Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Ha
habido grandes tratadistas del Estado, densos y profundos ideólogos que han desarrollado su
visión desde todos los ángulos posibles desde que Platón se ocupara de la República, de en qué consiste eso de la política: cuáles son sus fundamentos profundos, qué relaciones
mantienen los administrados con el poder, qué es el "soberano", etc., etc. Pero hoy he comprendido su esencia profunda cuando, en mitad de los grandes
cambios que se atisban en el horizonte de la política, cuando en Europa se
debate entre el ser y no ser, la moneda o la identidad, y en España, simplemente, se
debate, se encuentra uno con esto:
"1. Soy empleada pública y quisiera
saber qué va a hacer Ud si gobierna con la paga extra de Navidad. Y dígame la
verdad por favor, que para ahora ya lo sabrá. Gracias"*
Esta es
la primera pregunta que le han lanzado a Íñigo Urkullu en cuanto que ha puesto
la mano sobre el ratón del ordenador para enfrentarse a los lectores de El Mundo en su chat participativo y
directo. El chat se llama "Encuentros", pero tal como está la relación entre políticos y pacientes debería llamarse "Encontronazos".
Aquí ya
no se pregunta o debate sobre la Constitución, los Fueros, los Conciertos, etc.
No hay más que un tema que preocupe a la auto descrita como "empleada
pública". No ha lugar a circunloquios ni retóricas. Directa a la
yugular: "Mire, Urkullu. Ya está bien de marear la perdiz, ¿hay paga, sí o
no?" Y es que ya sobran los discursos, las menciones al árbol de Guernica,
el chistu o cualquier otro aspecto simbólico o festivo por el que irse por los
cerros de Úbeda: ¿y la paga? Aquí ya la gente no quiere que les hablen de los presupuestos ni de los grandes principios. En España hoy se habla del "tupper" y de la paga extra. Minimalismo y subsistencia. ¡Que poeticen ellos! ¡Recórtese, Urkullu!
Yo me
imagino que no es por desinterés por la política o porque no le apetezca
escuchar el discurso que el político tiende a hacer en cuanto que alguien le
pregunta algo. Yo creo más bien que está ya con los regalos de navidad y
necesita saber de cuánto dispone, o va a comprar el cordero para congelarlo
ahora que está más barato. Algo así.
Y es
verdad. Te prometen que van a dar la "extra" y luego te dejan colgado el
presupuesto navideño, que sube mucho porque cada vez se apuntan más a comer o
cenar. Urkullu, que esperaba que la primera pregunta fuera de un militante
adoctrinado, se queda estupefacto ante un directo a la mandíbula de tal calibre
que ¡menos mal que es por escrito!
Esto
del chat tiene más peligro que una bomba con todos los cables del mismo color.
Sin
embargo, la política vasca es un entrenamiento duro, con un día a día que curte
al más frívolo. Urkullu no se queda quieto e improvisa (suponemos) un magistral
contraataque:
En principio hay que tener en cuenta que la
paga extra se empieza a prorratear en meses anteriores. Para cuando, en su
caso, yo fuere Lehendakari sería ya a finales de noviembre como pronto. Como
Partido Nacionalista Vasco dijimos en el mes de julio que nos resistiríamos
democráticamente a esta medida entendiendo que los funcionarios van sufriendo también
congelaciones salariales. Lo dijimos y lo estamos cumpliendo pero estamos
sometidos al debate jurídico de si esta medida es una Normativa Básica
competencia del Estado. En tal caso, no quedaría más remedio que cumplir.*
Esta
pieza maestra del sanferminismo
político, del salir con la taleguilla intacta, debería estudiarse en todos los
cursos de comunicación política, debería ser recitada por cualquier político
antes jurar su cargo.
Ante toda
petición de "¡dígame la verdad!", la respuesta debería ser como ésta:
comenzar con un "en principio" y terminar con un "en tal
caso"; incluir por el camino un vibrante "en su caso", y un
toque épico con un "resistiríamos democráticamente". El planteamiento
no es malo: si tiene usted extra es porque yo se la doy y si no la tiene es
porque España se la quita. Y entonces —a los que juran la Constitución
"por imperativo legal"— "no les quedaría", como señala Íñigo
Urkullu, "más remedio que cumplir".
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