisma como aquellos que se debatían doctrinalmente, sino más bien una falta de ganas de que Moscú, además de tocarte las narices por lo terrenal, lo haga por lo espiritual. Aquí no se debate nada teológico ni se duda del valor de las imágenes o de los santos, sino más bien que los que empezaron como hermanos han terminado como familia mal avenida. Muy ingenuos son los rusos si pensaban que se iban a enfrentar en un terreno mientras que se aceptaría la autoridad en el otro.
El diario El País nos explica con detalle el conflicto y sus orígenes: 

El conflicto entre Ucrania y Rusia se ventila este fin de semana a orillas del Cuerno de Oro, en Estambul. Allí, en la sede del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, líder espiritual de unos 260 millones de cristianos ortodoxos en el mundo, se firmó este sábado el tomos o decreto que otorga a la Iglesia Ortodoxa de Ucrania carta de libertad, desvinculándola del Patriarcado de Moscú, del que dependía desde 1686. La rúbrica ha provocado una airada respuesta de las autoridades eclesiásticas rusas y puede suponer el cisma más grande en el cristianismo en siglos. Además, aumenta la tensión entre Kiev y Moscú desatada en 2014 por la anexión rusa de Crimea y el apoyo del Kremlin a los separatistas prorrusos en la región ucrania del Donbás en una guerra que ha causado ya más de 10.000 muertos.
“Los feligreses ucranios han esperado este bendito día desde hace siglos. […] Ahora pueden disfrutar del sagrado don de la emancipación, la independencia y el autogobierno, siendo libres de cualquier intervención externa”, dijo Bartolomé I en su discurso durante una solemne ceremonia ante Epifanio, el metropolitano de la nueva iglesia de Ucrania, y numerosas autoridades políticas de ese país, como el presidente Petró Poroshenko o el expresidente Víctor Yushchenko.*


Lo del "día bendito", como dice Bartolomé I, veremos a ver cómo acaba, porque a Putin se le ha visto con cara ausente durante la celebración de la pascua ortodoxa. No es posible aventurar lo que le pasa a Putin por la cabeza, pero no suele ser nada bueno en la mayoría de los casos. Y con un cirio en las manos, se pueden pensar muchas cosas.
En general, el nacionalismo tiende al exceso, pero cuando se le añade la cuestión divina, se pone francamente peligroso porque la gente puede llegar a creer que matar es una opción divina. No contentos con tener línea directa con Dios, el nacionalismo pretende repetir el modelo del pueblo elegido, convirtiendo a la patria en Abel, el favorito, pero con los malos modos de Caín.
Como norma general, cualquier intención religiosa que no traiga paz, es una falsificación, una manipulación de lo divino. Si ya es compleja de por sí la idea de Dios, convertirla en partidista y en guardiana de fronteras es de tal simpleza, que a veces sorprende la seriedad y el convencimiento con los que la gente creen que Dios apoya sus causas y rechaza las ajenas.


No se trata aquí, pues, de cisma en la fe, sino en la confianza. Sencillamente, no se fían de los rusos... y hacen bien. Porque desde el principio Putin ha usado y manipulado (o ha hecho manipular) la cuestión religiosa. Los soldados rusos no han ido ni irán  a evangelizar. Nada religioso hay aquí, solo el malestar humano y el uso indebido de lo religioso para el control de las almas.
En cualquier caso, el diario nos deja claro que allí no han estado discutiendo sobre el sexo de los ángeles, sino sobre cómo liberarse de tener que ir a Rusia para las cuestiones espirituales:

El simbolismo político del acto se vio reforzado por el hecho de que fue Poroshenko, y no Epifanio, el que recibió el tomos de manos del patriarca ecuménico, al que agradeció el “coraje de tomar esta histórica decisión”. Ya anteriormente el mandatario ucraniano había comparado este hecho con el referéndum mediante el que Ucrania se independizó de la URSS en 1991 y con la “aspiración a ingresar en la Unión Europea y la OTAN”.*

Es una pena que conforme avanza el siglo estemos con estas cuestiones por todo el mundo. Nadie renuncia a Dios, que debería ser suizo. Por el contrario, cada vez llegan más visionarios al mundo, como el Bolsonaro brasileño, o aquellos a los que se les aparecen en sueños sus predecesores para animarlos, por si se encuentran desganados. Hasta Trump dice que la política es algo entre Dios, el pueblo y él, que ya es restringir el círculo y practicar la ventriloquía.


Las religiones y el nacionalismo han ido siempre de la mano, pues uno de sus principios es tener a Dios de su lado. Aquí en España lo hemos visto muy bien. Tanto para el nacional-catolicismo como para el uso de Dios que han hecho tradicionalmente los independentistas, que siempre han tenido a abades y capellanes en sus listas de afiliados, cuando no de dirigentes. No está mal eso de salir con bendiciones cuando se va a hacer alguna barrabasada. Lo peor es que siempre tienes la razón, todo lo que dices es verdad y todo lo que haces es bueno. Es el efecto de tener al Dios de tu lado. Hasta los del Estado Islámico o los talibanes (estudiantes de teología) lo saben.


* "La Iglesia ortodoxa de Ucrania se independiza oficialmente de Rusia" El País 5/01/2019 https://elpais.com/internacional/2019/01/05/actualidad/1546690286_845318.html




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