Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Encontramos
en el diario egipcio Al-Masry Al-Youm
(Egipto Independiente) un interesante
artículo de Farida Makar cuyo título es "In the beginning was the Teacher".
Nos da cuenta de las protestas y huelgas de los maestros egipcios que tratan,
como tantos otros sectores de la sociedad, de enfrentarse al olvido y deterioro
que la época de Mubarak provocó. Junto a las preocupaciones por la redacción de
otros artículos de la nueva Constitución —ya hemos señalado en varias ocasiones
los que se refieren a la libertad de expresión y la prensa—, se encuentran los relacionados con la educación, un sector esencial para su desarrollo futuro y,
algo más importante en otro nivel, el cambio de las mentalidades. Señala Farida Makar:
What was perhaps most salient about that strike
was the discourse adopted by the participating teachers: “Take a look at our
clothes and at the way we look. This is an indication of how well we are
doing,” exclaimed one teacher. A sense
of shame for not being dressed “appropriately” due to dire economic conditions
is widespread among many of them. “You would not want your children to be
instructed by teachers who wear worn out clothes. Or teachers who do not enjoy
any social security, would you?”*
Reivindicar la necesidad de una apariencia digna ante la
sociedad para poder ejercer una profesión que necesita del respeto puede
parecer excesivo, pero no lo es. Nos dice la autora que muchos de esos maestros
que han hecho de septiembre un mes de huelgas y reivindicaciones tienen sueldos
entre 30 y 60 euros mensuales (250 y 500 LE). Muchos se tienen que ganar la
vida con oficios secundarios, como repartidores, —nos cuenta— o dando clases
particulares, uno de los "negocios" más criticados en Egipto porque
afectan directamente a las familias.
Farida Makar |
En la novela Taxi, de Khaled al Khamissi, un gran éxito en Egipto y en todo el mundo árabe, los personajes realizan en varias episodios críticas a los maestros y al sistema educativo por este tipo de prácticas destinadas a la subsistencia del profesor y al aprendizaje del alumno. La queja general es que apenas se aprende nada en las escuelas por el abandono en que se encuentran, incluido el bajo nivel de las personas que se dedican a él, y que las clases particulares son una sangría para las familias modestas que quieren que sus hijos salgan de la penosa situación en que se encuentran mediante el estudio.
La reivindicación de la dignidad en las apariencias no es
solo una cuestión de mejora del gremio, sino el deseo de extender esa dignidad
a la enseñanza en sí, al acto de aprendizaje, que envuelve tanto al maestro
como al alumno en un entorno determinado, la escuela.
Un sistema que valora poco al maestro termina deteriorándose
porque en él se refugia cada vez más personal menos cualificado y motivado para
la enseñanza misma. Mantener la enseñanza en los niveles bajos de la escala
social es condenar al sistema en su conjunto a la mediocridad, malos profesores
que producen malos alumnos con bajos conocimientos. Los países más avanzados
son los que mantienen el respeto al sistema educativo. Esto incluye el respeto
esencial a las personas que participan en él a ambos lados, docentes y alumnos
reconociendo el papel de unos y los derechos de los segundos a recibir una
educación suficiente en situaciones dignas.
Preguntan a las familias los maestros egipcios, en su protesta, si les gusta que unos desharrapados den clases a sus hijos. Se dirigen a
ellas directamente. No es cuestión de moda. La pregunta tiene sentido en su propio contexto y
mentalidad social; no es una cuestión vanidosa, sino de respeto.
No es fácil ser maestro en un país que no valore la educación en su función esencial. Y esto no es un problema que afecte solo a Egipto. Los desajustes graves en los sistemas educativos suelen revelar falta de equilibrio en el funcionamiento social, desajustes en el desarrollo del país. Cuando una sociedad abandona su sistema educativo y deja que se deteriore es señal de que ha perdido el sentido de la equidad y la justicia porque deja a su suerte —económica, claro— la calidad de la formación de sus ciudadanos. Se polariza entonces la educación como se polariza la sociedad, aumentando el número de conflictos y desencuentros.
Protestas en 2011 |
Se acaba cayendo en un fatalismo en el que se piensa que los
mejores puestos siempre estarán copados por los privilegiados sociales y solo
quedan los puestos de subsistencia para los demás. Si a eso le sumamos cierta
idea de providencia, del "será lo que Dios quiera", la falta de
estímulo, el dejar pasar los días de la vida, puede asentarse en capas enteras
de la población que considera que eso de educarse les va a servir de muy poco
para salir de una situación que consideran estática de por vida.
En un mal sistema educativo, no solo se aprende poco, sino
que se aprende mal, algo que no se valora adecuadamente en sus efectos
personales y sociales. Se adquieren malas costumbres intelectuales, vicios que
se acumulan a lo largo del sistema educativo. Son los vicios de supervivencia
escolar, del poco esfuerzo necesario, del desprecio por la novedad, del gusto
por la repetición, del aprendizaje sin sentido, de lo maquinal. También se
sufre cuando se ha podido formar a buenos alumnos, contra viento y marea, y los
ves desperdiciados socialmente.
Conozco magníficos profesores egipcios, personas admirables,
que sufren por las malas condiciones en que tienen que impartir sus clases —no
por ellos, sino por quienes las reciben—, que intentan compensarlo con su
dedicación y atención personal a los alumnos, por los que muchos se desviven
desatendiendo su propia carrera en muchas ocasiones.
Son personas que creen en el futuro de su país, un futuro
mejor que su presente y mucho mejor que su pasado reciente. Consideran que el
futuro del país son las personas y quieren transformarlo cambiando las
mentalidades y capacidades de sus alumnos. Se oponen así a una visión rutinaria,
jerárquica y burocrática de la enseñanza en la que simplemente los alumnos
pasan por la aulas como ovejas por un redil o son adoctrinados. Hoy mismo, Ahram Online informa de la apertura de un expediente a una profesora de ciencias, en Luxor, que cortó el pelo a dos alumnas de sexto grado porque fueron a clase sin velo.** La batalla educativa en Egipto va más allá de los presupuestos y afecta al papel de la enseñanza y los caminos del país, la dirección de su futuro.
Señala precisamente Farida Makar la distancia de las
protestas actuales de los maestros con las meras reivindicaciones salariales
anteriores:
The genius behind the current teachers’
movement lies in the fact that it completely challenges nationalist education
in its most dogmatic forms, while at the same time revisiting the debate on
progressive education. In addition to the many recurring issues raised by the
teachers throughout their strike, they are introducing two distinct elements
that embody the changes in Egyptian society since the revolution and give their
movement an interesting twist.*
Los dos elementos señalados por Makar son la exigencia de la
participación de los profesores y maestros en los cambios del sistema
educativo, esencial para un buen funcionamiento, ya que ha sido siempre
vertical y autoritario —como el caso de nuevo dognatismo que AhramOline nos muestra—; y algo que ella valora como muy importante: «[...] many of the striking
teachers insisted that the first lesson to give students this year should have
been how to peacefully stand up for their rights.»*
Además de transmitir conocimientos, la escuela es un espacio de convivencia y de aprendizaje de los derechos y la forma de ejercerlos y manifestarlos. A ser "ciudadano" no se aprende en una "asignatura", sino con el sistema educativo en su conjunto. La escuela, en resumen, es el lugar en el que se aprende a ser ciudadano, a respetar y a hacerse respetar.
Ayer precisamente,
en España se dio otro mal ejemplo de ciudadanía*** con la invasión de una escuela
por jóvenes a los que les han explicado mal cuáles son sus derechos y cuáles
los de los demás. Un episodio bochornoso que sumar a los robos de supermercados
y otros maneras poco ejemplares de arreglar los problemas de un país. Se
arregla poco y se destruye mucho. Los incitadores e ideólogos del caso sabrán
lo que quieren o buscan. Me preocupa esto más que la deuda, sinceramente.
El que los maestros egipcios sean conscientes de que hay que canalizar de una forma diferente la legitimidad de las protestas, más acorde con el espíritu cívico surgido de la revolución, me parece loable. Ellos han estado viendo morir jóvenes, a sus alumnos en las calles y es algo que no quieren vivir de nuevo.
El que los maestros egipcios sean conscientes de que hay que canalizar de una forma diferente la legitimidad de las protestas, más acorde con el espíritu cívico surgido de la revolución, me parece loable. Ellos han estado viendo morir jóvenes, a sus alumnos en las calles y es algo que no quieren vivir de nuevo.
Una sociedad mal formada, carente de educación e instrucción verdaderas, es una
sociedad manipulable, a la que es posible mantener en la sumisión porque las
ideas nuevas no llegan a formarse en una mente anquilosada y estática, llena de prejuicios.
La preocupación hoy de muchos egipcios ilustrados es cómo conseguir romper la
barrera de la incultura, de la dependencia y la manipulación, a través de un sistema educativo que no
funciona como debiera por los errores, olvidos y carencias acumulados durante décadas.
Los maestros de los primeros niveles educativos reivindican un sueldo que les permita presentarse ante sus alumnos con un mínimo de dignidad que haga que estos valoren y respeten a sus docentes, pero también el hecho mismo de aprender en condiciones dignas. Si la idea que sacamos ante la visión de un maestro zarrapastroso es que una vida dedicada a estudiar y a enseñar no da para tener una simple vestimenta en condiciones, la intuición nos llevará a buscar otros caminos diferentes y rentables. Y otros métodos.
Para los que siguen pensando que el fracaso escolar tiene
que ver con lo genes —como nos cuentan por aquí algunos privilegiados genéticos
de vez en cuando—, sería recomendable que estudiaran los efectos destructivos de
las carencias —económicas, de convivencia, motivacionales...— en el conjunto del
sistema educativo.
A veces los que menos tienen son los que más dan. Los maestros suelen ser un ejemplo de aportación personal para superar las carencias generales. Es su forma de expresar su compromiso vocacional con los demás. Hoy los más humildes piden poderse presentar ante sus alumnos con dignidad. Piden respeto para ellos y su labor.
* Farida Makar:
"In the beginning was the Teacher".
Al-Masry Al-Youm 15/10/2012
http://www.egyptindependent.com/opinion/beginning-was-teacher
** "Veiled teacher penalised after cutting pupils' hair for not wearing headscarf" Ahram Online 17/10/2012 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/55778/Egypt/Politics-/Veiled-teacher-penalised-after-cutting-pupils-hair.aspx
** "Veiled teacher penalised after cutting pupils' hair for not wearing headscarf" Ahram Online 17/10/2012 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/55778/Egypt/Politics-/Veiled-teacher-penalised-after-cutting-pupils-hair.aspx
Es verdad. Lo de la ropa, aunque parece un tema secundario, no lo es en realidad. Lo mismo pasa con los medios de transporte: si al final del día escolar vuelve el profe con sus alumnos en un "microbús" (transporte muy popular), siente que cierta barrera entre él y el alumno se rompe. La solución para mantener esta barrera es que el profe pague a los alumnos el viaje. Lo que significaría más ruina para él.
ResponderEliminarLa solución será de largo plazo, pero HAY QUE EMPEZAR YA.
Muchas gracias por abordar este tema en Pisando charcos
A ti, Manar, por leerlo. Saludos
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