Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
construcción europea tiene muchas aristas. Europa se construye en dos sentidos, en uno se une, mientras que en el otro se mantienen las diferencias de cada país. De esta forma, mientras hay que trabajar para dotarnos de herramientas y políticas comunes, es también necesario mantener la posibilidad de que
el encuentro se siga manteniendo respetando la diversidad de las lenguas y el acuerdo de mantenerlas con operatividad europea, es decir, no
desatender ninguna para que no queden excluidos los ciudadanos que las hablan.
Europa
es Babel, un conjunto de lenguas detrás de las que se encuentran millones de
ciudadanos con derecho, entre otras muchas cosas, a entender y entenderse, dos
dimensiones de la lengua igual de importantes. Si entender ni entenderse, la
Unión no es más que una ficción que comenzará a suscitar rechazo o desinterés,
según quien mueva los hilos. Que sea una Babel confusa u ordenada depende del
buen funcionamiento y cumplimiento de los compromisos que nos llevan a querer
estar juntos. Cuando en Babel no pudo nadie entenderse, cada uno partió con los
que podía hacerlo y se desentendió de los demás. Babel perdió la lengua común,
pero dio la posibilidad de la traducción, institución absolutamente esencial en
la historia de las culturas, por más que a algunos les guste soltar tópicos o
meterse con ella. Traduce o muere.
El
diario El Mundo de hoy titula "El
Defensor del Pueblo europeo recrimina a Bruselas su arbitraria política
lingüística"*. Da cuenta del rapapolvo que el griego Nikiforos
Diamandouros, nuestro común Defensor del Pueblo ha realizado a cuenta de la
política traductora discriminatoria de Bruselas.
A
diferencia de otras uniones en las que hay una lengua común, la Unión Europea
tiene que tener una política lingüística bien definida y firme en lo que a la
traducción de sus acuerdos y documentos se refiere para que puedan estar accesibles a
todos sus ciudadanos, hablen la lengua que hablen. Europa tiene que vivir en
traducción simultánea permanente para que sus ciudadanos la sitien como parte
suya y no como abstracción distante, quimera administrativa cuya función es
reducir su trabajo mediante la incomunicación y el aislamiento.
Señala
el diario, citando a Diamandouros:
"La Comisión tiene el compromiso de trabajar de manera abierta, y
se esfuerza por dar a conocer su trabajo y las decisiones que adopta. Antes de
comenzar a legislar y elaborar políticas, la Comisión debe realizar numerosas
consultas: la calidad de la política de la UE es el resultado de una amplia
participación por parte de los ciudadanos, las organizaciones de la sociedad
civil y todas las partes interesadas en el ámbito político".
Esta declaración de gobernanza de la institución presidida por José
Manuel Barroso no se cumple por el simple hecho de que la Comisión no publica
sus consultas públicas (las "numerosas" que debe realizar antes de
comenzar a legislar y elaborar políticas) en los 23 idiomas de la Unión Europea
sino básicamente en inglés y, como mucho, también en francés y alemán, a pesar
de estar obligada a dirigirlas al público en general (esa citada "amplia
participación") por cumplir con el juego democrático de la UE.
"La Comisión debe garantizar que todos
los ciudadanos europeos puedan comprender sus consultas públicas, que, por
principio, deben publicarse en todos los idiomas oficiales. No obrar de este
modo constituye un caso de mala administración", concluye tras su
investigación.*
El
hecho es grave por distintos motivos, además de los señalados por el Defensor.
La exigencia de "claridad" es consecuencia de la necesidad de
"comprensión". No traducir los documentos, convocatorias, peticiones,
etc. de la Unión a las lenguas de sus ciudadanos es dejar fuera a muchos de
ellos. Pero también es comenzar a establecer diferencias, peligrosa tendencia
que manifiesta dos cosas: la constitución de una casta funcionarial y el
diferente tratamiento de los países según su poder político y económico,
suponiendo que se puedan distinguir. Ninguna de las dos cosas es buena. Da igual que se niegue, si es lo que se percibe.
El mantenimiento de una política traductora amplia y rápida es, por supuesto, cara, probablemente carísima, pero absolutamente necesaria si se quiere construir una Unión como la pactada por todos. El coste no puede ser ni excusa ni encubrimiento de la formación de una casta que desarrolla su propia lengua franca y jerga institucional. No se trata solo de que los parlamentarios y funcionarios se entiendan, sino de que los entiendan los demás, todos. Europa se tiene que construir con "claridad" y no puede haberla sin la posibilidad de acceso lingüístico a las fuentes y consultas, a la participación de todos los ciudadanos.
Olga Sehnalová |
Existe la percepción que la comunicación de la Comisión con los
ciudadanos de la UE, ya sea a nivel central o regional, es insuficiente tanto
en lo relativo al modo de expresarse como a los canales elegidos para ello, pero
principalmente resulta del todo insuficiente en la manera de adaptar dicha
comunicación al ciudadano de a pie.
Sirva como ejemplo la estrategia de comunicación «Acta del Mercado
Único de la UE», presentada el 27 de octubre de 2010 por la Comisión Europea.
El listado de medidas propuestas fue sometido a consulta pública durante cuatro
meses, durante los cuales, tal y como esperaba la Comisión, los ciudadanos
utilizarían la oportunidad que se les brindaba para pronunciarse sobre la
cuestión del mercado interior. En la última reunión del Comité del IMCO de 1 de
febrero de 2011, supimos por parte de los representantes de la Comisión que tan
sólo 150 personas, del total de 500 millones de ciudadanos, aprovecharon esta
oportunidad.
Si la Comisión está realmente interesada en la opinión de los
ciudadanos, debería intensificar sus esfuerzos. Un gran problema para los
ciudadanos es, por ejemplo, el hecho de que hasta el momento la mayoría de
consultas públicas de la Comisión se lleven a cabo únicamente en tres idiomas
(inglés, alemán, francés), discriminando así a los ciudadanos del resto de
países de la UE que no tienen estas lenguas como idioma propio.
Por ese motivo, sería necesario que la
Comisión adaptara en la máxima medida posible la comunicación a las necesidades
de los ciudadanos de a pie, por ejemplo haciendo accesible todas las consultas
públicas de la Comisión en todas las lenguas oficiales de la UE.**
Las
preguntas que seguían a esta exposición solicitaban respuestas. Como es lógico,
Olga Sehnalová realizó la consulta en su propia lengua, el checo. Tal como
aparece en la web del Parlamento, la pregunta fue traducida a 12 idiomas,
incluido el español. Se dejaron fuera otras 11 lenguas oficiales, casi el 50%, cuyos hablantes, ciudadanos europeos, no
tuvieron acceso al texto.
Lo
importante de la cuestión planteada por Olga Sehnalová son esas 150 personas
que realizaron observaciones a un documento tan importante como el «Acta del
Mercado Único de la UE», en el ejemplo que menciona.
¿Es un
caso de círculo vicioso? ¿A menor difusión, menor interés y a menor interés, menor difusión? ¿Es la escasa respuesta ciudadana la que hace que no se
invierta en traducción a más idiomas o es la falta de traducción la que hace
que haya tan poca participación e interés? Da igual; hay que resolverlo.
La
respuesta de la Comisión a la pregunta de Olga Sehnalová sobre la estrategia
comunicativa fue doble, una explícita y otra implícita. Contestaron a su pregunta, como era
su obligación, señalando:
The Commission is conscious of the fact that
language barrier may constitute a hindrance for citizens to participate in its
public consultations. The Commission is committed to multilingualism in
relation to public consultations and constantly pursues its efforts to improve
the situation in this regard. But this goal can only be achieved within the
limits of available resources, as well as, in certain circumstances, within
certain time constraints. The Commission tries its best however to limit as
much as possible the effects of the fact that citizens often cannot consult
texts in their own language. Indeed, every citizen has the right to address the
European institutions in any of the Union's official languages and to receive a
reply in that same language. All contributions received in the framework of
public consultations are treated equally, regardless of the language in which
they were drafted. There is no discrimination between contributions on a
linguistic basis.***
Ni los recursos disponibles ni la circunstancias son excusas para algo que es prioritario, que los ciudadanos europeos se comprometan con sus propias instituciones, que nunca serán "propias" si no las pueden entender. El crecimiento del antieuropeísmo tiene en la discriminación lingüística una baza fuerte, al igual que el nacionalismo. Las lenguas conviven para que puedan convivir los que las usan.
La respuesta implícita fue también rotunda: solo se contestó
en checo y en inglés. Fue más clara la tácita que la manifiesta. La primera
eran palabras, la segunda hechos. Hechos que, por supuesto, se entienden en
cualquier idioma porque no necesitan de traducción.
* "El Defensor del Pueblo europeo recrimina a Bruselas
su arbitraria política lingüística" El
Mundo 11/10/2012 http://www.elmundo.es/elmundo/2012/10/10/union_europea/1349861529.html
** Olga Sehnalová (S&D). Preguntas parlamentarias 11
marzo 2011
http://www.europarl.europa.eu/sides/getDoc.do?type=WQ&reference=E-2011-002327&language=ES
*** J. M.D
Barroso. Parliamentary Questions: Answer given by Mr Barroso on behalf of the
Commission. 6/4/2011
http://www.europarl.europa.eu/sides/getAllAnswers.do?reference=E-2011-002327&language=ES
Aviso en la respuesta de la Comisión:
"Este documento no está disponible en su lengua y se le ofrece en una de las lenguas
que están disponibles en la barra de lenguas", en este caso en checo e inglés.
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