Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hay
cosas que no acabas de entender. No es porque sean más complejas, sino porque
buscan una claridad que te resulta extraña. Algo así ocurre con la cuestión de
la nueva contabilidad europea y el querer introducir en ella las actividades
ilegales. En general, uno sabe qué es legal
con meridiana claridad. Hay zonas de sombras y países con más o menos horas de
sol que otros; eso lo podemos entender.
Europa
quiere tener un PIB realista y quiere
meter en él todo aquello que se realiza entre sus fronteras. El motivo
—entiendo— no es otro que la contabilidad real
de los países. Uno recibe de Europa en función de sus cuentas y si esas cuentas
solo recogen lo "legal", los que están llenos de ilegalidades juegan con ventaja. El caso ha estallado con la
cuestión de la prostitución. Si el PIB estaba ya cuestionado como indicador fiel de la riqueza de un país, ahora lo estará también como indicador moral.
El
diario El País recoge la cuestión que se plantea:
"Es una cuestión de armonización para
poder comparar mejor los PIB. Algunos países lo integran, otros no, así se
armoniza. No se trata en ningún caso de legalizar actividades que son ilegales,
simplemente de medirlas como hacemos por ejemplo con el trabajo en negro",
explica Ronan Mahieu, del INSEE. El caso más claro es Holanda, donde la
prostitución es legal y está regulada, cosa que no ocurre con muchos otros
países europeos lo que dificulta la comparación entre los PIB de los 28. La
armonización es esencial porque los países contribuyen al presupuesto
comunitario según su PIB y la Comisión lleva a cabo controles periódicos.*
Comprenderán
rápidamente que la clave está en las palabras "armonización" y
"contribución". La primera se refiere a que es injusto que unos
tengan una economía más transparente incluyendo en el PIB elementos que otros no incluyen. Eso es fácil de entender
a la luz de la segunda de las palabras: el PIB real determinará qué se recibe o
cuánto habrá que pagar con la nueva
realidad económica descrita. Todavía más fácil es entender que habrá países
a los que afecte relativamente poco —los que tengan poca actividad ilegal o la
tengan ya reconocida en su PIB, como ya ocurre con países como Austria, Estonia, Finlandia y algunos más— y otros en los que este tipo de actividades
estén muy presentes en su vida económica.
La
cuestión de la prostitución pasa a ser importante por dos motivos: el montante
económico en que se pueda valorar y el aspecto
moral que suponga en términos relativos de unos países respecto a otros.
Claramente: puede que haya PIB que hagan sonrojarse por el peso de este tipo de actividades económicas. En estos tiempos de
"marcas" nacionales, poner junto a fábricas y comercios legales los
prostíbulos, camellos, matuteros y otros negocios que no son precisamente
respetables en igualdad de condiciones sobre el papel, levantará ampollas. Ya
lo veremos.
Y el
debate, como no podía ser de otra forma, ha derivado hacia la semántica. Esta
deriva proviene del propio carácter economicista de lo que se debe considerar.
Señala El País sobre el debate planteado:
Pero el límite está claro: la voluntariedad
de los actores. El documento ESA 2010 lo explica: “Las acciones ilegales que
cumplan con las características del resto de las transacciones (que exista
acuerdo mutuo entre las partes) deben ser tratadas igual que las acciones
legales. Muchas acciones ilegales son crímenes contra las personas o
propiedades y en ningún caso pueden ser contabilizadas como transacciones. Por
ejemplo, el robo difícilmente puede ser descrito como una acción en la que dos
partes participen basándose en un acuerdo mutuo”. En el documento en el que
explica la metodología para medir las actividades ilegales, Eurostat lo escribe
negro sobre blanco: “Los servicios de prostitución que no cumplan las
características de una transacción económica deben ser excluidas”.*
La
cuestión semántica implica si —por mucho que se ponga "negro sobre
blanco"— la prostitución se puede considerar como una "actividad
libre" —el acuerdo mutuo entre las partes, como se señala— o es , por el
contrario, una actividad obligada en la que quienes la ejercen lo hacen contra
su voluntad. Y aquí las divergencias son notables. Señala el diario que
mientras que los expertos indican que
9 de cada 10 lo hacen contra su voluntad, dependientes de mafias y chulos, los
interesados —como la asociación Hetaira— dicen que solo 1 de cada 7 lo hace forzado*.
La clamorosa
divergencia de estas cifras es explicable desde los intereses. Mientras a unos
les interesa la cuestión de la explotación y la lacra social que supone, a
muchos de los participantes, en cambio, les interesa la legalización de su
negocio por sus efectos de cotización y futuro. Ya es bastante malo lo que
tienen que aguantar, como para encima no tener beneficios sociales como otros "trabajadores".
Las
cuestiones morales y sociales de la prostitución quedan al margen en la
contabilidad que solo se plantea las económicas, conocer su tamaño. Aunque se
señale que contabilizarlas no es legalizarlas, sí implica reconocer su
existencia y, especialmente, su volumen, su peso real en la economía de cada
país. Los que lo han hecho no pasarán por la vergüenza de la primera vez; los
que están obligados a hacerlo ahora tendrán que sacar a la luz esa contabilidad
B del país, la que refleja la parte oscura de las ilegalidades. Y eso, como
decíamos, tiene un coste económico y otro importante en imagen internacional.
El reflejo en el PIB del tráfico de drogas y la prostitución puede ser un
elemento explosivo para la imagen de los países. Todo eso ha quedado fuera
hasta el momento.
Los
argumentos morales y semánticos en contra de la inclusión se acumulan por el
momento en la prostitución, que es más fácil de plantear:
La ministra francesa de la Mujer, Najat
Vallaud-Belkacem, y la
ministra belga de Interior, Joëlle Miquet, enviaron una carta rotunda a la
Comisión: "La prostitución no es una actividad comercial libremente
consentida. Creer que puede serlo es una decisión ideológica, es un espejismo y
una ofensa a las millones de víctimas de la explotación sexual en todo el
mundo". Bélgica, sin embargo, va a incluir esta cifra en el cálculo.*
Ante un
problema tan serio sorprende que el debate se centre en algo tan complejo como
es la "libertad" de quienes lo ejercen. Es un argumento, por lo
demás, peligroso porque esa libertad consentida no se da siempre en muchos
otros campos, que no son exclusivamente los de la prostitución. Tampoco sé si
se puede considerar que un adicto, por ejemplo, esté realizando una actividad
libre cuando compra su dosis, como el que se compra un bañador. Sí, en cambio,
los sobornos entrarían dentro de esa consideración y no sé si se incluirán como
parte de la economía real. Habría que estimarlos. No es fácil para los países encarar estas estimaciones. Por ejemplo, México ha incluido en el PIB la prostitución, pero no el narcotráfico, un retrato a medias.
Me
imagino que las cifras resultantes levantarán ampollas y serán motivo de
discusiones futuras en diferentes ámbitos. incluidos lo sociales y políticos. Lo que no es cierto, desde luego, es que la mera
contabilidad de estas acciones no tenga trascendencia. La tendrá. En otra
información del diario El País se señala que el PIB crecerá un 4'5% con la inclusión de
la prostitución, el narcotráfico y el contrabando.
Se nos dice que en Galicia, por ejemplo, la inclusión del narcotráfico lo hará subir en un
6%, por encima de la media. ¡Triste crecimiento!
El
diario ABC repasaba en junio los posibles efectos de la inclusión de las
actividades ilegales, que una serie de países ya recogen, pasando a ser más
ricos de lo que parecían. Una de las ventajas —la realista, podríamos decir— es
la descripción más ajustada a lo que somos:
El nuevo sistema de computar la riqueza de un
país se acercará más a la realidad ya que, aunque las actividades ilegales son
por su naturaleza difíciles de contabilizar, sí contribuyen a que el dinero
circule y, por tanto, generan riqueza y empleo. En cualquier caso, se trata de
un mero apunte contable, ya que sería necesario legalizar estas actividades
para que se regularizaran y pagaran impuestos, lo que no está previsto en
nuestro país.**
Los
debates que se abrirán cuando salgan estas cifras no tardarán y no nos gustará
lo que veamos. Seremos algo más "ricos" a efectos contables, pero indecentemente ricos. Algo de lo que no
se podrá presumir. Aunque seguro que habrá alguno que lo intente. El debate sobre la moralidad de la inclusión por la cuestión de la "libertad" de las personas al ejercer la prostitución es un debate que se vuelve contra las autoridades cuando lo utilizan, pues no se entiende entonces por qué lo consienten hasta los niveles que el PIB nos marcará.
Al final se quedará en una cuestión "estética" en la que se consiente la actividad pero no nos gusta verla reflejada ante nosotros. Es el espejo stendhaliano a lo largo del camino, mucho barro y poco cielo. No hay pintor de la realidad más inmisericorde que los datos económicos.
*
"El PIB de la esclavitud sexual" El País 8/07/2014
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/07/04/actualidad/1404495394_132206.html
**
"Claves y consecuencia de incluir las drogas y la prostitución en el cálculo
del PIB" ABC 13/06/2014
http://www.abc.es/economia/20140613/abci-claves-consecuencias-incluir-drogas-201406122204.html
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