Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
No
vamos a hablar de listas electorales ni de listas de agravios, ni tan siquiera
de las de cada vez más menguadas listas de la compra. Las listas nos gustan, nos llaman la atención. Y eso hay que aprovecharlo.
La
Vanguardia nos sorprende con su artículo, "¿Cuáles son los libros más
olvidados en los hoteles europeos?"*. Cuando uno empieza a leer descubre
rápidamente que no se trata de los "hoteles europeos", sino de una
cadena —de la que se da el nombre— de "hoteles económicos", con "500
establecimientos en Reino Unido, Francia y España". Piensas que el dato de
los 500 es a efectos estadísticos, para que te hagas una idea de la validez de
la muestra. Pero no. Un "esta vez" nos permite saber que la cadena
hotelera tiene por costumbre realizar todos los años esa lista de "objetos
olvidados" en sus establecimientos. "Esta vez", como nos
indican, les toca a los libros.
Los
conocedores de la mercadotecnia saben que esto no es más que una forma de
producir "noticias" llamativas que hagan que el nombre de la cadena
hotelera aparezca en los medios de comunicación. Los medios, cada vez más
recortados en personal y sueldo, acaban dependiendo de este tipo de
"noticias prefabricadas" que hacen llegar a sus lectores más o menos
adornadas o camufladas. Es más barato dar estas noticias que enviar a la
periodista que la ha redactado durante una semana a realizar un reportaje; de
la misma forma que es más barato estar suscrito a una agencia que tener
corresponsales.
Se rompe
así el contrato de confianza que es la lectura de un periódico. La irrelevancia
de la noticia prefabricada va ganando espacio en el medio porque que cuesta
menos. Una de las funciones esenciales que cumple el periodismo es filtrar los
acontecimientos en función de su relevancia para los propios lectores. Esta es
un "noticia" cuya transcendencia es nula y cuyo valor informativo es
cero. Ha sido producida y reproducida con el único fin de atraer la atención
sobre una cadena hotelera. No es más que una alternativa camuflada a la
publicidad, algo que antes se penalizaba en los medios, que delimitaban
claramente las diferencias entre un artículo y un anuncio.
En un
artículo anterior —difundido esta vez desde Europa Press y reproducido también por
La Vanguardia—, se afirma que durante
los doce meses de 2011 se encontraron 75.000 osos de peluche en las habitaciones
de los 496 hoteles de la cadena. ¿Usted se lo cree? Da igual. Se trata de
llamar la atención, porque nadie va a comprobarlo. Significa que hay 75.000
niños llorando repartidos por varios países porque han perdido su osito; 75.000
padres sin corazón que no regresaron a buscarlos. ¿Qué más se puede pedir a un
simple dato?
El
siguiente paso va más allá del ahorro de tiempo y dinero. Es avanzar en la
misma línea y convertir el artículo de prensa, además de en escaparate de la cadena
de hoteles, en el punto de venta de los "objetos olvidados".
La
primera lista ofrecida por la cadena hotelera fue de objetos curiosos o
insólitos —la llaves de un Ferrari, un vestido de novia de Vera Wang...—, pero, ¿por qué no
ampliar el negocio y dar el salto de la curiosidad anecdótica a lo vendible?
No sé
si la idea se le ocurrió a la cadena hotelera o a la editorial: ¿por qué no
nuestra lista de libros olvidados? Y
de entre todos los libros, ¿qué mejor elección que un bestseller erótico para
atraer la atención de los lectores?
Además
de la promoción de los hoteles —siempre que se da el nombre de la cadena en textos
anteriores se indica el número de hoteles—, el artículo es un texto promocional
de la novela "olvidada", el bestseller
erótico "Cincuenta sombras de Grey" —al que ya La Vanguardia dedicó un artículo—, algo que compró el otro día el señor que iba detrás de mí en la
cola del supermercado junto a tres packs de yogures desnatados, dos botellas de
agua mineral, crema de afeitar, jamón de york y unas mandarinas. ¡Y es que por
fin la literatura ha entrado en la lista de la compra! ¡Progresamos!
Hace apenas tres días, el tres de octubre, La Vanguardia nos traía otra noticia: la inversión de 10 millones de euros en el primer hotel de la cadena en España, que acababan de inaugurar en la comunidad valenciana. Hoteles, libros eróticos, medios, librerías virtuales..., un tinglado de intereses confluyentes en un simple artículo. Artículos que promocionan hoteles que promocionan libros y vuelta a empezar porque el artículo se promociona a sí mismo. Sinergia. Todo por el lector.
La Vanguardia nos incluye al final del artículo los enlaces
directos para la compra del libro —en diversos formatos digitales— en la librería
virtual Amazon y se convierte así en intermediario de ventas. Antes estas cosas
estaban muy mal vistas; ahora son el "futuro". ¿Pero de qué? Hay más "sombras"
que las cincuenta de Grey sobre el
futuro de la prensa, aunque también tengan su punto de infame sumisión erótica.
La progresiva transformación de la prensa en agente comercial, en promotores de ventas, está haciendo mucho daño a la credibilidad de los medios. Es un punto de no retorno en muchos casos. Cuando lo que leemos en un periódico deja de ser creíble o dudamos de su intención hemos roto el pacto mediante el cual el medio se compromete con el lector a informarle honestamente. La pregunta cínica es: ¿le importa realmente a alguien ser informado honestamente? La risas resuenan en todos los despachos.
Se
venden hoteles y libros. Se venden personas e ideas. Se ha roto el pacto o ha
caducado con la llegada de estos "nuevos" tiempos. ¿Y tú qué vendes? Cuando se habla de la crisis
de la prensa, se tiende a silenciar el callejón sin salida en la que los
empresarios de la información han metido a los medios con este tipo de
prácticas. Allí donde ven su salvación, está por el contrario su hundimiento y
su degradación. De la independencia a la sumisión; de la información a lista de
la compra. Cuando no puedes diferenciar la película de los anuncios, es que
algo pasa.
¿Para
cuándo la lista de los periódicos olvidados?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.