Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En un
mundo cinematográfico tan plano como es habitual se agradece un poco de miserable debilidad
humana, alguien con quien poder identificarse para poder madurar un poco. Esta
miseria humana, esta debilidad de nuestra carne, la podemos encontrar en dos
películas muy diferentes que nos han dejado un gran sabor de boca, con un toque
ácido de la ironía, este fin de semana.
Me
refiero a dos películas que merece la pena ver con detenimiento, dos historias
muy distintas, una tan ficticia que se nos hace real y otra tan real que se nos
acaba haciendo ficción. Me refiero a las películas "Tres anuncios en las afueras" (Martin McDonagh 2017) y El instante más oscuro (Joe Wright
2017).
Hace
unas semanas hablábamos de otras dos películas, a la que llamábamos
"fábulas". Hoy son dramas con un punto de ironía, signo de los tiempos,
ya que ambas hablan del poder y del mal.
Las dos
películas suman lo necesario: buenos guiones y actores capaces de darle
sentido. Y dos estilos visuales muy diferenciados de mano de sus directores.
La película de McDonagh se construye sobre unas interpretaciones
soberbias de dos enormes actores, Frances McDermont y Sam Rockwell. No he sido
demasiado fan de Woody Harrelson, pero en esta película le ha encontrado el
tono al personaje a la perfección, por lo que merece resaltarse su interpretación entre los
méritos del filme.
La
película de Martin McDonagh, dramaturgo y director, se construye sobre los
espacios definidos de cada personaje —la comisaria, los hogares de los
protagonistas y el espacio de los tres anuncios, que tiene su propia
especificidad en la trama como espacio simbólico—, como escenarios perfectamente
definidos. No hay teatralidad, sino materia dramática cinematográfica con la que construir la trama. Gran parte de la vitalidad de la película procede de su naturalidad, de personajes que se esconden tras las palabras, que ocultan su dolor y frustración.
El tema
central es la violencia del mal, cómo enfrentarnos a él sin causar mayores males, la culpa y la responsabilidad. Cada personaje tiene sus miserias y a través de ellas trata
de redimirse. Cada uno de ellos tiene su momento de sincerarse, de salirse de
su propio guión vital para manifestar su impotencia ante el mal.
En el
fondo, Tres anuncios en las afueras
es una película sobre el mal imparable que nos acecha y contra el que hay que
prevenirse, pues la ira que despierta puede parecerse mucho a ese mal al que
nos enfrentamos. Si el mal se presenta en nuestras vidas cambiándolas, pueden
existir momentos en los que se logre equilibrar y se produzca algún tipo de
redención. La inexorabilidad del mal se puede combatir con momentos de libertad
en los que el bien se manifiesta a través de nuestras acciones. Si el mal nos
sorprende, el bien puede ser consciente. Ahí se esconde el fondo del drama.
La dramaturgia
de Martin McDonagh se construye de forma sencilla sobre los lazos complejos de
la vida puede que no podamos para el mal pero sí podemos hacer el bien de alguna
manera. Es una cuestión de equilibrio.
Por alguna extraña razón a nuestros críticos
—me refiero a los españoles— les ha molestado que Winston Churchill vaya en
Metro, aspecto coincidente. Según lo que vemos, lo hizo una vez en la vida y no
sabemos si le cogió el gusto. Otros hablan de un "cine del Brexit",
algo absurdo porque lo que Churchill defiende es la ayuda a Europa y su
compromiso explícito con Francia. Lamentablemente, en Alemania estaba
entonces Adolf Hitler y no Angela Merkel, por lo que las intenciones aviesas
que algunos críticos le ven no se las encuentro por ninguna parte. A otros les
molestan mucho los (creo haber contado bien) tres o planos cuatro cenitales de
la película; quizá padezcan vértigo. También hay divisiones sobre el trabajo de
Oldman. En fin, tenemos una crítica irritante, realmente.
La
película ha recibido o está propuesta para los siguientes premios: Globos de
Oro: Mejor actor drama (Gary Oldman); Premios BAFTA: 9 nominaciones, incluyendo
Mejor película; Critics Choice Awards: Mejor actor (Gary Oldman) y
maquillaje; Satellite Awards: 5 nominaciones incluyendo
mejor actor (Oldman) y fotografía; y Sindicato de Actores (SAG): nominación para el
premio al Mejor Actor (Gary Oldman). Los premios no lo dicen todo, pero sí
dicen algo. El empeño de algunos en menospreciar películas es absurdos. Hay tantas películas malas que deberían reservar su palabras para ellas, pero entonces no tendría gracia.
El instante más oscuro se encuentra formal y argumentalmente en el
extremo opuesto a Tres anuncios en las
afueras. Pasamos del drama de la América rural, de los pequeños pueblos del
interior, al Londres de 1940, con las tropas de Hitler recorriendo Europa. Del
mal invisible que recorre los pueblos dejando muerte al mal de la barbarie de la II Guerra Mundial. Cuestión
de grado, el mismo mal.
La
película británica se centra en un aspecto: el mal de las intrigas políticas
frente al de los campos de batalla. Churchill, al que se nos presenta lleno de
debilidades y manías, tiene una sola idea clara frente a la legión de inútiles
políticos que le han dejado en primer plano para evitar el desgaste: no se
puede negociar con un tigre teniendo la cabeza dentro de su boca. La imagen es
expresiva y sale de la boca del propio primer ministro inglés. Hay un enemigo
allí afuera, recorriendo Europa y haciéndola claudicar. Pero hay otro tipo de
mal, que es la ambición del poder, encarnada en Lord Halifax, que quiere una
paz para poder seguir teniendo algo poder. Criticar a Hitler a estas alturas no tiene sentido; sí, en cambio, introducirse en las tramas políticas que querían dejar a Europa a su suerte alejando al Reino Unido.
Los dos
dramas tratan del mal, el eje de ambos conflictos, y de la forma de enfrentarse a él. En un pueblo o en el
parlamento británico hay que tomar decisiones morales.
Hay cosas que deben hacerse y sus consecuencias no son claras. La duda es lo humano, lo que abre el riesgo de las decisiones, que no siempre son las más acertadas. Es eso lo que tiñe de humanidad ambas historias, esa duda interior frente a la aparente determinación, que muchas veces es obcecación.
De Tres
anuncios en las afueras se habla (y lo es) como de una de las grandes películas del año,
con muchos premios* ganados ya en los Globos de Oro y a la espera de más premios para guión, director y actores. De El instante
más oscuro sobre todo se espera el premio al trabajo del gran trabajo de Gary Oldman.
Debe valorarse también el trabajo de las dos actrices que le dan la réplica, Lily James, como la joven mecanógrafa, y Kristin Scott Thomas, como la esposa. Ambas realizan un gran trabajo que permite a Oldman sacar diferentes registros al personaje.
Lo
importante es que durante el tiempo que estamos en nuestras butacas podemos
sumergirnos en unas historias que nos llevan al centro de los conflictos que
soslayamos en nuestra vida diaria. El mal humano tiene muchas formas y ambas películas lo reflejan. No viene de otro planeta o lo causa una mutación.
* Los
premios y nominaciones conseguidas hasta el momento por Tres anuncios en las afueras:
2017: Festival de Venecia: Mejor guión
(Martin McDonagh)
2017: Globos de Oro: Mejor película drama,
guion, actriz (McDormand) y actor rep.
2017: Premios BAFTA: 9 nominaciones,
incluyendo Mejor película y director
2017: Festival de Toronto: Mejor película
(Premio del Público)
2017: Festival de San Sebastián: Premio del
Público
2017: American Film Institute (AFI): Top 10 -
Mejores películas del año
2017: Premios Independent Spirit: Nom. a
Mejor actriz (McDormand), actor sec. y guion
2017: Critics Choice Awards: Mejor actriz
(McDormand), actor secundario y reparto
2017: Satellite Awards: 6 nominaciones, incl.
Mejor película y actriz (McDormand)
2017: Sindicato de Productores (PGA):
Nominada a Mejor película
2017: Sindicato de Directores (DGA): Nominada
a Mejor director
2017: British Independent Film Awards (BIFA):
Mejor montaje y música. 11 nom.
2017: Sindicato de Actores (SAG): 4 nom.
incl. Mejor reparto y actriz (McDormand) [fuente: FilmAffinity]
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