Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario Ahram Online acaba de publicar un artículo del reputado académico
egipcio, Dr. Abdel Moneim El-Mashat —economista y experto en cuestiones de
defensa y relaciones internacionales, miembro de varias universidades y asesor
y ex asesor de diversos consejos—, sobre un tema siempre controvertido en
Egipto: las series televisivas del Ramadán. Las quejas cada año sobre el tono, los hechos reflejados, argumentos, lenguaje, etc., en las series se repiten. Hay de todo tipo y para todos los gustos, tanto quejas como series.
Para el mes de ayuno se reservan
series capaces de mantener atención y discusión que hagan pasar el día hasta el
esperado momento de la ruptura del ayuno con la llegada de la noche. Sin embargo, la cuestión planteada
por el articulista no se refiere solo a las intrigas y sus resoluciones, que no le gustan, sino a la
vieja cuestión especular de los
medios artísticos, qué deben reflejar. Pero también hay algo más que una simple cuestión de opinión estética.
El
artículo comienza fuerte desde
el título, que no puede ser más claro "Ramadan TV offers only
rampant degradation and a false image of Egypt":
Thinking about the multitude of drama
television series aired during Ramadan, one question comes to mind. Which
genius, may God never forgive him, made a correlation between the holy month of
Ramadan on one hand and the flood of shoddy series on the other?
Every Ramadan, I take a look at the dozens of
series being broadcast to see whether they express the national spirit, and
whether they are connected to the Egyptian and Arab reality.
This year, I am concerned by the appearance of
artistic degradation on the Egyptian and Arab screen, a year after the most
important modern revolution by the Egyptian people -- on 30 June 2013. This
revolution uprooted theocratic authoritarian regimes from Egypt and the Arab
world once and for all.*
Para el Dr.
Abdel Moneim El-Mashat las infames series que se ofrecen por Ramadán pierden la
ocasión de reflejar la situación creada por la "más importante revolución
moderna" del pueblo egipcio, la del 30 de junio (en segundo lugar estará
la del 25 de enero que tuvo la desgracia de acabar trayendo el islamismo, algo
que se remedió después, "once and for all"). Se desespera porque no
ve reflejados en las series ni a la "nueva mujer egipcia" ni al
"nuevo hombre egipcio" (les dedica párrafos separados). ¿Dónde están?
¿Qué les pasa a los creadores de series?
Sus
expectativas de lo que deberían ser las series de esta nueva época se han visto
frustradas:
I thought, like many others, that the authors
and scriptwriters would direct their efforts towards studying the Muslim
Brotherhood mindset, and its relation with the forces of political Islam.
On
the contrary, degradation was rampant in this year’s series in their entirety.
The really frustrating thing is that a limited number of marginalised authors
and some minor directors and producers control the taste of Egyptians and shape
their false awareness through characters and stories which encapsulated an
illegitimate blend of narcotics, cheap sex, domestic violence, deceit, lying
and conspiracies.*
Allí donde se esperaba la radiografía analítica del
islamismo y la Hermandad, el escalpelo flaubertiano diseccionando la realidad
dejada atrás, se encuentran lo de siempre: sexo, violencia doméstica, etc. Lo
de siempre, claro.
La ira académica se vuelve contra estos manipuladores del
gusto nacional, que son incapaces de dar la imagen adecuada de los "nuevos
egipcios" y siguen insistiendo, machacona y comercialmente, en lo que ya
oficialmente no existe y no debería ser mostrado. Lo que hay que mostrar es la lucha, codo con codo, nos dice, del
hombre y la mujer egipcios en las revoluciones, 25 de enero y 30 de junio, para
la creación del nuevo país.
Pero todo esto, creo yo, ya lo inventó el arte soviético,
empeñado en convertirlo todo en didáctico
e ideal. Al final, esos buenos revolucionarios que luchan codo
con codo y tienen hijos revolucionarios (a veces contra ellos) no suelen
aparecer por ninguna parte porque se convierten en seres perfectos sin
presencia real en ningún sitio. Son los riesgos de intentar reflejar la
perfección, que nunca es suficiente.
Los medios egipcios, a través de algunos articulistas, la
necesidad de "consolidar" una situación extraña, convirtiendo el
"nacionalismo" en el eje del discurso frente al
"islamismo". Esto es entendible como estrategia, pero pretender
hacerlo a base de serie televisiva o de cualquier otro tipo de discursos
"normalizadores" es ingenuo. La repetición de que el mundo es
perfecto no lo convierte en tal.
La condena de las series de Ramadán es, por un lado, la de
una imagen que no gusta y, por otro, la queja por la ausencia de la que gustaría
ver, que está por escribir, pero que ya tiene sus musas inspiradoras de sobre
qué y cómo escribir para el pueblo.
Se señala en el artículo:
With the beginning of forging a new way of
governing that reflects a future vision for Egypt and Egyptians, we definitely
don't demand a ban on broadcasting, but we need a committee of intellectuals
and independent specialists who revise such writing and decide whether it fits
the purpose of building a national consciousness among Egyptians or not.
Undoubtedly, this basic intellectual process,
which forms the soft power of Egypt and is one of manifestations of the
Egyptian state's influence, rests on the shoulders of President Abdel-Fattah
El-Sisi, who cannot possibly look with favour on this artistic absurdity which
demeans Egyptians.
Such distorted images directly affect the
audience. There is nobody in these series, bar a few characters, who represents
a respectable role model for Egyptian children or young people to emulate. What
their minds store is too negative and needs revision and verification. Moreover,
the mental image which these series create among foreigners about Egyptians is
also extremely disagreeable.*
No sé dónde ve el Dr.
Abdel Moneim El-Mashat la "novedad" de esto. Se
llama "adoctrinamiento" y la protección del pueblo o la infancia,
como en este caso, es la excusa más vieja del mundo. La formación "liberal"
del articulista evita, al menos, que se exija la prohibición, pero sí la
creación de ese "comité" que se dedique a la construcción de la
"conciencia nacional" y decida qué o quién cumple. Es necesidad de revisar y verificar las mentes de los demás es una aventura que se empieza
con alegría y termina siempre en el mismo sitio.
El
final del artículo hace un llamamiento a todos para que la imagen del Egipto real —o ideal, según se mire— prevalezca en las pantallas y mentes que las reflejan:
Isn't it high time to totally separate the holy
month of Ramadan from this serial degradation? Could it be possibly done in a
legal or realistic way? Can't all of us, artists and audience -- and we are all
patriotic Egyptians -- join forces in order to enhance public taste and
participate in creating a national awareness of the graveness of the current
stage in building contemporary Egypt?
Can we join forces in producing a realistic
image of Egypt that reflects its potentialities and capabilities, through which
we anticipate that Egypt's regional and international role will develop? Can
the artists demonstrate their creations which they used before to energise the
spirits of Egyptians, as was the case during the building of the High Dam, 1967
defeat and 1973 victory and other decisive events in Egypt's history?*
La mejor manera de velar por los patriotas egipcios,
incluido el Dr. Abdel
Moneim El-Mashat, que puedan salvar los escollos que tienen por delante, que no
son pocos, es intentar reducir el nivel de conflicto para que se puedan
recuperar la calma y la paz, que son dos cosas distintas.
La
preocupación por las series televisivas de Ramadán muestra, una vez más, la
pérdida de sentido de la realidad, de dónde se encuentran los verdaderos
problemas del pueblo egipcio —económicos, políticos, etc.—. Pensar que esto se
trata de una cuestión de "poder blando" es realmente irónico si no
revelara el fondo trágico de una situación penosa que padecen todos y que no se
clarifica. Es probable que los egipcios puedan agradecer más su esfuerzos como
economista para salvar el desastre económico, que como crítico televisivo o
ideólogo esteta. Una vez demostradas sus fidelidades y preocupaciones, debería ponerse a
solucionar problemas reales, que falta hace.
Y si el
Dr. Abdel Moneim El-Mashat quiere algunas buenas historias
"revolucionarias" —ejemplares, didácticas— para el próximo Ramadán,
podría interesarse por las de los revolucionarios del 25 de enero que se
encuentran en la cárcel por protestar contra la ley anti protesta, versión moderna
de la "ley de excepción" de la época de Mubarak y que estuvo en
activo durante treinta años. Saldrían unas historias muy interesantes, con
jóvenes idealistas luchando codo con codo, hombres y mujeres, contra las
dictaduras y a favor de un régimen que no les diga cómo tienen que pensar desde
ningún comité o mezquita. Las "recomendaciones" a las mezquitas para los sermones de Ramadán ya se hicieron para evitar "separaciones", que es un eufemismo. Las de las series también. Algunas se perdieron por el camino porque no eran gratas y no precisamente por motivos religiosos. No necesitan una pantalla idealizada, sino una
realidad satisfactoria. Veremos si hay cambio en las series del próximo año, si hay nueva inspiración y ese consejo de sabios espectadores patrióticos sale adelante para cuidar de ojos y mentes durante el mes de ayuno.
* Abdel Moneim El-Mashat "Ramadan TV
offers only rampant degradation and a false image of Egypt" Ahram Online 19/07/2014
http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/106602/Opinion/Ramadan-TV-offers-only-rampant-degradation-and-a-f.aspx
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.