Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Me
entero por el diario egipcio Ahram Online de una noticia de la agencia AFP que
recoge las palabras condenatorias de un miembro del gobierno turco, del partido
de Recep Tayyip Erdogan, dando "consejos" a las mujeres sobre cómo reírse, en el
caso de que deban hacerlo, que es otra cuestión. La noticia la recogen también
los medios ingleses desde la misma fuente. Lo interesante es dónde se incluyen
estas cosas, pues son el indicador de hasta qué punto se han entendido. Por
ejemplo, en la publicación española "Te interesa" se ha encuadrado en
algo llamado "Increíble" y se limitan a poner una foto y el titular "El
viceprimer ministro turco Bulent Arinc desata la polémica al aconsejar a las
mujeres no reír muy fuerte"* sin texto alguno. En realidad —paradojas del
periodismo espectáculo— es más bien un pie de foto estridente que un titular.
Como la foto solo muestra a dos señoras —presuntamente turcas— riéndose,
podemos imaginarnos sin problemas que se pueden estar riendo del mismo Bulent
Arinc diciendo que no se reían o incluso —puestos a imaginar— del mismísimo
Erdogan en un mitin. En realidad, si nos fijamos un poco, nos damos cuenta, sí, de que la señora de la derecha, la que da palmas, es la mismísima esposa de Erdogan, que no podrá reprimirse en esos momentos de euforia electoral. La foto, aunque no lo explican, tiene un sentido irónico; pero si no lo sabes se pierde la gracia y luna posibilidad de reírte. Me parece estupendo que la señora de Erdogan se ría, sanísimo, porque no tengo intención de decirle cómo ni de qué debe reírse. Mientras haya risa, hay esperanza.
Sin
embargo, frente a nuestro anecdótico e irónico "¡increíble!", en Egipto se lo
han tomado en serio porque saben de lo que hablan los islamistas, cuál es su
discurso y hasta dónde hay que tomarlos a broma. Las carcajadas más sanas se
las he escuchado a egipcios y, especialmente, a egipcias y en un país no pueden
proliferar tanto los chistes sin que la gente se ría. Lo malo es que el
islamismo le quita a uno las ganas de reír porque está afectado de una
"seriedad" ridícula y perversa. Ridícula por cómo la practican,
luciendo una seriedad ampulosa y trascendente; perversa porque, aquejados de la
perfección, condenan las risas imperfectas de los demás.
Muchas
veces cuando se escuchan estas cosas, siempre salen algunos listillos diciendo
cosas como que en la Edad Media ocurrían cosas así. Nadie dice que los
islamistas sean originales, ¡Dios nos libre!, incluso ellos se sentirían
incómodos u ofendidos por esa calificación. Es precisamente su carácter retrógrado,
incapaz de salir de su "edad de oro" imaginaria, lo que los convierte
en "medievales". Lo nuevo es sospechoso porque no estaba dicho. Y lo importante, ya lo está.
Pero lo
malo de los islamistas —en Turquía o cualquier otro sitio— que es lo que se
suele entender menos, es que no llevan a la sociedad para adelante, sino hacia
ese punto moral en el que estancó su pensamiento, hacia ese punto de perfección
sin dejar que el mundo cambie. Occidente no suele entender demasiado bien lo de
los islamista "moderados" y piensan que son moderados en su "islamismo",
tremendo error porque el islamismo no concibe una sociedad en la que nadie
tenga autonomía o capacidad para decidir por sí mismo, sino una sociedad —un
mundo si les dejan— en el que todos cumplan sus reglas, un mundo perfecto si se
siguen. Ellos son los guardianes de las reglas.
Y en
ese mundo añejo, las mujeres se encuentran siempre bajo sospecha. En el mundo
medieval, bastante "serio" según muchas versiones, la risa tenía un
efecto perturbador. Recordarán la escena de la película "El nombre de la
rosa" en la que un monje sube asustado a una banqueta por la presencia de
un ratón y las risas que desata entre sus compañeros de la biblioteca. Son
interrumpidos por el serio monje ciego que les reprende y discute sobre la risa
con el "detective" franciscano, encarnado por Sean Connery: "La
risa es un viento diabólico que deforma los rasgos de la cara y hacen que los
hombres se vean como monos", le dice. A lo que el franciscano, acusado se
ver con buenos ojos la risa, le contesta: "Los monos no ríen. La risa es
propia del hombre". La respuesta, de la que duda el franciscano, es que "Cristo
nunca rió". La expresión "risa diabólica" es frecuente y ha
recogido en el lenguaje esa tradición de vincular la risa con el mal. Ni el monje serio de la obra de Eco ni sucesor islamista turco saben nada de las endorfinas ni demás descubrimientos infernales. La risa es sospechosa y la de la mujer especialmente condenable.
La
cuestión es que mientras que una gran parte del mundo considera que la risa es
sana e incluso se ha inventado algo llamado "risoterapia",
conscientes de los benéficos efectos de la risa, a los islamistas les molesta
no solo la risa, sino especialmente la de las mujeres, un síntoma según ellos
del declinar de la civilización, es decir, de lo suyo.
El
diario Ahram Online nos lo contaba así:
One of the most senior members of Turkish Prime
Minister Recep Tayyip Erdogan's government sparked an outcry on Tuesday after
declaring that women should not laugh loudly in public.
Deputy Prime Minister Bulent Arinc, one of the
co-founders of the ruling Islamic-rooted Justice and Development Party (AKP),
made the comment while lamenting the moral decline of modern society.
"A man should be moral but women should be
moral as well, they should know what is decent and what is not decent,"
Arinc said in a speech Monday in the western Bursa region for the Bayram
holiday that marks the end of Ramadan, the holy month of fasting for Muslims.
"She should not laugh loudly in front of
all the world and should preserve her decency at all times," he added.**
Por supuesto, quien decide qué o quién es moral es Bulent
Arinc o gente como él, los únicos poseedores de la capacidad para hacerlo por
su profunda moralidad, algo que no
les impide la corrupción de los escándalos financieros, inmobiliarios, etc.,
destapados en la Turquía de Erdogan en los últimos meses para gran escándalo de
muchos. No de sus beatos seguidores, claro, que convencidos de que sus líderes
van camino de la santidad los ven incapaces de tener debilidades de este tipo.
Pero la cuestión de la risa, en este caso, resalta la misoginia
radical que practica. A los velos físicos que convierten a la mujer que no se
tapa en la medida que ellos proponen en una impúdica, se añaden estos velos
morales del silencio. Hay un vínculo profundo entre silenciar la risa femenina
y ocultar a la mujer misma. El silencio la hace pasar desapercibida y por tanto
en una necesidad de discreción. Si el hombre tiene una risa estridente es una
cuestión simple de mala educación, pero si es la mujer la que ríe en público,
que otros la miren se consideran una cuestión de moralidad y decencia, capaz de
acabar con la sociedad, tal como anticipa Bulent Arinc. El doble rasero es
evidente y como pensaría un islamista, así debe ser. La mujer está bajo
sospecha porque de ella llegará la perdición, el desastre. Por eso se trata de
evitar desde todos los ángulos su manifestación: vestido, mutilación genital o
risa. Todo es lo mismo, formas de hacer cumplir la decencia que el hombre
espera en cumplimiento de un orden perfecto con el hombre santo como centro y
las pecadoras controladas.
En el periódico turco Hurriyet Daily News se recoge otra
parte de su declaración que confirma este vínculo y su trasfondo:
“[The woman] will know what is haram and not
haram. She will not laugh in public. She will not be inviting in her attitudes
and will protect her chasteness,” Arınç said July 28.***
El mismo diario nos cuenta que miles de mujeres turcas han
decidido colgar sus fotos a carcajada limpia en las redes sociales. No se
escuchan, pero nos hacemos una idea. La gente no está y porque le digan cómo
tiene que reírse ni cómo afectará eso a su castidad o a la civilización. Sin
embargo, para un islamista es el mundo el que está equivocado y debe ser
rectificado, con sutileza como los moderados o a golpe de machete como los de
Boko Haram considerando que las mujeres (y los hombres) deben dejar de estudiar
cualquier cosa que no sean los textos religiosos adecuados. Lo demás sobra,
incluido reírse.
Las manifestaciones del viceprimer ministro de Erdogan no
son anecdóticas ni deben ser tomadas a broma. Son la consecuencia de su manera
retrógrada y controladora de pensar. La sociedad de los islamistas es una
sociedad represora porque no imaginan una en la que nadie tenga derechos
individuales sino que todos están sujetos al control de la comunidad, que se
debe regir por los postulados coránicos estrictos. No hay otra vara de medir.
Los islamistas no llegan al poder y ya está. Llegan al poder y lo utilizan para inmediatamente actuar
sobre el control de las costumbres, que les preocupan más que las leyes. Saben
que la costumbre es la forma primaria de la ley y que son los tribunales
tradicionales mucho más efectivos que los legales. Nadie es mejor guardián de
la ortodoxia que la familia, especialmente en el control de las mujeres. Por
eso donde llegan baja inmediatamente la edad de celebración de los matrimonios,
porque se trata de evitar que la mujer pueda llegar a tener autonomía y así son
acordados por personas sin capacidad de decisión. Fue lo que hicieron sin pudor
en Egipto cuando llegaron al poder y así acabaron.
La mentalidad retrógrada del dirigente turco, que debía
encontrarse eufórico con el final del Ramadán, quedó en evidencia en sus
análisis de la decadencia moral de la sociedad. Ahram Online nos da más
información sobre su discurso:
Arinc went on to denounce a moral degradation
that left society awash with drugs and prostitution, and lashed out at popular
Turkish soap operas for encouraging lax lifestyles, in comments quoted
throughout the Turkish media and online.
He denounced the excessive use of cars, saying
that if even the "river Nile was filled with petrol", there wouldn't
be enough to go around.
Arinc also slammed the excessive use of mobile
phones in Turkish society, with women "spending hours on the phone to swap
recipes".
Imitating a Turkish woman on her mobile, he
said, "'Is there nothing else going on? What happened to Ayse's daughter?
When's the wedding?'"
"People should say these things face to
face," he added.**
Llegamos a la conclusión de que el señor Arinc sería feliz
con su tienda y su camello en mitad del desierto dando las gracias por las
elevadas temperaturas, ya que está mal desear sombra cuando te han dado el sol.
Coches, teléfonos, etc. son inventos diabólicos, que nos llevan a todos a la
destrucción, ya sea por accidentes y polución o por las facturas del móvil. Como efecto secundario del Ramadán, no podía faltar la
condena de las telenovelas, un clásico de la condena.
No hemos tenido ocasión de ver directamente el sketch de imitación que el señor Arinc
hace de "mujer turca con teléfono", pero seguro que es muy gracioso.
A ver si nos lo pasan. Y procuren reírse bajito.
* "El viceprimer ministro turco Bulent Arinc desata la
polémica al aconsejar a las mujeres no reír muy fuerte" Te interesa
http://www.teinteresa.es/increible/viceprimer-Bulent-Arinc-polemica-aconsejar_1_1183691719.html#WaQ1ipohyFLHdJ1y
**
"Don't laugh loudly, Turkish deputy PM tells women" Ahram Online
29/07/2014 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/2/8/107337/World/Region/Dont-laugh-loudly,-Turkish-deputy-PM-tells-women.aspx
***
"PHOTOS: Turkish women in laughing protest in spite of deputy PM"
Hurriyet Daily News http://www.hurriyetdailynews.com/photos-turkish-women-in-laughing-protest-in-spite-of-deputy-pm.aspx?PageID=238&NID=69763&NewsCatID=339
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