Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Los que
hayan visto esa extraordinaria película saudí, la primera rodada en un país sin
cines, que se llama "La bicicleta verde" (Wadjda 2012) recordarán esta escena entre muchas otras: un grupo de
niñas, de unos diez años, están esperando comenzar su clase coránica y se ríen
y cuchichean entre ellas. La llegada de la rígida profesora le interrumpe.
Cuando les pregunta qué tiene ahí que tanto les divierte, le contestan que son
las fotos de la boda de una de ellas. Las ha traído para enseñarlas a sus
compañeras de la escuela.
La
noticia no nos llega de Arabia Saudí, de donde es la película citada, sino del
informe publicado por la organización Save
The Children, del que se hace eco el diario El Mundo. Hemos tratado esto
cuando ha surgido, señalando como una de las consecuencias de las llegadas
islamistas al poder tras las diversas "primaveras" ha sido el
descenso de las edades de los matrimonio. Aquí dimos cuenta de una boda
celebrada entre unos niños de poco más de diez años. Nadie les forzaba y era la
forma que tenían las dos familias de demostrar lo buenos amigos que eran,
emparentando.
Lo
hemos recogido también como una de las secuelas más graves de las guerras de
Siria y demás lugares en los que la violencia se ceba doblemente en las mujeres
y, en especial, sobre las niñas que son vistas como piezas de caza. La llegada
de grandes cantidades de refugiados a los diferentes países en que son acogidos
no es casi nunca en buenas condiciones y se aprovechan de la necesidad de las familias para
conseguir esposas jóvenes. Todo esto disfrazado de "piedad", por supuesto. Son
los piadosos los que evitan que las mujeres estén solas o que puedan sufrir
peligros mayores.
Así lo
recoge El Mundo:
Según un informe de 'Save the Children'
publicado este jueves, una cuarta parte de los matrimonios entre la población
refugiada siria registrados en Jordania son con niñas menores de 18 años.
El matrimonio infantil ya se daba en Siria
antes de la guerra, cuando representaba el 13% del total de casamientos. Sin
embargo, este porcentaje se ha duplicado entre la población que ha huido a
Siria y el 48% de dichos matrimonios, además, se producen con hombres diez años
mayores o más.
Las razones para convenir estos matrimonios
son muy diversas. Por un lado, las familias refugiadas que pierden gran parte
de sus recursos y carecen de oportunidades económicas que sólo ven compensadas
con matrimonios concertados por los que reciben una dote. Además, estas
familias son conscientes de la necesidad de proteger a sus hijas de la
violencia sexual. Con todos, muchos creen que la mejor manera de proteger a sus
hijas y aliviar la presión sobre su situación económica es casándolas.*
La
violencia sistémica y sistemática para con las mujeres es constante. Hacen bien
en señalar el porcentaje de matrimonios infantiles anterior a la guerra porque
el conflicto solo agrava la situación, no la crea. Los matrimonios infantiles
es una de las formas más eficaces de sumisión y destrucción de las mujeres pues
se produce antes de que pueda haber la más mínima posibilidad de decisión sobre
la vida, como una acción impuesta. Aceptando el matrimonio infantil, se acepta
todo el paquete de medidas
patriarcales que le acompañan. Y se le suma el frenazo vital, la pérdida de un
futuro propio: es la enajenación definitiva.
En este
sentido, el diario señala:
[...] numerosos estudios
demuestran que el matrimonio infantil no es la solución si no todo lo
contrario. En lugar de proteger a las niñas a largo plazo trae consigo graves
consecuencias para las menores. Les arrebata su derecho a la educación, las
aparta de su familia y amigos lo que conduce al aislamiento psicológico. Un
aislamiento que a la vez limita el acceso de las niñas a la salud sexual y
reproductiva. Una niña de 15 años tiene cinco veces más posibilidades, por
ejemplo, de morir en el parto que una mujer adulta.
Por otro lado, las niñas que se
casan antes de alcanzar la edad adulta son más propensas a sufrir violencia
doméstica, que junto al aislamiento en el que viven, hacen que sea muy difícil
protegerlas y ayudarlas.
La violencia sexual es inherente
al matrimonio infantil. La mayoría de las relaciones son violaciones ya que no
cuentan con el consentimiento de la niña. Para el director de Cooperación
Internacional de Save the Children, David del Campo, "los efectos del
matrimonio en niñas menores de 18 años son devastadores".*
El incremento de los matrimonios infantiles y de las
condiciones de sumisión femenina es parte de la "contrarrevolución
islamista", el movimiento por el que frenan el desarrollo social a través
del fortalecimiento de las "costumbres" a través de la sanción social
o la denuncia judicial. Esta estrategia islamista es la que explica las
acciones llevadas a cabo por los Hermanos Musulmanes —favoreciendo los créditos
bancarios para las segundas bodas y extender la poligamia, por ejemplo— o por
los islamistas en Túnez, las relativas a la modificación de la edad que la
madre disponía de los hijos.
Toda su estrategia desde las bases sociales consiste en eso,
en la sociedad "piadosa", que es la forma volver imposible la vida de
quien discrepe. Cuando les falla la estrategia, recurren a los tribunales cargando
de denuncias a los que se manifiesten en contra (Egipto es un caso claro de
esto). El miedo de los gobernantes es a oponerse a estas "corrientes
sociales" que los islamistas controlan desde las bases, olvidadas por los
gobiernos y sin acceso a la cultura moderna. De esta forma se crea un
movimiento de retroceso ante cualquier intento de modernización. No es la
primera vez que sucede y seguirá sucediendo hasta que no se rompa el bucle del
autoritarismo que surge de la incultura de las grandes bolsas de la población y
las élites, que creen que la mejor manera es dejar a los islamistas ese
terreno.
El matrimonio infantil es una lacra, una forma de violencia.
Pero es algo más, ya que forma parte de los mecanismos de control social más
eficaces. Como bien señalan, rompe el acceso a la educación y crea un ser
aislado psicológica y socialmente de la mujer. Es una forma de esclavitud
amparada en las tradiciones que disfrazan su horror anacrónico de celebraciones.
Las secuelas psicológicas y sociales se esconden a las miradas de los informes
de salud o de violencia de género. Oficialmente no existen; son cosas de mujeres y se critican si se
airean o denuncian. Por eso son valiosos los informes que logran extraer
información frente al silencio, la desidia o la incompetencia para reflejar
todo esto.
En Egipto, donde se supone que la ablación está prohibida
desde hace años, las cifras siguen siendo escandalosamente altas, rondando el
90%. Se ha creado una polémica por el cambio de consideración que se pretende
dar. El Daily News Egypt nos
decía hace una semana:
The Egyptian Association for Comprehensive
Development (EACD) is ardently opposed to female genital mutilation, a
traditional practice of cutting a girl’s genitalia to ensure chastity. But when it sends doctors to speak to
low-income Egyptians about the risks of getting their daughters circumcised,
the nonprofit dances around the issue.
“We can’t tell people that FGM should be
totally avoided,” said Abeer Hamdy, the NGO’s media officer. “It is so embedded
in the culture.”
Instead, during a recent series of conferences
conducted across Egypt in cooperation with the Ministry of Health and a
coalition of other nonprofits, EACD set out with the goal of convincing
Egyptians to consult with a doctor before making any decisions. Informational
meetings were held in 11 Egyptian cities.
“It might be required in individual cases,”
said Dr. Azza Salama, a government health worker in Dar El-Salam who spoke at the
conference. As a girl reaches puberty, her mother needs to take her to a
hospital – not a private clinic – where a doctor will decide whether she needs
to undergo circumcision or not, she said.**
La trampa de la "tradición", de la "inserción
cultural", se sigue dando y una vez que se plantea es difícil salir de
ella. ¿Cuándo deja de estar incrustada
en la cultura, cuándo deja de ser tradición?
Si se mantiene, nunca. La sospecha de que se trata de evitar la confrontación
con los que la defienden —no se trata solo de la costumbre— hace ver que, una
vez más, el reformismo social no se practica en estos aspectos cruciales. La
ablación, los matrimonios infantiles, etc., todo son tradiciones, ¿por qué
cambiarlos? Por otro lado, los sectores médicos también tiene su propios planteamientos
y han estado controlados por islamistas durante años. En 2008, el diario El
País informaba en sus titulares de la oposición del sindicato de los médicos
egipcios a los trasplantes entre cristianos y musulmanes***, señalando que
estaba controlado por los islamistas. Una de las excusas era que los ricos cristianos podrían comprar los
órganos de los pobres musulmanes; la verdadera
cuestión, la teológica, no dejaba a nadie indiferente: ¿se puede entrar en el
paraíso con un hígado de otra confesión?
Hoy la excusa es de otro nivel pero con el mismo resultado:
acrecentar el control de la sociedad a través de mentalidades y costumbres que
se aseguran mediante la censura a todo aquel que se aleja del centro
ideológico. El 72% de las ablaciones realizadas en Egipto, nos dicen, las
llevan a cabo médicos. Las cifras son elocuentes. Es difícil que haya cambios
si además de luchar contra la incultura tienes que hacerlo contra los ilustrados interesados en mantenerla.
Más allá de la medicina, el principio se puede extender a las aulas
universitarias, la abogacía, la judicatura, etc.
El intento de considerarlo como parte de la "tradición"
ha sido atacado frontalmente por los grupos de activistas que llevan años
combatiendo esta práctica, pero que sin el amparo de los médicos e
instituciones relacionadas difícilmente podrán avanzar:
[...] Aida Seif El-Dawla, Al-Nadim Centre for
Human Rights, a human rights activist condemned the government for legitimising
a practise that was developed as a political means to “balance power” at
women’s expense.
“The decision to codify circumcision instead of
criminalizing it, is a decision to codify the control of women, and codify
violence against them, in addition to codifying their inferior status in
society,” she said.**
Ese "equilibrio de poder" es precisamente el
abandono de la calle a los islamistas. Como bien señalan, ese
"equilibrio" es a costa de la mujer y de su desarrollo personal.
Mutilación genital femenina y matrimonios infantiles son formas de extrema
violencia contra las mujeres y un gran lastre para su propio futuro y el del
conjunto de la sociedad que lo ampara y consiente. No hay modernidad ni
revolución posible que no pase por la mujer.
Hay más víctimas en las guerras de las que se cuentan. La
gran vergüenza es que la llegada de la paz no la traerá a ninguna de ellas,
como tampoco se la lleva a los muertos. Está bien que junto a los fallecidos y
heridos se contabilice también a estas otras víctimas, muertas en vida,
desposeídas de libertad y futuro.
*"Los matrimonios de niñas sirias se duplican desde la
guerra" El Mundo 17/07/2014
http://www.elmundo.es/solidaridad/2014/07/17/53c77b3aca474143208b456d.html
**
"Anti-FGM activists compromise in the face of cultural obstacles"
Daily News Egypt 8/07/2014
http://www.dailynewsegypt.com/2014/07/08/anti-fgm-activists-compromise-face-cultural-obstacles/
*** "Los médicos egipcios se oponen al trasplante de
órganos entre musulmanes y cristianos" El País 19/08/2008
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2008/08/19/actualidad/1219096804_850215.html
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