Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En
Ucrania se van cerrando etapas camino de una estabilización que pueda ser
llamada paz, aunque es probable que haya que hacer distintos enjuagues
semánticos en el futuro. La maniobra de Putin para distraer la atención de la
anexión de Crimea creando un foco de conflicto se ha saldado finalmente con su
consideración como "traidor" a la "causa rusa", que era el
fin inevitable. Sigo pensando —y creo que los hechos han ido por ese camino—
que a Putin no le interesaba el conflicto, pues perdía clientela y no ganaba
más que hacer a Rusia, el país más grande del mundo, unos cuantos kilómetros
cuadrados más grande. En cambio, sus problemas se hacían enormes en comparación
con sus logros. Las cuestiones políticas y económicas se le estaban poniendo
complicadas en cuanto al aislamiento internacional y las sanciones, propias y
ajenas, es decir, salidas de capitales y limitaciones en muchos sectores. Moscú
empezó riéndose de las sanciones, pero cuando ha hecho números, las risas se
acabaron.
La
reunión hace unos días de Ucrania y Rusia con Francia y Alemania ha sido
importante para ir canalizando la situación hacia una resolución que no puede
ser otra que el avance de las tropas ucranianas hasta completar su territorio.
Solo así puede darse paso a las medidas políticas, nacionales e
internacionales. Hicimos hace mucho tiempo la pregunta de hasta qué punto Moscú
controlaba a los llamados "prorrusos" y se ha visto que era la cuestión
clave. Mientras los intereses de Moscú se beneficiaban, la situación permanecía
abierta; pero hace tiempo que a Rusia dejó de interesarle la "cuestión
ucraniana". Pero la retórica nacionalista empleada por Putin para
justificar la anexión descarada de Crimea —lengua y raza— fue creída por los
habitantes separatistas de la región. Milagrosamente aparecieron armados hasta
las cejas y con un armamento capaz de enfrentarse a un ejército poco fiable,
con el riesgo de que ocurriera como en Crimea, que se pasara al otro bando,
indicador de lo trufado que Rusia lo tenía.
La humillación de la salida de los
soldados fieles a Kiev de unos cuarteles tomados por los rusos recién llegados
y los que allí habitaban. La vergüenza de la deserción del almirante
Berezovski, comandante en jefe de la marina de Ucrania, entregando el mando a
las nuevas autoridades secesionistas, quedará como un ejemplo de maquiavelismo
y de penetración de Rusia en las estructuras de sus vecinos. Rusia tiene Crimea
porque hace mucho tiempo que, en la sombra, se le había entregado. Ese es el
favor que Moscú le debe a los Yanukóvich y compañía.
Ahora
está por ver cuál es la retórica que Putin empleará para justificar que
aquellos "rusos" que alentó queden ahora en zona ucraniana. El diario El País nos cuenta:
El jefe de la autoproclamada república
popular de Donetsk, Dennís Pushilin, criticó hoy al presidente ruso, Vladímir
Putin, por renunciar a intervenir con sus tropas en el sureste de Ucrania en
apoyo a los separatistas y afirmó que el jefe del Kremlin les dio esperanzas y
después les abandonó.
"Qué decir. Nos dieron esperanzas y
luego nos abandonaron. Fueron muy bonitas las palabras de Putin sobre la
defensa del pueblo ruso, de 'Novorossia' (como se denominan los separatistas),
pero sólo fueron palabras", lamentó Pushilin en la red social Twitter.*
Era
cuestión de tiempo y la esperanza de Putin de que fueran los demás los que
resolvieran los dos problemas, el de Ucrania y el de la imagen de Rusia, por no
decir la propia, no se producía. Ha costado muchas vidas entender que Putin
jugaba con ellos y que no se le iba a dejar seguir con sus planes. Los paseos
de las tropas por la frontera y demás golpes de efecto para la galería no
podían ocultar que pasar esa frontera era demasiado arriesgado para los
negocios rusos. Si Europa necesita comprar gas ruso, Rusia necesita venderlo y
el acuerdo con China, quizá la mayor beneficiaria por los precios a la baja del
gas ruso. El diario El Mundo contaba
en su momento:
Las partes no revelaron el precio al que
Rusia venderá el hidrocarburo, un tema que se había convertido en los últimos
días en el principal escollo de la negociación y en un motivo de orgullo para
Putin, que aseguró repetidamente a sus compatriotas que se lograría un buen
acuerdo.
Los datos globales del contrato permiten
deducir, sin embargo, que China pagará alrededor de 263 euros por cada 1.000
metros cúbicos, por debajo de lo que Europa abona a Moscú (unos 278 euros),
pero por encima de lo que desembolsa Pekín a otros suministradores de Asia
Central (en torno a los 256 euros), de acuerdo a datos de Bloomberg. Los chinos
llevaban la mano ganadora en la negociación debido a las prisas rusas por
alcanzar un acuerdo.**
Se
trataba de hacerse una fotografía y hoy, en un mundo de mercados globales, las
fotos salen caras si te están aislando internacionalmente. Putin ha compensado
la pérdida de mercados, pero no por ello deja de perder. Las fotos duran lo que
duran.
Pero
con todo esto, en mi opinión lo decisivo en los próximos tiempos es la actitud
de los llamados "prorrusos". ¿Qué queda de los "prorrusos"
cuando Rusia te da la espalda? Aquí Kiev deberá hacer un ejercicio político de
primer orden para que la región no se considere "invadida", sino que
adquiera un protagonismo suficiente como apara acallar el sonido de la
disidencia separatista más radical. Se corre el peligro que el problema se
enquiste y se acabe produciendo una especie de OAS como la que se organizó en
Francia tras la descolonización de Argelia. Si esto ocurre, supondrá un
problema para ambos países, que se verán obligados a combatirlo.
La BBC
señala:
Por lo menos 110.000 personas han abandonado
Ucrania hacia Rusia, en lo que va del año, la mayoría de estos de las regiones
orientales del país, señala la ONU.
Otras 54.000 han sido desplazadas
internamente, añade la organización.***
Lo que
ocurra con ese "ejército" creado para independizar la región es
relevante. Han mostrado que no les causa problema tomar las armas, que no se
pliegan a órdenes ni razones, y puede que algunos de ellos no se contenten con
su destino final. Kiev debe dar una salida a los que se quedan y Moscú debe
hacer lo mismo con los que se van, controlando los que queden en su territorio.
De otra forma se corre el riesgo de la violencia, de una ETA, saboteando el
paso del gas ruso, por ejemplo.
El que
la bandera ucraniana está ya ondeando en Slaviansk es un gran paso para la
pacificación del país, para que puedan comenzar a reformarlo políticamente, librándose
de la corrupción que el propio presidente Poroshenko ha denunciado y que una
mayoría de los ucranianos desea.
Ucrania
necesitará mucho apoyo y ánimo para emprender su camino hacia el seno de Europa.
Ellos lo ven como un paso decisivo hacia la democracia que quieren, tal como
otros países han contemplado su adhesión. Las palabras de su presidente el otro
día, durante la firma de los acuerdos con la UE, fueron emotivas: solo pedimos, dijo, que se nos diga que cuando reunamos las condiciones estaremos en
Europa. Para Europa es poco, para nosotros mucho.
En
estos tiempos de euroescépticos, nacionalistas y demagogos populistas, es
importante recordar que Europa es un gran proyecto que muchos ven como un
futuro ilusionante. Y así deberíamos verlo todos y actuar en consecuencia para
su mejora. Europa no se hace sola, nada es regalado. Y Ucrania lo ha aprendido
de la forma más dura.
* "Los prorrusos acusan a Putin de
haberlos abandonado en la batalla de Slaviansk" El País 5/07/2014
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/07/05/actualidad/1404549644_347266.html
** "China y Rusia firman un histórico acuerdo
de gas natural en Shanghái" El Mundo 21/05/2014
http://www.elmundo.es/internacional/2014/05/21/537c7951ca4741314f8b4572.html
*** "¿Batalla decisiva? Kiev fuerza el
retiro de rebeldes prorrusos de Sloviansk" BBC 5/07/2014
http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2014/07/140705_ultnot_ucrania_sloviansk_rebledes_men.shtml
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