Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
prensa nos avisa de la posible caída en desgracia de la ministra de educación alemana,
la señora Anette Schavan, por otro caso de plagio, tal como el que ya afectó a
su ministro estrella, Karl-Theodor zu Guttenberg, hace un año, al que se le
retiró el título de doctor por motivos similares, el uso de las ideas ajenas
más allá de los debido. Por otro lado, el mismo periódico nos informa también de
las actividades de algunos de nuestros jóvenes emprendedores, que seguramente
acabarán como ellos.
Dos
muchachos "universitarios", nos dice la noticia*, con las aulas
todavía poco pisadas —nos dicen que tienen apenas 18 y 19 años—, se han
montando un negocio para facilitar "trabajos". Cuando digo
"trabajos" no me refiero a "empleos", claro —que eso aquí
no lo hace nadie—, sino a ese conjunto de páginas con una grapita que los
profesores solicitamos a los alumnos para tratar de adivinar si se van
enterando de algo, qué piensan, que aprendan a redactar, etc., asuntos banales,
como se puede apreciar.
Lo sorprendente
del caso es lo bien organizados que están, lo cumplidores de las reglas del
mercado y, especialmente, el desparpajo con que el fraudulento negocio es
explicado. Ellos, como buenos empresarios, explican que se limitan a poner en
contacto a gente que tienen una necesidad con otros que pueden satisfacerla, es
decir, la oferta y la demanda. Que necesitas un trabajo sobre "Karl Marx y
la idea de alienación" que te han pedido para la semana que viene, pues
nada, dices cuánto ofreces y los que se sientan capacitados para realizarlo se
ponen manos a la obra y después —no pierdan detalle— un "comité de
expertos" (lo llamaríamos "control de calidad") revisa para
seleccionar el que esté en mejores condiciones y, además, se asegura de que no
sea un plagio, por aquello de que cree el
ladrón que todos son de su condición que dice el refrán. ¡Buen material, oiga,
de primera!
El mal,
piensan, está en el plagio, que es copiar el trabajo de los demás. Aquí no hay
plagio, sino ideas frescas y originales. ¡Por fin se reconocen! El único
inconveniente es que no son de quienes las firman, solo de quien las paga. Así
tendrá mejores notas aquel que pueda pagar los mejores trabajos. No hay como
una sociedad competitiva y que remunere bien el trabajo de cada uno. Los únicos
estafados, al fin y al cabo, somos los profesores, pero para eso estamos.
Yo los tenía haciendo exámenes orales lo que les quede de carrera.
Creo
que nos estamos pasando de motivación. La señora del "Ecce homo" —por
cierto, best seller para Halloween en
USA— se pasó de motivación piadosa y estética, y salió lo que salió, aunque también
está generando puestos de trabajo e ingresos a los más avispados. Ahora son estos
muchachos, a los que se les ha dicho que no hay nada como ser emprendedores en
sus clases de empresariales. Con tres o cuatro más así, nos acaban cuadrando
los presupuestos de este año. Lo malo es que a estos nos los fichan Merkel o
los chinos, que ya me conozco el patio.
Hace un
par de años premiaron a unos jóvenes estudiantes por un proyecto empresarial
que habían presentado a un concurso de la universidad. ¡Qué alegría! Cuando
tuvieron que pasar del papel a la realidad aquel proyecto, se presentaron en la
Facultad a pedir cuarenta becarios, que eran los que necesitaban para poner en
marcha el negocio y poder vivir ellos dos. ¡Hola, mundo cruel! Me ahorro los
comentarios de entonces y de ahora.
De lo que se come se cría, nos dice el refrán. Hartos de
ver la explotación y la desvergüenza con la que son tratados los jóvenes en
este país, cuando se ponen a emprender, les sale el "crimen
organizado", que dirían en las series americanas. A ellos les han dicho
sus profesores de empresariales que busquen una necesidad en el mercado y que
canalicen la oferta y así lo hacen. ¡Lástima que sea para un fin perverso; pero
esa preocupación es para países en los que se pueden permitir la ética!
Ellos
se defiende diciendo que ya saben que la idea es polémica —¡tiene bemoles el eufemismo!—, pero que hacen un "bien"
a la sociedad porque dan "empleo", más bien unos eurillos, a los que
se dedican a redactar los trabajos para escuelas y universidades. Incluso, ya
puestos, podrían realizar programas electorales para los partidos y discursos
para los políticos.... ¡Quién sabe si no llegarán hasta la misma Alemania —allí
parece que hay mercado— a fuerza de expandir el negocio!
Luego,
pasados unos años, les saldrá algún "cuervo vaticano" que filtre la
lista de los malos estudiantes a los medios cuando muchos de ellos estén
repartidos por ayuntamientos, ministerios, consejerías, etc., ocupando los más
altos cargos, con coche, despacho y
escolta incluidos.
No hay
duda de que esta naturalidad del fraude augura mejores tiempos para España; por
fin tendremos la futura y competente clase ilustrada que tanto necesitamos
servida por una espléndida y emprendedora clase empresarial. Unos y otros se
habrán forjado en los mismos campos prácticos del fraude. Se entenderán bien.
¡Y
luego dicen que no se lo curran! ¡Aquí el que no corre, vuela!
Ayer leí esta noticia y me quedé ojiplática... Un abrazo.
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