Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Como
ciudadano, estoy harto de que me manden "mensajes". Todo el mundo se
empeña en hacerlo. "Hay que mandar un mensaje de tranquilidad", dicen,
de "renovación", de "confianza", de
"seguridad"... y así un sinfín de mensajes que se acumulan en
nuestros buzones mentales hasta hacerlos rebosar. Algunos los has solicitado,
pero otros son puro spam psicológico
que te cuelan por cualquier resquicio. Lo peor de todo es que dicen que el
mensaje que te envían es una respuesta a un presunto mensaje que tú les has
enviado antes.
El otro
día me llamaron a casa:
—Nos
ponemos en contacto con usted porque se puso en contacto nosotros y participó
en una encuesta anterior. Ya solo por eso tiene un regalo...
—Yo no
me he puesto en contacto con ustedes.
—Pues
aquí nos consta...
—Les
puede constar lo que quieran, pero les aseguro que yo no me he puesto en
contacto con ustedes ni he hecho ninguna encuesta...
—Pues...
—Adiós,
muchas gracias.
De los
políticos no es tan fácil librarse. También ellos aplican la teoría de que les
has enviado un "mensaje". No
uno, ¡mil! Pero ellos atienden selectivamente el que les interesa y le dan mil
vueltas hasta llegar a la conclusión que les apetece. Solo así es posible
entender la respuesta dada por la dirección del PSOE al "mensaje" que
dicen que les han enviado los votantes.
Las catástrofes
electorales, como la nochevieja, son siempre un momento propicio para recibir
mensajes y mandarlos. Señala el diario
las palabras de la portavoz del PSOE:
“Es preciso ir más deprisa y más a fondo, y
vamos a hacerlo. Ese es el mensaje que nos han enviado los ciudadanos”, dijo en
rueda de prensa la número dos de los socialistas, Elena Valenciano.*
La
retórica vacía que la ineptitud política ha producido como cortina de humo o
tinta de calamar se manifiesta en toda su grandiosidad pirotécnica tras la
debacle. Palabras, promesas, citas de futuro, cambios... Ya se ha visto la luz
del túnel; se les apareció alguien sobre una encina luminosa y les llegó el
mensaje. "Más deprisa", "más a fondo", parece casi el lema
olímpico: Citius, altius, fortius. Le
falta el "fortius", pero ya llegará.
La palabras
de Elena Valenciano —explicando este cómo
olímpico— nos permiten abrir la caja del futuro y leer el prospecto de las
soluciones:
Eso se hará con una reflexión “serena y sin
excusas”, huyendo de las “soluciones cosméticas o superficiales” y apostando
por una auténtica “renovación” de las ideas. Lo que aún está por decidir es en
qué dirección se hará todo eso; Valenciano dio las pistas mínimas: el PSOE debe
restablecer “la alianza con los sectores progresistas de la sociedad española”,
“actualizando” al mismo tiempo el proyecto socialdemócrata. Antes de final de
año serán convocados el comité federal —máximo órgano entre congresos— y el
consejo territorial, donde están todos los barones del PSOE; y a principios de
2013 habrá una conferencia programática que dará forma a esas nuevas ideas.*
Hace
bien Valenciano en guardarse las pistas y direcciones no se vaya a enterar alguien
y pierdan eficacia o se las copien. Como se puede apreciar, ya está todo tan
claro que casi ni merece la pena ponerlo en marcha, ¿para qué? ¡Se queda uno
tan relajado escuchando a Elena Valenciano!
El
futuro promisorio emerge como una fantasía mientras se rompe con el pasado,
carga pesada, insufrible, como España en la mochila de Artur Mas, según su
afortunada metáfora. Una vez recibido el mensaje clarificador, todo encaja y la
catarsis pasa a ser más fácil. El diario El
País lo resume de la siguiente manera, siguiendo a Valenciano:
La tesis acuñada ayer por la cúpula
socialista es que el PSOE vive inmerso en un “ciclo electoral negativo” que
arrancó “en el último periodo del Gobierno socialista [de José Luis Rodríguez
Zapatero]” y que, según dijo Valenciano sin paños calientes, “todavía no ha
terminado”. Ese énfasis en la propia herencia recibida —Rubalcaba fue ministro
y vicepresidente en aquel Gobierno, y lucha desde hace año y medio por
sacudirse el estigma— explotó el domingo con toda su crudeza. Porque, hasta
ayer, los socialistas no habían sostenido lo mismo: tras el inesperado
resultado obtenido en Andalucía y Asturias en marzo —lograron gobernar en ambas
comunidades contra todo pronóstico y contra todas las encuestas—, la propia
Valenciano trasladó un mensaje de euforia: “En 100 días de Gobierno, la flecha
hacia arriba del PP se ha convertido en flecha hacia abajo. La derecha ha
retrocedido en solo cuatro meses. Ha cambiado la tendencia”, dijo entonces. El
propio Rubalcaba vio abierto “un nuevo ciclo político” que permitiría a los
socialistas seguir dando “pasos adelante”.*
Me
imagino que Schumpeter se habrá removido en su tumba al ver cómo se le mal
utiliza para justificar las meteduras de pata, las erróneas decisiones
políticas. Con esta interpretación, Rodríguez Zapatero pasa a ser el repudiado
justificante de la derecha, la izquierda y el centro. No hay mal que no
surgiera de su cerebro; es el "archivillano", digno de figurar en la
próxima película de James Bond o, quizá mejor, de Austin Powers, un perverso
"Dr. ZP" con un gato sobre sus rodillas. ¿Pasará a la historia José
Luis Rodríguez Zapatero como el hombre que ganó dos elecciones pero que hizo
perder las dos, tres, cuatro... siguientes? Sí, si hace falta. Por lo pronto El País ya considera "estigma" haber estado a su lado, algo que no deja de tener su guasa. Como
a Rebeca, en el film de Hitchcock, todos la recuerdan aunque ya nadie la vea.
¡Cría cuervos! Te copiarán el estilo —¿hay algo más zapateril que la optimista verborrea de Elena Valenciano?—, pero te sacarán los ojos.
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