viernes, 19 de enero de 2018

Los derechos de todos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El día 17 se publicaba en Mada Masr un artículo con el título "To US VP Pence: Defend the rights of Christians and all Egyptians" y firmado por Amr Magdi, investigador y miembro de Human Right Watch, residente en Lund, Suecia, donde realiza un máster sobre Oriente Medio. El dirigirse al vicepresidente norteamericano, Mike Pence, está justificado por la situación creada por el anuncio de Estados Unidos de trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, abriendo así una enorme controversia seguida de protestas por todo el mundo musulmán. La cuestión, desde que fue anunciada, ha creado conflicto en calles, en el Consejo de Seguridad o en la Asamblea de Naciones Unidas, manifestándose en contra de esta medida casi todos los países e instituciones mundiales. Probablemente sea uno de los temas que más unanimidad ha creado y, por ello, mayor soledad y aislamiento de los Estados Unidos.
En este clima, la llegada de cualquier representante de los Estados Unidos a la zona se convierte en una visita arriesgada, con posibilidades de protestas y desplantes. En Egipto, la Universidad de Al-Azhar ha tomado la iniciativa haciendo que se sume también la iglesia copta suspendiendo ambos los encuentros previstos con Pence. Los medios anuncian una "conferencia" sobre el caso de Jerusalén con participación de los cristianos y musulmanes que complicará en un sentido las relaciones egipcio-norteamericanas. El gobierno egipcio fue el encargado de presentar la propuesta contra el traslado en el Consejo de Seguridad a sabiendas de que no prosperaría. Era un gesto para evitar quedar en mal lugar ante su propia ciudadanía y mostrar un liderazgo ante los países árabes. Después todo se enrarece con la aparición del artículo en The New York Times apuntando a que el gobierno egipcio no tiene un interés real en conflicto por la capitalidad de Israel, una rocambolesca historia de la que queda mucho por aclarar.


El artículo de Amr Magdi sostiene una tesis, ante el viaje de Mike Pence, que hemos sostenido aquí en repetidas ocasiones. La cuestión del sectarismo contra los coptos tiene su propia especificidad, como la tiene el terrorismo, pero no puede separarse de la cuestión de los derechos humanos que afecta a todos los egipcios. Señala el autor:

United States Vice President Mike Pence, who canceled his visit to the Middle East in December amid a firestorm over US President Donald Trump’s announcement about Jerusalem, is due to visit Egypt on January 20, as part of a trip that will also include visits to Jordan and Israel to address “the shared need to combat terrorism and assist persecuted religious minorities.”
Speaking at the “In Defense of Christians” organization’s annual dinner last October, Pence said he intends to deliver a message to Arab leaders that there must be “an end to the persecution of Christians and all religious minorities” in the region.
This is indeed a worthy goal, as Egypt’s Christian community, which makes up roughly 10 percent of the population and is the largest Christian minority in the Middle East, has suffered legal and social discrimination for decades. Christians and other religious minority groups in Egypt suffer discrimination simply on the basis of their identity. But the fate of minority rights is tied to the broader state of human rights in Egypt, and must be seen as such by Pence and the US administration.*


El planteamiento es sencillo: te preocupas por los "tuyos" o por "todos". Si existe un lugar donde la semántica se convierte en una disciplina nanométrica es en Oriente Medio; si existe una piel fina como película de aceite, es allí.
La obsesión del filtro religioso para todo hace ver que la preocupación única de Pence es lo que le ocurre a los cristianos y no a los musulmanes. Es lógico que el vicepresidente se refiera en un acto “In Defense of Christians” a los cristianos. Lo que no es lógico es que la administración norteamericana (no solo ella) haya perdido la referencia a los derechos humanos.
Las bravuconadas de Donald Trump tienen un precio. En su visita a Oriente Medio dijo dos cosas que tienen consecuencias. La primera fue señalar que "él no iba allí a dar lecciones"; la segunda que el presidente al-Sisi estaba haciendo un "great job", que era un "fantastic guy".
Con esas dos afirmaciones dejaba a los pies de los caballos de la barbarie autoritaria a los defensores de los derechos humanos, a los que luchan por intentar tener un espacio democrático. Con esas frivolidades absurdas justificaba los destrozos en la vida política de un régimen cada vez más autoritario. Hay que preocuparse por lo que le pasa a los cristianos, pero también por las persecuciones a disidentes, activistas sociales, homosexuales y ateos.
La situación de los cristianos coptos se camufla con cuatro gestos, como se acaba de hacer, o la camuflan las propias autoridades coptas pidiendo a sus feligreses que no protesten mucho dejando en evidencia el sectarismo creciente en muchas zonas, la desprotección en la que se encuentran y la falta de atención administrativa.
Los "buenos cristianos" norteamericanos (o coptos en USA) han pedido que protejan a los "suyos", pero deberían pedir que se protegiera a todos los que sufren persecución en nombre de cualquier otra causa pacífica y democrática.
Y, sobre todo, hay que tener cuidado para que no se dé gato por liebre en la cuestión que más importa al gobierno de al-Sisi, la imagen exterior, usando la excusa del terrorismo para a) deshacerse de los opositores, y b) oscurecer el sectarismo mostrándose como el gobernante que protege a todos cuando eso no es cierto. Ambos casos los hemos tratado aquí de forma frecuente y explicado suficientemente. La frecuencia y abundancia responde a la realidad misma, es decir, a la gran cantidad de ocasiones en estos años en los que esto, desgraciadamente, se ha repetido.


Aquellas imágenes durante la revolución de musulmanes y cristianos tomados de la mano en Tahrir, de los unos velando el sueño de los otros, pasaron a la historia con la contraofensiva llevada a cabo por los islamistas y por el Ejército y la Policía en la matanza de Maspero, en la que los cristianos fueron pasados por encima por las tanquetas cuando protestaban por el trato dado por los medios oficiales.
Exteriormente, el gobierno de al-Sisi expresa su importancia esencial para que Oriente Medio no se derrumbe, arrastrando al propio Occidente, que debe agradecerle (y pagarle) los servicios. Internamente, el proceso es el uso del miedo a las conspiraciones de Occidente e Israel (Irán o Qatar, el que toque cada día) para acabar con Egipto, "donde todo empezó", la madre de los desagradecidos hijos de la humanidad. Son dos caras de una misma moneda. En realidad, el régimen no está defendiendo al mundo sino a sí mismo, su propia supervivencia, a los privilegiados por estas décadas de crear un país en el que los recursos se pierden por la corrupción, tal como denunció el encargado de la Auditoría del Estado y le valió ser acusado de traidor, juzgado y condenado.
Los medios norteamericanos han responsabilizado a Trump del aumento de los ataques a la prensa en el mundo. De igual forma —vinculado con ello— también es responsable de no haberse preocupado de los defensores de los Derechos Humanos en Egipto y en muchos otros lugares. Afortunadamente los comités responsables de administrar ayudas y destinar fondos han sido más sensibles que su presidente, calificando el senador Graham (republicano), presidente del Comité, el informe de los expertos como "desolador".
En el caso de los cristianos coptos y del apoyo norteamericano, señala el autor del artículo:

Militant groups have frequently attacked Egypt’s Christian community, claiming dozens of lives in just the last two years. The threats against Egyptian Christians are real, but Pence is wrong to claim, as he did in his October speech, that the problem is simply “radical Islamic terrorism.” This claim demonstrates a deeply flawed understanding of the situation. Even before the recent escalation of attacks claimed by the Islamic State and its affiliates, Christians faced frequent incidences of mob violence, particularly in relation to their efforts to build or renovate places of worship. This has been compounded over the years by the state’s lack of investigation and prosecution of perpetrators, and its sponsoring of “customary reconciliation” sessions that have often enabled attackers to evade justice. When the government finally issued Egypt’s first modern law to regulate the building of churches in 2016, it still enshrined discriminatory restrictions.
The current predicament of Egypt’s Christians cannot be separated from the larger human rights disaster that society as a whole is experiencing under President Abdel Fattah al-Sisi’s brutal repression. The violation of citizens’ rights has been widespread: from political opponents to atheists, religious preachers to LGBTQ individuals, even belly dancers. Pence’s boss, President Trump, has endorsed Sisi, saying he’s doing a “fantastic job.”*

Lo dicho es completamente exacto con la excepción de un punto: que se trate de un fallo de comprensión (deeply flawed understanding of the situation). Pende sabe perfectamente lo que hace y trata de mantener el apoyo interno de los grupos que han apoyado la elección del presidente Trump, entre los que tienen una gran importancia los grupos evangelistas. A ellos la cuestión de los derechos humanos les importa menos que el apoyo hacia los coptos en los discursos.


Preocupándose exclusivamente por la situación de los cristianos coptos, Pence y Trump se confirman en el mensaje a su propio electorado, que ve los derechos humanos como un exceso propio de "europeos" y "demócratas", que hacen de ellos el centro de su discurso. Los republicanos más radicales, por el contrario, son más partidarios del "haz el bien sin dejar de mirar a quién", especialmente si los demócratas de los países árabes no son precisamente pro estadounidenses, pues entienden son los que han sostenido los gobiernos autoritarios de la zona. De hecho, como es sabido, Egipto es el segundo país con fondos norteamericanos más elevados tras Israel.
La sutileza con la que es manipulada la relación con los Estados Unidos —se recibe su dinero por arriba y se la vilipendia por abajo— hace que la preocupación por los cristianos sin hacerlo por los demás sea considerado un "doble rasero", expresión siempre aplicada a Occidente, cuando es realmente practicada por los que reciben apoyo económico y militar y después atacan a los Estados Unidos como "imperialista". Pero todo esto forma parte del gigantesco embrollo, lleno de cinismo e hipocresía, que es Oriente Medio.
Amr Magdi recoge confirma diversos casos de persecución de los coptos —podría haber citado otros en los que coptos han sido detenidos por considerar que "hacían propaganda" de su fe, como ocurrió con unos jóvenes de Alejandría— y cierra su artículo señalando:

The Egyptian government’s cosmetic approach to protecting Christians relies largely on empowering a few officially recognized Christian leaders, who maintain strong influence over communal affairs, including highly restrictive personal status laws. These leaders have also defended the government’s broader crackdown on protest, including deflecting government responsibility for the 2011 Maspero violence, in which dozens of Christians were killed while holding an anti-discrimination protest.
Back in 2011, the Christian community mobilized in massive numbers to protest the corruption, abuse, and general loss of indignity they suffered under Mubarak’s rule. Seven years later, Egypt’s Christians find themselves to be just as much under threat due to Sisi’s attempts to bully an entire society into submission and silence.
If Pence truly wants to improve the situation for Christians in Egypt, then he should use his visit to stress that traditional bilateral relations and respect for human rights are not separate realms; one is, or should be, tightly connected to the other. US support for Christians should stem from the recognition that the discrimination they face is part of a wider pattern of repression under Sisi’s regime, not just the result of extremist violence.*

Los dos primeros párrafos se ajustan a lo que hemos señalado en muchas ocasiones aquí respeto a las ambiguas posturas de las autoridades coptas y de algunas personalidades participantes del régimen. Las bases de los coptos se tienen que mover entre un control de las autoridades del país y después vivir una situación muy controlada también por sus propios dirigentes con unas normas férreas a través de la Ley de Estatus Personal, que es por la que se rigen en muchos aspectos.
Las autoridades coptas no son precisamente liberales. Ven los mismos "enemigos" y "males", especialmente en todo aquello que se refiera al "ateísmo", feminismo, sexualidad, etc. De ahí la sintonía con Al-Azhar formando tándem para velar por la salvación de los egipcios. 


Quizá debería el vicepresidente Pence preguntar al Papa Tawadros II sobre sus declaraciones señalando que el Estado Islámico ha sido creado por los Estados Unidos y Occidente.
En noviembre de 2014, en una entrevista Al-Hayat TV, el papa copto señalaba explicaba:

Pope Tawadros II: The majority of Muslims are moderate. All the Christians are moderate. By no means do they seek temporal rule. As for violent and terrorist groups, which have violated the norms of humanity, about which we all see and read – these were created by the West. The East never produced violence.
Interviewer: The extremist groups were created by the West?
Pope Tawadros II: Right. The West created these groups in order to serve its own interests and goals. One of these goals is to sow division. Sowing division means weakening – dividing countries, dividing armies, dividing nations, dividing places. All this leads to weakness.
Interviewer: Am I to understand that you believe that there is a plot to drive the Christians out of the Middle East?
Pope Tawadros II: Perhaps there is a plot. If we look at what is happening and its timing – perhaps that is the case. It goes without saying that a Middle East devoid of Christians is a global catastrophe.**


Puede que no sea necesario, ya que su jefe directo expresó en la propia campaña electoral para la presidencia que el Estado Islámico había sido fundado por Obama y co-fundado por su rival en la carrera a la Casa Blanca, Hillary Clinton. Ante esto —que el actual presiente de los Estados Unidos asuma tamaño disparate—, las palabras del Papa Tawadros se quedan cortas, pero no restan un ápice de absurdo pues los norteamericanos serían los culpables de que se persiga a los cristianos en Oriente Medio, se corten cabezas y se quemen iglesias y propiedades. Pero el absurdo irracional e hipócrita de Oriente Medio da para esto y mucho más.
La política de derechos humanos es la única posible. Es en ella, como bien señala Magdi, donde se debe interpretar la persecución a los cristianos que —como hemos señalado aquí muchas veces— no está causada solo por los ataques terroristas sino por el sectarismo existente y la indiferencia (cuando no connivencia) de los sectores fundamentalistas que aplauden a al-Sisi. Camuflar el sectarismo como terrorismo es lo que irrita y desespera a muchos coptos que los viven protestando por la falta de protección más allá de los discursos.


Damos la razón a Magdi: no se puede ir a Oriente Medio a defender a los coptos exclusivamente porque la violencia es más amplia y doble. Defender los derechos de todos los que son perseguidos es más generoso, pero imposible en los Estados Unidos actuales, con una presidencia que ataca a la homosexualidad, a las mujeres, que se apoya en los grupos religiosos fundamentalistas cristianos, para los que ateos, homosexuales y feministas deberían arder en el infierno. Son los inconvenientes del apoyo de los grupos más conservadores y de abrazar dictadores.
El vicepresidente Mike Pence se enfrenta ahora a una paradoja: mientras él se preocupa del destino de los coptos siguiendo sus conservadores votantes norteamericanos, las autoridades coptas se niegan a reunirse con él y organizan jornadas para condenar la política norteamericana. La prensa en USA recoge en titulares el rechazo de los cristianos, no el de Al-Azhar, con lo que la jugada les ha salido redonda.  No solo seguirán padeciendo el mismo sectarismo de antes, sino que han quedado en evidencia ante los que les apoyan, que tendrán que pensarlo dos veces antes de volver a hacerlo. Hubiera sido muy difícil recibir a Pence cuando no lo hacen en Al-Azhar. Así es la política egipcia, exige mucho y da muy poco.


Hoy Estados Unidos ha perdido el liderazgo ante sus aliados precisamente por haber dejado de proponer un modelo general y encerrarse en la política del "America First!". Si en los propios Estados Unidos se están vulnerando los derechos de muchos por las políticas de Trump, difícilmente puede convertirse en "campeón" de los derechos humanos. El aumento en USA del racismo, la xenofobia y la misoginia es el ejemplo negativo que muchos dictadores estaban esperando para decir "¿veis?, que estas cosas pasan en Occidente".
Hay que defender los derechos humanos de todos los egipcios, reivindicarlos ante el poder y denunciar lo abusos, Son "humanos" precisamente porque no discriminan a nadie, nos incluyen a todos; son universales. Si solo se conceden a unos, se trata de un privilegio. Hacerles pensar que los Estados Unidos solo se preocupan por algunos de ellos es un enorme error, en muchos sentidos.


* Amr Magdi "To US VP Pence: Defend the rights of Christians and all Egyptians" Mada Masr 17/01/2018 https://www.madamasr.com/en/2018/01/17/opinion/u/to-us-vp-pence-defend-the-rights-of-christians-and-all-egyptians/
** "COPTIC POPE TAWADROS II: ISLAMIC TERRORISM CREATED BY THE WEST"  MEMRI-TV 4/11/2014

 https://www.memri.org/tv/coptic-pope-tawadros-ii-islamic-terrorism-created-west



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