Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Reponían
esta mañana en algún canal un filme que el tiempo ha convertido en un clásico y
le época en motivo de reflexión, El
planeta de los simios. La novela de Pierre Boulle tuvo el acierto del
cambio de papeles entre animales y animales un poco más evolucionados, es
decir, entre los simios y nosotros. En una mezcla entre Voltaire y Zola, la
idea de Boulle era criticar los dogmatismos religiosos y científicos pre
darwinistas. El mundo que se nos refleja en ese "distante" planeta es
creacionista y sostiene la separación de los simios y los humanos, a los que se
considera una especie inferior.
Dediqué
un rato a la película, desde que Charlton Heston se comunica con "sus" investigadores
y protectores chimpancés por medio la escritura (que los simios hablen inglés y
lo escriban es una licencia poética
que nadie cuestiona), ya que tiene dañada su garganta, hasta el momento en que
grita aquello de "¡asqueroso mono, quítame tus sucias patas de
encima!". En el fondo, los simios somos nosotros, nuestros prejuicios y
maldades puestas en peludo, pero bajo el disfraz somos capaces de reconocernos.
La imagen final de Heston de rodillas en la arena de la playa frente a la
semienterrada Estatua de la Libertad neoyorquina es un icono de la cultura pop
de los 60 y un acierto expresivo.
Me encuentro
con dos noticias en Le Figaro que me hacen dar un salto del planeta de los
simios al nuestro, de lo alegórico a lo real de la evolución y de nuestra forma
de entenderla desde el lado humano.
La
primera de ella es de titular muy actual "Les femelles perruches préfèrent
s'accoupler avec des mâles intelligents", y que no puede uno dejar de
leer. El hecho de que las "periquitas" elijan a los periquitos más
inteligentes para el apareamiento, nos avisan desde el principio en el artículo,
es la primera vez que se puede probar como un rasgo selectivo.
Les perruches sont exigeantes en amour. Il
faut dire que l'enjeu est de taille: la survie de l'espèce. Pour une femelle
mieux vaut donc se reproduire avec le mâle le plus dégourdi de son entourage.
Avec un peu de chance, ses capacités cognitives seront transmises à sa
descendance. Alors non,
tous les oisillons issus d'une telle union ne seront sans doute pas dignes d'un
prix Nobel, mais au moins, ils sauront se débrouiller dans la vie. Cette
«prime» à l'intelligence dans l'acte de reproduction était une hypothèse bien
connue des chercheurs depuis de nombreuses années, mais elle n'avait jamais été
démontrée. C'est
désormais chose faite par une équipe hollando-chinoise, menée par Jiani Chen de
l'Académie des sciences de Chine, qui publie les résultats de leurs travaux
dans la revue Science.*
La
hipótesis de la "inteligencia" seleccionada no es fácil de demostrar
porque hay que establecer primero qué es la inteligencia y traducirla a algún
tipo de experimento o prueba que lo deje más o menos claro. El experimento es
ingenioso y nos muestra la importancia de su diseño. Se había observado —nos
cuentan— que las periquitas mostraban su preferencia por aparearse con machos
de su especie a los que se había enseñado a abrir cajas con comida. En este
caso, podía quedar la duda de que lo que se valorara es la capacidad de
conseguir comida simplemente, lo que no supone ninguna rareza, sino más bien la
forma habitual. La facilidad para conseguir comida sería el elemento que
determinaría la elección, como en otras especies puede ser la caza, por
ejemplo.
El
ingenio del experimento ha consistido en conseguir que los periquitos aprendan
a abrir cajas, pero que esas cajas, posteriormente, no contengan comida. De
esta forma, lo que los investigadores consideran que se valora en la elección
es la "inteligencia", es decir, su capacidad de abrir cajas, algo que
en principio no supone ninguna ventaja específica en cuanto a la mejora de la
alimentación. Las periquitas consideran que abrir las cajas es un rasgo
"inteligente" y lo valoran; es algo que desean, como se nos dice,
transmitir a su descendencia. La clave de todo, claro está, se encuentra en la
definición de "inteligencia" que usemos. Pero así funciona la
Ciencia, construyendo y probando. ¿Es demasiado "antropomórfico"
nuestro concepto de "inteligencia"? ¿Hay "algo" que se nos
escapa en el mecanismo de selección? Probablemente, pero así funciona el
mecanismo de la Ciencia. Se trata de que haya algo de lo que partir y algo que
someter a pruebas para verificarlo o desestimarlo, de ir refinando el
experimento y diseñando otros que lo pongan a prueba. Se ha conseguido
establecer algo que ya se había observado reproduciéndolo en un entorno
controlado, lo que ha permitido realizar las pruebas y ver los resultados.
Ahora toca seguir por esa línea.
La
línea es ir especificando esa idea de "ventaja" que funciona en la
selección, algunos de cuyos casos son más evidentes que otros. Que un periquito
sepa abrir cajas sin que se establezcan ventajas más allá de la pericia viene a
decirnos que las periquitas lo aprecian. ¿Por qué? Eso es lo que es más
complicado porque los seres humanos —la "bestia humana" diría Zola—
tendemos a interpretar el mundo en nuestros propios términos y nos es difícil
—para bien o para mal— meternos en la mente de aquellos que no sean humanos;
incluso algunos en la de su propia especie.
La
ventaja que la periquita encuentra para emparejarse con el abridor de cajas
está por dilucidar. En términos humanos, por ejemplo, podríamos entender que
alguien valorara como una ventaja el abrir cajas fuertes, aunque las que veamos
abrir no contengan nada. Eso supondría imaginar lo que podrían contener otras.
La cuestión es que las periquitas podrían "imaginar" que un periquito
que hace algo que no reporta beneficio podría ser útil o beneficioso para su
descendencia.
El
problema es encontrar el punto adecuado para interpretar esto. La primera frase
del artículo lo muestra con claridad: "Las periquitas son exigentes en el
amor", que podría haber sido el principio de un cuento de Guy de
Maupassant, por ejemplo. Si nos damos cuenta, en esa simple frase hay una
enorme cantidad de elementos en términos humanos, desde la idea de
"exigencia" hasta la del "amor". ¿Qué quieren decir
realmente? ¿De dónde procede la "exigencia"? ¿Qué es el
"amor"? ¿Lo podríamos explicar nosotros mismos?
Hace
unos días la prensa hablaba del descubrimiento del "gen de la monogamia".
Otro riesgo evidente es la "lectura humana", un factor siempre
presente. El entendimiento de algo no humano en términos humanos es algo difícil
de evitar. Cuando decimos "humanos" no me refiero a lo que la
biología (humana) ve, sino a lo que hemos superpuesto culturalmente, una
diversidad de acciones e interpretaciones más allá de nuestra propia biología.
Nos entendemos a nosotros mismos, entendemos el mundo, a través de nuestros
propios filtros culturales, que proceden del conocimiento asentado y compartido
a lo largo de la Historia.
El texto
de los periquitos en Le Figaro me ofrece otra noticia asociada. Esta vez se
trata de moscas. Su titular nos dice algo sorprendente y también relacionado
con las cuestiones de machos y hembras: "Chez les mouches aussi, l'idéal
masculin est une construction culturelle".**
Aquí
hay varios elementos interesantes en el títulos, el "aussi", que nos
remite a nosotros mismos, el concepto de "ideal masculino" y el
"construcción cultural", otro concepto muy ligado no ya a los humano
sino a una forma de pensarnos desde una clase de Sociología o de Antropología.
El "también" implica ya que nuestro "ideal masculino" es una
construcción, algo que hemos fabricado y ha pasado a nuestro pensamiento como "natural"
u "obvio", dando lugar a nuestra lógica posterior, es decir, usándose
dentro de los juegos y las explicaciones que nos permiten pensar culturalmente.
El
titular deja paso a la descripción de los hallazgos:
Les préférences sexuelles des drosophiles ne
sont pas innées. C'est un trait culturel qui peut changer avec le temps et se
transmettre de génération en génération. Des chercheurs français l'ont démontré
dans une étude passionnante parue dans Science.
Les drosophiles ne vivent pas très longtemps.
Deux mois tout au plus en laboratoire, et peut-être même pas une semaine dans
la nature. C'est toutefois un laps de temps suffisant pour apprendre et
transmettre ce qu'elles ont appris aux générations suivantes. C'est la conclusion
d'une étude menée pendant près de sept ans par une équipe de chercheurs
français et publiée ce jeudi dans Science.
Les auteurs parlent même d'une véritable culture chez ces mouches. Si de
précédents travaux avaient montré l'existence de traits culturels chez les
grands mammifères et les oiseaux, c'est la première fois que la chose est
démontrée chez des invertébrés.**
La
socorrida drosophila (¡para cuándo un monumento a esta mosca!) ha servido esta
vez para mostrar que antes de terminar su efímera vida, son capaces de crear "modas"
que se transmiten entre ellas y en generaciones sucesivas, según nos aseguran.
Esta vez no hay ventaja específica, sino "moda", es decir,
"tendencia", imitación porque los otros lo hacen.
Dicen
en el artículo que todo comenzó con unos experimentos de 2009 que han seguido
hasta llegar, diez años después, a esta conclusión sobre la
"construcción" del género y la "idealidad" que han
manifestado en las conclusiones.
Allí
donde las periquitas mostraban deseos de emparejarse con machos muy
"inteligentes", aunque no tuvieran claro en qué, las moscas drosophilas
(las moscas del vinagre) se guían por tendencias a la hora de hacerlo. Nos
cuentan en qué consiste el trabajo realizado:
Ils avaient pour cela étudié le comportement de
plusieurs centaines de femelles drosophiles face à un trait culturel nouveau
introduit artificiellement: des mâles grimés à l'aide de poudres verts ou
roses. Ils ont remarqué qu'après avoir vu une coreligionnaire s'accoupler avec
un mâle d'une couleur donnée, une drosophile avait 70% de chances de se trouver
elle aussi un partenaire de la même couleur. Insistons bien sur le fait que ces
couleurs ne sont pas naturelles chez les drosophiles. Il s'agit donc bel et
bien d'un comportement nouveau. Et de l'apparition d'une mode, pas si différente de celles qui peuvent
être lancées, de façon tout aussi arbitraire, par des «influenceurs» sur
Instagram.
Y esa
tendencia al mimetismo, a hacer lo que otros hacen, apareándose con el color de
moda, ¿a dónde lleva? Pues a la conclusión que cuenta más lo que ves que otros
hacen que lo que el cuerpo te pide.
Esta
tendencia, tampoco muestra claramente la ventaja, pero puede que tenga algo que
ver con las leyes del número, es decir, no todos van a estar equivocados o si
los otros lo hacen, por algo será, etc. Es decir, todo aquello que hace
trabajar lo menos posible a la hora de elegir.
Las
moscas y los periquitos están a gran distancia, por lo que vemos. Unas (las
periquitas) se arriesgan seleccionando unos compañeros que muestran un
comportamiento específico, que nosotros consideramos más inteligente y
suponemos que ellas también.
En
estos tiempos en que algunos se ponen a discutir los logros del feminismo en la
medida en que iguala en determinados
aspectos sociales a hombres y mujeres, encontrarán que las periquitas mantienen
un comportamiento que les garantiza algún tipo de vida mejor y por eso lo hacen,
frente a los simples currantes que llevan la comida a casa. Esto es verlo con
los ojos de la cultura y no con los de la naturaleza porque es extrapolar lo
humano al comportamiento de estas aves. Otros se preguntarán por qué no enseñan
a las periquitas a abrir ellas mismas las cajas para no tener que depender de
los periquitos y observar si los dan de lado o varían el comportamiento. Esto
también es verlo a través de los ojos culturales que tenemos. Por eso, en
muchos aspectos, es difícil hacer buena
Ciencia, es decir, obtener un conocimiento que no esté contaminado por nuestra
mirada. No es nada fácil, especialmente en las Ciencias Sociales.
La
fábula de El Planeta de los simios nos sigue fascinando porque produce un
trastocamiento de nuestros valores, como quería Nietzsche, en cuanto a la
percepción del orden de la Naturaleza, de la que nos hemos coronado reyes
gracias a la voluntad divina, según aseguran la mayoría de las religiones.
La
mayor parte de nuestra historia la hemos pasado creyéndonos los reyes y
estableciendo barreras con las otras especies animales que pueblan la Tierra.
Hemos creído que estaban ahí para alimentarnos o ayudar en nuestras faenas.
Nuestra mirada ha ido cambiando, aunque no tanto en muchos aspectos.
De las
fábulas de Esopo o las historias del Rey Mono, hemos percibido a los animales desde
nuestras ideas y prejuicios en un sentido u otro. Hoy sabemos que la primera
condición del verdadero conocimiento es intentar prescindir de los prejuicios o
"simplemente" de nuestra mirada cultural, de nuestra forma de ver las
cosas. Pero ¿cómo dejar de ser nosotros?
Y es
ahí donde los científicos deberían ser nuestros ojos, ser quienes tratan de
mirar el mundo comprendiéndolo críticamente y no solo aceptarlo, separar lo que
es la cultura (creadora de mitos encantadores o terribles) de un conocimiento
más "objetivo". Y es por eso por lo que me gusta la cultural
definición o descripción que el científico matemático Freeman J. Dyson dio en su
obra "El científico rebelde": «La ciencia es una alianza de los
espíritus libres de todas las culturas, y se rebela contra la tiranía local que
cada una de ellas impone a sus hijos.» ¿De
qué deben estar "libres" esos espíritus, de los prejuicios que
construyen cualquier cultura, los que evitan la mirada limpia y frenan nuestra
capacidad de saber.
Nunca nos libraremos de ellos, porque surgirán otros
nuevos (no podemos dejar de ser "sociales" ni
"socializados") pero el problema es que retrocedamos, que vayamos
para atrás y recuperemos orgullosamente
las viejas mentiras remozándolas con nuevos y atractivos colores. Como nos
muestran las moscas, se puede seguir algo que no tenga más ventaja evolutiva
que el hecho de que otros lo hacen.
Desgraciadamente, es la propia Ciencia la que está
creando sus propios prejuicios y celdas al dejar de ser esos "espíritus libres" que
buscan ilustrar liberando de los prejuicios. El diseño burocratizado de la Ciencia
no hace sino acumular mitos, eliminando el rasgo esencial para poder liberarse de los prejuicios
sociales: no caer en ellos mismos. La codicia, la vanidad, la ambición, el burocratismo, la envidia, etc.
se acumulan en los sistemas científicos gracias a su institucionalización. Cuantos más intereses en juego, menos libertad. Es sencillo. Y hoy en la mayor parte de la actividades científicas es el interés lo que prima (carrera, méritos, premios, reconocimiento social). Humano, demasiado humano.
La Ciencia actual, en su aspecto institucionalizado,
es muy reciente; poco más de siglo y medio. La capacidad de descubrir y de
mostrar lo descubierto (muchas veces implica riesgo al afectar a los mitos
principales, como los religiosos) había sido precisamente lo que había
caracterizado a gente que acababa en la hoguera con frecuencia. La pasión por el conocimiento que caracterizó a muchas
personalidades, que descubrieron y defendieron cosas enfrentándose a sociedad y
colegas, ha quedado atrás. Llegó la era del científico acomodaticio, de ahí que Freeman J. Dyson resalte el carácter de la rebeldía como necesario a la Ciencia, un factor cítico. ¿Y quién critica mientras espera que le concedan un proyecto o que salga una cátedra?
Hoy hay más moscas trending en la Ciencia que
periquitos valorando la inteligencia de sus parejas, por decirlo así. Aquello
contra lo que la Ciencia también luchaba, hoy se ha institucionalizado. Es un
gigantesco aparato cuyas partes no todas funciona bien, ni sus principios son
los más adecuados, absorbido por los males de los mercados, la única perspectiva que contemplan, la rentabilidad.
Al final, la Ciencia
no cambia mucho; simplemente busca ser más "eficiente". No trae conocimiento, sino comodidad. Usamos los que nos dan, pero no nos preguntamos ni preguntamos.
Los mismos que antes se
beneficiaban de otros mitos, se benefician ahora de los nuevos; porque la función del mito no es la verdad o la falsedad, sino el control social, el orden, la jerarquía, la obediencia. A golpe de financiación y de reconocimiento de
méritos, avanza el mundo científico. Es decir, lo de siempre. Antes la Ciencia iba contra los mitos, desmontando los viejos órdenes para poder tener una función liberadora. Hoy es parte de la sociedad misma reproduciendo sus virtudes y defectos, tratando de no molestar mucho el orden establecido. Esta dirigida por banqueros, ministros y empresas que dicen dónde ir y qué es rentable y que no.
En el planeta de los simios mandaban los mismos que en el nuestro, solo un poco más peludos.
*
"Les femelles perruches préfèrent s'accoupler avec des mâles intelligents"
Le
Figaron 11/01/2019
http://www.lefigaro.fr/sciences/2019/01/11/01008-20190111ARTFIG00197-les-femelles-perruches-preferent-s-accoupler-avec-des-males-intelligents.php
**
"Chez les mouches aussi, l'idéal masculin est une construction
culturelle" Le Figaro, 29/11/2018
http://www.lefigaro.fr/sciences/2018/11/29/01008-20181129ARTFIG00336-chez-les-mouches-aussi-l-ideal-masculin-est-une-construction-culturelle.php
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