Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
No sé
si nos han echado algo en el agua, pero algo pasa. Alguna explicación tiene que
tener esta tontería viral que nos sacude y agita. A veces se dejan pasar, pero algunas
afectan a aspectos más serios y no conviene dejarlas sueltas por si prenden y
contagian.
Eso
ocurre con la última "marilolada" —así me he enterado que las llaman—
de la presentadora televisiva Mariló Montero, fuertemente cuestionada por una
de sus afirmaciones en eso que llama "editoriales", en los que
expresa sus opiniones y creencias. Quizá debamos recapacitar no sobre los
límites de las opiniones, sino sobre aquello que puede ser llamado si quiera una
"opinión".
La
presentadora, según nos cuenta El Mundo,
se formuló ante su público las siguientes cuestiones:
"¿Está bien donar órganos de alguien que
ha matado a otras personas, aunque antes de convertirse en asesino se dijera de
él que era un buen hombre? ¿Alguien querría recibir el pulmón, el hígado o el
corazón de otro que ha quitado vidas? ¿Pasa algo por llevar dentro de ti el
órgano de una persona que ha matado a otros?".
Corremos el riesgo de adentrarnos en los fangos de la tontería si entramos al trapo de las preguntas, verdadero despropósito que la inhabilitan sencillamente para participar, al menos, en las secciones de "salud" existentes en el largo programa matinal que presenta. No tiene sentido discutir sobre algo que no lo tiene, sobre un despropósito de tal calibre.
Sí se
debe discutir, en cambio, sobre el alcance y efectos de las tonterías dichas
desde el púlpito mediático. El intentar camuflar las estupideces bajo el manto
protector de la libertad de expresión no exime a los responsables de mantener a
una persona con este tipo de opiniones al frente de un programa con secciones sobre
salud, con participación de profesionales del sector sanitario, como es el
programa matinal de RTVE. Que entre informaciones sobre cómo controlar el
colesterol o prevenir la tensión alta se cuelen "editoriales" sobre
una especie de "alma IKEA", fraccionable y repartidita entre meñiques
y bazos, corazones y juanetes (¿por qué no?), no deja de ser un despropósito
respecto a la finalidad del programa en la cadena pública: mejorar los
conocimientos sobre salud de la población.
Plantear si quiera pedir el "certificado de penales" a los donantes de órganos, no te vaya a tocar un riñón estafador, un corazón carterista, un hígado con multas sin pagar, etc., es delirante. Señala un lector en sus comentarios que, de ser cierta su teoría, el problema es que te trasplanten algún órgano suyo, puesto que ella se presentó como «donante de órganos, de todos mis órganos»**, según nos cuenta ABC. Quédense tranquilos, que a nadie le pasará nada por recibir algún órgano de Mariló Montero.
La
presentadora ha "pedido disculpas", pero no se trata de eso. Ha
pedido disculpas por "si ha podido ofender a alguien", nos dicen, que
es una forma retórica de reivindicar su derecho a transmitir tonterías desde un
programa cuya finalidad es muy otra. Es decir, se ha disculpado de la misma
manera que Stendhal se justificaba por mostrar la crudeza de la sociedad en sus
novelas. Ella ha dicho una "verdad" y lamenta que eso incomode a
algunos. En sus disculpas
[...] mantiene que "no está demostrado
científicamente que el alma no se transmita en un trasplante de órganos".
De hecho ha recalcado que el otro día en 'La Vanguardia' una trasplantada de
corazón afirmaba que sentía el alma de su donante.*
La
teoría de que "todo lo que no está demostrado es posible", y que si
es "posible" es "verdad", versión peculiar del método
científico, le permite tener todo tipo de creencias y transmitirlas a la gente
con la bonita expresión de "la ciencia no lo ha demostrado". No sé lo que entiende por "ciencia"
ni por "demostración". Ella se ampara en que es una "opinión
personal" y no de RTVE —¡faltaría más!— y esa es, en el fondo, la
cuestión.
Todos podemos opinar; lo que tenemos que ganarnos es el derecho a tener a varios millones de personas pendientes de nosotros para escuchar lo que vayamos a decir. No es la "libertad de expresión" lo que funciona aquí, sino la responsabilidad del profesional para saber cuándo sus opiniones tienen algún fundamento, alguna credibilidad. Las verdades suelen salir de los diálogos, no de los monólogos. Por eso en la Ciencia se debate, mientras que en los "editoriales" habla Mariló Montero y se callan los demás. Ni la señora trasplantada de La Vanguardia es justificación ni demostración de nada. Déjenla tranquila que ya tiene bastante problema con su "inquilino".
Un profesional
de la información está obligado, por su propia condición, a saber de qué está
hablando, no a hablar de cualquier cosa amparándose en una "libertad"
que no es más que una forma de llamar a la ignorancia y a la pereza intelectual.
Se llama "irresponsabilidad". La libertad de expresión no concede
valor a la expresiones per se; solo
garantiza el derecho a decirlas allí donde nos ganemos el respeto de los demás
y su interés por escucharlas. Muchas "opiniones" son auténticas
tonterías, como esta. ¿Usted quiere tenerlas? ¡Allá usted! Pero no pida que los
demás las respeten, porque no están obligados. Ni que le paguen por decirlas, como apuntan algunos que tiran ya con bala.
Hay gente que siente rechazo a dar o recibir órganos; se puede entender y no se fuerza a nadie, por eso son donantes. Creer que los órganos llevan incorporado el "alma" y que hay que preocuparse por si es el órgano de un criminal, va más allá de la cuestión de lo respetable. Es simplemente una tontería peligrosa.
Cuando un profesional de la información habla o escribe, presuponemos un conocimiento sobre lo que dice, implícito en el hecho mismo de que esté allí, en un medio. Presuponemos que está ante nosotros no solo porque tenga "derecho a expresar sus opiniones", sino porque sus opiniones son fundadas, es un profesional cualificado, preparado, y eso vale igual para un programa "divulgativo" que para uno "deportivo". El medio responde del profesional que ha seleccionado para dirigirse al público. No sé si el alma se reparte entre los órganos, como quiere Mariló Montero, pero sí sé que el "alma" de RTVE se reparte entre sus programas y que es responsable de todos ellos y de sus efectos sobre la audiencia.
Cuando un profesional de la información habla o escribe, presuponemos un conocimiento sobre lo que dice, implícito en el hecho mismo de que esté allí, en un medio. Presuponemos que está ante nosotros no solo porque tenga "derecho a expresar sus opiniones", sino porque sus opiniones son fundadas, es un profesional cualificado, preparado, y eso vale igual para un programa "divulgativo" que para uno "deportivo". El medio responde del profesional que ha seleccionado para dirigirse al público. No sé si el alma se reparte entre los órganos, como quiere Mariló Montero, pero sí sé que el "alma" de RTVE se reparte entre sus programas y que es responsable de todos ellos y de sus efectos sobre la audiencia.
Pensemos
en el hipotético caso de una persona pendiente de trasplante que —influida por
las opiniones de Mariló Montero en el programa— rechazara un órgano disponible por
ser el donante un conductor imprudente, borracho, que arrolló a varias personas
antes de estrellarse contra un árbol. Imaginemos que esa persona muere por no
realizarse el trasplante. No hay que imaginar mucho lo que las creencia
erróneas pueden llegar a hacer, pues existen los rechazos ante las transfusiones de
sangre en determinadas sectas por prejuicios similares. Puedes tener creencias,
pero eso no las convierte en verdaderas. Y hay creencias que hace daño o
perjudican a otros si las dices desde un medio, que se hace responsable por haberte dado la ocasión de decirlas. No está sola cantando feliz en las montañas; está frente a millones de personas.
Hay que
tener cuidado con lo que se dice cuando no se sabe de lo que se habla.
*
"Mariló Montero pide perdón a los que se 'hayan ofendido' con sus
declaraciones". El Mundo
24/10/2012 http://www.elmundo.es/elmundo/2012/10/24/television/1351080922.html
Vaya petarda analfabeta!!!! Así nos va en este país de mediocridad enchufada....
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