Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Tras
leer la entrevista* que el diario El País
ha realizado a los diputados Gabriel Elorriaga y Eduardo Madina —PP y PSOE
respectivamente—, para tratar de comprender cuál es su estado de ánimo y razón ante
las críticas constantes y el desprestigio generalizado que la clase política ha
producido en un sector importante y, probablemente, mayoritario de la sociedad
española, la constatación que saca cualquier persona medianamente normal es que
ser "político" es tener respuesta para todo. Dense cuenta del matiz
importante: no tener "solución" para todo; solo tener "respuesta".
Lo que
más indignación ha causado entre los ya generalmente irritados —reservamos el
término "indignado"— comentaristas de los foros es la respuesta que
ha tenido el dudoso honor de convertirse en titular de la entrevista: "La
clase política es toda la sociedad". Creo que, con la que está cayendo, no
es la respuesta más afortunada. Parece más bien un intento, por decirlo
expresivamente, de salir camuflados entre los rehenes.
Los
márgenes de discrepancia entre ellos son tan reducidos que formarían una buena
pareja de dobles en la Copa Davis de la política si esta existiera. Pareja
imbatible en tierra batida, desde luego. Juego de fondo y a aburrir al contrario.
Se
centra gran parte de la entrevista —lo explico para los que la irritación del titular
no les permitió ir más allá— en la cuestión de la profesionalización de la
política y en la sorpresa que les causa que casi todo el consejo de ministros
actual esté formado por funcionarios. No logro sacar una conclusión de si eso
les parece muy bien, muy mal o normal, pero insisten bastante en ello.
Que
después de tantos años, hay tantos políticos funcionarios tiene su sentido,
porque algunos entran liberales y salen opositados directamente. Esto va
precisamente contra el principio de no politización de la administración.
El hecho de que existan las plazas fijas es, precisamente, para evitar que la administración esté sujeta a los vaivenes de los políticos. Claro, lo que no se le ocurrió a nadie fue pensar que los funcionarios se iban a dedicar en masa a la política y que los políticos se harían funcionarios por aquello del retiro. Así hemos incorporado la enfermedad y el remedio agravando la situación: una administración politizada e inamovible. La politización de la administración, vía partidos o sindical, es un problema que nadie afronta porque no se ve como un problema sino como una forma de medrar, de ascenso rápido y protegido por los de tu cuerda.
El hecho de que existan las plazas fijas es, precisamente, para evitar que la administración esté sujeta a los vaivenes de los políticos. Claro, lo que no se le ocurrió a nadie fue pensar que los funcionarios se iban a dedicar en masa a la política y que los políticos se harían funcionarios por aquello del retiro. Así hemos incorporado la enfermedad y el remedio agravando la situación: una administración politizada e inamovible. La politización de la administración, vía partidos o sindical, es un problema que nadie afronta porque no se ve como un problema sino como una forma de medrar, de ascenso rápido y protegido por los de tu cuerda.
Lo
combinan con el problema (teórico) que tendría un político cirujano —o cirujano político—
si se le dejara sin operar durante los cuatro años de legislatura. Yo creo,
sinceramente, que los cirujanos deberían ser apolíticos, por el bien de todos
los que se pongan en sus manos. Pero esto, los dos interlocutores, habitualmente enfrentados, no lo ven como problema. No sé si dejaría acercárseme a algunos con un bisturí
después de haberles escuchado en la tribuna de oradores. Bien pensado, daría para un interesante thriller político-sanitario.
Cuando
se les pregunta si no hay demasiados políticos, la respuesta también está
sintonizada en una misma frecuencia. No hay demasiado políticos, ¡hay
demasiados ayuntamientos! ¡Si es que el pueblo tira mucho! En Francia, en
cambio, que son unos apátridas desnaturalizados, hay menos.
Que la
gente se eternice en la política no les parece un problema, claro. Gabriel
Elorriaga lo expresa muy bien: "A
mí no me parece un problema que haya largas trayectorias políticas, lo que me
parece un problema es que eso sea a costa de impedir el acceso a otros."*
Habrá que poner en los ministerios e instituciones, como en el Metro, aquel
viejo cartel de "antes de entrar, dejen salir" porque si no sale
nadie de la política y todos quieren entrar, ya me contarás. Además de listas electorales habría que hacer listas de espera. Un lío.
Insisten
mucho en lo de las incompatibilidades porque, según se pregunta Eduardo Madina,
¿cómo va a haber un empresario de la construcción que presida la comisión de
Urbanismo? Como parece que se lo pregunta en serio, habrá que explicarle que
hay cosas que se llaman "conflictos de intereses" para evitar que se
dé este tipo de casos, que por eso es tan importante que hagan lo que a algunos
les ha costado mucho hacer, la declaración de bienes, negocios, etc.
La
insistencia en las incompatibilidades y su control férreo, dicen, es esencial.
Se evitaría así lo del constructor y la gente no dejaría de votar —como en el caso del diputado cirujano— porque
tuviera una urgencia operatoria, que si la cosa está ajustada lo mismo pierdes
una votación por una apendicitis, digo yo.
Como
trabajar en otra cosa es un riesgo grave para la salud democrática española —incluida
la de los pacientes de los políticos cirujanos—, la defensa del político
profesional se convierte en el tema recurrente de la entrevista. Y además le
permite a Eduardo Madina lanzar la frase estrella: "[...] si la política
desaparece, desaparece lo público. Si ciudadanos dispuestos a participar no lo
hacen, ¿quién controlará a los poderes salvajes?"*
Me asalta
la terrible duda de qué serán los "poderes salvajes". Vi este fin de
semana la película de Oliver Stone "Salvajes" y solo mencionar la
palabra me produce escalofríos de tanta cabeza cortada a lo bruto. Intento
imaginármelo, pero no logro localizar la amenaza que se cierne sobre nosotros. Quizá sea algún problema en la traducción, perdón, en la transcripción.
Habrá
que explicar que a la política se debe dedicar no solo el que le gusta o apetece,
sino el que vale para ello. Y que eso no lo debe decir papá o mamá o un amigo, sino
alguien que de verdad sea objetivo, por ejemplo, un congreso que no haga todo
por aclamación, con algún debate, listas abiertas..., vamos, todo sin pasarse,
por supuesto.
Los dos
se muestran de acuerdo en lo básico: "El sistema funciona bien".*
Creo
que sus señorías siguen sin entender nada. O nosotros los les entendemos a ellos, que puede ser.
*
"La clase política es toda la sociedad” El País 30/09/2012
http://politica.elpais.com/politica/2012/09/30/actualidad/1349016019_769987.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.