Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Uno de
los problemas clásicos en las Ciencias Sociales es tratar de distinguir las
diferencias entre los efectos y las causas, pues no siempre están claros unos y
otras. Es frecuente que, como expresa el dicho, alguno se empeñe en poner el
carro delante de los bueyes.
No sé
quiénes han realizado el trabajo de la UNESCO cuya información hoy titula el
diario El Mundo "España, a la
cabeza del fracaso escolar y el desempleo juvenil en Europa"*, pero sí sé
que aunque sus datos puedan ser reales, algunas de sus interpretaciones dejan
mucho que desear y, sobre todo, inciden en una versión de la realidad que trata
de salvar ciertas caras y abofetear las mismas de siempre.
Para los responsables del informe, las cifras de abandono escolar en
España son "preocupantes" habida cuenta de que se trata de un país
"duramente golpeado" por la crisis y donde el paro juvenil superó el
50 % en marzo de este año. La falta de competencias profesionales de los
jóvenes europeos "les aboca a desaprovechar su potencial, les hace perder
oportunidades de empleo y les impide ayudar a sus respectivos países a volver a
la prosperidad", señala el estudio, donde se asevera que, en tiempos de
crisis, dotarles de herramientas es "más esencial que nunca".
Los autores del informe constataron que entre 2007 y 2009, las tasas
de paro entre los jóvenes europeos que no habían completado sus estudios
aumentaron "de forma amplia", a excepción de Alemania, aunque España
fue sin duda "la peor afectada" de todos los países del continente.
El texto, sin duda, puede
incluirse en esa todavía por escribir "antología universal de la
infamia" que, a diferencia de la de Borges, tendrá mayor documentación en
la realidad, sin necesidad de su genio ficticio. Decir que son los jóvenes, con
sus abandonos, los que "impiden ayudar a sus respectivos países a volver a
la prosperidad" es sencillamente infame. Es poner el carro delante de los
bueyes.
Lo de los "ninis" es volver a las concepciones abstractas
de los personajes clásicos en los que, junto al "avaro", al
"misántropo", etc. se sitúa ahora al "vago", cuyos rasgos son su juventud, insolidaridad y dejadez. Como todos los personajes clásicos, no son más que
abstracciones, creaciones absolutas en las que se personifica una virtud o un
defecto. Pero para eso no se hacen encuestas; para
eso sobran datos y nos quedamos con los tópicos que es más barato, nos
ahorramos el dinero del estudio.
Acusar a los jóvenes de no
"ayudar a la recuperación de sus países" es ignorar que son las prácticas
empresariales y la ceguera de los políticos
las que han sido responsables de un deterioro de las condiciones de trabajo
juveniles que son las han motivado el abandono de mucha gente ante la
imposibilidad de acceder a mejores empleos. Todo esto comenzó en los años
ochenta con la precarización del empleo juvenil, con el subempleo que se justificó
como una alternativa al paro juvenil. Todo iba a ser provisional para salir de
una situación que no solo no mejoró sino que se enquistó por el desarrollo desastroso
de la economía española, centrado en los motores de la construcción y el
turismo, que es donde se creaban los puestos de trabajo, junto con los sectores
conectados del comercio, etc.
En treinta años, los políticos y
empresarios españoles han sido incapaces de crear un modelo social y productivo
que avanzara en sectores innovadores, que permitiera aprovechar realmente el
potencial educativo que se estaba generando. Los abandonos no son la causa del
deterioro económico y laboral sino su resultado, la desmotivación absoluta,
sumado al efecto de la bajada en picado de salarios ante una situación de exceso de oferta
laboral, como pescar en un cubo de cinco millones de parados. Hace unos años hablábamos de "mileuristas", otra etiqueta; hoy serían felices con esos sueldos. España es el país
—también son datos— en el que existe una menor diferencia entre el sueldo de
una persona con estudios y otra que no los tiene. Eso pesa mucho.
Los que vivimos dentro de la
Universidad, conocemos de primera mano —sin necesidad de encuestas y
posteriores interpretaciones— el destino de nuestros mejores estudiantes,
jóvenes que han llegado muchos de ellos a obtener el grado de doctores brillantemente y se ven condenados a
mendigar sueldos infames como vendedores puerta a puerta o similares.
No, no son los jóvenes los que
"no ayudan" a la recuperación económica. Son las instancias económica
y políticas las que han fallado lamentablemente al ser incapaces de tener una
visión de futuro, una futuro que se nos presenta colapsado en este presente,
consecuente con la necedad y la falta de miras de nuestros dirigentes,
preocupados unos por el poder y otros por la rentabilidad, hasta que el uno ha
causado la indignación y el otro una distancia social creciente por
empobrecimiento de capas enteras de la población a la que se movió
irresponsablemente a endeudarse para aparentar crecimiento, una quiebra del
modelo y la incapacidad productiva por centrarse de forma prioritaria en un
modelo sin salida, inestable y dependiente. Todo esto con la ayuda interesada
de terceros, por supuesto, que veían con agrado que España se convertía en un
país que renunciaba a dar el salto industrializado e innovador que debería
haber dado al llegar a un cierto nivel de desarrollo. Estamos viendo que lo de
la "cuarta economía" no es más que una verdad a medias si no se
explica en qué consiste esa economía, cuáles son sus limitaciones y riegos.
No puede sostenerse que son los
"jóvenes" los que no ayudan a la recuperación, cuando son los jóvenes
mejor preparados los que marchan a "ayudar" a Alemania, a Inglaterra,
a Francia, a China, a salir de sus problemas de productividad. No nos fallan
los jugadores, nos falla el terreno de juego —en pésimas condiciones— y nos
fallan los organizadores del partido.
No se
acaban ahí las infamias. El diario recoge otras afirmaciones del estudio que
también revelan el trasfondo e interés que lo mueve. Señalan en El Mundo:
El estudio recupera además la expresión "ninis" (ni tienen
trabajo ni lo buscan), al señalar que "al menos un cuarto de los jóvenes
españoles que dejaron sus estudios al acabar el primer ciclo de enseñanza
secundaria y un quinto de los que la abandonaron después del bachillerato en la
actualidad tampoco buscan empleo".
"Crear puestos de trabajo per se no va a
ayudarnos a salir de la crisis", indicaron los autores, para quienes,
"Europa debe formar a jóvenes con competencias profesionales adecuadas,
con experiencia previa y con capacidad de adaptación a las nuevas
tecnologías".
Debo
confesar que la expresión "ninis" me pone enfermo. Verla reflejada en
un estudio que se pretende serio no solo en sus recogidas de datos, sino en lo
que después me parece poco serio. "Ninis" no es un término académico,
científico, etc. No es más que un tópico social que recoge esa criminalización
de la juventud a la que es tan aficionada parte de esta sociedad. De forma
esquizofrénica, se alaba o denigra según interese.
"Generación
nini", "generación perdida", "generación Logse"...,
aquí todos ponemos etiquetas, pero nadie pone soluciones. Y las soluciones no
están en los jóvenes. Por mucho que estudien, por mucho que sean brillantes,
acaban emigrando porque este país solo abre comercios para recibir turistas.
Los sectores realmente de vanguardia son mínimos porque se eligió mal el
modelo. Hay que hacer monumentos a los empresarios que sacaron adelante
empresas punteras absorbiendo investigadores, ingenieros y mano de obra
cualificada. Porque es ese el estímulo del estudio, ¡señores que entienden
tanto de motivación!
Cuando
no hay buen nivel de estudios, la gente se va a estudiar fuera; cuando no hay
buena oferta de trabajo, los mejores se van. Nuestra situación actual es, según
el estudio, de deficiente nivel de estudios, algo que todos sabemos, y muy
deficiente situación laboral.
La
responsabilidad es del sistema educativo, deteriorado de nuevo por la
ineficacia de las condiciones que se han ido acumulando durante años, presididos
por unos supuestos gestores que buscaban la "eficiencia" a golpe de
autoridad —de nuevo la criminalización de los jóvenes— ante la falta de
recursos económicos y humanos, y el uso político de la educación que impedía
grandes acuerdos nacionales.
Que se
diga en el estudio que "Crear puestos de trabajo per se no va a ayudarnos
a salir de la crisis" no deja de ser otra forma insultante con un cincuenta
por ciento de paro juvenil y un veinticuatro de paro global. Nuestra "crisis" no es la de los demás.
Es española por dos de sus cuatro costados, dejando los otros dos a la eurozona. Evidentemente, cuanto mayor sea la calidad del empleo, entendida no solo en estabilidad, sino creados en sectores productivos y exportadores, mejor para todos. Absorberán mano de obra mejor más cualificada.
O se
comienza una política clara de crecimiento en sectores abandonados por el
empresariado, mediante el tipo de estímulos de necesarios, de toda clase, o
seguiremos provocando el éxodo irreversible de nuestros mejores investigadores, ingenieros, médicos, etc. Una auténtica sangría en la asumimos el gasto de la formación y regalamos sus resultados a los países que se la ahorran.
España
tienen un grandísimo potencial de desarrollo y un gran obstáculo: la ineficacia
absoluta de una forma de entender la política, la economía y su función y responsabilidad social. Somos tontos desregulados.
Es una auténtica vergüenza que haya que decir una obviedad de tal calibre: el
futuro está en los jóvenes. Invertir en su formación es esencial. Pero es
esencial que haya correspondencia entre formación y destino laboral. Si se
produce el desajuste que tenemos ante los ojos permanantemente, las consecuencias son claras:
la desmotivación del abandono o la motivación para la emigración, que es lo que
tenemos hoy.
Perdidos
entre políticos ineficaces, ególatras, retóricos y gritones, no somos capaces de ir más
allá de la caza de culpables, aunque haya que sacarlos de las guarderías
infantiles. Los verdaderos "ninis" son la mayor parte de nuestra
clase política que "ni" gobiernan, "ni" nos sacan de los
problemas que crean con su incompetencia, dejadez o falta de visión.
El "fracaso escolar" no es el del alumnos, que se reduce a casos personales específicos y diferentes; es el de sistema educativo, y este es el de la clase política que no crea las condiciones sociales, económicas y laborales para que se aproveche la formación.
Grandes verdades Joaquín. Sobre todo el hecho de que "aquí todos ponemos etiquetas, pero nadie pone soluciones".
ResponderEliminarUn saludo