Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Mientras
sacaba mi entrada de ayer para la primera sesión de cine del año, mi taquillera
me preguntó: "¿Tienes un minuto?" El minuto era para leerme la
sinopsis de la película "The Disaster Artist" que yo había visto unos
días antes. Cuando la gente le preguntaba de
qué iba la película y les leía la sinopsis, sacaban entradas para otra
sala. "¡Es que ni me enteró yo ni se enteran ellos!" Mi sinopsis, en
la cola, fue más rápida: "En realidad es una historia sobre la soledad y
la amistad como remedio". Hablamos un poco más. "Con lo que me dices
ahora ya me hago una idea y puedo explicarlo mejor", me dijo. "The Disaster
Artist" (James Franco 2017) es una película sencilla que nos empeñamos en
hacer complicada con cosas como lo de la "peor película del mundo". Pero
es una muestra también de la rigidez del gusto que estamos creando con tanta
película parecida. Las que son atípicas y se salen del guión nos cuesta
digerirlas.
De lo
mismo se queja hoy David Trueba en su breve artículo sobre otra película mal etiquetada
y, por ello, mal comprendida, "Un mundo a lo grande", una "traducción"
horrenda del "Downsizing" original. Pero el título —como otras veces—
trata de llevarnos hacia la película que
no es por desconfianza hacia la que
es.
Escribe
Trueba:
Alentado por las malas críticas que la última
película de Alexander Payne recibió a partir de su presentación en el festival
de Venecia me decidí a verla. Para entonces, Downsizing ya era un fracaso rotundo. Tanto es así que en España
los distribuidores le mutaron el título a Una
vida a lo grande, en el vano intento de transmitir esa megalomanía que
gusta más que el reconocimiento de nuestra pequeñez. Por ahí van los tiros del
mundo, gente sintiéndose mejor cuando sabe que otro está peor, tuertos reinando
entre ciegos. Payne es uno de los mejores directores de nuestra época y le
engrandece haber pergeñado el fracaso vocacional que es su última película. En
ella, una pareja de norteamericanos medios decide reducirse de tamaño para
formar parte de esas nuevas comunidades liliputienses que resuelven así los
problemas económicos y medioambientales, a partir del hallazgo científico de
unos noruegos. Pero en lugar de ilustrar los superpoderes habituales que el cine
concede a sus protagonistas, en este caso los somete al reconocimiento de sus
infrapoderes. Historieta, pues, de supermiserables y no de superhéroes.*
Hay que reconocerle a Trueba que las
oposiciones de "supermiserables / superhéroes" e "infrapoderes /
superpoderes" crean un espacio interpretativo interesante. Hasta el
momento los "supermiserables" nos los habían ofrecido sagas como las
de "Torrente", especializadas en mostrar lo contrario del glamur y el
centro en la zafiedad. Era cine "casposo", por usar una terminología
que le va al pelo. Pero la película de Payne es mucho más que eso y no hay la casposidad de un Torrente, sino la
crítica heredera de fábulas como Gulliver
o los relatos satíricos volterianos.
Tampoco
es fácil hacerle una sinopsis a "Una vida a lo grande". Cuanto más
compleja es una obra, más pérdida de elementos esenciales se produce con una
sinopsis. Si además se trata de despistar con el título para que la gente haga
asociaciones con películas que poco tienen que ver, la cuestión se hace más
complicada.
Tanto
"The Disaster Artist", la película de James Franco, como
"Downsizing" no son películas fáciles de resumir argumentalmente más
que a expensas de "simplificarlas" y acabar haciendo una caricatura.
No es lo mismo una película sencilla
que una película simple. La sencillez
puede ser una virtud, la simpleza, en cambio, es siempre un defecto, como en
sentido contrario lo es la pretenciosidad. Las historias contadas de ambas
películas no son muy estimulantes, por eso fracasan las sinopsis y se van por
las ramas del camuflaje. Como ocurre en las fábulas —por más que The Disaster Artist calque los hechos
reales—, lo importante es lo que surge de la lectura global, no del detalle.
Me
distancio de la parte del escrito de Trueba que ve el mérito de la película en el
feísmo. Él ve a Matt Damon como "fofo, alopécico y memo"*. Son tres
aspectos de diferente factura que no afectan a lo que es la esencia de esta
fábula. No creo que sea esa la intención del autor.
Para
los que han crecido en un mundo de superhéroes y van de secuela en secuela, no
es fácil enfrentarse a este tipo de películas cuyos mundos no son maniqueos. De
todos los defectos posibles en el cine, este es el peor. Ni "The Disaster Artist"
ni "Downsizing" son mundos maniqueos. Y es a ellos a los que nos
tienen ya acostumbrados. Ambas películas requieren de un poco de sensibilidad
al gris, gama perdida en un mundo de muchos colorines, pero en blanco y negro
morales.
Con
tanto coloso estamos perdiendo la
perspectiva humana de la narración, su función de enfrentarnos a nuestros
propios dilemas. Quizá es que ya no tenemos dilemas y lo vemos todo tan claro
que todo nos parece bien o mal. Tengo en mente desde hace décadas la
contestación espontánea de una niña de unos diez años que salía del entonces
festival de cine infantil de Gijón: "El cine nos enseña a vivir".
Sabia contestación en donde "vivir" se abre a una gama infinita de
posibilidades que los artistas son capaces de entregarnos. No siempre sabemos apreciarlas.
El cine
de calidad es el que nos abre posibilidades, nos introduce en conflictos, nos
hace reír con el sentido absurdo del mundo, con el ingenio agudo que revela las
fallas de nuestra vida. Es un "teatro mágico" del que podemos salir
redimidos si aprendemos a reírnos de nosotros mismos. Ambas películas muestran
procesos de redención de la seriedad que seca,
de la comodidad que distancia.
Las dos
fábulas se camuflan de comedias para revelarnos, como hace el verdadero arte,
la soledad humana y los pobres remedios a nuestro alcance. La vida es la que es
y está en nuestras imperfectas manos humanizarla.
El Cine —como la Literatura, por ejemplo— no es solo lo que se ve desde la
butaca, sino también el proceso posterior en que seguimos pensando en lo que
hemos visto, hilando consecuencias, aventurando ideas.
¿Son grandes películas? Eso no lo hacemos
nosotros —tan selectivos para unas cosas y tan poco para otras—, sino el
tiempo. La película de sinopsis incierta, "The Disaster Artist", ha
recibido premios, incluido San Sebastián, y está nominada para los Globos de
Oro. Lo mismo ha ocurrido con James Franco, director y actor, premiada su
interpretación en los Gotham Awards,
del cine independiente. Es un film
modesto y eficaz. Distinto destino es el de Downsizing,
película de mayor presupuesto. Sin embargo, contiene una de las grandes
interpretaciones del año, la que realiza la actriz tailandesa Hong Chau con un
personaje al que dota de una humanidad asombrosa.
* David
Trueba "Encoger" El País 2/01/2018
https://elpais.com/elpais/2017/12/29/opinion/1514548299_530087.html
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