Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Leí
ayer con interés esa novela picaresca del emprendimiento a la española que
tiene por nombre "Facephi", una empresa que tiene como objeto de
ilusión y venta un programa de reconocimiento facial.
A la cuestión de Gowex (Go
West, young man!) se suma ahora otro posible culebrón del quiero y no puedo empresarial de FacePhi,
otra empresa del sector. Y es una pena porque ¡con la falta que nos hace un
buen software de reconocimiento de caras! ¡Lo bien que nos vendría! Desde que
la cara dejó de ser el espejo del alma y empezó a ser el espejo social, es decir,
de lo que le gusta a los demás, ya no puede uno fiarse de las apariencias
porque están hechas precisamente para que nos fiemos. La naturaleza hizo nuestro
cerebro para detectar rostros y la cultura se dedica a fabricar ilusiones que lo
engañen. Ahora es la contabilidad el espejo del alma, pero es un rostro oculto,
de difícil acceso, encerrado en el harén del defraudador, estafador celoso.
El caso de FacePhi lo destapó El País señalando las increíbles contradicciones —llamada
"sombras" en el "milagro" de la empresa en un reportaje del
día 26*— en que incurrían. La modalidad de esta "milagro" consistía
en el estiramiento del deseo hasta presentarlo como realidad. Mato un simple conejo
en el campo y regreso como "gran cazador blanco de elefantes", por
decirlo así.
En un sistema capitalista en el que, como nos decían el otro día
en otro titular de El País, todo se basa en la confianza, el timo es un
resultado natural. Todo se publicita como fármacos milagrosos, como productos
galácticos, cuernos de unicornio recién cortados. Es la forma de recaudar
apoyos y confianzas, de atrapar incautos financiadores ante los que se exhibe
un rosario de logros más allá de los mares, donde sea. Algunas empresas y
pseudo empresas, saben que todo empieza en el logo, en los colores, en las
fotos y en la página web. Si hay algo detrás es solo cuestión de detalle o de
tiempo. Ya llegará, ¡no seas impaciente! Si antes se decía que "dinero
llama a dinero" ahora son el colorín y la labia los que priman y hacen
furor. ¡Pon en marcha tu dinero!, les
dicen, y despliegan ante los incautos folletos y tabletas, les ponen un pin y
les regalan un llavero. Son las nuevas ganzúas del alma y del bolsillo.
En el otro caso, el destapado por Gotham Research, la señora
de Jenaro García, el señor de Gowex, dice que ella no sabía nada de lo que
firmaba y que le transmitió su ignorancia en forma de instrucción a su
asistenta para que firmara dentro de esa forma de nueva solidaridad interclases
que hace que compartas con el servicio doméstico lo que no tienes o no existe. La
señora de Jenaro García dice que no sabía nada de negocios, sí. ¡Lástima de MBA
en el que se conocieron, donde surgió el flechazo emprendedor! ¡Qué pena de
dinero tirado! ¡Sí, qué pena! También Gowex, como FacePhi, vendía humo, un humo
de labia y colorines.
El drama de FacePhi es casi filosófico: no puede demostrar
las cosas que ha contado a los demás, ladrillos vaporosos sobre los que ha
construido su imperio de la confianza. Ante esas "sombras" del
"milagro", por usar los términos de El País, la caída se produce:
Facephi, la empresa alicantina
especializada en software de reconocimiento facial, se desplomó un 9,39% en la
sesión de este lunes, y acumula ya una caída del 40,6% desde que marcara
máximos el 4 de julio pasado. La cotización cerró la sesión en 1,93 euros por
título, aunque la caída pudo ser mayor porque se pusieron encima de la mesa más
de 200.000 órdenes de venta aunque solo se cruzaron 7.100 por un importe de
14.000 euros. La firma cotiza en la modalidad de fixing con dos cambios al día, a las a 12 y a las 16 horas. que
tiene limitados el descenso máximo al 10%.
Esta caída se produce tras la
información publicada por EL PAÍS, en la que ponía de relieve varias
contradicciones en el negocio de la compañía. Entre ellas, varios contratos
como el de la empresa de seguridad del Empire State Building de Nueva York, que
publicitó como suyos pero que no ha podido demostrar. Tampoco llegaron a
término las negociaciones con bancos y cajas para instalar el sistema de
reconocimiento en los cajeros automáticos.**
Podían haber elegido otro edificio para colocar el software,
pero, ya puestos, ¿por qué no? ¿Quién no conoce el Empire Estate Building? ¿Por
qué conformarse con menos? Cuando se le fuerza a probar lo del Empire State,
estás son las respuestas:
Sostiene que sí puso un sistema
en el Empire State. Primero responde que fue en la entrada y luego matiza: “Se
puso un piloto en un control de acceso interno del Empire State. Solicitado por
ellos”. No recuerda la empresa con la que colaboró ni tiene una foto del
aparato, pero se ofrece a mandar los correos que prueban el trabajo. Días
después rectifica por correo electrónico: “El correo del Empire es de hace más
de cuatro años, de la otra compañía y no lo encuentro”.*
Cuando le preguntan, el responsable de FacePhi, Salvador
Martí, responde con frases como "no me expresé bien", "no es
exactamente así", etc., lo que nos lleva a cuestiones de filosofía del
lenguaje. En un mundo mediático, las palabras y las imágenes lo son todo hasta
que se invoca la realidad. En su reportaje del 26, El País recogía estas
cuestiones de precisión:
Martí responde que sí tienen
sistemas de reconocimiento facial: “Hay cajeros automáticos dando dinero en
Perú. Está anunciado en prensa por ellos. En la oficina de Interbank”. Una
portavoz de Interbank corrige: “Hubo coordinaciones con la empresa para estos
cajeros, pero finalmente no se llegó a ejecutar”.*
Es una pena que todo lo que dices que existe no exista, pero
los cajeros peruanos tienen o no tienen el software de tu empresa. Y
en este caso, algo tendrán que decir sobre sus propios cajeros. No hay que
vender la piel del oso antes de cazarlo, nos dice el refranero. Y esta empresa
parece que tenía el salón de casa lleno de cabezas de fieros osos sin cazar,
osos a cuenta. De nuevo se utilizan las fórmulas de "estar en tratos",
"conversaciones avanzadas", "prácticamente cerrado" y un
sin fin de grados intermedios entre lo que es y lo que no es. Al final, todas
esas cosas se van acumulando y la esperanza de que algunas se cumplan se desvanece.
El efecto dominó que esperaban —que firmando un contrato los demás llegarían
fácilmente y en cadena— se convierte en un dominó inverso en el que se
desmorona todo.
FacePhi es una empresa que se compró a sí misma —a la fracasada empresa F7, ellos mismos, que eran los que habían desarrollado el software— el producto, un
producto que había fracasado o no había conseguido sus objetivos. El año pasado
facturó poco más de 8.000 euros y esta salía a bolsa y se capitalizaba por
millones. La teoría de que con logo nuevo, con nuevo nombre o caras nuevas,
todo cambia y ya está hecho todo, está generando demasiadas expectativas. El software
desarrollado podía identificar los rostros de los demás, pero los demás no debían
identificar el suyo bajo la capa de colorines y labia nueva. Dicen que ese
software impedía los fraudes en cajeros o colarse donde no se debe.
Queda demostrado que si todos —que son muchos— los que tenían que verificar la realidad de FacePhi, sus ocho mil euros de ingresos el año pasado, no lo hacen, el periodismo de investigación tiene su sentido. Alguien tendrá que decirlo más allá de los folletos y titulares regionales complacientes, del autobombo y de la euforia que crea confianza.
Tras la mesa de Salvador Martí, en su despacho de la
empresa, un mapa del mundo, en negro, queda a sus espaldas bajo el rótulo de
FacePhi, más allá de la biometría. Un mundo de sombras y ensombrecido, oscuro, por conquistar. Una vez más: Go west, young man, And grow up with the country! En un chiste del Chicago Tribune, de los años 20, la madre advierte al despedir al joven emprendedor viajero: ""... And don't go near Hollywood!". Sabio consejo.
* "Sombras en el milagro de Salvador" El País
26/07/2014
http://economia.elpais.com/economia/2014/07/26/actualidad/1406400706_674020.html
** "Facephi se hunde en el MAB y acumula una caída del
40% desde máximos" El País 29/07/2014
http://economia.elpais.com/economia/2014/07/28/actualidad/1406568373_207705.html
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